Paz

Tema en 'Relatos' iniciado por George Asai, 4 Febrero 2016.

  1.  
    George Asai

    George Asai Maestro del moe

    Aries
    Miembro desde:
    15 Mayo 2011
    Mensajes:
    976
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Paz
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1075
    Acá mi participación para la actividad, escritos de la paz.

    Paz

    —¿Por qué no haces nada? —Un joven de mi edad yacía parado frente a mí, sus nudillos estaban cubiertos de sangre, al mismo tiempo, el dolor recorría mi espina dorsal como una serpiente a punto de engullir a su presa. Ya ni siquiera recordaba el porqué me tenía tanto odio, ¿era envidia?, ¿traición?, bah, ese dato era irrelevante justo ahora.

    —¿Por qué debería hacerlo? —respondí, el chico de nombre Arturo siguió golpeándome, sus puños impactaron con mi abdomen, pecho y rostro, aún así, no hice nada más que estar ahí parado. Sus golpes me atormentaban, el noventa por ciento de mi humanidad deseaba responder su agresión con violencia.

    Claro que podía hacerlo, años entrenando artes marciales me hicieron fuerte y resistente, este sujeto no era rival para mí. Un solo golpe mío bastaría para causarle gran daño, esta pelea era innecesaria, me bastaba solo un ataque y nada más. Aún así, las palabras de mi maestro resonaron en mi cabeza repetidas veces: “La violencia solo genera odio”

    Se podría decir que mi actitud era estúpida, ¿por qué dejaba qué un imbécil me golpease?, me hacía ver como alguien débil, incapaz de sobrevivir ante la crueldad del mundo. Pero… ¿Por qué debíamos adaptarnos a un mundo tan cruel?, ¿por qué no mejor cambiarlo para qué esto no sea común?

    Si yo soltase mi contraataque toda esa filosofía se iría a la basura, sería otro individuo más a la lista del ojo por ojo, diente por diente. Esto era una pelea callejera, pero… ¿Y si aplicamos la misma ideología a una guerra?, atacar un país con bombas nucleares desencadenaría masacres sin precedentes en la historia de la humanidad. Claro, diente por diente, ojo por ojo, destruyendo todo con la simple excusa de la defensa.

    No quería atacarlo, estuve en una lucha constante conmigo mismo para no defenderme físicamente. Porque en karate, un solo golpe significa la muerte, en el momento en que yo soltase el primer golpe todo acabaría. Me convertiría en lo que Arturo deseaba que fuese, un practicante de esa triste forma de vida.

    —Vamos, ¿acaso estás tan asustado qué no puedes hacer nada? —Arturo se burló, sus ojos repletos de confianza me miraban sin piedad alguna.

    —No quiero luchar contigo, no ganaría nada golpeándote y estoy seguro que tu satisfacción por atacarme tampoco durará demasiado. Dejemos esto, quiero irme a casa a comer. —No tenía ninguna mala intención, en verdad deseaba dejar esto por la paz y no tener que volver a estar en una situación como ésta, por desgracia, el muchacho solo soltó una carcajada.

    —¿En serio?, ¿tan confiado estás qué puedes vencerme?

    —Sí, estoy confiado.

    —Pero no has tirado un solo golpe, ¿acaso piensas pegarme con tus palabras? —Arturo volvió a carcajearse, al parecer tomó mi declaración de paz como una forma alterna de arrogancia. No mentía, un golpe en el cuello, patada en las rodillas, codazo a la cabeza… Tantas formas fáciles de hacerle daño y aún así, él seguía lanzando golpes a lo idiota contra mi humanidad.

    —Hablemos de esto, ¿qué te molesta de mí?, ¿podríamos llegar a un acuerdo? —Hice un último intento de dialogar, de no hacerme caso me echaría a correr para no tener que pelear. Después de todo, no quería parecer un hipócrita, estaba siendo fiel a mis ideales sin importar lo que pasara.

