Pasillo (2º piso)

Suavicé la mirada al notar su clara sorpresa mezclada con ¿pánico? Seguramente nos imaginó en medio de la cafetería durante el receso con los tacones puestos, haciendo el ridículo. Vamos, tenía dos dedos de frente. La azotea o el invernadero estarían bien, suponía. Luego también se horrorizó por la estupidez del sugar daddy y se me aflojó parte de la tensión en una risa fresca. Solté un suspiro.

—No lo sé, ¿quizá? —Me encogí de hombros, ligeramente desanimada—. Igual no sé de dónde sacaré el dinero, me encantaría ir a la fiesta pero no me haré muchas ilusiones y eso.

Mejor mantener los pies en la tierra, ¿no? Parecía que me descuidaba dos segundos y la realidad aparecía para darme vuelta el rostro de una bofetada. Casi como si me dijera despierta, estúpida, ¿te piensas que vives en un sueño?

—Ah —dije de repente, corriéndole el cabello; al final no me contuve, ¿eh?—. ¿Hoy almorzamos juntas? Podemos ir al invernadero, estar tranquilas y eso, ya sabes. Charla de chicas~

No descartaba, la verdad, la idea de contarle un montón de cosas. Sobre Kakeru, los rumores, las mierdas que acabé tragándome y ahora todo el lío con Altan. Una parte de mí no quería dejarlo adentro, dejarlo pudrirse, infectarme y convertirse en veneno.

No quería.

Me incliné hacia adelante con una sonrisita pegada al rostro, le estampé un beso en la mejilla y me deslicé hacia un costado, en dirección a mi aula. Ya no faltaba nada para que la campana tocara y una parte de mí, por alguna razón, se había puesto nerviosa. ¿Era por la idea de ser honesta con Emily? Quién sabe. La busqué por sobre el hombro ya estando a unos metros de distancia y le concedí otra sonrisa.

—Si quieres, me buscas cuando toque la campana —fue lo último que le dije antes de desaparecerme.

 

Había dejado la chaqueta en la clase porque ya con la calidez del mediodía salía un poco sobrando, así que al menos esa parte que decía a gritos que las invitaciones estaban asociadas a mi persona había desaparecido por el momento. Bajé las escaleras despacio, luego de haber sacado de la mochila un café de lata que me había comprado en la mañana en la máquina antes de comenzar la repartición.

Le di un par de tragos mientras llegaba al segundo piso en dirección a la clase de Liza, recién dándole vueltas al anuncio de lo de los puestos libres en el Consejo Estudiantil, no porque me interesara como tal postularme para nada, porque tenía bien claro que no era candidato para nada que tuviera que ver con la escuela, así como tampoco era que tuviera capacidad de liderazgo o algo; pero sí que me podía llegar a interesar ver quiénes terminaban formando el nuevo Consejo. Pura curiosidad.

Lo cierto es que empezaba dudar seriamente que el Sakura tuviese alguna persona con la capacidad o el interés para ser parte del Consejo, pero bueno, eso salía del escaneo de ayer y poco más. No era que tuviera pruebas más allá de la presencia de los idiotas de mi clase, Akaisa y posiblemente la misma Anna.

Como fuese, una vez estuve en la puerta de la clase asomé la cabeza y busqué a la castaña con la vista, todavía con la lata de café pegada a los labios. Era la clase de Hiradaira también, ahora que caía, y no lo sabía porque no estaba allí, pero era también la de Kurosawa.

Ah, ¿en algún punto de la clase Patterson no había dicho algo de unos grupos de trabajo en el tablón? Oh bueno, ya lo revisaría más tarde.

No tardé en ubicar el pelo de chicle del tanuki, que para la gracia estaba con White así que solo me quedé allí esperando a que terminaran de hablar.

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Hygge my ass es super weak por mis pokémon bbys ;-; tenía que aventarlo por dios

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I'm a loser, no question.
I lost myself and my girl today.
Am I aging, or am I dying?
.
So let me go, so let me die
’cause I'm too afraid to be alive.
I'm giving up on everything.

Cuando Jez se apareció por la puerta de la clase yo ya estaba sentado, me había distraído mirando por la ventana así que no me di cuenta de su presencia hasta que se sentó y aunque iba a preguntarle algo, al final la tutora comenzó a hablar y tuve que callarme. Vamos, Patterson era una salida, ¿no? Se le notaba en la cara y todo, pero bueno, no era que me interesara.

