Patio interior

Tema en 'Complejo Laguna Negra' iniciado por Hygge, 3 Diciembre 2017.

  1.  
    Hygge

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    Patio interior con techado abierto que hace las veces de jardín del internado. Contiene todo tipo de plantas y todos los cuidados disponibles para su mantenimiento, así como sillones y candelabros para iluminar de una forma más austera el lugar en la noche. A su vez contiene un sistema de luz eléctrica, por lo que no es completamente necesario su uso.

    Suele ser utilizado por los alumnos después del toque de queda, y dado que no se puede salir del internado a partir de las doce, pueden tomar aquí el aire libre.​
     
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    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Jack Atkinson

    En cuanto entramos al pequeño patio, me apoyé contra una de las paredes, dejando las muletas a un lado. Me iba a doler, pero quería estar parado un poco más. Estar tanto tiempo sentado o acostado me hacía doler los músculos. Le indiqué a Aki que podía sentarse si quería en uno de los sillones, para que esté un poco más cómoda.

    — Vaya, al parecer ahora hay más temas de los que hablar que solo de mi metida de pata, ¿eh?— dije, mientras me cruzaba de brazos y soltaba una pequeña risa, como para aliviar la tensión. Suspiré al ver que no había logrado ningún efecto.— Bueno, a los que nos compete entonces, así no te molesto más y puedes ir a descansar, que seguramente debes estar exhausta también.

    Muy bien, la intención estaba. Pero las palabras no. Bollocks, esto era demasiado difícil. ¡Por qué esto era tan difícil! Me mordía labio superior, sin poder lograr una palabra. Varias veces había tomado aliento para hablar, pero se había perdido en exhalaciones. Debía estar haciendo el ridículo en ese momento. Ni siquiera podía mirarla a la cara, posando mis ojos en el suelo, en las farolas, en los sillones, en el techo, en cualquier otro lado.

    El rostro que había puesto cuando mencioné aquellas palabras hirientes en el torneo me asaltaba. Me asaltaba porque me era demasiado familiar. Al final, me froté el rostro, para quitarme toda la ansiedad de encima.

    — Oye, sé que...lo más probable es que no quieras escucharme en este momento, o...mira lo que quiero decir es que...— suspiré, y la miré directamente a los ojos.— Es que lo siento. De verdad lo siento. En el torneo dije cosas que no debía, que obviamente desenterraron cosas que debían permanecer enterradas. Que era mejor no sacar a la luz. Sé lo que se siente, créeme. Y de verdad me disculpo. Porque...reconozco la expresión que tuviste en la batalla. La reconozco muy bien. Porque yo también la viví. No, no es pasado, yo también la vivo.

    Hice una pausa, para tragar saliva.

    — Conozco la expresión que tuviste, porque yo he tenido la misma varias veces. Has estado sola, ¿no? Mucho tiempo, creo. Y yo he estado igual. Al menos en estos últimos dos años. No sé cual habrá sido tu caso, pero se lo que se siente estar solo.— corrí la mirada. Varios recuerdos se agolpaban en mis ojos, luchando por salir, y yo solo podía defenderme a duras penas.— Sé lo que se siente que nadie venga a visitarte, mientras los otros pacientes a tu lado recibían la presencia de sus familiares y amigos, tenían alguien al lado siempre que los cuidaba. Sé lo que se siente que hablen sobre ti a tus espaldas, con pena y preocupación, el tono con lástima de las enfermeras, al señalar que hoy había sido otro día sin visitas para el muchacho solitario. Cómo cada vez que una familia pasaba al lado mío, meneaba sus cabezas con pena, sintiendo lástima por el niño solitario.

    Decidí cortar ahí, porque mi voz amenazaba con entrecortarse, y no quería que eso ocurriese. Ya los ojos se me había puesto vidriosos, y combatir contra las lágrimas estaba resultando una tortura. Estaba seguro de que a Aki no podía importarle menos todo lo que le estaba contando. Pero aún así, necesitaba decirlo.

