Pasillo (2º piso)

Tema en 'Segunda planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Gigi Blanche

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    Detallé cómo su sonrisa se ampliaba al llamarle por el apodo tonto que le había adjudicado antes, la reverencia y todo, y no me dio la neurona para darme cuenta que ese chico era, de hecho, estúpidamente considerado. Como Emi, como Jez, como Suzu también. Un montón de personas que parecían lloverme encima así no lo mereciera ni un poquito, pero me resultaba tan cálido que ya ni tendría energías para renegar de ello. Y quién sabe, quizás en algún momento acabara convenciéndome de veras que no valía la pena reprochármelo. Había comenzado a apoyarme en Al y algunos lo considerarían una debilidad, a algunos les saltarían cientos de alarmas y buscarían desesperados por regresar a sus escondites solitarios. Pero yo no era así, no lo sería nunca y no engañaba a nadie.

    Necesitaba tener a los míos cerca y a salvo.

    No había sentido alguno en arder sola.

    Total que vi su reverencia y mi sonrisa también se amplió. Me detuve un instante, pellizqué las puntas de mi falda y lo imité de la forma femenina, claro. Al final nos quedamos ahí, a mitad del pasillo, y me pidió que no me preocupara por no ser simpática. Era lo que cualquiera con dos dedos de amabilidad diría, pero aún así me resultó de lo más genuino y asentí, obediente. Venga, ¿qué sentido tenía ponerse gloomy con un chico que derrochaba cordialidad?

    Arrugué el ceño al oírlo hacer mención de un dragón y ladeé la cabeza para acompañar la confusión, sonriendo un poco. ¿Su padre, quizá? ¿Sería estricto? Preferí esperar a que redondeara la idea y cuando trajo a colación lo de las zapatillas solté una risa breve, casi traicionera, por lo cual me llevé una mano al rostro un par de segundos. Esa parte sí que se me había olvidado.

    —Qué pena que no te dejaron ir, oye. —Deslicé el pie hacia adelante y choqué el costado de mi zapato con el suyo, fue cosa de nada y acentué la sonrisa, regresando las manos a los bolsillos—. Pero bueno, ni tan increíble estuvo así que no te sientas tan mal.

    Un poco mentira era, si allí metida me había sentido en un cuento de hadas, pero mira si le apenaba no haber asistido. Arrugué apenas la nariz, enfatizando mi opinión, y se me ocurrió una tontería para seguir molestándolo. Retomé la caminata sólo para rebasarlo y girar sobre mis talones, enfrentándolo de nuevas cuentas pero al revés.

    —De cualquier forma, Sir Dante, eso no lo exime de sus responsabilidades para conmigo, Su Excelencia —dije toda pomposa y hasta alcé bien, bien la barbilla, montándome el teatro—. ¿O creyó que se salvaría tan fácil?

    Relajé la postura no mucho después, acompañándolo de una risa ligera, y me desvié hasta apoyar la espalda en los ventanales.

    —Así que, ¿te fue bien en las pruebas? Pero ¿super super bien? ¿O bien normal?
     
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    Nekita

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    —Tenía la ligera idea de que podía pasar, pero no esperé ser descubierto... —Había sido mucho que explicar y demasiada discusión sobre lo que se podía o no hacer aunque realmente su padre nunca estuviera en casa y muy probablemente frecuentara lugares mucho más dañinos si no tenía cuidado, ni hablar de los viajes que a veces solía hacer también —, no creo que me sienta especialmente mal, pero se que es algo que me daba mucha curiosidad, además, seguro debió ser muy divertido ver a todos en gala.

    Sentía incluso que podía haber sido toda una fantasía, pero ya nada se le podía hacer y no ganaba mucho lamentándose.

    Miró curioso toda esa táctica de Anna que al final le arrancó una pequeña risa, siguiéndolo con la mirada para no perder sus movimientos —En lo absoluto, su majestad~ jamás pensaría que eso me libraría de mi deber hacia su persona, esperaré a que se cumplan las condiciones para poder cumplir mi promesa.

    Caminó tan solo para poder posicionarse cerca suyo, aunque sea para ver el paisaje por las ventanas.

    —Creo que fui el mejor tiempo cuando nos pusieron a correr... realmente no fue algo que esperara, realmente no me gusta hacer ejercicio, pero...ahora puedo decir que soy bastante rápido, ¿qué tal? ¿Suena algo que vale la pena presumir, Anna?
     
    Última edición: 4 Julio 2021
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    Gigi Blanche

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    Parpadeé un par de veces mientras me explicaba lo que había ocurrido en torno a la fiesta. No estaba segura de entenderlo del todo, con lo estúpidamente permisivos que habían sido mis viejos siempre y ahora aún más, que papá no estaba nunca y a mamá ya no le daba la cabeza para cuidarme. Así y todo, sabía que había adultos muy estrictos ahí afuera y qué coñazo tenía que ser, por favor.

    —Eh~ ¿Conque intentaste escaparte? Sneaky~

    No quería convertir del asunto un gran dilema ni él parecía ansiarlo tampoco, de modo que opté por bromear un poco y dejarlo correr. Normal que le diera curiosidad, por otra parte, con semejante parafernalia que se habían montado. Me encogí de hombros, saqué el móvil de mi falda y lo agité suavemente junto a mi rostro, con sonrisa de oferta imperdible y todo.

    —Bueno, la curiosidad mató al gato y no queremos que... —Fruncí el ceño, confundida, y solté una risa poco después—. No, no, no, espera, lo estaba diciendo mal. Bueno, como sea, si quieres te muestro unas fotos. ¡Oferta ultra limitada!

    Apenas se sumó al teatro palaciego sonreí de lo más satisfecha, sin perder la diversión que francamente rayaba lo infantil, y no agregué mayor cosa porque igual no hacía falta. Le eché mi peso a los ventanales, él se acercó y pensé que el sol le resaltaba el verde de sus ojos de una forma muy bonita. No sé, como que eran puros a cagar y pensé que esta criatura debía ser incapaz de dañar a una mosca.

    Alcé las cejas, genuinamente sorprendida, al soltarme que había hecho la mejor marca. Sonreí amplio, tan amplio que me achinó los ojos, y aún con el móvil en la mano di un par de palmaditas breves. Las pulseras que llevaba encima tintinearon entre sí.

    —Pues claro que sí, claro que sí. Te felicito, oye~ ¿Puedo llevarme algo de crédito? No sé, por haber sido... eh... ¡la que te recordó que ataras tus zapatillas!

    Volví a reírme, cambiando mi peso entre ambos pies, y le mostré el móvil de nuevas cuentas para renovar la oferta que... bueno, de ultra limitada ya no tenía mucho.
     
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    Nekita

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    —¿Qué te puedo decir? Quizás si práctico un poco desbloqueo nuevas habilidades de caballero y todo...—No le importaba en lo absoluto seguir aquel tono humorístico, era la mejor forma de verlo ya habiendo superado un poco aquella frustración que había sentido en su momento, porque no era la persona más apta para simplemente escabullirse fuera de casa, tendía más a cumplir reglas.

    ...Aunque el hecho de haber intentado una vez hace años y fallar le habían desmotivado a intentarlo de nuevo por solo ganar barrotes en las ventanas.


