Pasillo

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 10 Abril 2020.

  1.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

    Tauro
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    Jugueteaba con mis dedos mientras observaba a Hodges, logrando mantener con bastante naturalidad la sonrisa, aunque era bastante leve. Claro, desaparecía por momentos en cuanto miraba la entrada de la escuela y mi corazón volvía a inquietarse, preguntándose sí tendría alguna otra oportunidad de volver a hablar con Kurosawa.

    —Ah, estaría encantada, Hodges-senpai —respondí a su oferta ampliando la sonrisa un momento, di un último vistazo a la entrada y empecé a caminar junto a la azabache. El silencio no duró demasiado al recordar algo importante, aunque esto se cargara un poco mi humor depositando la preocupación en mi rostro—. Senpai... ahora eres la nueva líder del club de cocina, ¿no? —pregunté mirándola un momento de reojo, para luego volver a centrarme en el piso de al frente, haciendo un mohín—. Cre... creo que no podré asistir más—. Le brindé una sonrisita apenada para devolver luego la vista al camino—. Tengo que cuidar a mi hermano los sábados.
     
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    Zireael

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    A ver, toda la información que tenía del otro pelirrojo de la clase de Cayden y esta chica era que el primero le compraba hierba a la mariposita, que miraba a Sasha con más interés que al resto de mortales por la partida de beer pong de la fiesta y ahora que ella le dejaba cosas en el casillero a él. Hubiera tenido más datos de haber visto completo el partido del otro equipo, pero no era nada trascendental realmente.

    El caso es que ya con eso daba un montón de cosas por asumidas. No era ningún genio, tampoco podía alzarme sobre el tablero para observar las conexiones de la tela como si no fuese un elemento de ella, pero de vez en cuando me daba el venazo de observar y guardarme algunas cosas en la memoria, las suficientes para tener información si es que la necesitaba en algún momento.

    Cosa de ser un indicador y ya.

    Igual me bastaba con eso de haber notado que la chica tenía una suerte de don para amansar correntadas de aire, porque había lidiado con varias además de la propia y no era lo que se dice sencillo. Nos resistíamos a las paredes y a los contenedores, incluso los que no eran agresivos como tal, tendíamos a escaparnos entre los dedos de las personas con una facilidad que otra gente solo deseaba o repudiaba.

    Especialmente esos que quemaban o ahogaban.

    Aún así suponía que todos necesitábamos pararrayos, que de vez en cuando la mierda nos superaba y ni siquiera nos podíamos valer de nuestras cualidades para regresar a nuestro centro. Porque reventábamos la tierra, esparcíamos el fuego por el bosque o revolvíamos el océano y con ello a todos los que nos rodeaban. La gente que era capaz de evitar esa desgracia era poca y lo sabía yo bien.

    Mi estupidez de poner resistencia la hizo soltar un quejido que fue parte del teatro, tuvo su gracia. No noté su sonrisa de suficiencia ni nada pero lo de que era una malcriadora profesional, no sé, lo vi tan claro como que el sol quemaba. Lo tenía escrito en la cara digamos y eso que ni siquiera sabía que era esta chica la que había dado con Sonnen el día de su colapso.

    No conté con que preguntara por mi cumpleaños, la verdad, así que la tontería me agarró un poco fuera de base y tomé el té cuando este cayó de la máquina.

    —Trece de febrero —respondí entonces, abriendo la lata y después de que le di un trago le regresé la pregunta—. ¿El tuyo? Porque si ya cumpliste años vas a tener que conformarte con... Espera.

    Escarbé en los bolsillos de la chaqueta con la mano libre, a ver si había algo porque de por sí era usual que me dejara cosas y luego se me fueran en la lavadora. Unos segundos después encontré un caramelo de leche en uno de los bolsillos internos, supuse que se habría quedado allí de cuando le compré las golosinas a mis hermanos y tal a finales de la semana pasada. Total que estiré la mano en su dirección.

    —Un triste caramelo que debe llevar aquí desde la semana pasada.


    juro que se sintió igual de raro que los primero adorables a Al JAJASHJE help what is this world

    bueno a ver, alguien que me quite el teclado que ando escribiendo puros posts largos dE GRATIS
     
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    Gigi Blanche

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    Nunca me había considerado parte de un elemento particular, realmente. Había construido la torre a mi alrededor, esa que había iniciado como mero suelo firme y de ahí la mierda siguió escalando. Era mi refugio pero no era yo, o al menos me quedaba pensar eso para no terminar de perder la esperanza. No tenía la menor idea qué se ocultaba en lo alto de la torre, si era un montículo de tierra, un montón de agua o una corriente inquieta de aire. Quizá fuera un poco de todas. ¿Fuego? Ese lo dejaba fuera de la ecuación, vete a saber por qué, así me le asemejara cuando creía amenazadas a las personas que amaba. Aun así, incluso cuando actuaba bajo impulsos, mantenía la cabeza lo suficientemente fría para planificar las cosas y no irme a la mierda.

    Tampoco importaba lo que hubiera bajo las piedras si nunca echaba un vistazo dentro.

    Yo también había necesitado un pararrayos, cuando Daute desapareció del planeta y el desastre se me precipitó encima. Fue Maze, su abrazo y las canciones que me cantaba lo que lograron devolverme a mi eje. Fue su aire, irónicamente, el que me reconectó a la tierra. Éramos entonces un montón de cosas, probablemente, nuestros elementos nos caracterizaban pero no nos definían. Nada estaba dicho.

    Cuando me soltó su cumpleaños alcé las cejas de inmediato y medio lo señalé con el zumo y todo, un momento antes de regresarlo a mi espacio para encajarle el sorbete.

    —Ah, yo soy del cinco de... febrero.

    La atención se me fue al garete cuando noté que rebuscaba en sus bolsillos y la oración quedó suspendida en el aire. Me quedé bien quietecita pero de repente tenía que parecer un cachorro meneando la cola o algo, porque la expectativa infantil que me había metido la tontería no era ni medio normal. Para algunas cosas era básica a cagar, Dios, y ya Maze lo sabía. Sus almuerzos caseros valían su peso en oro, eran para mí una cosa preciosa y probablemente lo fuera cualquier cosa que alguien me dedicara.

    Con lo habituada que estaba a dar y ya.