    — Y todo esto fue causado por mí. No fue mala suerte en la vida, no fueron oleadas de mala gente alrededor mío. Yo fui el causante de todo eso. El causante de mi propia soledad. Y ahora también soy el causante de un dolor tuyo. Al parecer sigo sin aprender, ¿eh?— dije, amagando una sonrisa. La volví a mirar a los ojos.— Lo lamento de verdad. No merezco ni tu presencia frente a mí en estos momentos. Ya...no sé que más decir, la verdad. Solo que lo siento, y espero que puedas perdonarme. Que puedas perdonar al idiota que tienes al frente, que todavía no aprende que las palabras lastiman más que los golpes.

    Suspiré, mientras esperaba su respuesta, y aproveché para secarme un poco los ojos con la manga. Todo esto había sido mucho más difícil de lo que me parecía en un principio.
     
    Última edición: 15 Marzo 2019
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Chigusa Aki

    De algún modo había terminado siguiendo a Jack hasta el patio interior. Era un lugar pintoresco de alguna manera... no lo sé. Solo estaba buscando excusas tontas para acabar con aquello de una vez. Quería zanjar el tema, escuchar lo que tenía que decirme y ya. Suficiente. Irme a dormir o comer o simplemente leer un poco y relajarme.

    Rechacé la oferta de sentarme. Me sentía inquieta e impaciente por alguna razón. Ansiosa, aunque no lo di a notar de forma alguna. De modo que de la misma forma que él hizo yo también apoyé la espalda contra la pared y crucé los brazos. El silencio fue incómodo, pesado, tenso y los intentos ridículos que hacía Jack por empezar la conversación me estaban poniendo de los nervios. Ni siquiera lo estaba mirando pero apreté los labios, irritada y mi ceño sin frunció. Si iba a costarle tanto hablar, ¿para qué me estaba haciendo perder un tiempo tan valioso?

    Estaba por hacer el ademán de irme declarando un cortante "Cuando no parezcas un pez a punto de morir ahogado me dices" cuando Akaname empezó a hablar.

    En un primer momento me sorprendieron sus palabras. Es decir... esperaba que lo hiciese... pero no esperaba que lo hiciese. O sea, no... no era eso. Lo que quería decir era que quería que lo hiciese. ¡Pero no esperaba que lo hiciese! No así. Además, no solo me sorprendió su disculpa—que sonó tan sincera que me obligó a mirarle con cierta impresión—, si no el hecho de que él conocía mi expresión.

    Porque la había vivido él mismo. Porque la estaba viviendo ahora.

    Escuché el amargo relato de Akaname en silencio, sin musitar la más mínima palabra en todo el tiempo que duró su discurso. Primero con cierta sorpresa, después con cierta incomodidad, finalmente con cierta rabia. Por Kami-sama, ¿qué se supone que dijese? En lo absoluto eran el mismo caso... mi historia era muy diferente a la suya. Pero el sentimiento de soledad e impotencia eran exactamente el mismo.

    Aparté la mirada, sombría, apretando los labios en una ligera mueca de circunstancias. Tal vez... ni siquiera yo lo sabía. Si tenía que ser sincera no podía decir que me importase lo que me estaba contando... pero no podía permanecer impasible al sufrimiento que sentía. Parecía realmente arrepentido.

    Me había hablado de su pasado sin más, sin ninguna razón salvo el hecho de expresar que me comprendía. Que sabía lo que era no tener a nadie al lado.

    ... "¿Debería hacerlo yo?"

    Dudé.

    No hacía lo que se dice precisamente buenas migas con Akaname. Quiero decir... era un completo idiota que parecía disfrutar de enojarme. No nos conocíamos mucho, tampoco. Y él había terminado contándome algo así a mi. Por la cara. Algo tan íntimo, algo que probablemente no le hubiese contado a nadie más. A mi, a la chica que parecía detestarlo. Mostrar su debilidad a un enemigo... qué mala estrategia. ¿Y se hacía llamar gamer?