    De igual forma, su cabeza volvió a centrarse en el punto que estaban tratando cuando mencionó que podía ver fotos que había tomado casi opacando por completo lo que hubiera dicho antes y la ilusión que le hizo estaba seguro que se reflejó en sus ojos con bastante facilidad, haciendo que redujera bastante rápido la distancia entre ambos para que le pidiera mostrar todo de manera mas cómoda.

    —Seguro que son bastante bonitas, no puedo dejar pasar esa oferta que me estás dando.—Y si aquella propuesta no fuera suficiente para haberlo alegrado un poco más, verla sorprenderse y felicitarlo incluso con esas palmaditas hizo que le sonriera genuinamente agradecido, realmente no era la gran cosa y lo sabía, pero bien hubiera podido solo contestar sin agregar nada.

    Si así era cuando no tenía su ánimo al cien por ciento, no podía imaginar cómo interactuaba con los demás cuando estaba en su mejor estado, lo más cercano que podía hacer era quizás comparar con los fuegos artificiales.

    —Muchas gracias y claro que te puedes llevar parte del crédito, qué seguro sin la charla que tuvimos antes no lo hubiera logrado, me diste información muy importante y me recordaste ese punto esencial. —Al igual que ella río también un poco de forma suave, le agradaba bastante tener una conversación así no muy seria donde pudiera despejarse y realmente esperaba qué eso pudiera distraerla también.
     
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    Gigi Blanche

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    No estaba del todo segura cómo ser escurridizo colaboraba en las dotes de un caballero, pero por el bien de esta compañía seguiría subida a la broma como que me llamaba Anna. Si hasta se me había olvidado un poco cuando le dije que no estaba en mi mejor momento, que mentira no era, pero ya era la segunda vez que Dante me ayudaba a relajarme con una facilidad irrisoria y mira, con suerte me acercaba bastante a mi simpatía usual. Otra cosa era lo que permaneciera al saberme sola, claro, pero de momento no me apetecía ni un poco preocuparme por ello.

    —Ah, yo puedo ayudarte a ser un ninja —ofrecí con tanta naturalidad que me hizo reír—. Te puedo enseñar a saltar de ventanas, trepar árboles y pasar muros, ¡y caer siempre de pie! ¡Como un gato!

    Igual, bromas aparte, todas esas me las sabía desde que era una cría y aunque últimamente no las hubiera puesto en práctica, bueno, dudaba que esas cosas uno se las olvidara porque sí. Venían en el paquete de beneficios de ser un genuino bicho de circo.

    La ilusión que le atravesó la mirada apenas mencioné lo de las fotos me hundió en el pecho una mezcla de pena y de ternura. Pena pues había quedado totalmente en evidencia las ganas que el pobre chico debía haber tenido de ir a la fiesta, y de repente, no sé, me dieron ganas de patear al dizque dragón o algo ¡que seguro era su papá! ¿Qué clase de criatura desalmada priva a su hijo de divertirse un rato? Ni que Dante tuviera pintas de poner un pie en la calle y cargarse medio vecindario, por favor.

    Y bueno, ternura por obvias razones.

    Total que me cedió parte de los créditos por su marca en las pruebas físicas y di apenas un saltito en mi lugar a modo de festejo. La manía me quedó impresa en el cuerpo y me seguí balanceando sobre los talones otro rato.

    —Listo, no se diga más, ahora seré tu patrocinador oficial y llevarás el logo de mi empresa en el centro de la espalda, bien, bien grande.

    ¿Qué empresa era esa, exactamente? Ni idea. Dejé el asunto allí y desbloqueé el móvil, indicándole con una mano que se inclinara para ver bien y sonriéndole como si fuesemos a clavarnos el acto delictivo del siglo. Me zambullí en la eterna galería de fotos y bajé rápido hasta alcanzar las del sábado. No había sacado tantas como desearía, la verdad, pero entre las mías y las que había recolectado de las redes sociales me bastaba para darle un pantallazo.

    —¡Ah! Estas primeras son en mi casa, técnicamente no interesan pero ya que estamos. Esta es Emi, mi mejor amiga, nos juntamos en casa para prepararnos pero entre toda la tontería se nos hizo super tarde. Y normal, digo, si compramos un montón de frituras y nos colgamos viendo Orgullo y Prejuicio.

    Las fotos en cuestión eran sólo tres, en una salía Emi preparando los bowls en la cocina, otra era una selfie de ambas tiradas en el sofá con toda la comida en medio y la tercera era frente al espejo, también de ambas, ya totalmente preparadas para la fiesta. Había otras selfies tontas pero esas las pasé rápido.

    —Bueno, y la fiesta. Mira, esta es del jardín delantero, tooodas esas flores blancas eran jazmines. ¡No tienes idea lo bonito que olían! Luego entrabas a un pasillo y, te digo yo, era una mansión victoriana como las de las películas tal cual. Al fondo había una piscina, jacuzzi y todo y, ah, aquí en el comedor había una mesa de beer pong.

    Las fotos eran bastante azarosas y en varias salía gente que ni sabía quiénes eran, pero contribuía a mi misión de mostrarle la fiesta. Había sacado un par de fotos en el beer pong, un vídeo también, donde se veían a Katrina, Emi, Arata y Al. Mientras éste último se reproducía seguí hablando.

    —Había un montón de juegos, creo que en el salón había un juego de la botella y en la cocina un ahorcado o así. ¡Ah, también había gente del servicio con bigote! Todos, te lo juro, mujeres incluidas. Al final con Emi perdimos el beer pong ¡pero estuvo muy divertido!

    Preferí omitir toda la información concerniente a las cantidades de alcohol que nos habíamos echado encima, claro, porque eso Dante no necesitaba saberlo. Una vez acabé de mostrarle todo mi material audiovisual me regresé el móvil a la falda y alcé la mirada hacia él.

    —Pero igual no te vayas a creer que estuvo tan guay, ¿sabes? —retomé lo que le había dicho antes, con una seriedad bien impostada—. Me aburrí bastante, de hecho, ¡no veía la hora de irme!
     
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    Nekita

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    Si bien era una oferta muy tentadora para tener cosas que incluso podían servirle en caso de que le naciera una pequeña vena de rebeldía, sabía que se arriesgaba a simplemente demostrar a ella y a si mismo, que quizás podría llegar a ser demasiado torpe y con la poca ilusión que le llegaba a dar hacer ejercicio, sonaba como una receta perfecta para el desastre acompañado de posibles sucesos graciosos.

    —No se si pueda permitirte tener un estudiante probablemente terrible y poco coordinado, no se que tan bien se traduzca saber corrr a poder ejecutar todas esas hazañas, pero podré tenerlo en cuenta, siento que serías una buena maestra~ —No podía aceptar de lleno pero podía considerarlo y así también guardarse un posible un posible tema de conversación en un futuro, lo menos que quería era comprometerse y luego no ser capaz de cumplirle o similar, no quería hacerle perder el tiempo aunque tampoco era una invitación muy seria.