La cosa es que para cuando la campana sonó llamé a Jez sin levantarme y ella se giró hacia mí ya que se había levantado. Lo tenía escrito en los ojos, la verdad, y me sentó como una patada en los huevos.

—No fuiste a las pruebas —solté de inmediato.

—No tenía ganas —dijo sin más, cosa que me sorprendió un poco.

—Yo tampoco, la verdad. —Bueno, podía decirse—. Podías simplemente habérmelo dicho, ¿sabes?

Esquivó mi mirada, se llevó la mano al cabello y se rascó las raíces con el nerviosismo que ya le conocía de sobra. Digamos que Jez era un libro que había leído hasta el cansancio, aunque había páginas que no terminaba de procesar porque parecían cifradas en código. Eran precisamente esas páginas, de las que había visto un atisbo la noche de la azotea en que me pidió que la besara, las que ella le había mostrado a Cerbero a voluntad.

—Lo sé, lo siento.

No estaba pidiendo una disculpa, aunque... ¿Qué estaba pidiendo realmente? No tenía la menor idea y eso era lo que más me cagaba de todo el asunto. No tenía nada que pedirle, cuentas que exigirle, nada. Jez podía hacer lo que le diera la gana porque yo nunca me había dispuesto a limitarla, controlarla o consumirla como a un fósforo. Me había esforzado como un imbécil para que formara parte del mundo y ahora, ¿con qué cara iba a reclamarle nada?

¿Con qué cara iba a reclamarle algo luego de haber tenido esa maldita epifanía de la azotea?

No podía.

Hijo de puta yo, pero no podía.

Me levanté de la mesa, caminé hasta a ella y con un cuidado estúpido posé las manos en sus mejillas, para atraerla hacia mí y dejarle un beso en la frente, sobre el flequillo que la tonta no había podido acomodarse desde que la conocía. Apoyé el mentón en su cabeza inmediatamente después.

—¿Al?

—Dime, Jezzie.

Tomó aire con una fuerza estúpida, buscó llenarse los pulmones como si fuese a lanzarse a una maldita piscina de agua helada o directamente al océano, lo que para variar parecía bastante acertado. Había conectado los cables suficientes para saber que lo que sea que me dijera no iba a ser bueno, ¿cierto? ¿Había conectado también los cables correctos para poder reflejarme por fin, poder ver en su telescopio que llevaba años colado por ella como un imbécil? Quizás.

No importaba.

Sabía su respuesta.

—Me quedé en el club de fotografía con Joey y ya, nada de qué preocuparse.

Todo de qué preocuparse.

Arrugué los gestos en respuesta sin ser del todo consciente de ello, agradecí haberme quedado en la posición anterior porque así no pudo verme. Tenía un revoltijo de emociones encima, estaba la ira de toda la puta vida, pero se revolvía con algo que no sabía si era frustración, decepción o resignación a secas. Le acaricié el cabello antes de separarme y dedicarle una sonrisa que no sé de dónde mierdas me saqué.

—Vi tus cosas por la ventanilla esa de la puerta. —Se quedó estática—. En fin, al menos llegaste bien a casa y tal.

Los primeros días había pasado pegado a ella como una maldita garrapata pero ahora no era capaz de hacerlo, en realidad no me veía en la capacidad de ver a nadie así que me retiré sin esperar una respuesta de su parte incluso. No había ni dado ni dos pasos lejos cuando ya me había vuelto a colocar la cara de culo.

Desaparecer.

Ella no me lo estaba pidiendo pero casi lo estaba haciendo a voluntad, ¿no?

Tenía que hacerlo, todo fuese por no precipitarme con un imbécil y hacer algo que realmente ella nunca fuese a perdonarme. Digamos que tenía que poner la cabeza en una maldita cubeta con hielo y para hacerlo, pues tenía que poner distancia, en ese sentido me parecía a Anna en algunas cosas.

Hundí las manos en los bolsillos con una cuota de fuerza añadida, de hecho choqué los nudillos de la mano derecha con el mechero, y bajé con más prisa de la que planeaba. No sé a dónde mierdas planeaba ir o qué buscaba hacer, porque cuando me di cuenta seguí avanzando por el segundo piso en lugar de seguir bajando, detuve los pasos justo frente a la 2-2 y noté a Dunn asomándose a la puerta, con el rabillo del ojo detecté el cabello de Anna.

