Pasillo

Qué vulgar.

La comida que vendían en la cafetería era meramente preparada con inmensurable descuido. ¿Cómo una academia de reputación permitía que aquellas personas sin don ni vocación tuviesen siquiera la osadía de sujetar siquiera un cuchillo y un tenedor? El prender fuego bajo una olla merecía respeto, por lo menos, por los alimentos. Agradeció entonces su intelecto.

Era lo más adecuado, traer de casa su propio alimento preparado, por ella, por supuesto.

Dio vuelta sobre sus talones, caminando con ligereza y porte, deteniéndose frente al ascensor. No caminaría, por supuesto que no... el subir escalones y demás no era algo que haría siquiera. Presionó el botón entonces, encontrándose con la sorpresa de un chico más alto que ella dentro. Iba a pasar de largo, sin embargo se quedó mirándolo con un tinte de curiosidad.

Todos bajaban por las gradas, y él estaba utilizando el ascensor.

Quizá era como ella, de los que saben que merecen lo mejor, y lo mejor era ser el mejor.

—La cafetería es lo peor —advirtió elevando el dedo índice a la altura de su pecho, como si le estuviese salvando la vida—. Terminarás en el hospital si pruebas algún bocado de ello.

Porque ciertamente para ella, lo único digno de comer era lo que preparaba con esmero y dedicación.

 

Contenido oculto: UWUUUU

Casi que sorprendiéndose por la repentina forma en la que el elevador se detuvo, Noah tuvo que pararse bien en su lugar, ya que se había recostado en la pared del mismo como si de una cama vertical se tratase. Suspiró pesadamente mientras veía que las puertas se abrían y dejaban entrar la luz de la habitación, pues justo cuando estaba a punto de ponerse a acompañar la música del elevador con un cha cha chá se le tenía que acabar el pequeño paseo.

'La cafetería es lo peor.'

Alzó una ceja mientras entrecerraba los ojos, pues ni siquiera se había dado cuenta de que había alguien frente a él. ¿Quizás necesitaría lentes de algún tipo? Pues era más baja que él, pero eso no era excusa para ni siquiera haberla visto.

Además, ¿por qué nombraba la cafetería cuando él se dirigía hacia ese lugar? La miró bien, desde los piez a la cabeza, por las dudas; estaba cien por ciento seguro de que no la conocía de ningún lado, pues llevaba un par de horas en el instituto, pero quizás... ¿ella lo conocía?

Ni puta idea de quién es, la verdad.

'Terminarás en el hospital si pruebas algún bocado de ello.'

¿Eso era una... amenaza? ¿Una advertencia?

¿Cómo carajo sabía que ibas para ahí?

—Eh... —balbuceó, y enseguida, carraspeó la garganta; ¿cómo se suponía que le tenía que contestar?—. Gracias... por el dato —contestó con duda, ligeramente desconcertado.

En cualquier otra ocasión se habría bajado sin siquiera contestarle, pero, tras haberla visto bien, semejante porte altanero le infundía algo entre miedo e incertidumbre, sin saber exactamente qué, así que simplemente se quedó parado examinándola con la mirada, pensativo.

«¿Y esta quién coño es y quién se cree que es?» pensó, y enseguida, se acomodó la bufanda, cubriendo su boca y su nariz con la misma, mirándola por debajo de su fleco; algo le decía que estaba a punto de escuchar una respuesta a sus inqueitudes sin tener que siquiera preguntarlo en voz alta.

 

Asintió suavemente con la cabeza. Sí, las gracias siempre se sentían bien, a fin de cuentas no ayudaba a cualquiera, como por ejemplo a su prima que regañó cuando quiso salir con lluvia. ¿Y si contraes una pulmonía? O a una de sus amigas que quiso beber alcohol; ¿Y si luego no puedes salir de la adicción? Sin siquiera darse cuenta ayudaba con su sabiduría a cualquier ser humano que pudiese advertir de lo inestable del mundo. Deslizó sus pupilas por Noah, tal y como él lo hizo con ella.

—¿Quieres probar? —señaló su almuerzo.