    Volvió a reír un momento al escuchar todo aquello de los patrocinadores y demás al imaginarse teniendo algo así, como los verdaderos deportistas que iban allí apoyando a las marcas y estas haciendo lo mismo por ellos, si es que de la nada parecía que había subido de categoría y todo —Suena una magnífica idea, recorro el mundo corriendo si es necesario corriendo para honrar tu empresa. —Dudaba que eso fuera físicamente imposible pero si ya andaban con esas narrativas no estaba de más exagerar ya hasta un punto completamente fantástico solo para seguir con ese tono.

    Siguió su pequeña indicación para inclinarse un poco para ver las fotos, incluso permitiéndose apoyar ligeramente su mejilla en su cabeza al hacerlo y estar algo más cómodo, sonriendo un poco enternecido cuando comenzó a ver lo que le mostraba incluso aunque no iniciara la fiesta en sí —Ustedes dos tuvieron una doble fiesta, es lindo y la realeza nunca llega tarde, así que llegaron justo a tiempo, se veían como todas unas princesas, hasta combinaban.

    Sentía que era una gran y bonita casualidad ver que ambas tenían aquellos tonos morados.

    Continuó escuchando la explicación y viendo lo que le mostraba bastante atento para no perder detalles, aunque tuviera cierta voz de su padre en la cabeza diciéndole que era lo que sospechaba que solo era alcohol y las malas influencias, que todo podía pasar si andaba como cualquier otra persona tomando, meterse en problemas, etc pero eso no le quitaba lo glamuroso que había pensado que sería, saciando su curiosidad bastante bien a decir verdad.

    —Suena genuinamente interesante, paisajes de cuentos, servicio que tampoco es difícil de olvidar y juegos... me alegra mucho que se hubieran divertido aunque no hubieran podido ganar el beer pong, en otra ocasión será, ¿no? —Y que todavía estuviera tratando de minimizar la fiesta le causó mucha ternura, lo veía como algo demasiado considerado de su parte, como si tratara de evitar algo que pudiera hacerlo sentir mal —, ah~ ya veo... ¿Te tocó ser una versión de Cenicienta que huye de la aburrición? Suena una versión muy interesante.

    Se separó para volver a dejarle algo de espacio.

    —Gracias por tu reporte sobre la fiesta~
     
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    Gigi Blanche

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    Bueno, uno no veía todos los días que rechazaran sus ofertas ninja ¡pero no pasaba nada! Su respuesta, de hecho, me arrojó la ligera sensación de que a Dante le preocupaba primero ser un incordio y recién después divertirse, cosa que era bastante triste y, otra vez, me daba pena. Tampoco podía hacer mucho al respecto, si acaso arrugué la nariz y sacudí la cabeza con vehemencia, haciendo que mi cabello suelto fuera de acá para allá.

    —Nadie nace sabiendo, ¿eh? Tú mira nada más: aprender a hablar, aprender a comer, aprender a caminar. Aprender, aprender, aprender. —Extendí los brazos hacia ambos lados, bien amplio, como si pretendiera abarcar el pasillo entero. Acompañé la movida alzándome de puntillas—. ¡Y estamos en la escuela! Nos echamos la vida aprendiendo y los buenos maestros ninja se comieron mil golpes antes de serlo, así que no te preocupes por nada. —Regresé sobre mis talones y hundí las manos en los bolsillos, guiñándole un ojo por la pura gracia—. Además me gustan los desafíos~

    No se me ocurrió pensar que realmente no estuviera nada interesado y que su respuesta hubiera sido la salida política del embrollo, la verdad, a duras penas me detenía a considerar esas posibilidades. De la forma que fuera tampoco pretendía obligarlo a nada, sólo intentar tranquilizarlo si se andaba comiendo la cabeza por tonterías.

    Me reí al ofrecerse a correr el mundo entero con tal de patrocinarme, la verdad, semejante compromiso no se veía todos los días y eso había que reconocerlo.

    —Vale, te tomo la oferta, ¡pero tiene que ser en ochenta días, eh! Ni uno más, ni uno menos.

    En cuanto se acercó para ver las fotos no había esperado que estableciera alguna clase de contacto, pero sentir su mejilla sobre mi cabello me hizo pensar que realmente podía permitirse relajarse conmigo y esas mierdas siempre me echaban encima una alegría estúpida, como si pudieran curarme cualquier mal. Era mi maldita manía con cuidar a los demás, con ser la fogata, iluminarles el camino y demás. Me gustaba mucho ser de confianza para los demás, que sintieran o de plano supieran que podían acudir a mí si así lo necesitaban.

    Lo único, bueno, no había esperado que nos llamara princesas y ya estaba visto que la tontería tendía a ser mi punto débil. Agradecí que ambos tuviéramos la vista pegada al móvil, así pasaba desapercibido el ligero calor que sentí en las mejillas y el hecho de que no respondí nada concreto a su halago.

    En cuanto noté que se alejaba moví la cabeza por fin para buscar sus ojos y volví a reírme con la tontería de la Cenicienta.

    —Ah, sí, sí, aunque ¡no me dejé nada para que mi príncipe pueda encontrarme! Estuve floja ahí.

    Meneé la cabeza, relajando el semblante, y le sonreí.

    —¿Y qué tal tu fin de semana? Ya que ese horrible dragón te prohibió de semejante entretenimiento tan, tan aburrido.
     
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    Nekita

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    Se quedó en silencio escuchando como había hecho en su relato, y sí, sabía que tenía todo el sentido del mundo todo lo que estaba diciendo, nadie estaba diseñado para saber hacer todo lo que se propusiera, tenías que estar allí intentando una y otra vez hasta que te volvieras bueno y seguir así hasta que finalmente pudieras ser todo un experto. Intentar, saber que no estaba mal equivocarte y dejarte enseñar eran clave y sabía que muy seguramente le fallaba todo eso por ciertos miedos que tenía, pero claramente no era algo que le pudiera molestar a ella en caso de que eso fuera realidad.

    Y también se le veía bastante emocionada con el posible desafío.

    —Si lo pones así tienes toda la razón del mundo —Le confesó de una vez por todas —, quizás no soy tan fanático de comerme muchos golpes en el camino pero supongo que si mi instructora tiene paciencia y cuida que no me mate en el camino podría intentar un poco aunque ni siquiera se cómo se enseñan esas cosas... —Quizás lo veía como si fuera a enseñarle un parkour de menor escala, pero definitivamente no podía visualizarse haciendo eso, ni siquiera cuando había intentado eso de escapar por la ventana una vez en su vida. —¿Y tú escapabas mucho de lugares o cómo es que comenzaste a tener esas habilidades?

    Su majestad era todo terreno y era realmente era impresionante.

    —La vuelta al mundo en 80 días, lo completo, claro que sí, confiado estoy —Si no recordaba mal, no muchas personas habían hecho esas cosas pero como era una situación ficticia, no tenía ninguna clase de compromiso real, pero sería genial que en un escenario imaginario acompañara a esas posibles personas o persona en esa hazaña —. Si publicaste alguna foto seguro el príncipe se las arregla para buscarte, tienen que aprovechar el poder de ya no estar en situaciones donde dependa solo de tu zapato.

    Aquella sonrisa grande y emocionada que había mantenido durante todas esas bromas y demás se redujo un poco solo por estar recordando cosas, no necesitaba saber nada de lo que había pasado, y también tenía la suerte de que tampoco compartieran el salón de clases para que supiera que había faltado el lunes luego de esa fiesta de lo mal que se había sentido y no tener ganas de nada.