Había tenido la iniciativa de hablar conmigo y todo.

Me había tenido en cuenta.

Le debía una disculpa por el giro que había dado toda la mierda en la azotea en realidad, al menos de repente sentía que era así, pero no encontré por dónde acercarme a la puerta de la clase y comprimí los gestos por segunda vez mientras reiniciaba los pasos, para volver a la escaleras y, no sé, ¿esconderme en algún jodido hueco de la Academia y no salir hasta el final del día? Con la de mierdas que habían venido a juntarse sonaba a planazo.

Llorar como un crío también, la verdad.

Afuera el cielo era putamente gris otra vez de por sí.

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Engañé a Belu al no decirle de quién era el relleno? Yes I did

 

Asentí sin demasiada cuota de emoción agregada para confirmarle mi apellido, aunque tampoco estaba siendo desagradable ni nada. Regresé las manos a los bolsillos mientras Liza se agendaba y esbocé una sonrisa torcida al oír lo del profesor, despegando el pie del suelo brevemente para darle un golpecito de nada a la pata del pupitre.

—Sí, tiene menos ganas de existir que yo ese hombre. —Como broma colaba, y la broma interna era aún mejor. Acepté el móvil de regreso y asentí otra vez—. ¿Kurosawa? Sí, la conozco, tengo su número así que luego me encargo yo de armar el grupo.

Un destello de fuego captó mi atención por el rabillo del ojo y giré la cabeza a la puerta, Cayden estaba asomado vete a saber para qué, pero eso no fue lo que absorbió mi atención sino la mata de cabello oscuro volteándose para desaparecer en dirección a las escaleras. Estiré el cuello por reflejo, sólo para acabar de confirmar que se trataba de Altan. Arrugué el ceño, confundida, pero no me demoré ni dos segundos en atar los cabos; o, bueno, los cabos que creía correctos.

Habría estado buscando a Kurosawa, ¿no?

Era lo más lógico de pensar.​

Eh, ¿ni siquiera te paras a saludar, Al?

Qué frío~​

No tenía idea que Liza le había prestado atención a mis auriculares, claro, y aunque lo hubiera hecho ¿habría conectado los puntos? Obviamente no, más que luminaria pasaba por estúpida a secas. Era distraída y un montón, montón de detalles se me pasaban.

A esta altura ya no sabía cómo hacía para pasar el mal trago, supongo estaba en piloto automático. Le sonreí a Liza como si el corazón no se me hubiera atorado en la garganta y comencé a desviarme en dirección a la salida.

—En fin, nos vemos~

Reparé en Cayden sin detenerme y simplemente le guiñé un ojo, risueña, antes de dirigirme a la puerta de la 2-3. Emily no había salido aún, ¿verdad? Asomé la cabeza dentro y le di unos golpecitos al marco metálico, con un manto de alegría serena encima.

—Toc, toc~ —tonteé, en voz suave—. Mi Lady, ¿lista para su carruaje?

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Amane hola preciosa 7u7

 

No me dio mucho tiempo a decirle nada más a Anna porque antes de que pudiese reaccionar ya se había alejado y lo único que me quedó por hacer fue despedirme con la mano, asintiendo con la cabeza de paso. Se había desanimado un poco, ¿verdad? Bueno, yo no iba a obligarla, ya lo había dicho, sobre todo cuando se trataba de algo relacionado a lo económico pero... jo, ojalá pudiese hacer algo para ayudarla de verdad.

Sea como fuere, solté un suspiro y entré al aula, sentándome justo en el momento en el que la campana sonó y las clases dieron comienzo. Huh, ¿de verdad teníamos que hacer un proyecto justo la semana en la que teníamos aquella fiesta? ¿Se habrían enterado los profesores y por eso lo hacían? Hmpf. Apunté la fecha en mi agenda y me di un par de golpecitos con el bolígrafo en la sien.

Bueno, era en grupo y tendríamos hasta el miércoles... además, no parecía muy complicado, ¿no? Si me tocaba con buenos compañeros quizás podríamos hacerlo sin necesidad de sacrificar el fin de semana, ¿verdad? Seguro que sí.