    —Es una suerte que en esa historia no pueda usar nada para chantajearte—hablé finalmente, mas no hablaba en serio. No le estaba mirando. Tenía las manos en la espalda, los ojos fijos frente a mí, fijos en la hierba del jardín... pero no le estaba prestando atención a nada.

    Sabía que aquello le afectaba profundamente porque sentí como la voz se le quebraba. Pero no acepté su disculpa de forma inmediata. Y si lo hice, no se lo dije en ese momento.

    "¿Debería hacerlo?" me pregunté nuevamente. "¿Debería decírselo?"

    Era un intercambia justo. Eso suponía. Era ahora o nunca. Yo también quería hablar de algo. Yo también quería hablar sobre las razones de mi soledad. Quizás yo también fuese la culpable por tener los gustos que tenía. Por hacer las cosas que hice en su momento. Aunque había pasado bastante desde aquellos vergonzosos y humillantes años...

    Algo de ellos seguía en mi. No había cambiado en lo absoluto.


    Repentinamente extendí los dedos de mi mano derecha frente a mí. Mis ojos seguían mirando la hierba del patio, la luz del atardecer que se colaba tenuemente. Era un entorno agradable. La forma en que la luz anaranjada del sol de la tarde caía sobre el patio, inundándolo con tonos bermejo. Era casi mágico. Momentáneamente, me olvidé de todo lo que había pasado con anterioridad. Incluso el glitch-que no era un glitch si no un hacker dejó de tener importancia.

    Y entonces, sin más, lo dije. Con un tono vacío y monocorde. Un tono que pretendía rememorar el pasado.

    >>Hey Akaname-kun... ¿quieres escuchar una historia?

     
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    Reual Nathan Onyrian

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    Jack Atkinson

    Estuve con el corazón en la boca todo el tiempo de mi relato, viendo que simplemente las expresiones de Aki se endurecían. Maldita sea, seguramente seguía arruinando todo. Incluso apartó la mirada en unos momentos. Era obvio. No le importaba una mierda. Incluso las únicas palabras que dijo fueron como una daga directa al corazón.

    Es una suerte que en esa historia no pueda usar nada para chantajearte.

    Bien, lo había dejado bien claro. Había sido un idiota. Aki me veía como un enemigo, como un oponente. Fui un estúpido por creer otra cosa. Ni siquiera sé porque había soltado toda esa historias, porque había dejado que se escapara de mi boca como una fuente de agua. Había dicho demasiado, y para llegar a nada. Trague saliva con mucha dificultad, mientras temblaba. Apreté los puños con fuerza, mientras el silencio se extendía. Ni siquiera había hecho un solo ademán de querer aceptar mis disculpas. Muy bien, ahora entendía todo. Había vuelto a meter la pata, esta vez demasiado profundo. Se ve que no aprendía. Seguía alejando a la gente a mi alrededor. Era como un repelente. Ni siquiera me estaba mirando. Volví a morderme los labios, exasperado. Excelente trabajo Jack, volviste a arruinarlo todo.

    Tomé mis muletas y me dispuse a irme de allí. Estaba cansado, ansioso, y lo último que quería era seguir con ese sentimiento de culpa encima. Tal vez tocara algo en la pieza, si a Yashiro no le molestaba, para calmar los nervios. Lo único que quería era escapar del mundo, aunque sea durante unas horas. De ese mundo en dónde estaba solo, y estaba metido en un proyecto mucho más turbio de lo que parecía.

    Sin embargo, algo me detuvo. Una voz monótona, vacía. Una voz sin emoción. Pero con la suficiente fuerza como para frenarme.

    Hey Akaname-kun... ¿quieres escuchar una historia?

    En un principio, pensé en decir que se fuera a la mierda. En el estado en el que estaba, parecía la opción más lógica. Sin embargo, algo me decía que debía quedarme. Una extraña sensación. Y había decidido hacerle caso a mis instintos. Así que volví a recostarme en la pared, mientras la miraba a los ojos.