    —¿Has escuchado eso de que a veces el mal de ojo te enferma? Siento que mi dragón hizo eso y me mantuvo en cama todo el fin de semana, así que yo experimenté otra clase de aburrimiento —Se alzó de hombros para restarle importancia al asunto —, por suerte eso no dura mucho y ya estoy completamente sano, quizás por todo el reposo y eso.

    Incluso si no era cierto, quizás si su padre tenía razón podía empezar a fabricar sus propias verdades y creerlas para tapar todo lo de su realidad.
     
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    No me había dado cuenta que había quedado a la expectativa de su reacción a mi repentino discurso motivacional hasta que abrió la boca para darme la razón y oírlo me alivió bastante. Le presté toda la atención del mundo, en lo que decía que no era el fan número uno de comerse golpes en el camino y que si le tenía paciencia podía darle una oportunidad. ¿Que fuera a cuidarlo de no matarse, encima? Hombre, humor negro aparte, esa siempre había sido mi especialidad.

    Con lo que me gustaba cuidar a la gente, por favor.

    Por otro lado, a mitad de su respuesta se me ocurrió pensar que estaba confiándome un pedacito de sí mismo, quizá de cosas que le avergonzaran o le arrojaran cierta inseguridad encima, y no sé, se sintió de lo más bonito. Siempre me tomaba estas mierdas con una seriedad absoluta, las consideraba un honor y me esforzaba por estar a la altura. Sabía que no era fácil y lo valoraba un montón, así la otra persona lo viera diferente.

    Tampoco pretendía ponernos sentimentales, de modo que seguí con el teatro. Me erguí bien recta como granadero, como un oficial del ejército o similar, y ejecuté un saludo militar con el ceño fruncido y todo antes de relajar la postura.

    —¡Prometo cuidarlo, cabo! Para que no se me muera en el camino. Puede quedarse tranquilo. —Yo tampoco le había enseñado nunca a nadie cómo trepar un árbol o saltar de una ventana, pero ahora podía tomarme el tiempo para pensármelo un poco—. Ya recibirá novedades del programa de entrenamiento cuando... ¡cuando mis superiores lo aprueben!

    Cuando se me caiga una idea, quería decir.

    Me había esperado que algo de curiosidad surgiera y veníamos teniendo una charla de lo más relajada, así que me tomé su pregunta con toda la calma del mundo y mantuve la sonrisa pegada a mi rostro al responder. Ya se lo había contado a Al en su momento, en el invernadero, y quizá fuera eso lo que me permitió no creer que Dante se reiría o burlaría de mí.

    —No tanto escapar, de hecho amaba los lugares donde siempre estaba. —Quizás algo de nostalgia se me coló en el semblante, pero fue inevitable—. Antes de mudarnos a Japón, mis viejos y yo pertenecíamos a una compañía de circo. Siempre estábamos viajando y presentándonos en diferentes lugares, y bueno, de ahí desarrollé mis habilidades de mono ninja. —Solté una risa apenas avergonzada y me encogí de hombros—. Gajes del oficio.

    Se lo había soltado, sí, pero a fuerza de aplacar los recuerdos desagradables que aún mantenía de las escuelas japonesas a las que había asistido antes. Tenía que confiar, ¿verdad? Se trataba siempre de eso. El mundo nunca iba a darte nada si no confiabas en que lo hiciera y además ¿no acababa de pedirle lo mismo a él?

    Que confiara en mí.

    Dante aceptó la tontería de los ochenta días y asentí, satisfecha, volviendo el rostro para detallar el paisaje de soslayo.

    —¿Te imaginas? Ver el mundo entero desde un globo. —Me quedé prendada al cielo unos pocos segundos y luego lo miré, hablando en un tono bastante sosegado—. Debe ser de lo más bonito.

    Luego dijo que seguro mi príncipe se valía de las redes sociales para encontrarme y me reí, sin agregar nada al respecto. Fue una tontería que me dio hasta vergüenza, pero no pude evitar pensar que no hacía falta, la verdad, que ya ayer me había echado una siesta con él y tantas otras antes.

    Que ya me había encontrado.

    Y sabía que aquella sensación en el pecho al verlo con Emi era de lo más estúpida, pero vaya, si en definitiva yo estaba tonta y con ganas. Eso quedaba fuera de discusión.

    Me dio que la sonrisa de Dante perdió parte de su brillo al preguntarle por su fin de semana, y temí haber pisado donde no debía. De la forma que fuera me brindó una respuesta y así fueran verdades a medias, verdades disimuladas o lo que fuera, pensé que me agradaba mucho, mucho la honestidad de este chico.

    Apenas oí que había estado enfermo no pude evitar acordarme de Kohaku, pero lo aparté de un manotazo.

    —Qué ladilla, oye. —Volví a buscar su zapato para chocarlo con el mío y le sonreí ampliamente, como buscando animarlo o que mi sonrisa se le contagiara, así recuperaba aquella con ese brillo tan bonito—. Al menos dime que tomaste mucho caldito de pollo, así me quedo tranquila.

    Ni siquiera había notado que desde la tontería del globo había suavizado un montón el tono de voz, y aún menos que muchas de las cosas que me pesaban en el pecho, al menos temporalmente, se habían disuelto.

    —¿O te hiciste alguna maratón? Porque era la oportunidad perfecta y mira, si me dices que no voy a sentirme profundamente decepcionada.

    mil perdones por el pedazo de tocho i just love lo mucho que dante calma a annita *sobs*

    Also esta niña ya mataría por el niño tengo cero pruebas y cero dudas al respecto
     
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    Asintió enérgico casi al instante, imitando la posición de firmes y el saludo militar de los soldados como si estuviera reasegurando su orden y casi sellando su destino. Iba a tener que prepararse y no precisamente para estar haciendo actividades físicas, incluso si es que no llegaba a realizarse todo eso no estaría mal si un día de esos decidiera aplicar por ejemplo, el consejo de Zeldryck y simplemente vivir su vida como si no hubiera un mañana, alejado de sus rutinas, no cediendo tanto a la vergüenza y el miedo.

    Pero si pasaba, definitivamente sentía que no era alguien que fuera a simplemente burlarse de él a sus espaldas o directamente frente a él, todo lo contrario, eso quizás le daba un poco más de confianza a aceptar.

    —Aunque su Majestad Coronel —Más rangos se iban agregando a sus títulos de poder y no le molestaba en lo absoluto, incluso estaba dispuesto a hablarle con una repentina formalidad como si fuera algo muy serio —, como también soy su caballero y cabo debo recordarle que ahora estoy más en sus manos, así que, si llega o no, le tendré confianza. —Y como ya había imitado el saludo militar, lo ideal era que imitara algo de caballero esperando que no fuera algo realmente incómodo solo por el bien de la narrativa que llevaban. Tomó una de sus manos con suavidad y luego de una reverencia le besó el dorso de esta para "cerrar" aquella declaración, dejándola ir no mucho después.

    Volvió a recargarse sobre la pared de la ventana para escucharla de una manera un poco más atenta, sorprendiéndose de una muy buena manera al escuchar la verdadera razón por la cual sabía hacer todas esas cosas, y por la forma en la que estaba hablando sabía perfectamente que habían sido buenos momentos que seguro atesoraba bastante.