Atendí a las clases lo mejor que pude, eso teniendo en cuenta que mi mente no paraba de divagar hacia posibles escenarios del sábado, claro. Quiénes irían, cómo se vestirían, cuánto aguantaríamos con todo el asunto de las máscaras y así... ¡era muy emocionante! Por demás, seguro que no podría evitarlo y acabaría visitando la dirección antes de tiempo para intentar averiguar de quién era la casa.

Me gustaba el misterio, pero también el chisme.

En definitiva, las clases acabaron al fin y me tomé mi tiempo en recoger las cosas, porque lo cierto es que algo distraída acabé y bueno... eso. Había dicho que buscaría a Anna así que intenté ir lo más rápido posibles, que no quería hacerla esperar demasiado, pero parecía que había tardado lo suficiente para hacer que viniese ella directamente a buscarme.

No parecía molesta, eso sí, y solté una risilla divertida cuando la vi. Le di un último repaso a la mesa, ya recogida y todo, y con los almuerzos en la mano me acerqué a la puerta. Me imposté una especie de seriedad sobre el rostro y cogí el borde de la falda con un par de dedos para inclinarme, completamente teatral.

—Lista para nuestro picnic, Your Highness~ —canturreé, suave, para finalmente sonreírle.

Salí finalmente del aula, dándole la vuelta con movimientos fluidos hasta quedarme a un lado de su figura, y deslicé la mano a lo largo de su brazo hasta conseguir entrelazar los dedos a los suyos.

>>Al invernadero entonces, miss~

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Hola linda u///u Te la puedes arrastrar, que encima el último post ahí es mío (?)

 

Bueno, que la vida me diera igual no significaba que fuera una mala alumna o similar. Cuando la campana sonó, relajé un poco el cuerpo, junté mis cosas y me acerqué al tablón con los grupos asignados. Me dio bastante gracia que me hubiera tocado con la pelirroja tan bonita que estaba segura se había olido algo extraño en mi intervención del otro día, pero ni de broma lograría atar cabos, ¿verdad~? Además su novio no había vuelto a aparecerse, así que... safe, I guess?

Pensé en quizás hablarle o algo para ir planeando la mierda, pero Maze se apareció en el aula y fue directo donde ella. Observé la escena unos pocos segundos antes de salir al pasillo, en busca de Kohaku. Pero bueno, si no se habrían hecho super amigos o algo. De momento no me interesaba tanto, pero en cualquier caso podría ver de preguntarle a Maze qué onda.

Y quizá, sólo quizá, la lengua se me estirara un poco de más~

Kohaku salió de la 3-3 y se unió a mi caminata, como mucho compartimos una sonrisa breve. Íbamos bajando y estuvo a punto de seguir de largo cuando notó que me adentraba en el pasillo de segundo. Adiviné que estaría confundido, así que lo miré de reojo y le indiqué que me acompañara.

—Quiero ver si encuentro a Cathy.

Si puso alguna cara no llegué a verla, honestamente. Bueno, en sí no sabía a qué clase iba así que... ¿esperaba tener suerte?

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Nekita holis uwu

 

Mi sonrisa se suavizó al reparar en Catherine mientras me saludaba. Acomodé el hombro contra la pared más cercana y crucé los brazos bajo el pecho, ladeando la cabeza.

—Hola, Cathy~

Me dio bastante ternura la formalidad con la cual se dirigía a Kohaku, pero supongo que a pesar de su cabeza teñida como nube de algodón el muchacho transmitía vibes de... bueno, japonés. Yo porque era una descarada que poco o nada se preocupaba por los intereses o preferencias de los demás, pero Catherine era una muchacha amable y atenta, ¿no?

Kohaku le concedió una sonrisa de las suyas, calmada e inocentona, y correspondió su saludo con una ligera inclinación de cabeza.

—Descuida, Whitman-san. ¿Cómo está tu tobillo?

Regresé la mirada a Catherine cuando preguntó si buscábamos a alguien. Mis ojos se entornaron en una ligera, ligerísima chispa de burla que me las arreglé para disimular. Pero bueno, cariño, ¿eres así de densa por deporte o te gusta hacerte la tonta?