    — Sí...Aki.— dije, luego de pensar en como decirle.— Sí quiero escuchar una historia.
     
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    Yugen

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    Chigusa Aki

    En el momento en que Jack regresó tras sus pasos yo tensé los labios. Repentinamente estaba nerviosa. Muy nerviosa. Nunca le había hablado de mi pasado a nadie, mucho menos sabía por donde empezar. Seguro sería tachada de freak, rarita y marginada de nuevo. No sería raro después de todo. Podía entender el por qué.

    Era bien consciente de lo que ello supondría. De que hablar de algo así con Jack podría no ser la mejor opción. Porque mi historia si podía ser usada en mi contra. Por unos segundos me detuve simplemente a mirar el jardín a través de mis dedos, con el brazo extendido frente a mí como si pretendiese tocar el aire. Pero no. Yo sabía bien lo que significaba ese gesto. Yo sabía bien lo que había significado para mí ese tiempo.

    No le estaba mirando, en ningún momento lo hice... pero si podía sentir sus ojos sobre mí. Analíticos, serios. Aquello no me estaba ayudando. Mi corazón se sentía pesado. Mi cabeza seguía doliendo como si el jefe final de algún RPG me estuviese dando con un enorme mazo.

    Pero yo no tenía mil vidas para continuar la partida.

    "Oh, a la mierda. Hagamos esto de una vez"

    Inspiré profundamente como tratando de poner en orden mis pensamientos. Pero yo no me tomé tanto tiempo en exhalaciones como él. Ya tenía bastante con ser una friki, no quería ser también un pez a punto de morir.

    ¿Sabes lo que es el chuunibyou o síndrome de octavo grado?—pregunté finalmente, con una voz sorprendemente fría. Estaba segura de que mi expresión se había ensombrecido también.— Es un síndrome bastante común en mi país que suele ocurrir en una edad comprendida entre los doce y los catorce años. Los psicólogos lo definen como un trastorno de la personalidad en el que el individuo busca definir su propia identidad. Hay personas que piensas ser demonios, vampiros... yo pensaba que era un ángel intocable destinada a salvar la humanidad.

    En ese momento bajé el brazo extendido y solté una risita amarga, recordándolo. Una risa sardónica y vacía. No había ninguna alegría en ese gesto. Hasta yo era consciente de lo ridículo que era.

    —Suena estúpido ¿verdad? Claro que suena estúpido—volví a extender los dedos—. "¡El ángel Salvador Blanco, Lady White!" —recité—. También sonaba estúpido para ellos. Para mis padres, mis profesores, mis compañeros de clase. Y se reían de mí. "Eres estúpida Aki" "¿Quién te crees que eres mocosa?" "¡Deja de actuar así, me avergüenzas!" decían.

    >>No estaban lejos de equivocarse. Era una tontería de una niña demasiado imaginativa. O eso decían los profesionales a los que mis padres me obligaron a ir. Con el tiempo empecé a aceptar que era una bobada. Creerme un ángel salvador era estúpido. Además, ¿para qué quería salvar a personas tan ignorantes? Por mí que ardiesen en el infierno. Y fue en ese entonces...

    Apreté el asa de mi cartera. Mi mayor secreto, revelado delante de la persona que menos esperaba. Qué vueltas da la vida. Supongo que el destino es caprichoso... o algo así.

    >>Fue en ese momento que encontré refugio en el anime y el manga. Era... fascinante. Todo el mundo podía ser lo que quisiera allí. Ángeles, demonios, brujas, ninjas... monstruos de todo tipo. Me cautivó. Me cautivaron sus historias. La pasión que trasmitían.

    En ese punto me di cuenta de que la emoción se había filtrado sin quererlo en mi voz, de que estaba hablando con pasión, con una sonrisa en los labios. Después de todo... yo amaba eso. Ese mundo que todo el que conocía parecía repeler. Algo que yo quería con tantas fuerzas...

    Aquella sonrisa no duró mucho tiempo.

