One-shot Pacto amistoso [Niza | Pokémon Rol]

Pacto amistoso
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—Nikolah, cariño, ya hemos hablado de esto.

Liza soltó un suspiro desde lo más profundo de su ser, haciendo gala de su paciencia casi-infinita. Con los brazos en jarra y el rostro enfurruñado, parecía estar discutiendo con un árbol en mitad de un parque de Témpera. Varios niños se asomaban, curiosos, habiendo captado su atención aquella extraña escena.

Una niña se escondió detrás de ella al escuchar una voz grave provenir de entre las ramas del árbol.

—¡No! —rotundo y firme como él solo, un joven rubio se aferraba al tronco de aquel árbol como si la vida le fuese en ello.

Su acompañante frunció el ceño.

—Voy a llamar a la policía si sigues así —amenazó Liza, alzando una ceja en busca de alguna reacción por su parte—. ¡Estás asustando a los niños por tu maldito berrinche!

—¡Atrévete, aquí les estaré esperando! —Nikolah agitó el puño en el aire, desafiante, tambaleándose ligeramente. Los niños que se arremolinaban alrededor del árbol soltaron una exclamación ahogada, creyendo que iba a caerse—. ¡Lucharé contra ellos si es necesario, no me moverán de aquí, Liza!

No esperaba otra respuesta, a decir verdad. Sería extraño que Nikolah aceptase tan rápido. No entendía qué demonios le había dado ahora por subirse a un árbol para recordar su infancia o qué sabía ella, pero pronto anochecería y debían comprar la cena. Sin embargo, conocía muy bien a aquel chico, y pronto les guiñó un ojo a los niños que la observaban, llevándose un dedo a los labios para que guardasen silencio.

Era hora de usar su arma secreta. Su arma infalible contra Nikolah's enrabietados.

—Nikolah... Tengo galletas.


Silencio.

Todos los presentes se mantuvieron expectantes a los movimientos del árbol excepto la propia Liza, quien sonreía confiada en su movimiento estrella. Se cruzó de brazos sobre su pecho y cerró los ojos, paciente.

Segundos más tarde, las ramas del árbol se agitaron y con un ruido seco, el chico bajó del lugar de un salto, con la mirada esquiva y un pequeño mohín en su rostro. Se acercó hacia Liza con los puños ligeramente apretados y se colocó a su lado, extendiendo la palma de su mano hacia ella.

La castaña ensanchó su sonrisa y tomó su mano.

—Definitivamente me hubiese enfrentado a la policía, que lo sepas —dejó claro, ante la mirada de todos aquellos ojillos curiosos.

—Te creo, cielo —acarició su cabeza con ternura, comenzando a tirar de él hacia la salida. Se despidió con una sonrisa divertida de los niños, dirigiendo toda su atención una vez más a su niño favorito a su lado. Quizás un poco grande, pero niño a fin de cuentas—. Te creo.

Nikolah sintió sus mejillas colorearse ante aquella muestra de cariño, y tan distraído parecía estar que tardó un par de calles en percatarse de lo que verdaderamente importaba.

—Oye, ¿y mis galletas? —alzó una ceja, escéptico de repente.

Liza soltó una pequeña risa.

—Las compraremos junto a la cena.

Quiso quejarse por aquel engaño, pero el hecho de que la joven apretase el agarre en su mano y comenzase a tironear de él con aquella sonrisa que le encandilaba despejó toda su molestia con un chasquido. Contagiado por su sonrisa, afianzó el agarre y la siguió con ánimos renovados.

Bueno, había sido un buen trato, después de todo.