—Te buscaba a ti, cielo, ¿a quién más, si no? —murmuré con simpleza, junto a una risilla suave—. ¿Quieres almorzar con nosotros? Íbamos camino a la cafetería.

 

Básicamente le seguí el rollo, digamos que tenía menos ganas de llevarle la contra y provocar luego reacciones más adversas. Mejor permitirle pegarse como lapa un rato hasta que se aburriera, lo cual, si mis cálculos estaban en lo correcto, no debería tomar mucho. No dejaba de ser una cría caprichosa, ¿verdad? Y los caprichos son pura volatilidad, impredictibilidad; suelen agotarse rápido.

Comenzamos a recorrer los pasillos a paso lento, como un simple paseo. Parecíamos, no sé, ¿una parejita melosa? Me vino en gracia y todo. En el segundo pasillo eché un vistazo más agudo pero, por fortuna, no di con la melena bicolor de Hiradaira. Otra cría caprichosa.

Hotaru empezó a hacerme preguntas como si llevara dos años allí, así que me limité a responder simplemente lo que sabía, el resto lo ignoré.

—Hay zonas sin cámaras, sí. —Que nadie quisiera saber por qué, pero me había estudiado los planos de la condenada Academia—. La azotea, los baños, claro, el armario de enseres del gimnasio, las duchas. Los puntos de sentido común, digamos. —Una ligera chispa de diversión repercutió en mis ojos y deslicé la mirada a ella, sonriendo apenas—. ¿Acaso te interesa, Hotaru-chan~?

Su apretón me instó a girar el rostro completamente hacia ella. Topé con el aguamarina, detallé su expresión general y más o menos reflejé su gesto. Solté una risa nasal tras oírla y regresé la vista al frente, meneando la cabeza.

—¿Cuántas citas quieres reservarte para esa fiesta estúpida, cariño? ¿Tanto temes que te dejen plantada?

¿Tenía ganas de ir a esa mierda con ella? No tenía ganas de ir a la mierda en absoluto. Sólo iría a mover el culo si me presentaban delante una posiblidad, una promesa o un beneficio.

 

La sonrisa que me dedicó me hizo regresarle una bastante parecida. Quizás una parte de mí buscaba eso, no sé, que alguien en vez de ponerse a juzgar mis decisiones —que sí, eran cuestionables pero ya estaban tomadas—, solo me siguiera la cuerda y ya estaba. No era que Al me hubiese juzgado como tal, tampoco me estaba limitando, pero su fastidio manifestaba todo lo que estaba pretendiendo no hacer así que era más o menos lo mismo.

—Gracias, Blee~ —dije en respuesta a lo de que le diría a Kashya más tarde.

La verdad es que seguro más de uno se sorprendía de vernos a las tres allí, pero ya que me había decidido dejarlas fuera del plan era una tontería, además de que era una oportunidad como pocas para ir juntas a una cosa de esas y de verdad quería tomarla, así como también me había parecido bien que Laila fuese conmigo, que la pobre andaba más estresada de la cuenta.

Me detuve un segundo al escuchar lo del vestido y negué suavemente con la cabeza antes de seguir caminando. Pensé en negarme, en decirle que ya me las apañaría pero al final cedí por el mismo motivo por el que había terminado en el club de fotografía.

¿Por qué no hacer lo que quería una vez?

—¿De verdad? —pregunté aún así, el resto me salió casi en un murmuro—. Si tuvieras algo que pudiera quedarme sería de mucha ayuda.

Como fuese no tardamos en llegar a la segunda planta, así que me detuve frente a la clase de Bleke y le dediqué una sonrisa bastante amplia, saber que iría conmigo me tenía bastante contenta, no iba a mentir.

—Nos vemos entonces.

 

Asentí con cierta emoción a su oferta, sin perder la sonrisa en ningún momento. Era una excusa un poco estúpida, si en realidad tampoco me importaba tanto lo de los tacones, pero la verdad es que sí que me apetecía pasar el día con Anna. No sé, ver una peli antes de prepararnos sonaba muy bien, algo así para relajarnos antes de posiblemente ponernos a hacer el tonto y entrar en modo fiesta.

Después simplemente me dejé llevar hacia el exterior de los baños y no solté su mano en ningún momento hasta que alcanzamos el segundo piso, quedándome en la puerta de su clase un par de minutos.