    >>Pero al poco me di cuenta de que tampoco estaba bien visto que disfrutase de eso—continué con pesar y dejé caer la cabeza contra la pared, mirando los cristales que cubrían parte del cielo del patio—. Los otakus eran freaks raritos que eran marginados y no tenían amigos. "¿Anime? ¿En serio te gusta eso? ¿No sabías que los otakus son pedófilos y asesinos?* " Waaah, larguémonos de aquí, no quiero tener nada que ver como una marginada como tú!"

    Hice mi mayor esfuerzo por imitar sus voces, sus tonos. Lo recordaba nítido, como si hubiese sido ayer. No dolía menos por eso. El tiempo no me haría olvidarlo nunca.

    Suspiré.

    >>Era un pueblo pequeño en las montañas así que los rumores corrían como el fuego en un reguero de gasolina. Un día, con catorce años, me encontraba leyendo en el patio. Era una historia emocionante. La chica acababa de confesársele a su mejor amiga de la que estaba enamorada desde siempre... y repentinamente desapareció de mis ojos.

    Tensé los labios entonces. Mi gesto se ensombreció aún más mientras sentía como mi cuerpo temblaba ligeramente por la rabia que comenzó a crecer en mí. Apreté los puños en un intento patético por mantener la mente fría.

    Y volví a relatar otra vez.

    —"¿Qué estás leyendo Aki? ¿Otra vez esos mangas raros?"

    —"¡Ah! ¡Devuélveme eso, es mío!"

    —Era una chica que estaba en mi clase, el nombre importa bastante poco. El caso es que esta chica y su grupo de perras estaban allí. Nada raro, por cierto. Siempre estaban allí. Ella me miró con sorna.

    "A ver que estás leyendo ahora... ¡Ah, que asco, son dos chicas!"

    —Una de las chicas del grupo se apartó medio metro al escucharla—conté con una nueva risa amarga—. Como si yo fuese una apestada.

    —"¡Q-qué repelús! ¿Acaso eres lesbiana? ¿Primero un ángel y ahora esto? Vas de mal en peor, Chigusa."

    —"¿Acaso no has visto como nos mira cuando nos cambiamos después de gimnasia? Qué asco."

    —Angustiada, yo solo pude incorporarme, nerviosa, luchando por solucionar de alguna forma aquella situación.

    —"Pero eso es... ¡es porque teneis más pecho que yo!"

    —"¿Y encima lo confirmas? Qué repulsivo."

    —"Voy a librarme de esta porquería asquerosa"

    —Y rompiendo una a una las hojas de ese manga frente a mis ojos, las lanzó a un charco de barro. Con el rostro lleno de lágrimas de rabia, atormentada por sus risas y sus jocosos comentarios, corrí a recuperarlo, manchado de tierra húmeda y con las páginas mojadas y hechas trizas.

    >>Aquello que tanto me gustaba. Que amaba con todo mi corazón. Hecho pedazos en un charco de lodo—apreté los dientes, rabiosa—. Y lloré. Por supuesto que lloré. Lloré como si quisiera partirme en dos la garganta. Me sentía tan humillada y tan harta de todo... Tan impotente para hacer algo. Ojalá fuese realmente un ángel caído, no hubiera dejado ni las cenizas de ellas.

    >>El acoso y las burlas no me hicieron abandonar ese hobbie ni ninguno de los otros. No iba a darles esa satisfacción. Pero buscaría algo más aceptado. Algo que a nadie le importase demasiado si me gustaba o no. Fue entonces cuando incursioné en el mundo de los videojuegos. RPG's, Shooters, Otomes, Galges... quizás también algún eroge. Seguía a pies juntillas cada nuevo juego que salía en tiendas y lograba costearlo con algún trabajo a medio tiempo con los vecinos del pueblo. Tomaba el tren hasta la ciudad más próxima e imaginaba lo maravilloso que sería vivir en una ciudad grande, donde nadie se la viviese cotilleando sobre cada mínima cosa que los demás hacían en sus aburridas y monótonas vidas. Ansiaba la vida urbana. La ciudad. Las multitudes ignorantes. Quería apartarme lo más que pudiese de mi podrido y asqueroso pueblo lleno de gente podrida y asquerosa que no lograba comprenderme. Y por eso estoy aquí ahora.

