[Christmas Dead]Paren el fin del mundo, ¡Que es Navidad!

PAREN EL FIN DEL MUNDO, ¡QUE ES NAVIDAD!​

—Mami, ¿Es cierto que mañana es navidad?

Hacía tanto tiempo que no tenía consciencia del tiempo que para mí había pasado de forma que casi ni me había dado cuenta. Mi pequeña Leila todavía tiene cuatro años, el año pasado su padre se disfrazó de Santa Claus para simular una visita y ella estaba muy emocionada. Pero Marcus ya no está... Y solamente estamos, ella, nuestro vecino Jimmy y yo.

—¿Cómo sabes qué día es hoy? —le pregunto a mi inocente hija de mofletes sonrosados.

—Me lo ha dicho Jimmy, ¿Podemos poner un árbol de navidad? Yo no he escrito la carta este año para Santa Claus...

—¡Oh! ¡No te preocupes cariño! Aunque no la hayas escrito, él sabrá qué dejarte. Este año hemos estado muy ocupados, sabrá entenderlo.

Me sorprende que mi pequeña todavía crea en Santa Claus, después de todo lo que hemos vivido, de todo lo que nos ha visto hacer. De ser casi asesinada por gente que anteriormente nos había dado su cariño. Es un mundo muy difícil de comprender para una niña tan pequeña y a veces, me gustaría ignorar las cosas horribles como hace ella, en su inocencia.

No puedo evitar sumirme en mis pensamientos, son demasiadas cosas las que nos han pasado a lo largo de este año, demasiadas. He visto morir a casi todos mis seres queridos, casi pierdo a mi hija en numerosas ocasiones, sin ella... no podría seguir.

—Marta, ¿Me ayudas con esto? —la voz de Jimmy me saca de mis pensamientos me giro y veo qué es lo que necesita.

—¿Cómo has hecho para subir tú solo el árbol hasta aquí arriba?

—La magia de la navidad, supongo —le guiña un ojo a mi pequeña Leila, que mira con ilusión.

—Venga, te echo una mano -le digo agarrando el pesado árbol sintético.

Una vez lo ponemos en pie, vemos cuan grande es y la verdad, después de tanto tiempo sin apenas darme cuenta de mis sentimientos, en ese momento siento algo parecido a la ilusión, algo que permanecía dormido en mí.

—Ahora solo queda decorarlo —dice Jimmy con una gran sonrisa.

*************​

—¡Mami! ¡Mira cuantos regalos! ¡Santa no se ha olvidado de nosotros!

—Parece que no, ya te dije que aunque nos mudásemos mil veces, su magia siempre daría con nosotros —le digo con ternura.

—¿Puedo abrirlos ya?

—Pues claro, Leila, veamos qué nos ha traído Santa.

Sus cabellos ensortijados brillan bajo la tenue luz de la estancia, pero sus ojos brillan todavía más. Cuando veo a mi pequeña, sé que hay esperanza, que mientras los que son como ella, gente buena y pura sigan con vida, la humanidad tendrá todavía su sitio aquí.

—¡Este tan grandote pone que es para mí! —dice Leila ilusionada mientras empieza a abrirlo para ver qué se esconde dentro— ¡Es un mapache de peluche! ¿Cómo lo ha sabido Santa? ¡Si ni siquiera le envié carta!

—Él todo lo sabe —dice Jimmy con una tierna sonrisa y después me guiña un ojo— pero a ver, ¿Hay algún regalo más para ti?

Mi pequeña se vuelve a ver qué más hay por ahí.

—Este es para mamá, este es para Jimmy... ¡Aquí está! ¡Este es para mí! ¿Qué será? —dice levantando muy alto una cajita más pequeña.

—¡Solo lo sabrás si lo abres! —le digo instándola a que lo haga.

Mi hija sonríe ampliamente y se dispone a abrir el regalo.

—¡Es una tiara de princesa! ¡Como la de Cenicienta! ¡Me encanta! ¡Santa se ha portado este año! ¡Mami! ¡Pónmela! ¡A ver qué tal me queda!

Me acerco y le pongo la tiara a mi pequeña, tal y como lo había supuesto cuando elegí aquel regalo para ella, parece una verdadera princesita. La más bella del reino y del mundo, por supuesto.

—Yo ya no tengo más, pero... ¿Abrimos los vuestros?

—¡Claro! —dice Jimmy con emoción cogiendo su cajita —¿Qué será? —dice agitando la caja y pegando la oreja para ver si escucha algo- Por lo de pronto parece que no es una bomba, eso está bien.

—¡Santa nunca te regalaría eso! —dice Leila— ¡Seguro que es algo bonito!

—Vale, vale, voy a desenvolverlo para ver qué es.

Jimmy lo abre lentamente, para darle más intriga al asunto y por fin lo enseña, aunque yo ya sabía qué era, lo elegí cuidadosamente para él. Cuando lo conocí siempre iba pegado a su mp3 y le encantaba la música. Así que he conseguido un disc-man, con varios discos y bastantes pilas para poder escuchar la música que quiera durante un tiempo.

—“Para que le pongas banda sonora a tu vida”, vaya, qué letra más bonita tiene Santa Claus, me encanta el regalo -dice sonriéndome, por alguna razón, esa sonrisa me llena en su totalidad.

—¡Ala! ¡Cómo mola! ¡Qué suertudo! —dice Leila dando saltitos a riesgo de que se le pueda caer la tiara —¡Ahora te toca a ti! ¡Mami!

—No sé por qué Santa Claus se ha molestado, si es que no necesito nada más para ser feliz. Vosotros ya sois suficiente...

—¡Nada de melancolías! —dice Jimmy— ¡Aquí hay regalos para todos! ¡¿Acaso crees que a santa le va a parecer bien que rechaces su regalo?!

—¡Eso! ¡Eso! —dice mi pequeña hija hinchando los mofletes.

—Vale, vale. Ya lo hago. Si es que no se puede poner una tierna...

Cojo la cajita y empiezo a examinarla. No pesa mucho, es pequeña, no más grande que una caja de zapatos. Está cuidadosamente envuelta en un papel con conejitos. Siempre me han gustado los conejitos. Aunque nunca he tenido uno de mascota. Lo abro con sumo cuidado. Siempre me ha dado pena romper los papeles de regalo. Una vez lo he desenvuelto, veo la cajita, que no me delata nada de lo que puede estar dentro.

Miro a Leila, después miro a Jimmy y noto un ligero rubor en sus mejillas. ¿Qué habrá puesto dentro de la cajita? ¿Quiero abrirla de verdad? Me quedo mirando sus ojos, cargados de ese talante y la gran sabiduría que le acompaña.

Por fin me decido a levantar la tapa. Y descubro algo realmente hermoso. Un unicornio de cristal. Que brilla como ninguno. Y una nota. “Solo aquellos de realmente corazón puro, pueden ver al unicornio. El tuyo, tu corazón, es lo más bello del planeta.”

En ese instante se para el tiempo y empiezo a procesar todo aquello. Sin duda, esa es la declaración de amor más hermosa que me han hecho. Casi sin pensarlo agarro el colgante del unicornio y me lo pongo. ¿Cómo puede ser todo esto cierto? Estamos en medio del fin del mundo y todavía hay cabida para el amor, la familia y la navidad. ¿Tiene esto sentido? ¿Tiene sentido que me haya vuelto a enamorar? No lo sé. Pero lo que sí sé, es que mientras el amor siga existiendo, seguirá habiendo esperanza en el mundo.