    Al final me alcanzó un simple caramelo de leche y lo recogí con la mano libre luego de conectar con sus ojos. Lo observé un segundo y se me aflojó una risa de lo más cristalina, me hizo sonreír casi de oreja a oreja y es que me recordó a Lulu, que le encantaban esos caramelos pero siempre se le pegaban en los dientes y luego parecía un hipopótamo o algo intentando abrir la boca, por la cantidad que se metía de golpe y no le daba el alma para masticarlos.

    —Estas cosas son trampas mortales —comenté, guardándome el caramelo en el bolsillo de la falda y regresando a sus ojos—. Gracias, cariño.

    Igual seguía siendo un simple caramelo y no quería parecer, no lo sé, tan contenta al respecto, así que le di un trago al zumito y esta vez sí lo apunté con la mano libre, volviendo a reír tras soltar el sorbete.

    —¡Ah, cierto! A lo que iba, que cumplimos años super cerca. Pero ¿tú eres del 2002? ¿O del 2001?
     
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    Zireael

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    Ni idea de qué tuviera esta chica la verdad, si era roca viva, tierra helada, un montón de aire corriendo por un respiradero subterráneo o un río perdido en alguna parte del bosque. Ni siquiera me atrevía a decir si tenía raíces, al menos a primera vista, y quizás todo eso fuese su cualidad más grande, le otorgaba la capacidad de mutar y mutar, y finalmente redireccionar de un giro cerrado a otros que estuvieran más perdidos que la mierda.

    Puede que tampoco interesara demasiado en tanto supiera usar su habilidad y ya, no todo necesitaba ser encasillado. No para mí en particular, aunque sabía que otros necesitaban de límites sólidos, de cajas o listas para sentirse seguros o bajo control de algo en la vida.

    Cuando realmente no teníamos control de nada nunca.

    Por eso se había muerto nuestro rey, perdíamos al sucesor, recibíamos a la copia de carbón de Yako, los cachorros regresaban y aparecían los padres que nos habían rechazado casi toda la vida. Todo lo que no esperábamos ocurría tarde o temprano, nos alcanzaba y se nos enredaba en el cuerpo como una serpiente o cientos de ellas.

    La noté alzar las cejas cuando le dije lo del cumpleaños, me señaló con el zumo y toda la cosa. Su respuesta me alcanzó cuando ya me había puesto a escarbar en la chaqueta y fruncí el ceño sin darme cuenta, aunque relajé los gestos casi al instante.

    Mira que haber nacido en el mismo mes.

    Igual no pasé por alto que se quedó de lo más quieta en lo que yo buscaba, me recordó a un cachorro sentado esperando y la tontería me hizo pensar que quizás era mucho más parecida a Mason de lo que uno consideraría. Aceptó el caramelo sin más, la risa que se le aflojó me recordó a las de mis hermanos en los buenos días y medio me desarmó algo por dentro, vete a saber el qué.

    —Pues sí, pero no te vas a comer diez de un bocado, linda. Estoy seguro de que estarás perfectamente con mi asombroso regalo de cumpleaños tardío —añadí a su comentario de que eran una trampa mortal, porque lo sabía. A Izumi una vez se le pegaron las muelas y el niño paniqueó de lo lindo como cinco segundos, luego dijo que creyó que se iba a quedar sin dientes y desde eso se los comía de uno en uno—. No es nada~

    Me dio que estaba conteniendo la emoción por el caramelo, ni idea, pero lo dejé correr y le di otro trago al té. Tampoco se me apetecía tocarle los ovarios ni nada, siendo que había hecho de pararrayos sin venir a cuento.

    —Del 2001 —respondí después de separarme la lata de los labios—. Así que respeto, estás hablando con un anciano.
     
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    Gigi Blanche

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    Qué iba a saber yo de fantasmas plantándose en mi puerta cuando las personas sólo se iban, la verdad. Algunas para siempre, sin remedio, otras se desvanecían en el aire y unas pocas, incluso, las empujaba a ello. Las pateaba, las alejaba y luego no hacía nada para traerlas de regreso. A veces creía que ya había aprendido, que cuidaba mejor a quienes quería, y luego Daute desaparecía de mi vida y tenía que preguntarme si estaba haciendo las cosas bien o si no había cambiado en absoluto.

    Si se seguirían yendo, así prometieran lo opuesto.

    Si sería mi culpa.

    Pero vaya, de momento sólo quedaba resetear el cerebro y seguir a lo mío como siempre. Había bocas que alimentar, compras que hacer, comida que cocinar y todo el rollo. Ayudar a papá, acostar a los niños, ablandar la cena para granny, fijarme que no olvidara sus medicamentos. La tarea de lectura de Fanny, Lulu y su manía de no lavarse los dientes. Danny no daba trabajo y, al mismo tiempo, era el que más me desgastaba. En fin, que realmente no había tiempo para llorar sobre la leche derramada y eso sólo me dejaba con una alternativa posible.

    Y de ahí era la persona que era, y podía oficiar de pararrayo y ningún desastre ajeno me alcanzaba la piel.

    Yes, yes, I'm a smart girl —respondí, toda orgullosa, y luego agregué de lo más divertida—: And you a big boy!

    Me llevé el zumo a la boca, le di unos pocos tragos y mordisqueé apenas el sorbete. Le eché un vistazo a las escaleras, de paso, aunque volví a apoyar el costado de la cabeza en la máquina expendedora y me lo quedé mirando sin vergüenza, como si quisiera leerle la mente. En verdad sólo estaba queriendo dar con una pregunta super interesante pero no se me ocurrió nada que valiera la pena, así que recurrí a una vieja confiable.

    —¿Canción favorita?

    Porque iba a seguir con la entrevista, claro.
     
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    Zireael

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    Qué iba a saber yo de culpas eso sí, sabía de fantasmas alcanzándonos, de gente volviendo de los muertos y tal, pero de culpa sabía poco o nada. Eso lo tenía en común con Hikari y me separaba irremediablemente de varias personas que conocía.

    Había dejado a gente irse en mis narices sin ningún pesar porque no me ataba a nadie, sentía que no tenía tiempo para ello en realidad y seguro solo reaccionaría si se morían o algo. Estaba seguro de ello si debía ser honesto, pero no conocía el miedo, preocupación o lo que fuese de ser yo el problema o de quedarme solo o no ser una opción. Ni siquiera se me pasaba por la cabeza llegados a este punto, quizás nunca se me ocurrió siquiera porque apagué decenas de interruptores para cumplir con mis funciones en casa. Además, lo sabía.

    Que era el problema.

    Que estaba solo.

    Y no era la opción.

    La vida que había llevado, el lugar en el que había nacido, nunca me había dejado olvidarlo y ya era indiferente. Sabía que la gente podía elegir fácilmente matarme como una rata sin trastabillar, de ahí que tampoco formara lazos con un mundo para el que no era más que un paria o que los hubiese formado solo con más renegados como yo.

    De la forma que fuese, la niña aquí presente seguía en modo cría de seis años y sus respuestas en inglés me sacaron un par de risas. Solo le faltaba agitar la cola a la cabrona, de verdad, lo peor es que era alta y toda la cosa, pero daba estas vibras de perrito pequeño que se emociona y salta por todo sitio.

    La vi echarle un vistazo a las escaleras y me dio por pensar que debíamos ir subiendo, pero no era que fuera yo ningún alumno ejemplar si me saltaba las clases por deporte. Llegar tarde, especialmente ese día, me importaba una mierda bien grande, la cosa era no añadir faltas al menos una vez. Volvió a recostar el cuerpo en la máquina y su pregunta medio me quemó la única neurona con la que había nacido.

    No escuchaba música con la frecuencia de algunos o al menos eso sentía, Fujioka era uno que pasaba con los cascos todo el día, luego la loca de Tolvaj. Pero bueno, yo casi pasaba eso por alto, si acaso había tenido un momento musical a los… ¿Catorce? Cuando Yako estaba vivo pues, que nos juntábamos todos en lo de Takizawa. Luego tenía en la memoria algunas canciones que ya casi pecaban de viejas a cagar para lo que escuchaba la gente de mi generación, eran de los ochenta o algo así que le habría escuchado a mi madre alguna vez en la radio.

    —No escucho mucha música —admití sin más—, pero supongo que retrocederé a mi faceta punk o algo para responder a la pregunta. Last Resort de Papa Roach hace el trabajo, supongo.

    Do you even care if die bleeding?

    Finding nothing but questions and devils.


    Creía recordar que decía algo del rollo, del resto no me acordaba ahora, pero el ritmo lo tenía almacenado en la cabeza así que como le acababa de decir, hacía el trabajo. Por otro lado, había pensado dejarla en paz un día de su vida, pero tocahuevos se nacía y eso, aunque igual la pregunta era genuina.

    —¿Te gustan los dulces entonces, Rojita? —pregunté con los labios prácticamente pegados a la lata, la diversión se me notó en la voz—. Quiero decir, más que las cosas saladas y así.


    I came here to purify my soul once again
     
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  7.  
    Gigi Blanche

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    La verdad que yo tampoco era de oír música, en ese sentido genuinamente parecía un anciano porque muchas veces omitía por completo el móvil y prefería encender el estéreo en casa con los CDs viejos que habíamos traído de Sydney. Había música de todo tipo, con la de compilados que papá le había comprado a vendedores ambulantes en todo bus o parque donde lo abordaban. Pobre hombre, no sabía decirle que no a nadie. Así que podía estar horneando galletas con los Bee Gees de fondo y luego saltar a, no lo sé, Luis Miguel. No estaban perfectos, algunos ya se habían rayado y algunas canciones las reproducía de a trompicones o se congelaba un par de segundos hasta agarrarle la mano, pero qué sé yo. Tenía su encanto.

    De cualquier forma, tendía a tararear por la vida las dos o tres canciones que me supiera o las que estuvieran de moda y pasaran en el café todo el rato. No reaccioné de ninguna forma particular cuando me dijo que no escuchaba mucha música, y me quedé con el título que me dio. No me sonaba de nada, cosa que me hizo arrugar el ceño de puro reflejo y saqué el móvil para buscar la canción. Otro detalle de anciano: muchas veces me olvidaba el aparato con el volumen alto, así que fue darle play y a los cinco segundos casi aventar el móvil por el ¿riff? de guitarra tan repentino. Me tomó desprevenida que te cagas y solté una risa, bajando el volumen.

    Damn, boy —dije en voz baja, sin pensarlo mucho.

    La canción no estaba mal, sólo que no era mi estilo el rock pesado así que algo de un minuto después bajé el brazo y el tema siguió sonando, sólo que en segundo plano. Quizá me preocupara de gratis pero me sabía mal cortarlo a la mitad si de casualidad le gustaba mucho o algo. Le di un trago al zumito y luego de pasarlo se me coló en el rostro una sonrisa de lo más divertida.

    —Faceta punk —repetí, la gracia me suavizó un poco la voz—. Yup, te veo totalmente a eso de los ¿catorce? You know, being all baddie with all your homies.

    Me quedé con la idea rondándome la cabeza, incluso luego de comerme su pregunta y la gracia subyacente. La cacé al vuelo, la asocié con el caramelo y muy difícil no era, la verdad, considerando que no me molesté en disimular la emoción inicial. Que luego pretendiera aplacarla era otra historia, pero el cabrón este afilaba el ojo para lo que le convenía, ¿a que sí?

    Guess so? Quizá sea la costumbre, ya sabes. En casa a todos les gustan mucho los dulces así que entre lo que compran y lo que horneo, bueno. No me pongo muy quisquillosa. ¡Ah! Pero caramelos siempre acepto~

    Lo cierto era que, si me detenía a pensarlo, no tenía grandes preferencias con respecto a nada. De la forma que fuera, ya me iba habituando el ping pong de preguntas y respuestas, así que le indiqué con un movimiento de cabeza que me acompañara para ir subiendo y en el camino le solté la siguiente. Ni siquiera reparé en los casilleros, vaya, o quizá me habría comido una sorpresa bastante poco agradable.

    —¿Qué onda con los tatuajes? ¿A qué edad te hiciste el primero?
     
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  8.  
    Zireael

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    No estaba en mis propios planes que preguntara más luego de mi respuesta sobre Sasha y Emily, si acaso le serviría el dato para saber que eran buenas personas y que podía juntarse con ellas cualquier día sin complicación, así pareciera que podía hablar con cualquier con facilidad. Ni idea, siempre venía bien saber quiénes no estaban salidos y así.

    Su comentario del montón de baños fancy me hizo gracia, asentí con la cabeza y pensé que la verdad era que sí teníamos baños para tirar hacia arriba, pero bueno era lo normal que hubiese un par por piso. Imagínate tener ganas de ir al baño y tener que ir hasta la planta baja nada más, da pereza de solo pensarlo, así que arriba la vagabundería o qué sabía yo.

    Seguí andando, si hubiese notado que la otra quería entrar a la sala multimedia me habría detenido y buscando que alguien la abriera, pero bueno ni modo. Igual ya casi terminaba con el protocolo.

    —Bastantes. En Estados Unidos si acaso nos ponían a hacer un reloj en el curso de carpintería y, déjame decirte, no era ningún maestro de arts and crafts y mucho menos de madera. Siempre me quedaba torcido que daba gusto —comenté bastante al aire—. Luego si alguno te interesa puedes buscar a los presidentes o a cualquiera de los integrantes, que a veces a los y las presis se los traga el universo o algo.

    Giré apenas el rostro en su dirección cuando dijo que era de L.A, tenía su lógica, es decir lo único que podía saber es que no era de un pueblito perdido entre el bosque. La vi girar sobre sus talones, seguí el movimiento de su cuerpo bastante por sí y se me escapó una risa cuando habló de su mamá, no se me antojaba imaginar a la mujer enojada y eso que no la conocía de nada.

    —¿Y te gustó? Estar allá quiero decir —pregunté pues porque chusma se nacía o algo y ya después respondí a su pregunta—. Desde casi los quince, así que van a ser tres años casi. Soy de Pennsylvania, you know, almost from the woods~ Yo creo que el condenado pueblito ni sale en el mapa.

    Seguí caminando, mostrándole lo que quedaba, que el gimnasio, el salón de actos, me asomé por la cafetería para enseñarle la salida al patio norte y luego le dije que afuera estaba el invernadero y creía que tenían hasta un dojo, pero de eso ni idea. Regresé sobre mis pasos a la máquina expendedora del pasillo.

    Well, Abby, te invito a algo de tomar. ¿Qué te parece? —Giré el rostro para dedicarle una sonrisa bastante amplia—. Y podemos regresar a cualquier lugar que te haya llamado la atención si quieres o donde quieras sentarte a comer. Now you can lead the way~

    Un poco me estaba pegando la energía que cargaba, así que ya una canción me había alcanzado la cabeza y la tarareé bajito en lo que ella decidía.
     
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  9.  
    Gigi Blanche

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    Con su historia de carpintería me dio a pensar que había pasado una buena cantidad de años en Estados Unidos, los suficientes para albergar recuerdos de ese estilo. Solté una risa liviana, ya de paso, y saqué el móvil para buscar algo porque realmente no solía detenerme en el pequeño detalle de si a la gente le interesaría mi vida o no, sólo seguía a lo mío y ya.

    —Con mis amigos casi siempre jugamos al jenga cuando quedamos. Lo conoces, ¿verdad? Y bueno, no sé si cuenta exactamente como arts and crafts pero ya llevamos tanto tiempo en el negocio que... improvisamos un poquito. Los vamos apilando como nos sale del culo y les voy sacando fotos hasta que se caen, cosa de conservar la última y bautizarlos. Esta es de... ¿hoy qué es? ¿Jueves? Bueno, es del lunes creo. Behold!

    Le extendí el móvil para que lo tomara y estiré los brazos.

    The Triple T! —Relajé el cuerpo y fui levantando los dedos a medida que enumeraba la sigla—. Teen Titans Transformer.

    Lo dicho, aún no sabía si me anotaría en algún club pero toda información era bienvenida, de modo que le sonreí en agradecimiento y luego seguimos con lo demás. Me comentó que se había mudado a eso de los quince años y me dio por pensar que debía haber sido un coñazo. Japón me gustaba, tampoco recordaba tanto de California además de los viajes para visitar a granny y mis tías, pero a veces podía ser rígido a cagar para los occidentales.

    —¿Cómo se llama? —le pregunté con respecto a su pueblo y luego atajé su pregunta inicial—. No recuerdo mucho, la verdad, but it was nice~ Me gustaba el clima y la playa, quizá. Las palmeras.

    Me reí porque era una tontería, ¡pero me encantaban las palmeras!

    —¿Y qué onda? ¿El cambio te vino bien o fue un dolor de huevos?

    El tour ya iba llegando a la recta final, me mostró aquí y allá y, otra vez, el presunto dojo me dio curiosidad, pero de momento me quedé en este plano y me giré hacia Maze cuando oí que me invitaba a tomar algo.

    Ohmy, what a gentleman~ —Suavicé el tono y todo pero realmente iba a broma, así que no tardé en recuperar la liviandad casual de antes y le aboqué mi atención a la máquina expendedora hasta que elegí una Coca Cola—. ¿No prefieres tú recomendar algo? Ya que eres el local. Oh, o podemos ir a un lugar donde nunca antes hayas almorzado. El que ganaría en lugar más inesperado para almorzar.


    la anécdota es 100% real no fake JAJAJA luego te aviento la foto por wha
     
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    Zireael

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    La vi sacar el móvil y me picó un poco el alma chusma por saber qué iría a hacer, aunque no tardó mucho en responder mi duda cuando empezó a contar lo de sus amigos y el Jenga para improvisadores profesionales. En sí la cosa ya sonaba caótica, pero cuando me alcanzó el aparato y lo tomé para ver la foto alcé las cejas, preguntándome cómo cojones esa cosa se mantenía en pie.

    Esta chica era muy expresiva, en plan, corporalmente y debía admitir que toda la presentación de lo que había resultado del Jenga fue hasta divertida, me aflojó una risa que anduvo algo más cerca de una carcajada que las demás. Me daba a mí que semejante cosa debía salir con algo de alcohol en sangre, pero igual habían estupideces que se conseguían estando bien sobrio así que nunca se sabía.

    —Suena divertido —admití mientras le regresaba el teléfono—. Yo digo que sí debería contar como arts and crafts, la verdad.

    —Northwood —respondí sin complicación.

    Que yo supiera era un lugar designado por censo o una mierda así que no entendía muy bien. En fin, que existía como un puño de población, no tenía ni gobierno local y no sé qué más mierdas. Eran como sitios que existían y no existían al mismo tiempo, como el puto gato que está vivo y muerto hasta que abres la caja, una cosa de lo más rara honestamente.

    De la forma que fuese presté atención a su respuesta y me imaginé que la playa debía ser lo mejor. La verdad no había ido lo que se dice un montón de veces a ninguna playa, pero las pocas las había disfrutado como crío de cinco años.

    —¿Las palmeras? —cuestioné sin pretender juzgarla, solo me hizo gracia—. La gente dice que el mar o la arena.

    Me encogí de hombros ante su pregunta, el tema lo había hablado por encima con Sasha en su momento y pues era un poco ambas cosas. Me había habituado un poco más rápido de lo que uno esperaría, pero allí estaba sin haber hecho amistades casi hasta que iba a graduarme.

    —Supongo que fue un dolor de huevos por el idioma y cosas así, pero tampoco fue el fin del mundo.

    La vi elegir la Coca-Cola, aproveché para comprar una para mí también con todo y que notarla suavizar el tono me hiciera sonreír. Seguí como si nada, porque ella también regresó a su ligereza rápidamente y le di un par de vueltas a su sugerencia.

    —La verdad es que llevo apenas unas semanas en esta escuela —solté un poco al aire, dándole vueltas al asunto—. El dojo o la piscina, el invernadero también cuela. Ah, ¡me olvidé de mencionar la piscina en el tour! Mi pobrecita neurona ha fallado en su misión.


    20/10 a esta anécdota y el fact de que sea real JASJAE

    also not me clavándome una research pa este post solo para no colar Possum Springs tal cual whoooosh
     
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    Gigi Blanche

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    Maze me caía bien, no que tuviera muchas pruebas para andar ya con declaraciones pero tampoco era una persona muy complicada. Probablemente fuera incapaz de pillarle a bronca a Alek por querer lanzarme un mordisco o algo, mira que mi opinión iba a ser de regular a mala con respecto a alguien amable, que me seguía el rollo y se reía de mis tonterías sin más. Hombre, había que ser idiota o pretencioso a secas. Podía dar mil vueltas para comprarme un esmalte de uñas pero con la gente no me ponía muy quisquillosa.

    Sólo seguí sonriendo cuando casi soltó una carcajada, acepté el móvil de regreso y asentí. Northwood, ¿eh? Ni puta idea tenía y seguro para cuando llegaba a casa se me olvidaba, pero bueno, nunca estaba de más preguntar. No había sido el caso pero mira si resultaba que había compartido pueblito con, no sé, la tía de la prima de la hermana de mi abuela.

    Asentí de lo más convencida cuando preguntó por las palmeras y me encogí de hombros.

    —La playa también está bien, claro, ¡pero las palmeras! Le dan el toque.

    Había chasqueado los dedos al decir aquello y luego respondió a mi pregunta, que lo peor había sido el idioma. Hombre, eso no lo dudaba, si yo de lo que más agradecía era haberme mudado aún cuando tenía esta plasticidad cognitiva o la mierda que fuera para aprender otros idiomas como si fueran mi lengua madre o similar. ¿Aprender japonés a los quince años? No way in hell.

    Luego resultó que llevaba pocas semanas en el Sakura y alcé un poco las cejas, viéndolo elegir una Coca también.

    —¿Y por qué te cambiaste en último año?

    Ya estaba visto que era una preguntona, ¿verdad? Me importaba bastante poco evitar meterme en terreno pantanoso, yo sólo me tiraba y luego veía cómo salía si me atascaba. Las flamantes opciones para el almuerzo raro fueron el dojo, la piscina y el invernadero. La piscina acababa de aparecer en mi plano mental de la escuela, claro, y cuando se lamentó por su neurona me reí. Me acerqué a su espacio, confianzuda como era, y le di unas palmaditas suavecitas encima de la cabeza. Tuve que estirarme un poco pero no biggie.

    There, there —murmuré, divertida, y regresé el brazo a mi espacio para sonreírle como, bueno, le sonreía a la gente cuando iba a pedirle algo—. Oye, oye, ¿me acompañas al dojo? Quiero ver si hay espadas de madera, es de vida o muerte.
     
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  12.  
    Amane

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    Seguramente me hubiese hecho bastante gracia saber lo que Abby estaba pensando, principalmente porque yo pecaba del mismo problema, ese de cambiar de tema o distraerse con la cosa más absurda (solo había que recordar cuando le pregunté a Kou por su signo del zodiaco de la más absoluta nada), y tampoco me lo cuestionaba demasiado. Y quizás fuese por ese mismo motivo que no tenía mucho problema en seguirle el rollo ni molestarme por sus distracciones, porque me resultaba estúpidamente natural.

    —Espero que al menos sea de segundo, porque estaría bastante feo que estuviese con una de primero —comenté, con cierto toque de seriedad a epsar de haber mantenido el tono de broma en todo momento—. No sé... Yo es que los prefiero más de mi edad, ¿sabes? A ver, mayores también, pero no tanto. Supongo que no está mal, pero casi que prefiero que vengas a verlo con tus propios ojos~

    Poco sabía yo de lo que había estado haciendo la chica en todo aquel tiempo que no habíamos estado juntas, el historial relacionado justamente a eso que cargaba y que incluso se podía estar planteando la posibilidad de intentar algo con mi tutor. De saberlo no hubiese cambiado gran cosa, seguramente; en todo caso me daría curiosidad ver que haría por intentar llamar su atención en adición al simple interés que tenía por saber su opinión respecto al hombre.

    >>Pues hacen unos postres muy ricos, eso desde luego —porque obviamente en lo primero que iba a pensar era en los dulces del lugar—. De lo demás... normalmente me pido el bento vegetariano, que de alguna manera tengo que contrarrestar el azúcar que me tomo. ¡Está muy rico! Y, uhm, una vez un amigo pidió sukiyaki y tenía buena pinta~

    Después de las recomendaciones de turno, las que obviamente hice después de soltar otra risa por el comentario de su pobre madre, le dirigí una mirada de soslayo por la información del chico del tour, la comida casera y todo el rollo. Hombre, no se me podía culpar si de repente me picaba el bichillo de la curiosidad con eso, siendo que el tour que yo le hice a Arata salió de lo más rentable.

    >>¿Ah, sí~? ¿Un chico super mono de la 3-2? No me suena, ¿cómo se llamaba? ¿Solo le robaste el almuerzo en ese dojo~?
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Su comentario del veterano fue, quizá, lo primero que me llevó a pensar que este chico había asumido que llevaba bastante tiempo en el Sakura; eso o toda la preparatoria de plano, claro. Tampoco le di mucha importancia, sólo mantuve la sonrisa y lo seguí escuchando, me interesaba mucho más todo el rollo de su viaje que mis años en la escuela.

    —¿Y recorriste otros países o fuiste solo a la India? —inquirí, y a lo último volví a reírme, encogiéndome de hombros—. Maybe~ Más que tú seguro, oye, pero aún me cuestan las cosas como llamar a las personas por su apellido o saludar con reverencias. Hombre, me resulta todo tan frío.

    Si él medio se había lanzado a la piscina con su primer atrevimiento, pues yo estaba haciendo prácticamente lo mismo con la tontería de turno. Quisiéramos o no, al final del día siempre acabábamos midiendo un poco a las personas, ya fuera para tantear sus límites o para hacerte una idea más clara de con quién coño estabas tratando. A nadie le gustaba andar a ciegas, ¿verdad? La incertidumbre era de lo peor.

    El caso era que Kenneth me siguió el rollo sin problema y alcanzó mi hombro, a lo cual suavicé la sonrisa casi sin pretenderlo porque, joder, por una vez iba a ser que era vidente o algo. Me vi venir su propuesta, lo suficiente para dejarme satisfecha en cierta forma y alcé apenas el mentón al dar con sus ojos.

    Alright~ —accedí, sin alzar mucho la voz, y me reí con la tontería de las australiano-japonesas—. No sé, eh, diría yo que aún tienen mucho que aprender de aquí.

    Tampoco era una salida de cajón, eso lo sabía, pero no había punto de comparación con el pudor que había llegado a ver en muchas japonesas de cepa. Era una cosa que prácticamente no la llevaba en la sangre y ya, y ya que estábamos en el negocio de tontear un poco le sonreí y comencé a bajar con cierta liviandad, cosa de que mi cabello rebotara un poco aquí y allá. Algo gastado el modus operandi pero ¿me importaba?

    Claro que no.

    —Primer piso~ —le mostré tras arribar, recorriéndolo brevemente para indicarle las dependencias—. Sala de arte, enfermería, club de cocina, además de aulas y baños. ¿Tienes algún hobby, hon?

    No me entretuve mucho, de todos modos, y seguí el camino por las escaleras hasta llegar a planta baja. Le eché un vistazo por encima del hombro, para comprobar que me seguía y de paso sonreírle, y ya le aboqué mi atención a la máquina expendedora en lo que sacaba mi monedero y elegía un zumo multifruta. Lo miré, como preguntándole si iba a comprarse algo, y me agaché para recoger la bebida.

    —Aquí tienes bastantes cosas, la verdad, aunque todo sigue teniendo cartelitos. Cafetería, gimnasio, salón de actos, biblioteca. Por allá accedes al patio norte, que a su vez da al invernadero, el dojo, la piscina. We're luxury people, you see~ —Acomodé mi hombro contra la máquina y le di un trago al zumito tras haberle insertado el sorbete—. ¿Dónde te gustaría almorzar, por cierto? Ya que te enlisté las dependencias, ahora tu trabajo es elegir~


    Me lo arrastré un piso extra para ir más rapidito, hope u dont mind uwu
     
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  14.  
    Insane

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    En cuanto su cabello se meneó apenas y le seguí el movimiento de pura inercia, comenzando a caminar tras ellas a lo que elvaba las cejas ligeramente. Era bastante detallista para darse cuenta que me había fijado en el panfleto colorido, y un poco curiosa por saber si me interesaba entrar en algo así. Apenas y la sonrisa se me estiró hacia la izquierda en lo que descendiamos por las escaleras luego de escuchar el mote.

    No era partidario de los apodos, pero desde que llevaba ahí ya tenía varios y todos hechos por chicas, irónico.

    —No me llama la atención el club —comenté hasta llegar al pasillo del primer piso—, además, estar sentado anunciando no es particularmente lo mío —continué sin particular tonalidad hasta que dejé colar un poco la sorna en mi voz—, ¿o me veo tan tranquilo a tus ojos?

    Me detuve en cuanto noté la máquina expendedora, sacando las monedas del bolsillo para introducirlas.

    >>¿Alguna preferencia de sabores?
     
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  15.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    —¿Uhm? No sé, un capricho mío~ —contesté, encogiéndome ligeramente de hombros.

    Si el capricho había sido hacer la petición o directamente él era algo que no pretendía especificar por el momento, aunque seguro se sacaba sus propias conclusiones al respecto~ Lo dejé un poco en el aire, sin añadir nada más sobre su ego porque, a decir verdad, no me molestaba especialmente inflárselo... si es que cabía hacerlo más. Lo que sí era obvio es que el cabrón ya se lo estaba pasando bien aquella mañana y yo no podía estar más satisfecha por ello.

    Luego vino toda la explicación por lo del cupón y no recibí ninguna respuesta verbal del chico, aunque el simple asentimiento de cabeza y que, no sé, demostrase que mínimamente me había escuchado al hablar era más de lo que habría esperado por su parte. Fue por eso mismo que solté lo del proyecto, también, porque sabía que su atención se iría directamente a ello si lo traía a colación y, por qué no admitirlo, me interesaba mantener su atención puesta en mí.

    Prácticamente reflejé su expresión en cuanto noté su intención de jugar con mi cabello, entornando la mirada y adoptando la sornisa sedosa de siempre, y solté un ligero 'mhm' en cuanto recibí su pregunta, que obviamente no pretendía ser respondido por algo más detallado. Su mirada chocó con la mía instantes después y el comentario de turno me sacó una risa floja, aunque no negaría que logró el efecto que buscaba, haciéndome estirar el brazo para deslizar la mano por parte de su blazer hasta alcanzarle la muñeca y rodearla con mis dedos.

    Lo guie hasta el pasillo, en un paso para nada apresurado, y eché varios vistazos a nuestro alrededor hasta dar con una especie de punto muerto de las cámaras, también hacía de zona segura de posibles miradas indiscretas, donde finalicé nuestro recorrido. Ya era bastante obvio lo que pretendía hacer, así que no me hice de rogar en absoluto y, tras apoyarme con la espalda en la pared, llevé las manos a su nuca para atraerlo hacía mí y besarle.

    No me quise emocionar demasiado, así tan de buena mañana, y aunque no me resistí a colarle un poco la lengua al final, hice el esfuerzo de cortarlo en el punto justo para que no fuese más que una pequeña presentación.

    >>Se me había ocurrido algo por el estilo —murmuré, con cierto aire distraído, tras separarme y manteniéndome a tan solo unos milímetros de sus labios—. ¿Qué te parece~?

    Gabi, que solo ha pasado un mes desde que terminaron de follar, relaja un poco las hormonas
    don't wanna
     
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  16.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    De caprichos esta niña debía saber bastante y un poco más, ¿y lo peor? De lo que más me divertía era precisamente alimentárselos, incentivarlos o de plano crearlos. Vete a saber el motivo, tampoco era un robot y de vez en cuando me permitía distracciones, entretenimiento o válvulas de escape. El caso era que, desde la fiesta, Riamu y posiblemente Kasun venían a rellenar el slot de aburrimiento que cargaba desde hacía un tiempo.

    Que me cortaran un brazo si el cumplido no le había gustado, tampoco había sido necesario pero bastó para ponerla en movimiento. Sentí el recorrido de su mano por el blazer, luego se afianzó en torno a mi muñeca y, bueno, me arrastró al pasillo. Me dejé hacer, tranquilo, y fui echando un vistazo a las cámaras para intentar adivinar qué coño planeaba. Al final medio nos ubicó en un punto ciego, que ya que estábamos por mí nos colábamos en un baño y ya, pero hey~ Eran las ocho de la mañana, lo entendía, además quizá sólo quisiera jugar conmigo.

    ¿Y quién era yo para negárselo?

    Una risa de nada me vibró en el pecho en cuanto se dio la vuelta hacia mí, apoyando la espalda en la pared. Si ella no se hizo de rogar pues yo tampoco, mis manos alcanzaron su cintura en automático y la presionaron suavemente en mi dirección. La besé al ritmo que marcó, fogonazos del sábado me quemaron la retina y cuando se separó me sonreí, satisfecho que te cagas. La cabrona había colado la lengua justo al final y eso medio confirmaba todo.

    —Me parece bien —susurré contra sus labios también, mantuve la vista en ellos y mi sonrisa se ensanchó—. Como para sacar diez más seguido.

    Aquello lo solté ya eliminando la poca distancia existente y acabé por prácticamente ahogar la última palabra en su boca. Ella ya había dejado abierta la puerta, oye, así que no tardé mucho en colar la punta de la lengua en su boca. Fue tentativo, breve y repetí la jugada un par de veces hasta que clavé los dedos en su espalda, me hundí con un poquito más de ganas y me empujé justo antes de separarme.

    —Buen día, Ri-chan —murmuré como si nada, sin soltarla—. ¿Qué tal todo? ¿Tu fin de semana?


    alo fbi solicito una horny jail
     
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  17.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    A aquellas alturas sabía perfectamente que Kou no me rechazaría, menos cuando de por sí había mostrado tanto interés en la tontería del premio, pero aun así no podía evitar seguir sintiendo una extraña satisfacción cada vez que me seguía el rollo. También se lo había dicho a Abby, al fin y al cabo, que Kou me cumplía muchos caprichos, así fuese la más mínima estupidez, y a la vista estaba.

    Se acopló a mi ritmo sin ninguna clase de problema al respecto y me fue imposible disimular el ligero suspiro placentero que se me escapó cuando lo sentí presionándome hacia él, así fuese de una manera tan sutil que casi pasa desapercibido. Me sonreí como tonta al escuchar su respuesta, recibiendo de nuevo sus labios sin queja alguna, y un poco de gracia me hizo que las palabras prácticamente se le atropellasen contra mi boca, pero por suerte estaba demasiado centrada en otras cosas como para prestarle demasiada atención a ese detalle.

    En aquella ocasión fui yo la que se amoldó a sus intenciones, dejando que marcase el ritmo que le diese la gana, y tan solo me permití buscar su lengua con la mía cada vez que se dignaba a colarla, hasta que lo hizo una última vez con más insistencia antes de separarse de nuevo. Solté una risilla de nada ante sus preguntas, sin pretender cambiar la posición que habíamos adoptado ni intentar liberarme de su agarre, y me di cuenta entonces que en algún punto había deslizado las manos desde su nuca hasta ir a parar en sus hombros.

    —Todo bien~ —murmuré, levantando los dedos para repasar el contorno de su nariz con el índice, en un aire distraído—. Pero el fin de semana un poco aburrido, ¿sabes? Es que el anterior me dejó con las expectativas muy altas~

    Y no era que no lo había intentado, eh, pero a cierto idiota no le apetecía arriesgarse a pillar un resfriado también y me dejó a dos velas no solo durante el finde, si no prácticamente por toda la semana también.

    Mientras hablaba, el recorrido del dedo alcanzó sus labios, y le presioné ligeramente el inferior mientras bajaba la mirada hacia los mismos. Estiré el cuello para volver a dejarle un beso, bastante más profundo que los anteriores, y volví a buscar sus ojos cuando me separé, recuperando la sonrisa suave de siempre.

    >>¿Y tienes algún plan para la Golden Week, Kou-chii? Por simple curiosidad, eh~

    esto ya han entrado en categoría horny dungeon junto al resto de nuestros pendejos, diría yo (?)
     
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  18.  
    Gigi Blanche

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    Bueno, igual y si preguntaban podíamos disfrazar la indecencia como... no lo sé, ¿regalo de despedida? Además del premio por mi desempeño académico, claro está, porque me daba a mí que esa excusa ya le quedaba corta a la recompensa. Solté el aire por la nariz sin prisa en cuanto mencionó que su fin de semana había sido aburrido, la tontería me ensanchó apenas la sonrisa y le dejé trazar aquel camino por mi rostro pues porque sí. Alcanzó mi labio, lo presionó y me vi venir la mierda, la olí a kilómetros de distancia, de modo que apenas inclinarse ya había alcanzado su cabello para hundir los dedos, agarrarlo y afirmarla contra mi boca. La besé con las mismas ganas que le imprimió ella, pese a todo siguió siendo lento, lo disfruté como un puto cabrón y le di su espacio sin problema.

    Sus manos se habían deslizado a mis hombros y yo tracé la piel de su cuello, rozando las puntas de su cabello a la pasada, antes de volver a su cintura. La pregunta no alteró mi expresión aunque sentí un leve hastío.

    —Viaje familiar —resolví sin complicaciones—. Mi hermano lo pasa en casa así que es la tradición.

    Y se podría decir que caía en la volteada sólo de rebote, porque a papá no le interesaba en lo más mínimo incluirme en los planes. Al enano sí le hacía ilusión, qué va, pero lamentablemente ya había quedado mucho más allá de esas mierdas. No tenía idea cómo ser un hermano mayor, el que papá querría o mi hermano esperaría.

    —¿Y tú, Ri-chan? Oí que hay varios festivales este año~ ¿Vas a divertirte sin mí?


    confirmo, ni modo

    nuestro don, nuestra maldición
     
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  19.  
    Amane

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    Si a esas alturas ya Kou se olía todas mis movidas de antemano, lo cierto es que no me molestaba demasiado, en tanto siguiese correspondiéndomelas con aquella facilidad como lo estaba haciendo, claro. Aunque, ni idea, quizás tendría que intentar reinventarme de vez en cuando, no fuera a ser que nos aburriésemos demasiado o algo~. Por el momento, eso sí, me siguió el rollo como venía haciendo, y tampoco había mucha manera de disimular lo mucho que lo estábamos disfrutando los dos. Era curioso, a decir verdad, que siguiésemos comiéndonos con esas ganas incluso después de habernos acostado juntos, pero sinceramente tampoco tenía manera de quejarme al respecto.

    Sea como fuere, acabé sonriéndole con suavidad cuando nos separamos, y escuché su respuesta con toda la atención del mundo, asintiendo con la cabeza sin romper el contacto visual en ningún momento.

    —Suena bien, cielo, disfrutadlo~ —murmuré, bajando las manos por su uniforme hasta alcanzarle las solapas del blazer y tironear ligeramente de ellas, por el simple hecho de entretenerme con algo.

    No tenía manera de saber que en realidad a Kou no le hacía mucha ilusión, o la situación de su familia en general, pero tampoco era algo que me preocupase mucho. Dentro de todo, un viaje sonaba bien y esperaba que genuinamente se lo pasase bien en el mismo, que para eso eran las vacaciones, además.

    Por otro lado, tenía que ser un poco graciosa la imagen que estábamos dando en esos momentos, ahí pegados en una esquina hablando a murmullos como si fuésemos un par de recién enamorados o algo. Solté una risilla ligera cuando me devolvió la pregunta, posiblemente solo contribuyendo más a la imagen en cuestión, y me encogí de hombros con aire risueño.

    >>Supongo~ —respondí, con la sonrisilla divertida plantada en los labios—. Con algo tendré que entretenerme si me abandonas así~ —añadí, con el tono de queja infantil que acababa impostándome siempre, y hasta inflé un poco las mejillas para echarle más dramatismo al asunto.

    Aunque en realidad no tenía nada planeado y dependía de lo que me apeteciese hacer en el día, como venía siendo costumbre. Aunque ahora que me paraba a pensarlo, quizás podría ser buena idea aprovechar los días libres para quedar con Abby, invitarla a casa y hacer una pijamada o algo por el estilo, ni idea. ¡Tenía que apuntarme la idea, por si acaso!

    Al final, después de un rato me digné a liberarme de su agarre para salir de nuestro pequeño escondite, aunque no me dio la gana de cortar todo el contacto y acabé enganchándome a su brazo como hacía casi siempre, para poder caminar a su lado por el pasillo.

    >>Tráeme un regalo o algo, ¿quieres~? Me voy a molestar mucho si no te acuerdas de mí por ahí, que lo sepas —aunque, claramente, estaba diciéndolo de broma.

    No me atreví a arrastrarlo al pasillo de arriba por si quería coger el ascensor o cualquier otra cosa, la verdad, así que bueno, haz lo que veas con ellos uwu
     
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  20.  
    Amane

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    Estando separados por apenas unos milímetros, lo cierto es que habría sido imposible no notar como Kou se inclinaba para recibir el beso que nunca acabó de llegar. Se acercó lo suficiente como para hacerme estar a punto de dudar de mi movida, pero al final fui más fuerte que su tentación, y mentiría si dijese que no sentí una satisfacción de lo más estúpida el presenciar el poema que fue su cara por ello.

    Lo dejé con las ganas, no había que ser ningún genio para notarlo, y lo cierto es que por un segundo temí la posibilidad de que decidiese mandarme a la mierda en consecuencia. Nada nos ataba, al fin y al cabo, y tampoco lo conocía tanto como para saber hasta qué punto toleraba según qué actitudes. Por el contrario, más bien parecía estar en su jodida salsa, y una sonrisa socarrona me cruzó el rostro al percatarme de ello.

    No sabía hasta qué punto era parte de su forma de ser o si, quizás, él también empezaba a tener cierta tendencia a pasarme la mano por el simple hecho de ser yo. Tampoco me importaba lo suficiente en esos momentos, y decidí quedarme con el hecho de que seguía ahí, como si nada.

    —¿Uhm? Supongo que lo has hecho, pero es que soy una desagradecida... —comenté, bajando el tono de voz según hablaba, y noté el movimiento de su mano por el rabillo del ojo—. ¿Quizás necesite algo de disciplina...?

    De milagro me dio tiempo a pronunciar la última palabra antes de recibir sus labios, sin hacer el más mínimo amago de apartarme de él. Que estuviese tocándole los huevos no implicaba que no quisiese comerle la boca como cualquier otro día, y estúpida no era, así que obviamente lo recibí de buen gusto, correspondiéndole al instante. No fue la gran cosa, de hecho me dejó con ganas de más, pero que tomase la iniciativa de aquella manera después de mi movida me lanzó un pequeño chispazo de placer a lo largo de la espalda.

    >>¿Te diste cuenta tú solito? —respondí, soltando una risa floja por la nariz, y me enganché de su brazo sin mayor complicación, comenzando a caminar hacia el pasillo.

    Parecía bastante obvio que no pretendía responderme a la pregunta y, honestamente, tampoco pretendía obligarlo a que lo hiciese. De los dos, cualquiera se daría cuenta que yo tenía más facilidad para abrirme, y si prefería que fuese yo la que contestase las preguntas, no iba a poner mucha queja al respecto.

    >>Bien, supongo. Hoy he estado especialmente energética, aunque podría aguantar algo más ejercicio físico... —contesté, echando un vistazo alrededor con bastante indiferencia mientras avanzábamos, y levanté la vista para mirarlo después de la pequeña pausa—. Pero es un bajón tener que ir ahora a clases, ¿no crees? —añadí, con un obvio tono de queja infantil.

    doble ración de kouri por aquí teehee

    te la puedes seguir arrastrando o no, como tú prefieras bebi uwuwuw
     
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