    Finalmente crucé mi mirada con la suya. Seguía tensa, pero aliviada por haberlo contado al fin. No sabía que expresión esperaba encontrar en su rostro. No sabía qué pensar o si realmente había hecho bien en decirle todo eso. No sabía que carajos esperar. Ahora me sentía vulnerable. Demasiado vulnerable... me ardían las mejillas.

    —N-no pensarías de verdad que llevo útiles escolares en la cartera ¿cierto? ¡Por Kami-sama, es un internado para gamers! Esta es la verdad. Mi cartera está repleta de mangas de contenido lésbico.

    Abrí la misma y le mostré uno de los tomos que allí guardaba. Uno muy particular, de un mangaka con un estilo bastante sugestivo. Repentinamente sentí mi rostro arder y me apresuré a apartar la mirada.

    —Esa... esa es la verdad...
    >>Si le cuentas a alguien algo de todo esto te aseguro que pasarás de llevar muletas a una silla de ruedas.

    Juro solemnemente que esto es cien por cien ficticio. Es decir, yo sí sufrí acoso pero nada que ver con el de Aki-chuan. Ni siquiera fue por el anime, si no porque era muy tímida. Que lo sigo siendo (?)

    *En Japón el término otaku no está bien visto precisamente porque se le atribuyen asesinatos y casos de pedofilia a fanes muy acérrimos y obsesivos. Véase Tsutomu Miyazaki.
     
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    Reual Nathan Onyrian

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    Escritor
    Jack Atkinson

    Si bien mi mirada había empezado dura, imitando la que Aki había tenido mientras yo le contaba mis cosas, esta se fue suavizando a medida que la joven iba revelando su historia. Incluso hubo un par de veces en que tuve que reprimir a risa. ¿Ángeles, demonios, vampiros? Incluso tenían un nombre para eso, que al menos en mi hogar siempre llamamos imaginación. Estos japoneses si que eran raros. Aunque cabía destacar que nuestros personajes eran bastante menos potentes. Superhéroes, aventureros, criaturas mitológicas. No a tan nivel de epicidad. Sin embargo, contuve las ganas, con ahínco. Tenía miedo de lo que pudiera pasar si soltaba aunque sea una pequeña risa, con todo lo que Aki estaba contándome. Sería bastante maleducado hacerlo, la verdad.

    Lo que sí hice fue sonreír. Una sonrisa débil, imperceptible, apenas un movimiento de labios. Pero una sonrisa al fin ni al cabo. No era una sonrisa de compasión, ni una sonrisa burlona. Era una simple sonrisa, por el puro sentimiento de querer sonreír. Sonreí cuando ella comenzó a hablar sobre sus mangas y animes. Cuando la pasión se le destilaba en la voz sin que se diera cuenta, cuando sus propios labios se curvaron en una sonrisa de alegría. Esa sonrisa se borró de repente, pero la imagen me quedó grabada. Era la primera vez que la veía sonreír de esa manera.

    Tuve que reprimir otra risa cuando comenzó a imitar otras voces. Tal vez dentro de ella había un enorme conflicto interno en esos momentos, pero no podía evitar sonreír de cierta manera tierna mientras ella imitaba voces. Siguió contando su historia, incluso haciendo una representación de un acto de varias personas. Tenía que reconocer su talento. Terminó su historia y me miró, con las mejillas rojas. Yo simplemente estaba sonriendo, con ojos afables. Cualquier rastro de dureza en mi mirada había desaparecido completamente.

    En ese momento, no pude hacer más que reírme. No era una risa burlona ni despectiva. No era la risa que sale porque alguien te contó una broma, o viste un chiste muy gracioso. Era la risa que evoluciona de la sonrisa, aquella que simplemente libera tensiones y alivia el rostro.

