Harry Potter P.P y el otro lado de la historia.

Habían pasado aproximadamente diez años desde el día en que los Potter sobrevivieron esa noche. El sol se elevaba por encima de unos jardines grandes y hermosos, iluminando todo a su paso y entrando por las cortinas de una habitación; dentro, se encontraba una niña con el cabello largo y naranja intenso, pecas adornando sus mejillas como si un conecta los puntos se tratara, pero uno de sus rasgos más resaltantes eran sin duda sus ojos rosa cubiertos por un marco de pestañas largas y cobrizas dándole un aspecto inocente, su nombre es Phoenix Peverell, ella mi querido lector, forma parte de las 4 personas que te conté anteriormente, pero, aún falta para presentar a los demás.


Eva, se encontraba corriendo las cortinas a un lado permitiendo que todo el sol entrara de lleno en aquella habitación, despertando a la pequeña.


— Señorita despierte, es hora de desayunar además de que hoy llega el correo — comento Evangeline.


La pequeña Phoenix se levantó a regañadientes mientras frotaba su cara, estaba emocionada por la llegada del correo, solo esperaba que si le llegará su carta y poder conocer el lugar donde sus padres habían realizado sus estudios y dejar de ir a Beauxbatons, la razón por la cual quería hacer esto era porque, ella observaba todas las fotografías que estaban en el estante del comedor además de escuchar los comentarios que su nana y elfo doméstico le decían, ya que estos eran los únicos que la habían cuidado todo este tiempo, siguiendo las ultimas intenciones de sus antiguos amos.


El motivo por la cual no estaban vivos y con su pequeña es sencilla, ellos fueron quienes tomaron la apariencia de los Potter, ellos son los que se pusieron en riesgo para poder acabar con Voldemort y poder darle un mejor futuro a sus amigos y su hija, de cierta manera se podría decir que lo lograron, pero, el costo fue grande. Por si te lo preguntas, si, a pesar de todo esto Harry consiguió la marca de rayo, eso gracias a que Nyx, madre de Phoenix, se sacrificará por el…. ¿La razón?, simple, ella también era mamá y no podía permitirse el dejar a un bebé a la deriva, hasta este punto me imagino que podrás unir las dos partes de la historia de manera correcta, ¿cierto?, pero, prosigamos.


Durante el desayuno el sonido de varias cartas siendo dejadas en la mesa ocasionaron que la pequeña dejara de comer y fuera en busca de estas, se mantuvo lo más calmada que podía mientras sus manos mezclaban los sobres hasta encontrar el indicado.


Señorita P. Peverell


Dejo escapar un grito de emoción al leer su nombre mientras sus dedos pasaban por el sobre grande y pesado, parecía estar hecho de pergamino amarillento, y la dirección estaba escrita con tinta verde esmeralda y aunque no tenía sello, ella lo sabía, solo quedaba verificarlo, le dio vuelta al sobre y pudo notar, un sello de lacre purpura con el escudo de Hogwarts, que era un león, un águila, un tejón y una serpiente, rodeando la gran letra H.


Le extendió el sobre a su nana para poder seguir comiendo y con ojitos temblorosos le pidió que la leyera en voz alta, Eva saco la carta y leyó:


COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERIA

Director: Albus Dumbledore

(Orden de Merlín, Primera Clase,

Gran Hechicero, Jefe de Magos,

Jefe Supremo, Confederación

Internacional de Magos).


Querida señorita Peverell:

Tenemos el placer de informarle de que dispone de un puesto en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios.

Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.


Muy cordialmente,

Minerva McGonagall

Directora adjunta.

 

Va siendo interesante, ¿verdad?... Y eso que todavía no te presento a los demás participantes de este bello relato, descuida, prometo que seguiré respondiendo todas tus preguntas, pero, por ahora disfrutemos del suave y lindo paseo que nos ofrece este relato.


Phoenix se despertó muy temprano aquella mañana, para cuando su nana estaba abriendo la puerta de su habitación, ella ya se encontraba preparada para salir.


—Primero, deberemos ir a Gringotts para poder comprar todo lo de su lista de útiles Señorita.