Sí, realmente podía más aquel espíritu infantil por presumir sus habilidades culinarias. Claro, en un buen lugar, porque el sucio suelo no era digno de recibir más que la suela de sus zapatos. Miró entonces por el pasillo. Tenía planeado ir al salón de clase, pero si tenía compañía digna, no podía tolerar que fuese en medio de donde escribía con su libreta y lapicero.

Había solicitado con anterioridad planos de la academia, los cuales fueron negados en su totalidad, pero se permitió googlear cada espacio para hacer los propios con lápiz y borrador, aunque no quedó más que como un boceto hecho por un niño de primaria. Elevó de nueva cuenta la vista hacia Noah.

—La cafetería —se contradijo—, hay un par de mesas que podemos utilizar.

Sí, aún no habían sido utilizadas.

Al menos la limpieza, estaba en orden en ese lugar.

Y ella, animada por mostrar lo que había madrugado a cocinar.

 

Contenido oculto: uwuuuu

Te está viendo.

Oh no.

Síp, definitivamente te está viendo.

No pudo evitar esquivarle la mirada tan rápido como un rayo cruza el cielo en una tormenta, clavando sus ojos en la punta de los zapatos de la chica. Se veían lustrozos, impecables, completamente acuerdo al resto de su apariencia física, y a pesar de que Noah mismo no perdía la costumbre de mirar de arriba a abajo a quien se le cruzara enfrente como si los estuviera analizando, no podía evitar ponerse nervioso cuando una chica bonita le devolvía el favor de mirarlo a él.

¿Bonita?

«Bueno, qué chica de por aquí no es bonita», pensó, pues aunque no hubiera prestado la más fina de las atenciones a su alrededor en lo que iba de la mañana, no había visto a ninguna chica (o chico) que no fuera atractivo en ese bendito colegio. Desde Laila y el tumulto de féminas en los casilleros hasta esta chica que tenía en frente, Noah no podía ser tan cara dura de decir que alguna de ellas no fuera bonita; preciosa, de hecho, si tenía que ser completa y brutalmente sincero, palabra de explorador.

... y después estás tú que parece que traes tierra en la cara de tan golpeado que estás.

'¿Quieres probar?'

Alzó una ceja, intrigado, mientras le devolvía la mirada; tanta ambigüeadad lo había sacado de sus pensamientos pesimistas, y a buena hora. ¿Acaso le estaba ofreciendo comida, si no había entendido mal sus gestos? Sonrió por detrás de su bufanda, pues qué chico en pleno crecimiento tenía las facultades suficientes para rechazar comida.

¿Y que te la ofreciera una completa desconocida que se veía tan pero tan fina como para tener un chef profesional en la casa? Todo sumaba.

'La cafetería, hay un par de mesas que podemos utilizar.'

—Tú dirás por dónde —le contestó, emprendiendo marcha hacia ella.

No tenía que decírselo dos veces.

 

Suspiró de alivio en el instante que notó que no estaban esas dos chicas no estaban en su espalda, realmente no quería saber más del tema o escuchar porque razones válidas él tenia que abrir la puerta del salón de arte para ellas, y tan solo por si acaso, prefirió mantenerse algo alejado de las escaleras para pasar algo más desapercibido. Solo había ido a revisar al gato y ante la duda de no saber si alguien más podía enterarse de eso, evitaría los conflictos necesarios para que eso no ocurriera.

...Luego tendría que darle la llave a Katrina para no traerse más problemas, sí. Cuando la viera de vuelta en el salón se desharía del objeto cuanto antes, prefería que ella lidiara con las menores cuando ya pudiera sacar al gato de la academia.

Y ahora, solo le quedaba esperar.

 

Dante terminó por comprar el dorayaki y los dangos y le devolví la sonrisa cuando se volvió hacia mí, apartándonos de una vez de la fila. Tomé con cuidado el palillo, con varias bolas de pastel de arroz clavadas en él, y asentí ante su pregunta con energía.