    — Vi como volteabas a Yashiro dos veces, la única forma en la cual lo que llevabas ahí dentro fueran útiles escolares sería si los hicieran escribir en tablas de loza. Aunque por como me describes a tu pueblo, no me sorprendería que así fuera.— dije, riendo. El tomo que me mostró me tomó un poco por sorpresa, la verdad. No pensé que las tapas fueran tan...explícitas. No voy a mentir que no me sonrojé un poco al verlo.— Y no te preocupes, sé lo que es estar en una silla de ruedas, y no es lindo. No es una experiencia que quiera repetir.

    Volví a reír y la miré a los ojos, sonriendo. Tomé mis muletas y me despegué de la pared.

    — Lo que estoy a punto de hacer seguro hará que me mates, o que me lances una sarta de insultos. Pero va a valer la pena.— dije, y me acerqué a ella, para abrazarla de repente.— Tranquila, no le diré nada a nadie. Será nuestro secreto, ¿sí?

    Me despegué del abrazo, pero no de ella. La tomé por los hombros (otra acción que seguramente haría que me escupan en la cara) y la miré fijamente, sonriendo.

    — Yo no diré nada porque vas a ser tú la que lo va a decir. No tienes por qué avergonzarte por esto. Te gustan las mujeres. ¿Qué tiene de malo eso? A mí también me gustan y no me ves ocultándolo.— volví a sonreírle.— Aki, cuando me hablaste sobre tus mangas y anime, se podía notar a la legua que los amabas. Que era algo que te llenaba de pasión, algo que llenaba toda tu vida. Y cuando hablas con tanta pasión sobre algo, la gente te escucha, y se alegra por ti. La gente que de verdad importa, no los tarados esos que mencionaste en tu historia. Además, cuando lo hacías, una sonrisa adornó tu rostro. Una hermosa sonrisa. No puedes ser tan egoísta de ocultarle eso al mundo.

    >> Háblables de esas historias de amor, de ángeles, de demonios, de brujas, de ninjas, de monstruos de todo tipo, tal como tú dijiste. Háblales de eso que amas tanto. Regala esa hermosa sonrisa que aparece en esos momentos. Porque si no lo haces, ellos ganan. Los que te decían que estaba mal que te gustara lo que te gusta. Ocultando todo de esta manera le estás demostrando al mundo que lo que te gusta está mal. Porque si no fuera así, ¿por qué lo ocultarías?

    Me volví a enderezar, y volví a sonreírle.

    — No hace falta que les muestres esos tomos más...sugerentes....a la gente en el primer contacto. Pero no tiene nada de malo decir que tu cartera está llena de mangas. Que yo sepa, no es ningún crimen.— enfile hacia la salida, pasando por su lado.— Bueno, me voy a descansar. Te queda todo el jardín para ti sola. Disfrútalo.

    Al llegar a la puerta, sin embargo, giré la cabeza.

    — No lo olvides, tu sonrisa es hermosa, y lo que sí es un crimen es que la ocultes de este mundo. Que descanses, Aki.— le guiñé un ojo, y salí del patio.

    En ningún momento me había dicho que aceptaba mis disculpas, y no había hecho ni ademán de. Pero no me importaba. Había compartido algo bastante personal conmigo, y eso era más que suficiente. Me dirigí hacia mi habitación con una sonrisa. Al parecer, el día de hoy no terminaría tan mal después de todo.
     
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    Yugen

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    Aki Chigusa

    Cuando Jack estalló en carcajadas el ardor de mis mejillas solo se acrecentó. ¿D-de qué se estaba riendo? ¿Era ridículo lo que había dicho? Lo era ¿verdad? ¡Por supuesto que lo era! ¿Por qué le había dicho nada?

    Deseé tomar el mismo manga que tenía en la mano y lanzárselo a la cara pero sus palabras me detuvieron. Me miró a los ojos, pero estaba sonriendo, afable. Sus ojos heterocromáticos también parecían sonreír. Tomó sus muletas y se me acercó a trompicones.