    —Debe ser increíble vivir esa experiencia, ¿no? De cierta forma una gran familia, viajando por el mundo y viendo los talentos de todos, hacer arte —Era fascinante, ni siquiera era una posibilidad que hubiera barajeado para una posible historia de origen, luego como ella, miró hacia el cielo visualizando como sería viajar así como en el libro sin poder evitar a tener la misma sonrisa de antes, eran fantasías bonitas —. Seguro que sí, probablemente lo sentirías mas personal y fantástico que en un avión o tren, navegando por las nubes y pasajes que probablemente no olvidarías.

    Por primera vez en la conversación le devolvió uno de los toquecitos con su zapato, aunque no sabía muy bien si era porque sí o porque quizás quería hacer parecer ese tema realmente poco importante al distraerla con ese detalle —No recuerdo si fue de pollo pero estoy seguro que tuve algo caliente para tener algo más de confort en cama, no te preocupes. —Y como si ya se hubiera desencadenado un efecto mariposa entre las bromas, los momentos cálidos y demás hasta se animó a acariciarle un poco el cabello para acompañar aquello último, que se centrara que ya estaba bien en ese momento.

    O en ese instante más bien.

    —Me vi las que pude de Ghibli pero no te mentiré, soy de los que normalmente parece que invernan cuando se enferman, activo el descanso máximo, quizás eso incluso ayuda un poco a mejorarme más rápido.

    No era en lo absoluto bueno estarle mintiendo, no cuando parecía un momento tan bonito pero tampoco podía arruinarlo con verdades que ya no podían ser cambiadas y que en realidad, ella no necesitaba cargar en lo absoluto.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Verlo asentir con tanto ahínco a mi tontería sólo contribuyó a que me siguiera subiendo a la idea con una motivación estúpida. Hacía diez minutos ni se me habría ocurrido pero ahora ya estaba, ahora era mi nueva misión de vida entrenar a Dante o, como mínimo, hacerlo mover un poco el esqueleto. Salir a correr sería aburrido, además ya estaba visto que en eso era muy bueno, ¿trepar un árbol, quizá? ¿Sería demasiado? También podría arrastrarlo a practicar kickboxing pero no se me hacía el tipo de persona que disfrutara soltando golpes y, como él ya había mencionado, mucho menos recibiéndolos.

    Bah, ya se me ocurriría algo, si para montarme ideas locas era mandada a hacer.

    Me tragué la risa al oírlo decirme Majestad Coronel así no lo interrumpía, pero gracia sí que me hizo. Resulta que no sólo tenía un caballero sino también un cabo, y ¿qué había hecho para merecerlo? Ni idea. No tenía idea pero que dijera que confiaba en mí se revolvió con algunas de las mierdas que venía pensando y pestañeé, siguiendo sus movimientos en silencio al verlo inclinarse y besar mi mano. No había esperado que un chico como Dante se animara a establecer esa clase de contactos, y así como me hacía feliz también me puso un pelín nerviosa. Sólo esperaba que las mejillas no se me colorearan otra vez.

    —¡De pie, Sir Dante, Caballero Cabo! —exclamé con firmeza, perpetuando el teatro para barrer o al menos disimular la ligera cuota de vergüenza—. Siempre de pie, no necesita agachar la cabeza frente a nadie. ¿Queda claro?

    Un poco a broma, un poco a posta. Él podía tomarlo como quisiera.

    El cuerpo se me relajó un montón al recibir su respuesta tras contarle que había vivido en un circo, si incluso me lo quedé mirando con una sonrisa pegada en los labios. Era mezcla de alegría, calma, agradecimiento y vete a saber cuántas cosas más, el caso era que no me arrepentía ni un poquito de habérselo soltado y no podía poner en palabras lo mucho que disfrutaba ser capaz de hablar sobre mi gran familia sin temor a ser señalada o ridiculizada. Asentí con vehemencia, compartiendo su opinión.

    —Más que por el mundo, casi siempre nos mantuvimos dentro de un mismo país. Pero es un país grande ¡así que vale! Y sí, realmente es increíble. Nunca me alcanzarán las palabras para agradecer la niñez que tuve.

    Repasé su perfil un par de segundos mientras seguía prendado del paisaje, pues más allá de su respuesta sobre ver el mundo desde un globo me quedé fijada a la palabra que había usado, esa que también apareció en boca de Al.

    Arte.

    Artista.

    ¿De verdad eso era?

    Había acabado mordiéndome el labio y me distraje lo suficiente al recibir su golpecito con el zapato para dejarlo ir. Alcé la mirada a él y sonreí por reflejo, dispuesta a escucharlo. Me aseguró que había tenido algo caliente para comer y otra vez me sorprendió al alcanzar algo de mi cabello y acariciarlo. La cabeza se me activó un poco pero tampoco quería precipitarme ni mucho menos arruinar la confianza que, al parecer, había logrado construir con Dante. Ni siquiera me desagradaba que hiciera esas cosas, sólo me ponían un poco nerviosa por si no estaría yo haciéndome ideas raras, ideas que no correspondían y que si les daba demasiado peso acabaría tomándome por loca o qué sé yo. En definitiva sólo quería que no me preocupara, ¿verdad? Y ya sabía yo que era un chico muy amable.

    En pocas palabras, mejor no le daba relevancia y ya.

    —¿De Ghibli? —repliqué, emocionada, y regresé sobre mis talones al notar que me había elevado apenas—. ¿Cuáles te viste? ¡Mi favorita es El castillo ambulante!

    Tonta yo, si fuera un poquito más avispada o inteligente quizás habría sido capaz de notar que no estaba siendo honesto, quizás habría podido ayudarlo mejor y todo. Pero no veía hilos, no tenía un sexto sentido, a duras penas conservaba la cabeza pegada al cuello y eso era todo lo que había.
     
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    Nekita

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    Se limitó a solo asentir ante su comentario con la mayor seriedad posible, eso si no era algo que sentía que podía cumplir si era completamente honesto, una cosa era salir de su zona de confort con una persona al creer que no habría demasiado que perder, pero transformar toda su personalidad y la forma en la que acostumbraba a hacer las cosas era bastante difícil. Realmente se movía de esa forma y era lo que hacía que se mantuviera fuera de problemas como ya lo había comprobado y tampoco sentía que ganara muchas cosas no haciéndolo.

    Fuera de eso, tampoco estaba prestando demasiada atención a lo que pudieran estarle causando las acciones que se estaba atreviendo a hacer solo por el "bien" de las bromas que estaban haciendo, porque probablemente si lo estuviera pensando demasiado o prestando la atención debida hubiera pensado en hasta darle el doble del espacio personal que estaba teniendo para no arriesgarse a sentir que la pudiera estar incomodando de alguna forma, incluso si no fuera el caso.

    —Bueno, de cierta forma era tu gran-pequeño mundo, ¿no? —Estaba seguro que había muchas personas que ni siquiera viajaban dentro de sus mismos países así que ella ya llevaba una gran ventaja —, algo que recordaras para toda tu vida de muy buena manera, es muy lindo.