—Aquí la dejo, señorita. Contaré con ansias las horas y minutos que me queden hasta que podamos reencontrarnos~ —dije, con tono solemne, para finalmente soltar un risilla sin poder aguantarlo más—. Nos vemos~

Le di un beso sobre la coronilla y solté finalmente su mano para dirigirme hacia mi aula.

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Gigi Blanche hold my gay relleno (?) La dejo en la puerta para que emi no se de cuenta si se escapa a la enfermería (???

 

De verdad hicimos todo el camino hasta el segundo piso tomadas de la mano, y bastante poco me importaba. ¡Iba a llevar a una amiga a casa! Mierda, nunca me había pasado desde que vivía en Japón. La idea me emocionaba tanto que ya había empezado a pensar sobre qué snacks comprar, las bebidas, ¿qué peli podríamos ver? ¿Quizá compartiéramos alguna serie? ¡Ah! ¿Y qué tal ese vodka guardado en la licorera de papá? ¿Serían mejor papitas o Doritos?

Emily me dejó en la puerta de mi aula como si fuera una niña pequeña y me reí, que igual más o menos lo parecía considerando la de estupideces que venía pensando. Apretujé suavemente su mano y la atraje hacia mí para darle un último abrazo.

—Gracias por todo, Em —susurré, y la dejé ir.

La voz de Jez llamó entonces mi atención. Venía junto a Bleke hablando de quién sabe qué, ¿la fiesta, quizá? La rubia le dijo que podía pasar por su casa cuando quisiera y me concedió una sonrisa fugaz al notar que las estaba mirando, antes de entrar al aula. Hice lo mismo hacia Jez, entonces, le sonreí y enganché su brazo al mío para arrastrarla de regreso en dirección a las escaleras.

—¿Adivino que hablaban de la fiesta? —murmuré divertida—. Va a estar super divertida~

La solté al llegar a destino, ya que ella iba para arriba y yo para abajo. Ejecuté un saludo militar bastante rápido y no contuve la risilla breve.

—Nos vemos, Jez~

Y comencé a bajar sin más, cantando una canción en voz baja. ¿Estaba forzándome? Un poco, quizá, pero no me resultaba pesado ni molesto. Me gustaba, de hecho, ser capaz de hablarle a Jez con normalidad. Era mi amiga, quería quererla y solamente quererla. Sin tapujos, barreras ni resquemores.

Mierda, quererlos a todos y callar mi cerebro de una puta vez.

Quererlos hasta, no sé, explotar. O extinguirme.

Era lo que más ansiaba, ¿no?

Ser su fogata.

 

Al llegar al tercer piso me zambullí en los baños sin que me interesara si había gente o no, me metí al segundo cubículo y me fumé otro par de cigarros en lo que terminaba de ser la hora de entrar a clases. Pensé seriamente en pasarme allí todo el receso, pero para la gracia si me negaba a aparecer en clase solo iba a seguir empeorando el humor de Jez, que ya estaba rozando bastante la zona peligrosa en realidad.

La gracia es que cuando salí del baño justo iba a pasando ella y aunque por un instante pareció de mejor humor bastó verme la cara para que los gestos le cambiaran.

—Apestas a tabaco, Al —murmuró al pasar junto a mí.

De nuevo, sí.​

Como fuese no me quedó más que seguirle los pasos, tomar asiento y pretender que iba a la escuela a algo más que no fuese ser un muerto en vida. Caí noqueado de puro cansancio, no fue un sueño reparador ni nada, escuchaba las voces a mi alrededor, a Patterson y la hija de puta de Tolvaj no dejó de patearme la silla en todo el rato. Creo que el único momento en que reaccioné, eso sí, fue cuando sentí a la jodida loca de mierda recorrerme la columna con un dedo, me arrojó una cubeta de agua fría encima y estuve por sacudirme como un puto perro, pero solo me encogí en mi espacio.

Cuando sonó la campana abrí los ojos como quien no quiere la cosa, Jez se estaba yendo ya y Tolvaj se levantó, cuando pasó a mi lado me revolvió el pelo y aunque seguía dormido como la mierda me activó todos los engranajes; atajé su muñeca al vuelo, le puse toda la fuerza que me vino en gana y encontré sus ojos.

—Deja las putas manos quietas, Discordia.