Phoenix siguió a Evangeline directo a la chimenea, sentía como sus manos temblaban de la emoción, una vez que usaron los Polvos Flu, Eva se encargó de dar los primeros pasos y dirigirse a la pequeña.


—Bienvenida Señorita, al callejón Diagon.


Sonrió contenta ante los pequeños saltos de felicidad que daba Phoenix, la ojirosa no paraba de ver a rápidamente a todos lados, ahora entendía de donde su nana sacaba todo lo que necesitaba anteriormente y por qué no había podido acompañarla.


Después de su parada en Gringotts, tocaba comprar los útiles y la pequeña no podía dejar de ver a todos lados, quería visitar cada una de las tiendas pero sobretodo deseaba comprar dulces, la primer parada fue con “Madame Malkin, túnicas para todas las ocasiones”

Al entrar Eva se acercó a una bruja sonriente y regordeta con un vestido color malva, acto seguido se dio media vuelta y se agacho a la altura de su Señorita.


—Me voy a adelantar a comprar unas cosas, por favor, no se vaya a mover de aquí en lo que regreso, Madame Malkin ya sabe que hacer.


Phoenix solo asintió con la cabeza y una sonrisa en los labios, así que lentamente retiro su mano de la de su nana y se adentró más a la tienda.


— ¿Hogwarts querida? — Empezó a hablar en cuanto vio que la niña empezaba a hacerlo. — En realidad tengo muchos aquí, es más, tengo una muchacha que se está probando una ahora.


En el fondo de la tienda se podía observar una niña de piel pálida y el rostro con pecas, su cabello bicolor pero, lo que más le llamaba la atención era el color de sus ojos, brillaban más que cualquier diamante y eran como dos topacios con su color dorado, estaba parada sobre un banquito, mientras que le ponían alfileres en la larga túnica negra. Madame Malkin coloco a Phoenix en otro banquito, le puso una larga túnica y comenzó a marcarle el largo adecuado.


—Ho-Hola… —comenzó con algo de nerviosismo la pelinaranja — ¿También iras a Hogwarts?


—Sí —respondió aquella chica.


—¿Juegas quidditch? — Phoenix había hecho esta pregunta con tal de poder seguir la conversación, le emocionaba poder hablar con otra persona de su edad fuera de su anterior colegio.


—Sí. Aunque a veces mi familia se pone de sobreprotectora pero, yo juego a ganar, no a perder. —Su voz sonaba entre intrigada y cautelosa.


La oji rosa quería seguir la conversación sin embargo ya habían terminado la túnica de aquella chica y sus padres se encontraban a pocos pasos de ella esperándola, se mordió el labio por dentro y sonrió cuando se dio cuenta que se encontraba bajando del banquito donde estaba parada.


—Supongo que nos veremos en Hogwarts. —Comento despidiéndose con la mano aquella oji ámbar mientras caminaba a donde estaban sus padres.


Phoenix solo pudo observar cómo se alejaba aquella chica con sus padres, haciendo que se preguntará si así hubiera sido si estuvieran los suyos. Termino sacudiendo la cabeza ante aquellos pensamientos, si bien, los extrañaba estaba contenta con su nana y su elfo doméstico, en lo que esperaba pudo medio escuchar la conversación de otros dos chicos que también irían a Hogwarts.


Una vez acabada la lista de útiles y de comprar uno que otro capricho, se dirigieron de regreso a la mansión y durante el trayecto Phoenix no había vuelto a hablar por estar pensando en lo emocionante y cansado que había sido el día de hoy.


—Tranquila señorita, ya vera que todo le ira bien además de que apuesto que Crux hizo su cena favorita.


La pequeña asintió con la cabeza en lo que se le quedaba viendo a su nana, a pesar de que su apariencia se basaba en un cabello castaño y largo perfectamente arreglado, piel blanca y ojos color avellana, no podría ser su mamá, se notaba la diferencia… Dejo escapar un suspiro intentando que sus pensamientos se fueran con él y se concentró en seguir caminando tomada de la mano de su nana, ella nunca la dejaría sola y estaba contenta por eso.