    Quizás en eso también pudiera tener mucha ventaja en varias personas, en comparación con él, sentía que hasta cierta parte, todo había estado bien y merecía ser recordado.

    —El viaje de Chihiro es mi favorita —Sobre las películas, tan siquiera esa parte era honesta aunque no fuera especialmente de los días que ella había preguntado —, de allí por fin vi Ponyo y Totoro, había visto a los personajes en todas partes y sabía en sí su historia pero me di cuenta que jamás me había dado la oportunidad de ver sus películas, me gustaron bastante.
     
    Última edición: 4 Julio 2021
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Obviamente no pretendía modificar la personalidad de este chico de la noche a la mañana ni nunca, de por sí no contaba con el derecho siquiera de intentarlo conociéndonos tan poco. El caso era que me gustaba soltar mierdas motivacionales, me gustaba ser de utilidad y ayudar a las personas que me cayeran bien en la medida de lo posible. Quizá también me gustara sentirme cool con aquellos aires de trotamundos rebelde, aunque luego no fuera más que una estúpida del montón. El caso era que, consciente del todo o no, estaba empezando a pillarle a este chico algo muy parecido a cariño genuino. Sí, así de rápido porque así de tonta era.

    Lo dicho, dos mimos y ya movía la cola.

    Asentí bastante emocionada a la idea del gran pequeño mundo, porque llevaba toda la razón. Ya lo había pensado en su momento, era y no era de ninguna parte, me movía con el polen del viento y dejaba un cachito de corazón aquí y allá, de forma indiscriminada. No poseía un hogar concreto, por ende, sino que eran las personas a las que amaba. Y esas estaban repartidas por todo el globo.

    —Sí, y a veces lo extraño mucho. Pero bueno, ya algún día lograré aceptar que fue una etapa de mi vida y que aquí también puedo encontrar cosas buenas. Todo es cuestión de perspectiva, ¿no?

    Aunque siendo honestos, Japón no se cansaba de cerrarme a hostias.

    Alcé las cejas al contarme que su favorita era la de Chihiro y sonreí con ganas, girando el cuerpo hacia él y apoyando esta vez el hombro en los ventanales.

    —¡Esa la volví a ver hace poco! Hacía varios años de la última vez, de hecho, y me di cuenta de cuánto cambia verla ya crecidito. Son pelis que simplemente no te cansas de ver, ¿o no? —Fruncí apenas el ceño al mencionarme las que había visto por primera vez, aunque no tardé en recuperar la alegría de siempre—. Ah, Totoro no la vi, pero suena a un buen momento para hacerlo. Si la veo te contaré qué onda.

    Le di un golpecito en el pie, pues por la pura gracia de ya haberlo estado haciendo un rato, y reí brevemente.

    —Bueno, a ver, ya hablé demasiado sobre mí. ¿Tú naciste aquí? ¿O te mudaste de otro lado?
     
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    Nekita

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    Sabía que le iba a dar la razón a lo dicho, sí, no se iba a poner a decirle lo contrario porque sería probablemente la cosa más desmotivante que podías hacer cuando alguien te confiaba algo así y también porque tampoco estaba seguro si podía contestar algo negativo si lo aplicaba a su vida. Todo lo sucedido en su vida lo había hecho entender que incluso si aceptaba que ciertas cosas solo fueron una parte de su vida, no podía evitar añorarlas y desear seguir allí; Se atascaba una y otra vez por mucho tiempo y llegar a buscar cosas que le pudieran brindar confort o algo similar llegaba a ser abrumador al no poder verlo.

    Aunque lo detestara, podía intentar unir todo de vuelta aferrándose a las cosas que le iba marcando alguien más al quitarle mucho peso de encima, si es que ya ni siquiera recordaba desde cuando había detenido el irse a tomar fotos por allí para sentir que estaba teniendo algo bueno.

    —Siento que a veces cuesta pero, con la compañía indicada e intentos suficientes...—No podía asegurar lo primero pero en lo segundo ya le quedaba claro que Anna en definitiva era de las que podían seguir intentando e intentando hasta conseguir algo —, todo puede ser posible. Así que seguro aparecerá cuando menos lo esperes, como normalmente le gusta actuar al mundo.

    ¿Había dado en el blanco a algun posible top 5 de Anna con el viaje de Chihiro para obtener esa reacción tan emocionada? Esperaba que sí.

    —Lo mismo me pasó a mi, la verdad es que sí... por mucho que ya la veas una y otra vez siempre habrá cosas que seguirás descubriendo ya sea porque no las viste o porque las olvidaste, totalmente películas de confort —Sonrió ligeramente nervioso por el repentino ceño fruncido cuando mencionó las que recién había visto, era completamente entendible, sí, pero tan siquiera había redimido su pecado —. Si te ves más de una peli del estudio aprovechando que podrías verla, quizás incluso pudieras ir al museo Ghibli, si no recuerdo mal, esta en Mitaka.

    Como extranjera quizás no lo hubiera visitado todavía, y si le gustaba el estudio, quizás fuera una buena atracción.

    —Yo... no creo tener las historias más interesantes del mundo ni nada —No podía pensar en algo que contar de su vida por su cuenta normalmente al estar siempre en largas rutinas —, mi madre es japonesa y mi padre inglés, aunque soy japonés por nacer aquí, no estoy seguro que nacionalidad escogeré cuando sea necesario porque, aquí no puedo tener ambas, supongo que dependerá de lo que necesite. —O lo que su padre creyera más conveniente, ni siquiera sabía que iba a hacer de su vida pero tenía el reloj contando hasta que tuviera 21 para no tenerse que meter en algún problema o algo similar.

    —¿Te gustaría saber algo en particular?
     
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    Gigi Blanche

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    Pretender categorizar la vida como una experiencia lineal era, cuanto menos, ridículo. Ni siquiera estaba segura de que tuviera demasiado sentido buscar un balance, aguardar por un aparente equilibrio o definir hitos sobre los cuales apoyarse para hacer tal o cual cosa, sentir tal o cual emoción. Eso no lo volvía fácil, por supuesto que no, pero como mínimo era un punto a favor, ¿verdad? Ir bien encaminado.

    A veces nos estancábamos, a veces nos hundíamos en el fango con semejante lentitud que lo notábamos demasiado tarde, cuando ya nos tenía atrapados de la cintura y cuanto más lucháramos, más nos engullía. Si me detenía a pensarlo podía ver un montón de cosas frente a mí. Podía romantizar los recuerdos de mi infancia, podía oír aún sus risas, las voces de mi gran familia, sus instrumentos inundando el aire nocturno en torno a la fogata crepitante. Podía, también, ver monstruos y paisajes acromáticos. Verme a mí misma como una sombra, un monigote silencioso, recorriendo los pasillos de mi anterior escuela, bajando a comprar refrescos y sonriendo en momentos predeterminados. Podía ver la sangre en los nudillos de Kakeru y sentir el ardor de un par de pulmones que no reciben aire.