Arrugó los gestos un instante pero pronto una sonrisa de lo más jodida le pasó por el rostro, mezcla de diversión y el más puro placer. La dejé ir en ese momento, bastante asqueado a decir verdad y me levanté sin darle tiempo a responder en realidad, sabiendo que si se lo daba solo iba a hacer una de sus movidas asquerosas y definitivamente no necesitaba ayuda de Tolvaj para estar en la mierda.

Mientras bajaba las escaleras me saqué el móvil del bolsillo y me digné por fin a abrir los mensajes de ayer, al menos los de Anna.

Espero que hoy te sientas mejor.
Estoy bajando al segundo piso, te espero en el pasillo, ya sabes.

Otra vez, lo que era la ignorancia.​

Me guardé el móvil cuando llegué al primer descanso y mientras seguía bajando me aflojé un poco más la corbata, ya en el pasillo hundí las manos en los bolsillos en lo que caminaba hasta la pared, para apoyar la espalda allí. Ni me había parado a pensar si al menos la siesta esa a mitad de la clase había servido para quitarme algo del agotamiento de la cara, aunque seguía sintiéndome absolutamente drenado. En cualquier caso no era que pudiera hacer demasiado por ello en realidad.

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Me: Paula deberías lavar los platos ya, sabes?
My intense ass: never in this life

 

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sólo es la rolita con la que ando vibeando a Anna desde ayer so la dejo aquí

Cuando me aparecí en la enfermería no había nadie, como era lo usual, y lo agradecí. Me quité el blazer, el lazo que mamá seguía obligándome a usar y medio me peiné el pelo con los dedos antes de meterme dentro de las sábanas de una cama. Era una manía mía, siempre me cepillaba antes de dormir. Me ayudaba a relajarme, supongo.

Seria y silenciosa, no parecía la misma chica que minutos atrás había estado arrastrando a sus amigos y haciendo bromas, pero estaba sola y no había nadie a quien ¿engañar? No, no era la palabra. No pretendía mentirles, sólo quería ser algo bueno para ellos y no me pesaba como tal. Me ayudaba a no pensar demasiado además, por eso siempre me mantenía en movimiento, ¿no?

Como fuera, revisé el móvil un rato y al final caí noqueada. Había llorado como una descosida y sentía todo el cuerpo agotado, la cabeza densa y los párpados pesados. Los ojos me ardían, además, como si estuvieran secos.

Cuando me desperté reconocí el rumor de la gente afuera y chequeé la hora en el móvil, tirado en el colchón junto a mí. El receso había empezado hacía unos diez minutos y también tenía unos mensajes de Altan.

Ah, sí.

Le había pedido de hablar, ¿no? Suspiré y me giré sobre mi espalda, clavando la vista en el techo. Una parte de mí quería permanecer allí, dentro de las sábanas, el silencio de la enfermería, su aparente tranquilidad. Como si nada pudiera pasarme. Quería permanecer allí como no habría salido de la cama de no ser porque mamá me arrastró fuera. Sabía que estaba mal.

Y por eso me levanté.

Seguía algo adormilada, bostecé y me tallé un ojo irguiendo el torso. Le respondí al vuelo.

Ahí voy, perdón

Me guardé el aparato en el bolsillo de la falda, el lazo lo hice un bollo en el otro y agarré el blazer para llevarlo en la mano, balanceándolo con cada paso. La mochila me la colgué de un hombro. Tan sólo esperaba que la cara de dormida disimulara que los ojos irritados se debían a otra cosa, la verdad, pero pegaba bastante el palo así que lo dejé pasar. ¿Y si preguntaba? Podía mentirle y ya.

¿Mentir?

¿Estás segura, Anna?​

Subí las escaleras. Dios, me moría de pereza. Arrastré los pies y al alcanzar el pasillo de segundo me las arreglé para echarme un chispazo de energía encima. Fui donde él, recostado contra la pared, y moví el brazo en un vaivén amplio para darle un golpecito suave con el blazer. Repasé su expresión, no se veía exactamente bien pero de momento no quería armar ninguna escena.

Apestaba a cigarro, también.

Otra vez.​

—Buenas, grandulón —murmuré en cierto tono jocoso, aunque no cargó demasiada efusividad; fue más bien tranquilo—. Casi te confundo con una aparición, ¿no tienes que volver al cementerio o algo?