    Y entonces... me abrazó. Me abrazó sin más y yo no pude hacer nada por evitarlo. Mi cuerpo quedó rígido, mi mano sosteniendo el tomo que aún no había podido guardar mientras me rodeaba con sus brazos como pudo. ¿Q-qué estaba haciendo? ¿Por qué me estaba abrazando? Mi mente se volvió un sinsentido en cuestión de segundos.

    "Tranquila, no le diré nada a nadie. Será nuestro secreto, ¿sí?"

    "¿Eh?"

    Mis ojos se abrieron de la impresión. ¿Secreto? ¿No lo usaría en mi contra? Me soltó de forma tan repentina que no pude ni percatarme de eso. Estaba tan sorprendida por todo que ni siquiera podía pensar en preguntarle nada. No conseguía encontrar las palabras, las sentía atoradas en mi garganta. Y cuando me soltó terminó apoyando sus manos sobre mis hombros. Me miró fijamente con sus ojos de distintos colores. El sol que se reflejaba en ellos me dejó muda por segundos.

    ... "¿Eh?"

    Repentinamente sentí mi rostro enrojecer de forma súbita. ¡No, no! !Lo estaba entendiendo mal!

    —¡T-te equivocas!—le espeté entonces—. ¡A mi no...! ¡A mi no me gustan las chicas!

    Eso fue lo que balbuceé, completamente avergonzada. No mentía del todo, pero tampoco decía del todo la verdad. Lo cierto es que nunca me había parado a pensar en ello. Tal vez sí. Pero los sentimientos de la chica tímida del abrigo rojo... seguía sin poder corresponderlos.

    >>Aki, cuando me hablaste sobre tus mangas y anime, se podía notar a la legua que los amabas. Que era algo que te llenaba de pasión, algo que llenaba toda tu vida. Y cuando hablas con tanta pasión sobre algo, la gente te escucha, y se alegra por ti. La gente que de verdad importa, no los tarados esos que mencionaste en tu historia. Además, cuando lo hacías, una sonrisa adornó tu rostro. Una hermosa sonrisa. No puedes ser tan egoísta de ocultarle eso al mundo.

    Todo lo que dijo me dejó sin palabras. Era como si mi cerebro no pudiese pensar. Mi cuerpo estaba paralizado, enrojecido y yo solo alcanzaba a farfullar incoherencias como una idiota. No entendía absolutamente nada. Yo no... no podía hablar con todo el mundo. Porque me preocupaba lo que el resto del mundo pudiese pensar. Jack lo aceptaba... ¿pero y los demás? ¿Karou? ¿Karou lo aceptaría? No podía sacarlo a relucir sin más. Yo no pensaba que estaba mal, simplemente... no quería que mi pasado volviese a repetirse.

    —No lo olvides, tu sonrisa es hermosa, y lo que sí es un crimen es que la ocultes de este mundo. Que descanses, Aki— me guiñó un ojo y salió del patio.

    ...¿M-me guiñó un ojo? ¿Qué carajos...?

    Cuando finalmente me quedé sola, me apoyé contra la pared, con las mejillas ardiendo con tanta intensidad que debía parecer un pulpo cocido. Ah... ¿qué demonios? ¿Qué era eso? Me llevé la mano al pecho sintiendo que el corazón se me iba a salir.

    "No lo olvides, tu sonrisa es hermosa, y lo que sí es un crimen es que la ocultes de este mundo."

    ... ¿Mi... mi sonrisa era hermosa?

    Me llevé los dedos a los labios, anonada. ¿Qué...?

    Finalmente, dejé caer las manos como un peso muerto a ambos lados de mi cuerpo. Mi espalda seguía apoyada contra la pared.

    —No, a mi no me gustan las chicas—murmuré para mi misma finalmente, apartando la mirada. El corazón parecía que me iba a estallar—. No solo las chicas... al menos.

    En ese momento agradecí estar sola en el patio.

    Baia baia
     
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