—Hmh, ¡lista! —saqué una de las bolas mientras salíamos de la cafetería, en esta ocasión la de color rosa, y me la llevé a la boca con curiosidad. Mi sonrisa se ensanchó al saborearlo y notar el regusto de las judías rojas—. Si voy a conseguir dulces así cada vez que vengas sin mí puedes hacerlo todas las veces que quieras, ¿eh?

Pronto golpeé su hombro con el mio, suave, colocandome a su lado para caminar a la par.

>>En cualquier caso gracias, cielo. Disculpas más que aceptadas~. ¿Cómo está el tuyo?

 

Llevó a sus labios aquel caramelo de color azul, mentolando su boca. Estaba satisfecho, Sasha había compartido su almuerzo como el viernes pasado, era tan linda. Hablar con ella, pasar el rato y molestarla tonteando. Se le escapó una risa por la nariz a medida que caminaba con aquel deje de travesura en su mirar, como un pequeño niño que estaba a punto de hacer algo mal.

Se escabulló entre las columnas luego de colocarse una chaqueta encima de la camisa escolar, estaba haciendo un frío que comenzaba a repudiar, y al tener a Pierce lejos no es como si mantuviese el calor impregnado por tiempo de más, deteniéndose en seco en cuanto lo vio, ahí, de pie, comiendo solo.

Lo estaba esperando, ¿verdad?

Una sonrisa zorruna se le dibujó a medida que se acercaba, aprovechando el que Aaron le estaba dando la espalda, susurrando al inclinarse solo un poco desde atrás, dando de lleno su aliento frío sobre el oído ajeno.

—Psss —le siseó entonces—, ¿qué te traes con Katrina?

Los amigos no tenían secretos.

¿Verdad?

Contenido oculto

Nekita

 

Quedarse al fondo del pasillo había sido una buena decisión, no estaba tan concurrido al estar en la dirección opuesta al interés de los alumnos en esa hora, que era la cafetería, teniendo algo de paz para esperar hasta que a Daute se le ocurriera aparecer nuevamente. Y como el viernes, luego de unos minutos decidió abrir su bento, tan solo era algo de arroz y ensalada que comenzó a comer con tranquilidad, así...si Daute terminaba apareciendo relativamente tarde, no se arriesgaría a no haber comido antes de continuar la clase.

Y aunque el paso del tiempo no le molestaba y de hecho, no lo notaba mucho, sentir de pronto la voz de Daute tan cerca en su oído lo ahogó un poco con el bocado que apenas se había llevado a la boca, se inclinó hacia el frente para separarse, dejando el bento en el marco de la ventana que tenía cerca tosiendo un par de veces antes de que pudiera tomar un trago de agua, apenas girándose para no darle tanto la espalda con el ceño fruncido.

—¿De qué estas hablando? —Le dio un golpe suave con la botella de agua en su costado antes de pasar una mano por su cabello en un suspiro —, no tengo nada con Katrina... y no te escabullas detrás de mi, estoy seguro que eres capaz de avisar cuando llegas.

No estaba muy acostumbrado a que lo asustaran de esa forma.

 

Elevó levemente las cejas al éste apartarse y comenzar a toser, llevándose las manos a los costados al no aguantar la risa sin filtro ante su reacción, recibiendo el golpe de la botella de agua con el antebrazo al mirarlo divertido entre las pestañas, comenzando a jugar con la cadena de plata sobre su cuello.

Le escuchó el regaño sin interés real en el mismo, cerrando el párpado derecho mientras se recostaba en la pared, enterrando las manos en las bolsas de su pantalón escolar.

—¿Seguro? —preguntó con genuina curiosidad en su voz, sin embargo no tenía algún deje de prueba para preguntar aquello, solo le gustaba fastidiarlo—. Ya sabes, algo que yo no sepa y ustedes sí.

Le miró de reojo, jugando con la menta entre los dientes.

 

Y allí estaban de nuevo los nervios que sintió cuando escuchó su aviso cuando salieron de clases, ¿qué se suponía que fuera eso? ¿Un sexto sentido que tenían los extranjeros sobre esos temas? Rodó sus ojos, bufando con ligereza antes de tomar otro trago de agua, su risa le tenía sin mucho cuidado al realmente no encontrarlo como algo malo, era una reacción bastante válida ante su repentino susto.

