One-shot Pareja de baile [Nikolah&Liza/AU]

El Instituto Lienzo se llenó de música y jolgorio aquella hermosa noche por primera vez en su historia, en el baile de fin de curso que todos los estudiantes habían estado esperando. Las paredes blancas e impolutas que caracterizaban a la institución se llenaron con posters de vivos colores, impregnados de todos tipo de luces provenientes de los focos, la música alcanzando cada recoveco del lugar. Como cabía esperar del presidente del consejo estudiantil, Hubert Mattson había logrado planificar a la perfección la decoración y el itinerario de aquella fiesta, y a medida que los estudiantes llegaban con sus respectivas parejas y grupos de amigos, un enorme salón con mesas repletas de aperitivos y bebidas así como un escenario les recibía en su máxima expresión.

Todos parecían charlar y divertirse a lo largo del salón, con charlas banales, bromas entre amigos y bailes de lo más curiosos. Todos, excepto una joven castaña que parecía observar la pista de baile con una pequeña sonrisa forzada, sentada en una de las sillas apartadas que rodeaban la mesa destinada principalmente al ponche. Su mirada, perdida en algún punto del lugar, pronto regresó a la tierra para seguir los pasos de un joven rubio que parecía dirigirse hacia las sillas libres junto a ella.

—¿Está ocupada? —preguntó el joven con educación mientras se servía un poco en uno de los vasos libres. Liza agitó la cabeza con suavidad, y el rubio comprendió que finalmente había encontrado un lugar donde reposar el resto de la noche—. Entonces te haré compañía mientras tanto.

—Oh... ¿No vas a bailar con tu pareja? —inquirió la castaña, buscando a la susodicha con la mirada, curiosa.

—¿Pareja? ¡Nop! No había una sola persona con la que quisiese ir —exclamó sin más, reflejando suma inocencia en su expresión. Al notar la mirada confusa de su acompañante, decidió que lo mejor sería explicarse—. Quiero decir... Quería ir con todos. Con mis hermanos, mis hermanas, con toda mi familia. Pero me dijeron que escogiese solo uno y me negué —se encogió de hombros con simpleza, tomando el asiento libre finalmente—. Y por eso estoy ahora aquí, disfrutando de este líquido que sabe horrible.

Liza abrió los ojos de par en par, atónita, para pocos después echarse a reír sin poder evitarlo. Pero no se trataba de una risa hiriente, no se estaba riendo de él. Su tono era alegre y puro, genuino. Parecía realmente sorprendida por sus palabras.

—¡Hey! ¿Por qué te ríes? —Nikolah frunció el ceño, enrojeciendo de la propia vergüenza.

—Perdona, perdona... —se secó las lagrimas de los ojos mientras hablaba, volviendo a recuperar su expresión serena—. Me ha parecido muy tierno, simplemente. Supongo que es difícil elegir cuando tienes a mucha gente a tu alrededor.

—Oh, sí... ¿Y tú? ¿Por qué estás aquí sola?

La sonrisa de Liza perdió entonces su brillo, y apretó los labios disimuladamente, agachando la mirada. Pero aquello no pasó desapercibido por Nikolah, quien se inclinó hacia delante con cierta preocupación en su gesto.

—Yo... vine con alguien, pero ese alguien no pudo venir.

—¿¡Te han dejado plantada!? —exclamó de improvisto, abrumado por lo que le contaba la castaña, quizás, con un poquito de énfasis.

Liza mostró las palmas de sus manos, intentando relajarle con una sonrisa nerviosa.

—¡Tranquilo, tranquilo! No creo que sea eso. Steve... Steve seguro que tuvo algo importante que atender —entrecerró los ojos, entrelazando los dedos de sus manos sobre su regazo—. No podría llegar a reprochárselo.

Nikolah hizo un mohín, no muy contento con sus palabras. Si aquella persona quería a Liza tanto como ella parecía quererle, no lo estaba demostrando, o al menos eso pensaba. Rebuscó entre los bolsillos de su chaqueta arrugada hasta sacar lo que parecía ser un papelito. Liza inclinó la cabeza, curiosa, mientras observaba cómo el papelito iba tomando forma hasta convertirse en una figura de origami que acabó depositando sobre sus manos.

—¡Oh, qué lindo! ¿Sabes hacer origami?

Nikolah asintió, sonriente, quitándole importancia al asunto porque no era aquello en lo que estaba poniendo su atención.

—Creo haber visto al hermano Alpha invitando a alguien con un papel, pero a falta de uno, supongo que esto podrá servir —extendió su mano hacia ella una vez se puso de pie, sin borrar aquella deslumbrante sonrisa de sus labios—. Ya que ambos estamos solos, ¿quieres venir conmigo?

Liza permaneció unos instantes intercambiando miradas entre la palma de su mano y su rostro, sintiendo sus mejillas colorearse de la sorpresa, perpleja. Aquello definitivamente no era algo que hubiese esperado. Lentamente deslizó su mano sobre la suya con delicadeza, dejándose llevar por el momento, poniéndose de pie con un asentimiento suave de su cabeza.

Asintió con júbilo, convencida.

—Sí... —entrecerró los ojos, y le devolvió entonces la mejor de sus sonrisas, enternecida—. Me encantaría.