One-shot Otro Evangelio de infancia de Jesús

Tema en 'Otros Fanfiction' iniciado por Elliot, 28 Septiembre 2020.

  1.  
    Elliot

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    Escritor
    Título:
    Otro Evangelio de infancia de Jesús
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1836
    Escrito inspirado en el Protoevangelio de Santiago y el Evangelio de la infancia de Tomás, pero que forma parte de mi propia teología (forma fancy y pretenciosa de decir mi AU de la Biblia... tengo hobbys raros). Este relato fue hecho con propósitos únicamente literarios, mis disculpas si ofendo a algún creyente.

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    Preámbulo

    1. Vengo a contaros una anécdota en la historia de Jesús a quien llaman Cristo. Una anterior a su época de predicar.

    2. Una que cambió para siempre el corazón del niño portador de la divinidad. Pero antes daré el contexto que llevó a que ese acontecimiento se diera.

    El Salvador no salva

    1. El niño Jesús, a su tierna infancia, tenía ya por costumbre realizar milagros. Mas no eran estos de naturaleza generosa en busca de la salvación eterna de los demás, sino egoístas con el propósito de entretención momentánea del niño.

    2. No respetaba las leyes, las autoridades ni la vida de aquellos niños y maestros que provocaban su sensible ira. A los niños que lo molestaron en sus juegos el niño Jesús lanzó maldiciones y murieron en el acto. A los maestros que trataron de educarlo el niño Jesús lanzó maldiciones y murieron en el acto.

    3. Reprocharon a José los padres de los niños muertos por tener un hijo que hiciera tales cosas. José fue con Jesús con la intensión de castigarlo, mas se acobardó al acercarse y sentir el aura trascendental del niño, como si esta estuviera consciente de lo que quería hacer José.

    4. José estaba atemorizado, pero tomó el coraje que pudo y dijo al niño en tono estricto, y posteriormente en tono de lamentación: ¿Por qué obras así? Estas gentes sufren, y nos odian. ¡No estás cumpliendo tu misión como Salvador!

    5. José entonces trató de tomar al niño de la oreja, pero se detuvo al sentir intensiones asesinas en el niño. Jesús, estando indignado, pronunció estas palabras: ¿Quién eres tú, desconocedor de la naturaleza del Alfa y del Omega, para atreverte a considerarte digno de juzgar las acciones del Salvador? El que no hayas muerto antes de siquiera pronunciar tal herejía se debe al respeto que tengo a tu posición de guardián, mas no haz de confiarte demasiado como para cometer tal error una segunda vez esperando que vuelva a perdonar tu estadía en la tierra.

    6. Y el niño partió a casa. Y José, humillado públicamente como padre, lo acompañó avergonzado. Las personas reunidas al rededor del lugar también se indignaron. Hablaron entre si contra Jesús:

    7. Ni siquiera su padre pudo ponerlo bajo control. ¡Ese niño tiene el ego de proclamarse el enviado de el más grande, y tiene posesión de poderes demoníacos! Hay que hacer algo, acabar con el niño cuanto antes, antes de que acabe él con todos nosotros. Así lo querría nuestro Padre.

    José protege a Jesús

    1. El niño Jesús estaba jugando con las aguas de un arroyo como tenía por costumbre. Moldeó unas pequeñas personas y les dio vida. Ordenó a esas pequeñas personas de barro y arcilla cruzar el arroyo a través del seco camino que el niño había formado separando las aguas.

    2. Cruzad al otro lado, no tengáis miedo, estáis bajo la protección del más alto, les decía. Mas las pequeñas personas se asustaron y se reusaron a cumplir su mandato.

    3. Habéis tomado la decisión equivocada, ¡ahora pareceréis!, gritó el niño estas palabras. Hizo que las personas que vinieron del barro y la arcilla al barro y arcilla volvieran. Hizo que el suelo en que estaban parados los tragara. Inundó sus tumbas con las aguas del arroyo a las que tanto temían.

    4. ¡Ahí está, ahí está! ¡el hijo de los demonios obrando malicias!, vociferaron los hombres que se reunieron en las cercanías para observar al niño. Sus intensiones han sido declaradas, exterminó a unas imágenes de los hijos de Israel en su Éxodo, ¡no permitamos que cumpla su objetivo de aniquilar al pueblo de Dios!, vociferaron.

    5. Un sinsentido es que las obras de barro y arcilla reclamen contra su alfarero, fue la respuesta del niño. Tenéis razón en compararse a los muñecos que fabriqué, mas erráis en vuestra conclusión. Lo cierto es que sois igual a ellos, y yo igual a Dios. El alfarero tratará como vea conveniente a su obra según la calidad de esta. Os conservaré, puliré o desecharé como juzgue apropiado, y no está en vosotros la capacidad de juzgar mi juicio.

    6. ¡Ya está! ¡hay que acabar con este blasfemo! vociferaron los aldeanos ofendidos, se lanzaron a Jesús con intensión de destruirlo, de golpearlo y apedrearlo hasta que no quedara nada de él. El niño no retrocedió un sólo paso, esperaba a que sus atacantes se le acercaran como para que al momento de erradicarlos cayeran ante sus pies.

    7. Mas el enfrentamiento fue interrumpido. José llegó hasta Jesús primero. Se lanzó sobre el niño, cayendo ambos al suelo, y lo protegió entre sus brazos mientras decía: Perdonen a mi hijo, se los ruego, no sabe lo que hace.

    8. El desdichado anciano no recibió el apoyo de ninguno de los bandos. Los aldeanos enfadados lo golpeaban, pujaban y arañaban. El niño, mientras, decía: ¿Qué es lo que se supone que haces, José? Deberías ya saber que no requiero de tu sacrificio, ni me es útil siquiera. Y ya te había advertido sobre cometer la misma falta sobre juzgar mis acciones.