Cerró la botella y al igual que Daute, terminó apoyando su espalda en la pared detrás suya, justo al lado de la ventana. Volvía a ser su mismo dilema sobre si era algo que se debía saber o no, si era algo importante o no, o que se supone que se hacía con aquella información.

—No tenemos nada —reafirmó manteniendo su atención en él —, y no se si puedas saberlo, pero no fue en lo absoluto nada raro como mencionaste en la mañana, creo que es lo único que puedo decir, si es que eso sacia tu...curiosidad del tema.

 

Uy, entonces si hay algo que no sé.

Dió vuelta sobre sus talones para quedar frente a él con parsimonia, sin respetar su espacio, como solía hacer desde el día en su casa, bajándole hasta la cremallera del pantalon, llevándolo al baño.

¿Aaron lo recordaría? ¿O estaba demasiado ebrio para ello?

sintió el caramelo a punto de desaparecer entre sus papilas gustativas, dejando caer su frente sobre la de él.

—Mira, así nadie más escucha, soy todo oídos —murmuró risueño—, además, ¿que sería raro? Si los amigos no suelen tener secretos entre ellos —mintió travieso—, o... Para compensar el que tengas un secreto con ella podemos llegar a un acuerdo.

Se alejó apenas, ladeando la cabeza.

—Un secreto entre nosotros —relajó los hombros—, a fin de cuentas somos amigos, ¿no?

A fin de cuentas Katrina le había regalado una bebida a Aarón, y a no le había obsequiado nada a él.

Se relamió los labios.

Podía ser tan infantil.

 

Casi terminó pegándose lo más que podía a la pared deslizando sus pies hacia atrás para ganar de vuelta algo de su espacio y terminó bufando al soltar nuevamente aire por su nariz seguido de un gruñido en protesta tal y como él lo había hecho el sábado por la mañana cuando prácticamente lo obligó a salir de la cama en un horario tan temprano luego de haber bebido de más.

Y aunque no estuviera muy de acuerdo, no lo apartó.

Tal y como no había apartado a Katrina.

Porque le habían agradado incluso si era plenamente consciente que llevaba muy poco tiempo de conocerlos. Y allí estaba, dejando que Daute le invadiera todo su espacio personal, aun manteniendo su ceño fruncido, permitiendo que lo pusiera nervioso y sintiendo el calor de su rostro crecer cuando de pronto sintió su frente apoyada en él.

—No se si sería raro...solo que no solo estoy yo involucrado...—Y si bien si le causaba algo de ruido creer que ese tema estaba molestando más de lo que creía a Daute, no lo veía apropiado solo por que incluía a otra persona —, claro, somos amigos...así que supongo que es mas que justo que escuche tu oferta.

 

El notar el calor aglomerado en las mejillas ajenas provocó que se aguantase las ganas de reír, escuchándolo hablar como si en verdad estuviese esperando una afirmación, y esa afirmación llegó a sus oídos mucho antes de lo que creía. Le mostró los blancos dientes como si estuviese satisfecho, pese a realmente no estarlo ni un poco, sintiéndose extraño al quedarse viendo el color en su rostro.

<<así que supongo que es mas que justo que escuche tu oferta>>

Oh, lo mío no es de escuchar.

Fue entonces que sintió la presión sobre su propia piel al pensar en Sasha por un instante, elevando las pestañas por el pasillo, notando que una columna los estaba cubriendo al estar al final del mismo. La cafetería estaba bastante retirada, y los demás estudiantes estaban dispersos, lejos de ellos, escuchándose apenas voces hablar en la lejanía.

Solo sería una tontera, por molestarlo.

¿Cierto?

—Un secreto entre Katrina y tú, equivale entonces a un secreto entre tú y yo —comentó fresco, como si no tuviese ninguna segunda intención entre sus palabras.

Se inclinó un solo un poco, besándole la mejilla, cerca del lóbulo de su oreja mientras lo sujetaba de la corbata, alejándose al cabo de un par de segundos. Y sin darse cuenta, sus propias mejillas se tornaron levemente carmín.