    El caso era que pretender categorizar la vida como una experiencia lineal era cuanto menos ridículo, y aferrarse al pasado que fuera, malo o bueno, sólo te entumecía. Lo único de valor era intentar. Seguir, seguir y seguir intentándolo, así no tuvieras ni puñetera idea de qué espera al final del camino. Nunca lo sabemos, de hecho, y por ello podemos acabar siendo unos necios o tozudos de cuidado, pero ¿importa? ¿Importa realmente cuando sólo flotas en el fango, cuando a tu alrededor hay muchos otros imbéciles y tú aún puedes mover las manos?

    Me limité a asentir, así tuviera muchas mierdas dándome vueltas en la cabeza, porque en definitiva no me sentía del todo bien y no quería arriesgarme a echarle encima esas cosas a Dante, pobre criatura. Suficiente llevaba haciendo ya tras acercarse dos veces que precisaba distraerme un poco, y también un poco de repente pensé que entre medio no se me había ocurrido buscarlo o charlar con él ni una sola vez.

    —¡Lo sé! Llevo varios años en Japón y aún no he ido al museo de Ghibli, ¿puedes creer? Shame on me.

    Me había puesto muy seria al decir aquello último e incluso agité la mano junto a mi cabeza, como si hiciera sonar una campana. Bueno, era una referencia muy pero que muy específica a Game of Thrones así que lo dejé correr con naturalidad.

    —¿Tú has ido, Sir Dante? Al museo.

    Apenas dijo que no poseía las historias más interesantes del mundo me dieron ganas de, no sé, estampar las manos en sus mejillas y echarle encima la regañina de su vida. No toleraba que la gente se menospreciara, en especial cuando eran personas tan buenas como Dante, pero nada que hacerle, ¿no? Al menos de momento. Otra vez, no pretendía remover el bagaje que cargaba a la espalda de la noche a la mañana y temía ofuscarlo, de modo que lo dejé correr y ya. Le presté atención al resto y sonreí, divertida.

    —¿Hablas en inglés, entonces? Mi mamá también es japonesa, y papá es argentino. Por eso sé español. Y bueno, ¡suerte con la crisis de nacionalidad!

    Luego me preguntó si había algo en particular que me gustaría saber y por un instante chispeó en mis ojos un dejo de emoción, como si fuera una cría que sueltan en la tienda de juguetes y le dicen que elija lo que quiera. Deposité el costado de mi rostro sobre mi mano, pensativa, hasta que di con algo medio de repente.

    —¿Tu canción favorita? Puede ser una medio histórica aunque ya no la oigas mucho o con la que estás obsesionado ahorita. Lo dejo a libre criterio~
     
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    Reual Nathan Onyrian

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    Fui asintiendo a medida que Alethea me iba explicando como era el tema de los gestos y las reverencias. Hablaba calmado, lento, tranquila. Todo lo contrario a mí. Vaya, podría aprender un poco de ella sobre eso. Bajar los decibeles, tranquilizarse, cambiar la marcha a una más baja. Era bueno igual saber que todo el tema de las disculpas no era tan complicado como lo hacían parecer desde afuera. Por lo menos, no tenía que aprenderme toda una tabla de reverencias y saludos de memoria.

    — ¿Un honor? Oh, vaya, no sabía que era tan importante. ¿Tendría que haberlo formulado de otra manera? O sea, genial que aceptes, y que además pareces contenta de hacerlo, me alegra mucho. Bah, perdón, soy yo haciéndomo un embrollo. Esto de entrar de lleno en una cultura nueva la verdad que me dejó un poco patidifuso —me encogí de hombros, sonriente.— Nah, lo decía principalmente para que no te sientas presionada, o si incluso te sentías más cómoda con otras chicas alrededor, no sé. Creo que igual tener muchas maestras va a embrollarme más los nudos en la cabeza, en vez de aligerarlos.

    Solté una pequeña risa, y la seguí por las escaleras. Por suerte, ella parecía que llevaba toda su vida con calma, así que la subida no tuve demasiados inconvenientes. Si bien creía que dentro de poco iba a tocar el timbre para las clases, teníamos todavía algo de tiempo. Se frenó apenas llegamos al tercer piso, y tuve que volver a clavar los tobillos en el suelo para no llevármela puesta. De nuevo.

    Contemplé el celular que me pasaba, y le sonreí, mientras lo tomaba.

    — Como no —comenté, mientras sacaba el mío del bolsillo y se lo entregaba.— Aquí tiene, señorita. Agéndese como diga su corazón.

    Yo iba a hacer lo propio con el celular de ella, pero me detuve. Mierda, estaba todo en japonés. Me rasqué la cabeza por unos segundos, mientras me guiaba solamente por los símbolos de las aplicaciones. Bueno, por suerte parecía que los números estaban en occidental, lo que facilitaba un poco las cosas. Sin embargo, escribir mi nombre iba a ser complicado. Simplemente se lo extendí, con una sonrisa.

    — Bueno, y tú agéndame como quieras. Porque yo no quiero toquetear demasiado las teclas y escribir cualquier cosa.

    Tomé mi celular de vuelta y continué camino por las escaleras. La miré por sobre el hombro. Era bajita. Bueno, para mí, el mundo solía ser bajito.

    >> Y Alethea... dime, ¿sueles hacer algo aparte de ir a la escuela? ¿Alguna actividad, algún deporte, un hobby? ¿Trabajas? De hecho, eso me recuerda. ¿Sabes de algún lugar por aquí cerca que estén buscando estudiantes para trabajos de medio tiempo? Me vendría bien el dinero. Oh, ¿y asistes a algún club?

    Club. ¿Qué me sonaba tan conocido de eso? Club... club...

    Mierda.

    Tenía que hablar con Joey.
     
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    Nekita

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    —Quizás es que debías esperar al momento de ver de nuevo muchas películas del estudio para ir y disfrutar más la experiencia~ —Tratar de enfocar todo a algo un poco más positivo sabía que pudiera no ser algo tan necesario por entender perfectamente que no estaba hablando cien por ciento en serio, pero quizás hasta eso le diera una idea antes de aventurarse a ese museo —, y sí, creo que solo una vez con mi mamá, fue algo muy bonito de ver, como si entraras a las películas.

    Uno de los recuerdos bonitos que solía recordar y seguro nunca iba a tratar de olvidar aquello de la misma forma en la que Anna guardaba con tanto cariño de su infancia con ella.

    —Sí, creo que hablo más en inglés con mi papá que otra cosa, ¿tú hablas en un idioma en específico con alguno de los dos? —Le causaba bastante curiosidad, porque sentía que quizás la madre de Anna ya había dominado el español y quizás incluso fuera más cómodo para todos hablar en ese idioma, en comparación a su padre le resultaba más cómodo que hablaran inglés, aunque estaba casi seguro que la elección del idioma era justo porque sus empleados no lo entendían y aunque muchas veces podían ver sus reacciones, no podrían entender en sí que era lo que lo había causado —, la necesitaré, muchas gracias.

    Aunque prefería mucho más un golpe de suerte donde simplemente ya permitieran tener ambas nacionalidades como muchos otros lugares, eso haría todo muchísimo más simple que hacer a gente debatir sobre que nacionalidad pudieran preferir.

    Se tomó unos cuantos segundos que le parecieron bastante largos para acceder a su biblioteca mental sobre qué cosas había estado escuchando recientemente, delataba bastante que realmente no solía hablar de cosas sobre él, realmente le gustaba más escuchar sobre los demás y conocer de ellos —¿Boy in the bubble? Creo que así se llamaba... el artista es Alec Benjamin, me gusta porque es como una especie de mini historia convertida en una canción, incluso creo que muchas de sus canciones son así.