    9. ¡Soy el guardián de María! gritó José aguantando el dolor de las agresiones que estaba recibiendo. ¡Es mi misión cuidar la Divina Providencia que es su progenie, y me adheriré a tal misión aunque vaya a morir apalizado mientras protejo a un niño malagradecido! gritó José echando lágrimas y gemidos de sufrimiento.

    10. Lo divino en Jesús se afligió pensando en el trágico mal necesario que son los sacrificios para este impuro mundo terrenal gobernado por el malvado, y este recordatorio lo afligió tanto que dejó pasar el insulto de José. Lo humano en Jesús se conmovió ante el gesto del desdichado anciano, y quiso entonces devastar ahí mismo a los que le estaban provocando daño a José.

    11. Mas José sintió las intensiones asesinas del niño y en ese momento pronunció desesperado: ¡No! No fuiste traído a la tierra con el propósito de destruirnos, no fue para esto por lo que bendijeron a María y yo los resguardé a los dos, ¡no estás cumpliendo tu misión como Salvador!

    12. Lo humano en el niño Jesús contempló entonces la tormentosa escena estando pasmado del martirio por el que pasaba José. La agresión se tornaba cada vez más brutal, se escuchaba el salpiqueo de la sangre de José y la rotura de los huesos de José. Mas lo divino en Jesús no intervino, pues no hizo falta. Bastó a José con su propia voluntad para soportar el asalto.

    13. La escena acabó llamando la atención de unos soldados romanos que patrullaban la zona. Los aldeanos dieron entonces un cese a su arremetida contra José y contra Jesús. Actuaron tanto por su recelo a los romanos como por la pena que sintieron por José tras oír sus palabras. Se retiraron entonces los agresores.

    14. Desdichado e infortunado anciano con el que nos hemos topado, los romanos dijeron sobre José, quien yacía con apariencia como de muerto en el suelo. Lo consideraron también honorable al ver como había logrado proteger a lo que parecía su nieto, quien no llevaba el menor rasguño.

    15. Y los romanos partieron del sitio sin brindar ninguna otra ayuda. Lo humano del niño Jesús tuvo que arrastrar él sólo a José, quien estaba malherido, y lo iba a llevar hasta la casa de ambos. Pero la voluntad de José no conocía límites, José se levantó y tomó de la oreja al niño, y se la pujó con fuerza.

    16. Hasta ahora había obrado mal en mi misión como educador de aquel mandado por el Señor, me centré en el cariño y las recompensas y descuidé las sanciones, de igual importancia, mas a partir de ahora ya no seré así, y seré tan estricto como se requiera para corregir tu actitud desviada por tu impura naturaleza humana. Dijo con franqueza a Jesús.

    17. Al niño lo tomó esta actitud por sorpresa al inicio, mas después respondió enorgullecido de aquel hombre con alegría: Haz buscado y haz encontrado, acabas de hablar como un sabio. Acepto que te pertenezco, y espero obtener tu perdón, padre.

    18. José quedó alucinando por la respuesta de su hijo. José detuvo su paso del asombro y miró al niño, y el niño vio la sorpresa en el rostro de su padre. Luego retomó José su camino, e intentó ocultar lo enternecido que se hallaba, ¡fue reconocido como padre por ese hijo por primera vez!. Lo humano en Jesús pudo verlo aún así, y no necesitó de lo divino en Jesús para saberlo.

    María ve a José herido

    1. Horror fue lo que María sintió una vez llegaron Jesús y el lacerado José, su amado guardián desde su pubertad. ¡¿Qué ocurrió?! les preguntó. Y José iba a explicarlo con su último aliento antes de desmayarse, pero he aquí que el hijo se puso entre ellos, interrumpió:

    2. Mi padre tuvo que protegerme de las consecuencias de mis propios actos, dijo y lo abrazó cariñosamente. Pronunció un agradecimiento sincero y, con discreción de que no notaran lo siguiente, curó milagrosamente a José, pues ya había visto María las marcas físicas del valor de José.

    3. No pasará un día antes de que resuciten todos aquellos quienes parecieron en vano por mis acciones, dijo el niño, y así se cumplió. Y se retiró Jesús a jugar con los hijos de José, sus hermanos mayores. No realizó Jesús ningún milagro egoísta entonces.

    4. Y mientras los padres de Jesús observaban esto con paz en sus corazones, María abrazó cariñosamente a José por detrás y le dijo dulcemente: Eres un excelente padre, siempre te lo dije, y hasta Dios lo ha de pensar si te ha confiado esta tarea.

    5. Trato de llevar a mi hijo por el buen camino y volverlo la mejor persona que puedo, y eso es lo que todo buen padre haría, sea su hijo divino, o no lo sea. Respondió José con una pequeña lágrima de felicidad cayendo por su rostro.

    6. Devolvió entonces el abrazo a María y dijo: Pese a eso, el valor que tienen esas palabras tuyas para mi alma no puede ser estimado, y te lo agradezco. Y José no pudo ya entonces contener su llanto, y María lo consolaba hundiendo su rostro en el pecho de su guardián amado.

    Conclusión

    1. Y yo, que he escrito esta historia, me encontraba en mi hogar leyendo todas las sagradas escrituras que encontrara con respecto a Jesús en mi búsqueda de obtener conocimiento y llegar a la verdad. Y fui apremiado por esta ardua tarea por el Mayor entre Todos, que me concedió favor e inteligencia suficientes para escribir esta historia.

    2. Sea la gracia con los que siguen el camino de la luz, sean salvos por las infinitas eternidades. Amén.
     

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