—Este será nuestro primer secreto, entonces —le dio la espalda—, somos amigos, a fin de cuentas —le miró sobre el hombro volviendo aquella sonrisa de autoconfianza infinita.

Un beso en la mejilla no daña la amistad.

 

"Un secreto entre Katrina y tú, equivale entonces a un secreto entre tú y yo."

Asintió lento, entendía el concepto y si eso suponía algo importante lo iba a aceptar. Mantendría los "secretos" igualados en la balanza aun si la única forma de mover la balanza fuera interactuar con Katrina de esas formas espontáneas como había hecho justo ese día y justo algo sucediera que fuera importante mantenerlo bajo el agua.

Pero no podían tener muchos momentos así, ¿no?

Se tensó ligeramente cuando lo vio acercarse y su corbata fue estirada, creyendo por un instante que sería exactamente igual a lo de Katrina pero no, para su sorpresa sintió solo el contacto sobre su mejilla y por alguna razón, mantuvo su misma reacción de sentir las mejillas ardiendo, ese era un beso mucho menos extraño y por alguna razón lo sintió similar.

—...Lo guardaré —Ni siquiera se había querido mover de su lugar, porque sabía que tenía otra cosa que agregar y allí si su cabeza no daba para imaginar lo que pudiera pasar en un futuro —, el problema es que tengo otro secreto con Katrina...

 

En cuanto estaba dispuesto a caminar para que Aaron le siguiera, y comentarle las propagandas referentes a un nuevo vídeo juego publicado en internet se detuvo en seco, escuchándolo como si aquello le taladrara los tímpanos.

<<el problema es que tengo otro secreto con Katrina...>>

Se quedó quieto, con la vista sin brillo perdida en lo solitario del pasillo, escuchándose los pasos en el piso superior al de ellos. Enterró las manos en los bolsillos, recuperando la sonrisa traviesa en sus viriles labios, girándose hacia él, encaminándose como si lo fuese a acorralar contra la pared. Se detuvo apenas, frente a él, metiendo su pie derecho entre los pies de él.

—Psss —le llamó, inclinándose hasta su cuello para dejar una pequeña marca de mordedura en él, alejándose de nuevo—. Estamos a mano.

Movió la cabeza, como si le invitase a caminar.

El cosquillear en la yema de sus dedos apareció como un hormigueo.

¿Dónde estaría Katrina?

Ahora, moría de curiosidad.

 

De las cosas que pudieran pasar, definitivamente no esperó que Daute se detuviera en seco de esa forma, comprobando que en efecto, ese tema de los secretos sí era importante para el chico, también logró comprobar que había sido una buena idea tan solo quedarse donde estaba al no saber como habría sido la interacción si lo hubiera soltado mientras caminaban.

Ya que en definitiva, estar con su espalda sobre la pared le permitió tan siquiera poder apoyar sus manos sobre los brazos de Daute cuando se acercó con tanta decisión en busca de frenarlo solo un poco al dejar caer su botella de agua y tratar de no verse tan sorprendido cuando su pierna se abrió paso entre las suyas (aunque estaba seguro que algo de su sorpresa se había escuchado) para luego, sentir aquella mordida sobre su cuello que como mínimo, lo hizo apretar su agarre en él con aquel escalofrío que recorrió su espalda y no supo interpretar.

Al igual que el latido de su corazón acelerado, apenas se separó al agarre desapareció al dejar caer sus brazos a sus costados.

A mano.

Sí, en cierta manera.

¿Todos los secretos iban a ser así?

Sacudió su cabeza de solo pensarlo, era solo Daute molestándolo, estaba seguro.

Tomo su bento con una mano, recogió su botella y la llevo a su rostro para calmar algo del calor que había acumulado para caminar al lado suya, después, tan solo acomodó mejor su uniforme para ocultar aquella mordida.

—De todo lo que cruzó tu cabeza, marcarme fue tu mejor opción —volvió a bufar —, más te vale que se vaya rápido.