    —¡Todo! —Arturo pateó el suelo y cargó directo contra mí, pude ver sus pasos irregulares avanzando uno tras otro. En ese momento me desplacé en diagonal hacia la derecha, provocando que mi oponente se resbalase y fuese directo a la carretera. Lo que pasó después fue predecible, un automóvil corría a exceso de velocidad y por lo tanto, fue incapaz de frenar ante la aparición repentina del muchacho.

    No hacía falta decir cómo quedó, Arturo salió volando veinte metros hacia el frente, su caída brutal acabó manchada en un charco de sangre, sus huesos triturados y mirada perdida me dieron el veredicto evidente: Murió.

    —¿En serio así es la humanidad? —susurré, no podía hacer nada, el muchacho murió ante la mirada atónita de los transeúntes y automovilistas. Decidí darme la vuelta y caminar a casa con la mirada baja, al mismo tiempo la lluvia comenzó a caer lentamente.

    Escuché el sonido de las sirenas dirigirse hacia el lugar del accidente, lo más curioso era que de haber escuchado mis advertencias nada de esto hubiese pasado. La violencia lo mató, no fueron mis golpes, tampoco un arma, simplemente el deseo de querer hacerme daño.

    —Odio la violencia. —Cuando llegué a mi casa ignoré las preguntas de mis hermanos pequeños, ellos me preguntaron porque estaba repleto de moretones, su preocupación me hizo sentir feliz, ya que podía contar con su amabilidad en momentos difíciles. Pero ahora solo quería reflexionar, a pesar de que no había tenido culpa alguna en lo que pasó quizá si hubiese actuado con violencia podría haber salvado su vida.

    Un solo golpe me bastaba para vencerlo, de haberlo hecho habría traicionado mis ideales pero también salvaría su vida de una muerte horrible. No obstante, incluso mi honor tenía más valor que la existencia de alguien, podía sonar cruel e hipócrita, pero de haberme defendido habría nacido la semilla del odio en su corazón.

    Arturo me hubiese buscado con más gente, atacaría a mis hermanos o incluso sus propios amigos podrían salir heridos al pelear conmigo. No, incluso las personas cercanas a mí corrían peligro de haber creado un odio con él, escuché que tenía amistades peligrosas e incluso había rumores de que consumía drogas o esas broncas callejeras.

    Su vida pereció para proteger la mía y de las personas que amo, fue una fortuna que se ahogara en su propia violencia. Me acosté sobre la cama y miré al techo con cierta nostalgia, ¿era la violencia una respuesta?, sí.

    ¿Era la violencia el único camino?

    No.

    En mi corazón nacía el deseo de un mundo utópico, donde nadie recurría a la opción violenta para solucionar sus problemas. Pero el amor a la violencia existía desde hace millones de años, formó parte de nuestro proceso evolutivo y por desgracia, jamás desaparecerá.

    Aún así, podíamos elegir si usarla o no, vivir nuestras vidas lo más limpias posibles, rodeando a los demás con amor y paz. Después de todo, el mundo era hermoso, a pesar de sus contrastes e injusticias, no había nada más grandioso que la vida misma.

    Fin
     
    • Me gusta Me gusta x 2
    • Ganador Ganador x 2
    • Creativo Creativo x 1
  2.  
    Ichiinou

    Ichiinou Amo de FFL Comentarista destacado

    Sagitario
    Miembro desde:
    4 Septiembre 2015
    Mensajes:
    7,774
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Me ha gustado mucho este escrito, has presentado una situación bastante innovadora con respecto a otras cosas que he leído para esta actividad, además de que hace reflexionar sobre la violencia a medida que transcurre todo. Me gusta. Este personaje me recuerda a uno de TWD, el protagonista de tu relato es alguien que sabe defenderse, pero prefiere no usar sus dotes para hacer el daño, si no para casos extremos, me gusta.

    Yo también creo en esa utopía.

    Me ha gustado mucho. Buen escrito e impecable. Te felicito.

    ¡Un saludo! :)
     
    • Adorable Adorable x 1

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso