Pasillo (2º piso)

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Asentí con sencillez al contarme que había visitado el museo con su mamá, y probablemente se me coló una buena cuota de ternura en la sonrisa. Sonaba a que había sido hacía muchos años y no sé, me dio la sensación de que lo recordaba con bastante cariño. O como mínimo me dio ternura imaginar a un mini Dante correteando entre estatuas gigantes de Totoro y Sin Cara.

—Sip, con papá siempre hablamos en español. Todavía le cuesta un poco el japonés, pobre. Con mamá depende, si papá está presente usamos español y si no, por lo general japonés. Ella se había acostumbrado bastante al idioma en Argentina pero una vez volvió aquí, bueno, siempre es más cómodo hablar en tu lengua madre, ¿no?

Y eso aplicaba para mí también, pero a la inversa.

Al parecer mi pregunta musical lo puso a pensar un poco y aguardé con toda la calma del mundo, recorriendo el pasillo con la vista entre tanto. Un chico igualito a Zeldryck había aparecido y noté que claramente mencionaba el apellido de Kurosawa, a lo cual regresé mi atención a Dante de un movimiento casi rígido. Incluso me hice la tonta y caminé en torno al muchacho para darles la espalda porque venga, ya habíamos retrocedido todo lo logrado con el proyecto y de momento no tenía ganas de invertir neuronas en eso. Volví a echarle el peso de mi hombro a los ventanales y le sonreí a Dante apenas abrió la boca.

Y mi rostro se iluminó por completo al oír su respuesta.

—¡Alec Benjamin! —repetí casi interrumpiéndolo, de lo más emocionada—. Boy in the bubble no la he escuchado mucho, ¡pero lo conozco y me gusta mucho!

Ya estaba visto que era una confianzuda sin mucha verguenza con determinadas cosas, y la canción con la cual había conocido a Alec comenzó a sonar en mi cabeza de inmediato. Saqué las manos de los bolsillos y comencé a chasquear los dedos, acompañando el ritmo con el cuerpo entero en vaivenes suaves.

—Outrunning karma, that boy. He's such a charmer, all the bugs and their larva follow him out to Colorado. —Se me coló una sonrisa de lo más amplia en la voz mientras cantaba en voz baja, acompañando los chasquidos con el golpeteo de un pie—. Ten dozen hearts in a bag, their bodies lying. He'll drag them down to Colorado, a modern desperado.

La última palabra la pronuncié con el acento plenamente español, aprovechando que, pues, era una palabra en dicho idioma. La verdad, me había puesto a cantar porque sí, porque me emocionó que conociéramos al mismo artista y hacía mucho no oía a Alec, pese a haber tenido una época genuinamente obsesionada con él. Mantuve la sonrisa pegada al rostro al dejar de cantar y lo miré, expectante de si reconocía o no la canción.

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annita es yo chillando por alec benjamin cuz he absolute BABY

 

Si yo me quejaba del cambio de cultura, en la escuela y todo, la verdad que papá tendría que directamente tirarse debajo de un camión en movimiento. Yo aún era joven, tenía tiempo para formarme y mal que mal labrarme un camino, así no fuera el que habría deseado en una primera instancia. ¿Pero cuáles eran las posibilidades de papá en un país tan rígido como Japón? Cuando su alma era puro arte, cuando ni siquiera había acabado la preparatoria con tal de no morirse de hambre. Sabía cantar, tocar la guitarra, bailar y ser un montón de luz, pero ¿de qué mierda te servía eso cuando te arrojaban a un país desconocido? El simple hecho de pensar en eso, en lo infeliz que debía ser y lo mucho que lo extrañaba, tendría el poder suficiente para barrerme los ánimos así que lo aparté de un manotazo.

Tampoco cambiaría nada echándome a llorar.

—Sí, a veces hacemos unas mezclas de lo más extrañas. Oírnos hablar en casa debe ser muy divertido.

Me dio que Dante había notado cierta intencionalidad en mi cambio de posición, pero como tal no preguntó así que por mí, que notara lo que quisiera. Kurosawa se desapareció por las escaleras con la copia de Zeldryck así que pude relajarme del todo, aunque como tal la tensión no se me estuviera notando en el cuerpo. Dante dijo que cantaba lindo y sonreí con una alegría estúpida, como una cría que le halagan el vestido que soñó tanto con comprarse. Claro, no había esperado que se pusiera a cantar conmigo, pero aún así aproveché su aclaración para echarle encima un mohín en broma.

—Sip, aunque también me gusta mucho Let me down slowly y esta, ¿cómo se llamaba? La que cuenta la historia del chico y al final hay un plot twist, como que era él quien estaba matando gente por la chica a la que amaba ¿y menciona algo de que ella lo veía en las noticias? ¡Joder, no me acuerdo!

Saqué el móvil y busqué las canciones que tenía guardadas de Alec Benjamin, porque no podía ya morirme con la duda.

—If I killed someone for you! —la reconocí de inmediato al leer el título y me reí, volviendo la mirada a Dante al mismo tiempo que presionaba play—. Venga, era super obvio el título. ¿La conoces?

Total que las canciones de Alec siempre eran bastante enérgicas así contaran historias de lo más turbias, así que me quedé moviendo los pies al ritmo de la música, acompañando de tanto en tanto con los brazos o alguna pequeña tontería que me apeteciera hacer.

 

Posiblemente fuera para partirnos de risa o echarnos a llorar sin intermedios de saber las estupideces que el otro andaba pensando, que ambos nos habíamos armado una imagen de la familia ajena mucho más benevolente. Si acaso tenía la información del dragón, pero por lo demás me había quedado pegada a la idea de que Dante vivía con sus padres, que quería mucho a su mamá y además había gente en su casa que lo cuidara si se enfermaba. Posiblemente nada hubiera sido consciente, pero fueron las conclusiones a las que arribé por vías silenciosas. No tenía idea y Dante, claro, tampoco tenía forma de saberlo.

Que mi casa también era silenciosa.

Que por eso llevaba años escapando.​

Que mis padres ya no eran los de antes.​

Las dos canciones que él acababa de mencionarme no las conocía ni recordaba de nada, sin importar cuánto me devanara los sesos. Aproveché que tenía el móvil en la mano para buscarlas y ya guardármelas, que no confiaba en mi memoria y luego seguro se me olvidaba.

—Yo también tengo tarea, entonces~ Ver Totoro y escuchar estas canciones, ya te contaré qué tal.

En cuanto lo vi revisar su móvil se me ocurrió que faltaría poco para el inicio de clases y efectivamente. Lo empecé a escuchar con una cuota de decepción plasmada en el rostro pero no tardé mucho en reflejar su sonrisa. Sacudí la cabeza con vehemencia, mis manos aún entrelazadas a mi espalda, y amplié la sonrisa.

—Puede robarme el tiempo que quiera, Sir Dante, ¡siempre me divierto mucho con su compañía!

Me dijo que esperaba haber ayudado con mis ánimos y suavicé el semblante, viéndolo con lisa y llana gratitud impresa en los ojos. Sólo habíamos charlado, bromeado y hablado de música y películas, pero no se daba una idea lo mucho que me había ayudado. Quizás atravesara la puerta del aula y la ansiedad me lloviera encima, quizás estuviera condenada y con ganas, pero jamás negaría que su presencia, así hubiese sido por los minutos que compartimos, se las había apañado para disolver las mierdas que me hundían el corazón.

—Gracias por haberme saludado, me la pasé muy bien. —Me balanceé sobre mis talones, estuve a punto de soltarlo sin problema pero a último momento me atacó el bichito de la inseguridad y dudé un poco antes de agregar—: Podríamos almorzar juntos o algo cualquier día de estos, por cierto. Si te apetece, claro.

A ver, ¿era la misma estúpida que se ligaba pandilleros con todo el descaro del mundo?

Venga, ya.

 

Hundida como estaba en mi propio cortocircuito, ni de coña me di cuenta de que a Cayden le había hecho lo mismo con mi repentino ataque de confianza y quizás eso hubiese sido lo mejor. Si me hubiese parado a pensarlo, hubiese recordado que algo parecido pasó el día anterior cuando lo de Aleck y me hubiese dado cuenta que, quizás, en el fondo no éramos tan diferentes en algunos puntos. Si eso era algo bueno o no ya salía de mis cálculos, a decir verdad.

Al menos tuvieron la decencia de no picarme mucho más con el asunto de Katrina y eso me sirvió para volver en mí mientras subíamos las escaleras hacia el primer piso. Escuché la pregunta de Altan un poco a la pasada, aun sin conectar del todo las neuronas, y no fue hasta que llegamos al pasillo que me dio por formular una respuesta adecuada.

—¿Eh~? Pues quizás. ¡Os haríamos sudar mucho y ganaríamos todas las copas gracias a nuestros entrenamientos!

Logré recuperar el tono de broma al fin y volví a soltar una risa al imaginarme el panorama, porque que dos tanukis como Anna y yo estuviésemos dándoles órdenes a tremendos gigantes de tercero era una imagen demasiado cómica. Sea como fuere, llegamos finalmente al segundo piso y me giré para encararlos a ambos con una sonrisa suave.

>>Pues aquí me apeo yo, gracias por acompañarme. Nos vemos~

Me despedí con una inclinación de cuerpo de ambos y al pasar por el pasillo, distinguí las figuras de Anna y Dante por ahí. No quise molestarles pero tampoco iba a ignorarles, así que los saludé a ambos con la mano en caso de que me viesen cruzar y entré finalmente a mi aula. Ya quedaba poco para que empezasen las clases, ¿verdad?

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Tremendo combo me he marcado (?)

Voy a acortar un poquitín cuz no me da la vida para más, pero he adorado a estos pendejos juntos, a ver si se cruzan más uwu <3

 

Pero si no serían el mismo tipo de idiotas este par, por mis putos muertos, los dos habían entrado en cortocircuito uno detrás del otro y ni idea de cómo mantuve la compostura para no descojonarme como la vez del patio con Ishikawa por lo de Gotho. Es que de verdad, había sido para grabarlo para la posteridad y todo, una que con Akaisa y el otro con su culo inseguro posiblemente, y ahí los veías, a nada de prender fuego.

Como para picarlos todo el día~

Igual la chica me contestó la duda haciendo que soltara una risa bastante floja, cosa de nada, porque con lo mal que era Anna para planificar estrategias lo ponía yo en duda, una cosa eran sus sorpresas y otra mover un grupo de idiotas, pero qué sabía yo, igual me sorprendía. De cualquier forma no añadí nada más, al llegar al pasillo de segundo Emily se giró hacia nosotros y se despidió, ambos le dedicamos una sombra de sonrisa.

—Nada que agradecer —respondió la mariposita como si no se lo estuviese llevando el diablo ni nada.

Vi a Hodges despedirse de Anna que estaba en el pasillo con Dante y bueno, entre que nosotros igual teníamos que subir y tampoco quería incordiar me limité a hacer más o menos lo mismo que la morena. Los saludé a los dos con un movimiento de mano, antes de buscar los ojos de Anna y sonreírle.

Estaba por ponerme en marcha otra vez con intenciones de detener al pelirrojo para tan siquiera decirle que había cosas que debía saber, pero el otro fue ver a Emily desaparecer en la clase y prácticamente salir corriendo, me echó una mirada de soslayo con todo el mal carácter que podía cargarse a veces y de milagro se guardó sus opiniones, que parecía tener ganas de cagarse en todos mis ancestros.

Ni modo, se hacía lo que se podía y era claro que este no iba a dejar que yo le dijese nada.

Al llegar al tercer piso me pareció verlo zambullirse en los baños, tenía toda la pinta de que se iba a saltar las clases de la mañana como los grandes.

Ensanché un poco la sonrisa al verlo beber el café, si es que el crío estaba para comérselo entre dos panes, de verdad, allí tan contento por un café de lata. Que definiera la escuela como centro recreativo fue... considerado de su parte, este instituto parecía un hueco del infierno y lo podía decir yo sin espacio a dudas, aunque qué sabía yo, igual no le habían soltado los trapitos del Sakura.

Mi sugerencia de un bar le hizo algo de gracia, no creía que fuese a aceptar así de plano ni nada y tampoco era una invitación en sí misma a que fuese conmigo. En sí era solo para dejarle la espina, que supiera que las opciones existían y ya. Como si tuviéramos un deck para elegir dónde cagarla y todo. Para terminar de hacerla me preguntó si no conocía algún lugar en concreto y solté una risilla.

—Busca los irish pubs~ seguro si dices con quién te juntas te dejan pasar y todo —dije porque sí, sin darle ninguna clase de contexto.

Asentí con la cabeza de que la clase era la misma que la de la mariposita, que dicho sea de paso parecía meado por elefantes y no me sorprendió tanto que dijera que iba a segundo, lo dicho, tenía carita de bebé. Me encogí de hombros, despegándome de la máquina, y viendo que ya casi sonaba la campana me dirigí a las escaleras.

—Tendrás altura de tercero, pero la cara de bebé no se te quita~ —comenté al aire, suponiendo que me seguiría—. Fui yo la que te empezó a hablar, ¿no? Así que no estás interrumpiendo nada, Akkun.

Total que al llegar arriba, me despedí del chico y seguí mi camino, tarareando una canción de memoria.

Qué maravilla de mañana, de verdad.

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y aquí corto con Erisatanás tururur uwu

 

Me puso bastante contenta que él también hubiera disfrutado de mi compañía. Quizá no se notara, pero al final del día esas cosas sí que me preocupaban y no sé, con señales mezcladas capaz terminaba comiéndome la cabeza y ni al caso. Además también aceptó la idea del almuerzo y, simple como era, sonreí bien bien amplio y asentí, marcándome un saludo militar.

—¡Señor, yo me encargo de eso, señor! —Relajé la postura y le piqué apenas la punta de la nariz, arrugando la propia un poco en reflejo—. No te preocupes, ahora me tocan a mí las apariciones mágicas, ¿a que sí?

Cuando noté que despegaba la espalda de la pared, dispuesto a marcharse, yo hice lo propio y advertí entonces la presencia de Emily. Recordé la molestia en el pecho pero no atendí a ella ni un poco, me concentré en regresarle el saludo y en cuanto Dante se marchó también di con Al, en dirección a las escaleras. Otro saludo, si acaso apenas más avergonzado, porque de verdad, no podía ser más estúpida, ¿no? Preocupándome o dejándome afectar por tonterías semejantes, joder.

De la forma que fuera, luego de saludar a todo Dios estaba ingresando a mi clase cuando sentí el móvil vibrar en mi bolsillo. Recordé que debía escribirle a Shinomiya, noté que Kurosawa no había vuelto y el pinchazo de culpa recrudeció. De la forma que fuera, todas las divagaciones se me fueron a la mierda apenas leer de quién eran los mensajes que me habían llegado.

Mini Ishi.

Anna-chan
Tienes idea si cierran las puertas de la escuela luego de la campana?
Nunca presté atención

Había que ver nada más, el corazón me había empezado a latir con fuerza y todo. Me dejé caer en mi asiento y repiqueteé los dedos en el borde del móvil, con una mezcla de ansiedad, alegría y tristeza revolviéndome las entrañas. Quería echarme a llorar, quería abrazarlo, cerrarlo a hostias y correr adonde sea que estuviera, todas al mismo tiempo. Pero era un día delicado y mejor me limitaba a... resolver sus dudas. ¿Qué clase de pregunta era esa, de todas formas?

No sé, eh
Creo que no
En un rato me asomo y te aviso cómo están
Por?​

Entre tanto, abrí el chat con Shinomiya y muy a mi pesar le envié un mensaje simple y conciso.

Dijo que sí​

No esperé respuesta de ningún tipo, Ko no aparecía en línea así que deposité el aparato sobre la mesa y bufé, recargando el rostro en mi mano. Aguardé un par de minutos más pero ni modo, la campana sonó y tuve que regresar el móvil a mi bolsillo.

 

Nada nuevo en las clases, a decir verdad, fue la misma historia de siempre y, si tenía que ser sincera, casi que prefería que fuese el caso. Un poco de tranquilidad y estabilidad nunca venía mal, sobre todo un viernes, que era el predecesor al fin de semana y generalmente para cosas que no fuesen tranquilas ni estables pues ya estaban esos dos días.

Cuando la campana tocó, quise acercarme a Aleck para intentar enmendar todo el desastre que había acabado haciendo el día anterior, pero la cabellera rojiza de Cayden apareció por el marco de la puerta antes de que pudiese cumplir mi propósito, y pensé que sería mejor dejarlo estar porque suficiente me había metido ya en los planes de los pobres chicos. Así pues, seguí recogiendo mis cosas con calma y salí al pasillo, con el mismo ritmo tranquilo. Siendo justos, no tenía nada planeado por hacer, así que tampoco había prisas de nada.

Para ser completamente honesta, no sé lo que me incitó a girar la cabeza hacia los ventanales que daban al patio y tampoco sabría decir con exactitud cómo logré distinguir la cabellera cian de Kohaku debajo del cerezo, si de buenas a primeras podía haber sido solo una confusión porque tenía ganas de verle y ya. Pero por algún motivo giré la cabeza y por algún motivo estuve segura que se trataba de él, y quizás fuese exactamente ese el motivo, que se trataba de él.

Me acerqué a una de las ventanas y la abrí con cuidado, notando cómo una ligera brisa primaveral se colaba en el pasillo y cómo la melena se mecía al ritmo de la misma. Me asomé con cuidado, apoyando el brazo sobre el alféizar y dejé caer la mejilla sobre la mano con cuidado. Las notas de la guitarra me llegaban ya algo tímidas, estaba demasiado lejos para poder apreciarlas por completo, y aun así tenían la fuerza suficiente para arrullarme con suavidad.

No había que ser ningún genio para darse cuenta, pero era obvio que me hubiese gustado bajar corriendo hasta el patio y, no sé, ahogarlo con un abrazo bien fuertote para hacerle saber lo feliz que me hacía verle, ignorando por un momento que pudiese ponerse tenso o que se hiciese el impasible con todo, solo intentar hacerle llegar un poco de mi calidez. También regañarle por haberse enfermado y no haber dicho nada, pero seguramente lo haría con tanta suavidad que ni contaría como regaño.

Quería hacer todo eso, no era yo la que controlaba sus impulsos cuando se trataban de este tipo de cosas, pero también sabía que aún no me correspondía; que Cayden estaba ahí a su lado y era lo que se sentía realmente correcto.

Así que solo me quedaba quedarme ahí, cerrar los ojos y escuchar los acordes suaves siendo traídos por la misma brisa primaveral.

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Heyo don't mind me and my relleno, es que la niña quiere mucho a Ko and i just had to, you know (?)

Not @ me haciendo lo que me sale del coño con las ventanas porque that's just who i am (??)

 

En algún punto la música dejó de sonar y, bueno, tampoco pretendía ser yo ninguna acosadora así que acabé por separarme de la ventana y la cerré a mi paso, estirándome un poco antes de darme la vuelta y mirar el pasillo. Entre una cosa y otra se había acabado vaciando, así que tuve que la posibilidad de no avergonzarme y no darme cuenta que había hecho un par de cosas de lo más extrañas ahí en medio, a ojos de todo el mundo.

No tenía ningún plan para el almuerzo, en principio, y supuse que podría hacerle compañía a Kashya en la biblioteca como siempre, pero prefería tener aquello como segunda opción e intentar pasar el receso de otra manera. Que no era que no me gustase estar con Ka-chan ni nada por el estilo, pero sentía la obligación y casi necesidad de ir pasando el tiempo con todo el mundo para que, no sé, ¿no se enfadasen conmigo?

En fin, saqué el móvil en un intento de buscar a alguien que creyese que podía invitar a almorzar y, estaba tan metida en el asunto, que no noté a Aya acercándose hasta que apareció en mi campo de visión y di un pequeño respingo por la sorpresa. Me recuperé rápidamente, eso sí, porque la chica me dedicó una sonrisa de lo más linda y no tardé en reflejarla mientras guardaba el teléfono en la falda.

Solté una risilla cuando escuché sus preguntas y negué ligeramente con la cabeza después, cuando se disculpó por las mismas.

—Ya, ya lo sé. Acaba de venir, pero no lo estaba esperando a él, está con un amigo.

Aquel podía haber sido un momento más que perfecto para aclararle a la chica que Kohaku y yo solo éramos amigos, aunque no hubiese mencionado nada al respecto, pero de verdad que no sé que me pasaba por la cabeza para seguir siendo reacia a ello. Y casi mejor no me paraba a pensar demasiado en ello porque las conclusiones que podía sacar seguro que solo me confundían más.

Seguí sus movimientos con curiosidad, misma expresión con la que la miré hasta que terminó de hablar, cuando volví a sonreírle con suavidad y asentí con la cabeza.

>>Claro, suena a un buen plan, senpai.

Me di cuenta de su mano, por supuesto, pero la verdad es que no tuve la confianza suficiente para aceptar su gesto y preferí dar un par de pasos para quedar a su altura e indicar que la seguiría sin problema. No era yo la persona que tuviese problema con el acercamiento físico ni nada, ya se había visto con Anna, pero Aya seguía siendo una senpai y seguía sin conocerla realmente así que prefería no arriesgarme de buenas a primeras.

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te la arrastras si quieres <3

 

Me veía venir que se siguiera montando el numerito, la verdad, así que sólo me quedó tragármelo. Le presté mucha más atención a las reacciones de Hiradaira que al discurso de humo de Reece, porque en definitiva mi única prioridad allí era evitarme un desastre colosal y ese, bueno, claramente derivaría de la fuga de gas aquí presente. De la forma que fuera, al menos se contenía mejor de lo que sopesé en un primer momento de puro instinto y en cuanto Sean se acercó a mi posición tardé cero segundos en encaminarme hacia las escaleras. Había notado la mirada de Kurosawa sobre mí pero no reaccioné de ninguna forma al respecto. De paso no me tragué las ganas de bufar, porque llegados a este punto ¿qué quedaba por disimular?

—Y esa cara de angelito —murmuré en el tono plano de siempre, deslizando la mirada de hielo hacia el cabrón—, ¿de verdad te la compran o cómo es?

Comencé a caminar por el pasillo de segundo como si nada, y fui nombrando los carteles encima de las puertas. Sala multimedia, Sala del consejo, Sala de profesores, aulas y baños. Ni una palabra más, ni una menos. En cuanto estuvimos listos para seguir bajando le eché un vistazo por encima del hombro, en silencio.

 

Me arrepentí de haberle soltado ese comentario prácticamente al segundo de hacerlo, la verdad. No tenía nada contra él porque no lo conocía, porque me daba igual su existencia y la de casi todos en esa escuela. Si acaso le prestaba atención a Aya, por supuesto, a Kohaku y a Shinomiya, éste último por trabajo más que cualquier otra cosa. Me daba igual que hubiera delatado o no a la enana, me daba igual si quiso generar desastre y luego montarse el teatro o de veras tenía algún tornillo flojo y pensó que le hacía un servicio a la comunidad.

A ver.

Me daba igual.

Posé la mirada en él al preguntarme si también me había molestado la situación y me vi venir el resto del speech, así que sólo me quedé allí como el puto témpano de hielo que era siempre. No me arrojaba ansiedad ni nada, sólo era hastío a secas y ni siquiera me importaba ser desconsiderado, borde o lo que fuera, cuando era perfectamente consciente de mi cara de culo. Cuanto menos me pregunté sobre las dos principales opciones, si la cara de angelito se la tenía que comprar o no. Era una mera cuestión de orgullo, si se quiere, del idiota que habían puesto a dirigir un casino por su habilidad para prácticamente predecir el futuro. Por mis cojones fallaría en leer a la gente, así no me significara ningún beneficio.

Lo cierto era que no me tragaba su historia, no me tragaba que hubiera sentido la necesidad de intervenir cuando el conflicto sólo surgía de lo que Shinomiya como existencia significaba, no de lo que estuviera mostrando en ese instante, y definitivamente no me tragaba que todo eso lo hubiera hecho por mí. Igual yo era un pedazo de hielo sin sentimientos y la gente se preocupaba más por las personas que no conocían de nada, qué sé yo, tampoco me parecía la forma más inteligente de dispersar un conflicto si lo que pretendes es resolver tensiones. Pero, otra vez, me daba igual.

Seguí cada una de sus palabras y expresiones faciales en perfecto silencio, y cuando me permitió dimitir de mi responsabilidad como guía me limité a asentir. Me descolocó un poco que se inclinara a modo de disculpa y todo el rollo.

—Nos vemos.

No era ningún amor de persona, eso ya estaba visto, y así me quedara reverberando la ligera duda sobre las verdaderas intenciones del chico, tampoco le concedí más importancia de la que poseía en mi vida. Lo observé unos pocos segundos en lo que se alejaba y luego enderecé mis pasos de regreso al tercer piso. Podría matar el tiempo en la 3-3 hasta que sonara la campana, suponía, ya que le había cancelado a Aya y por mis muertos juraba que seguro ya había conseguido compañía.

 

Ni siquiera me molesté en replicar algo con respecto a lo insignificante del asunto pues tenía toda la razón del mundo. Sabía que lo que estaba haciendo no era correcto, sabía que había mejores formas de lidiar con la situación, el caso era que no me apetecía y probablemente fuera de las primeras veces que actuaba por mí, para defenderme a mí y no por los demás. Otra vez, no era la elección de métodos ideal, pero algo era algo, ¿no? De la forma que fuera, igual a Sanji pareció seguir gustándole la idea y se subió al carro con una facilidad absurda. Como tal no había pretendido extenderle una invitación a todo el desastre pero mira, si le apetecía no sería quien lo detuviera. Me hacía mucha gracia, en definitiva, haber encontrado un cómplice en algo tan bajo y ruin como andar robando teléfonos móviles.

A la Sasha de hace tres años le habría dado un sincope o algo.

Qué va, a la Sasha de hace tres meses.

No respondí nada realmente a lo primero que dijo. Eso de que había formas más creativas de molestar a la gente no lo negaba ni por asomo, y menos viniendo de él, que ya había visto cuán aficionado era al hobby. Luego esperé a que terminara, claro, aunque me daba algo de pena arruinar su ilusión. Bueno, quién sabe, ¿quizá pudieran combinarse ambas cosas?

—Well, en teoría eso ya lo tengo resuelto —respondí con una ligereza estúpida, recogiendo unas puntas de mi cabello para inspeccionarlas; eh, estaban un poco secas—. Ya hablé con alguien que va a ayudarme vendiéndolos. No sé si eso interfiera con tu inspiración divina, espero que no, y de cualquier forma me gustaría oírla~

 

Me alivió bastante ver que la vergüenza inicial de ambas acabó transformándose hasta dar con mi calidez natural y aquella emoción tan linda en la otra chica. A ver, un poquito me preocupaba porque parecía estar a punto de temblar por... ¿la felicidad? Pero al final del día supuse que no podía ser malo si era por una sensación tan bonita, así que deseché la preocupación tan pronto como vino.

Asentí con la cabeza cuando dijo su clase y le dediqué una sonrisa suave después, cuando aceptó subir las dos juntas. Le indiqué que se adelantase con un gesto de la mano y emprendimos la marcha, momento que aproveché para intentar recordar si conocía a alguien de la 2-1... pero aparte de Hiroshi de vista, no había nada realmente.

—Me llamo Emily, por cierto, un placer —me presenté, a medio camino, con la sonrisa amable de siempre—. Voy a la 2-3, si aluna vez necesitas ayuda con lo que sea puedes buscarme sin problema, ¿sí? Este sitio es realmente complejo cuando eres nuevo y siempre viene bien tener una cara conocida a la que acudir~