    Vaya vergüenza, tanto tiempo para una simple canción.
     
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Mi hermano solía mantener una gran campo permeado de parches en blanco entre nosotros, por lo que probablemente aunque me hubiese comentado sobre Sean en el instituto no me hubiese tensado ni mucho menos cuando el chico había sido tan amable con nosotros en Serbia, por lo que lo único que me mantenía alerta era que de su propia boca salía el que no le diese confianza de nada, y bueno, si él lo decía tal cual como hizo con Tolvaj en su momento no sería yo quien no le creería una sola advertencia.

    Era mi gemelo a fin de cuentas.

    Bajé las escaleras un poco rápido, esquivando a los estudiantes que subían ya a sus respectivas aulas, un poco porque nisiquiera sabía si la encontraría ahí, si tendría que buscarla, o si yo llegaría a clase antes de sonar el timbre. Con las notas poco decentes que solía tener mantenía al menos un buen registro de asistencia y puntualidad, algo de lo que sostenerme por decir algo. Ya al llegar al pasillo busqué con la mirada el letrero de la clase, deteniéndome en el marco de la puerta, asomándome como perro curioso hasta dar con sus ojos.

    —Hey, Kurosawa —la llamé con ligereza esperando a que se acercara, escaneándola casi como buscando rastro de fiebre o algo—. Te vi hace un rato en el pasillo de abajo —murmuré estirando la derecha para poner el dorso de la mano sobre su frente al no notar rastro de fiebre de a pura vista, a lo que sentí su temperatura estable, por lo que me limité ahora a solo preguntar—. Quería saber si estás bien, o si te duele algo.

    Retiré el tacto al atribuirlo quizá a un dolor de estómago, o alguna otra cosa, inocente de que al verla en el pasillo inferior pensándose si entrar o no a la enfermería no se trataba porque estuviese indispuesta de salud o algo similar, sino intimidades por las que nunca preguntaría directamente si tuviese una ligera idea de ellas.

    Yáahl UnzoldparatiShioribb
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Había salido de los baños sin más, ya en el pasillo me había medio acomodado el cabello antes de subir y pasé como una campeona de Hiradaira y el otro muchacho que estaban allí. Ella parecía tranquila y tampoco iba a ser yo el pedazo de mierda que le arrebatara eso, ni que fuese tan puto loca tampoco. Había un mínimo de respeto que se le tenía a la gente y si los famosos lobos no lo tenían conmigo no implicaba que yo no fuese a tenerlo con el resto, al menos hasta dónde me fuese posible.

    Dejé el maletín a un costado del pupitre y estaba por sentarme cuando me pareció ver a alguien asomarse en la clase, el movimiento atrajo mi atención y choqué con la mirada de Zoldryck, que había salido de vete a saber dónde mierdas si se supone que estuviese en su pasillo. Me llamó y ni modo de dejarlo colgando, así que me acerqué a la puerta y me soltó que me había visto en el pasillo de abajo.

    ¿En el debate de enfermería o baños o cuando subí para evitar a Katrina?

    Antes de que me diese cuenta había estirado la mano para ver si tenía fiebre o algo, así que asumí que me habría visto con el debate mental cuando me vio. No reaccioné realmente, si acaso parpadeé ante el tacto y ya. En otro momento de mi vida seguro me habría lanzado algo de sangre al rostro, que con todo seguía siendo japonesa y ese repentino tacto era de lo más raro, pero ahora estaba muy ocupada tratando de no soltarle el incendio encima.

    Más raro era que hubiese aparecido allí para preguntar, siendo que no había ya un solo diablo que se preocupara por mi existencia y lo había pensando, estaba sola como la mierda.

    —Estoy bien —respondí en el tono de voz de siempre, sosegado, y alcancé a dedicarle una sonrisa—. No te preocupes, senpai.

    Sola.

    Sola en la escuela.

    Sola en casa.

    Sola en cualquier parte.


    La estupidez que me pasó por la cabeza era egoísta que te cagas, era un impulso sin sentido, algo surgido de quién sabe dónde al ver a ese chico aparecerse sin más para preguntarme cómo estaba y saber que no tenía realmente nada más que un montón de piezas. Me rayó en la mente que quizás solo usaba a las personas en base a las funciones que veía en ellas.

    Y de repente este pobre diablo tenía una, una sola.

    Solté el aire por la nariz despacio y sin pensar nada más un puto segundo me incliné hacia él, mi frente alcanzó su pecho, el cabello se desparramó desde mis hombros y cerré los ojos. Era tibio y no estaba lleno del maldito fuego que me consumía por dentro, tampoco era el océano frío de Altan, ni la tierra helada y las lenguas de fuego de Dunn. No era nada en específico, pero a la vez era algo.

    El consuelo, quizás, de que alguien se había aparecido sin pretender necesariamente ponerme en movimiento o regresarme a un centro al que no volvería jamás. No había preocupación abrumadora como lo era la de Nagi y para la gracia este chico tampoco era una amistad cercana, así que no tenía aquel miedo espantoso de arruinarle la vida con mis mierdas.

    Porque no debían interesarle y ya, no lo suficiente, pero su cuerpo estaba tibio y al menos me decía que había alguien.


    Puras cagadas se marca esta estúpida, qué decir
     
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    La tonalidad de su voz no me permitió entrever ningún tipo de malestar a lo que me iba a relajar para ofrecer lo que le había pedido a Génesis arriba, a fin de cuentas se lo había pedido para ella en caso de que estuviese mal, pero sino lo estaba tampoco es como si no fuese a hacerlo, sin embargo en cuanto me dispuse a aligerar la mochila sobre mi hombro su frente se apoyó en mi pecho, sintiéndola quizá un poco más pequeña de lo que era en realidad, como si lo que había soltado antes de eso se hubiese desvanecido en unos instantes, recordándome a Allen en el proceso. Entorné la mirada ligeramente.

    Que no me preocupara había dicho.

    Pero mira lo que estás haciendo.

    No pareces estar bien, para nada.

    Por pura inercia mi mano izquierda se posicionó en su cabeza, acariciando apenas sus hebras negras hasta la altura de su nuca, repitiendo el proceso. No podía mentirme y decir que si hubiese tenido idea de en lo que me estaba metiendo no me hubiese pensado el hecho sobre no escarbar absolutamente nada al respecto, sin embargo tampoco me atrevería a alejar a una persona que claramente estaba pasando por algo quizá no muy llevadero, a fin de cuentas era como lo decía mi hermano, lo importante era estar, saber estar, y estar bien para quien lo pasa mal. Mis orbes se deslizaron por el salón de clase notando la cantidad de ojos encima, aunque en esta ocasión la sangre no se me acumuló en las mejillas.

    Quizá porque con su acción me había hecho ceñir la situación de cautela.

    —¿Vamos a la enfermería? Te traje algo y eso... te pondrá mejor, lo prometo.

    Poco me importaba ahora tener una falta en clase.

    Te lo puedes arrastrar si quieres <3
     
    • Adorable Adorable x 3

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