Only one [kagura&koga]

Tema en 'Fanfics Abandonados de Inuyasha Ranma y Rinne' iniciado por sessxrin, 18 Mayo 2011.

  1.  
    sessxrin

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    Título:
    Only one [kagura&koga]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    1901
    Título: Only one.
    Summary: Un alma para llevarnos, no para aprovecharnos... sólo una.
    Pareja: Kagura & Koga.
    Tipo: Long-fic.
    Cantidad de palabras: 1.417
    Clasificación: T
    Advertencias: Sin Betas, posible Ooc. Lenguaje grosero.
    Género: Drama/romance.
    Declaimer: Nada de lo que vean de Inuyasha es mío, todo lo que reconozcan del anime es de Rumiko Takahashi.
    Notas:
    Ajá, yo soy un descaro, pero quería publicar esto :3
    Aclaraciones: Este fic está inspirado en la canción "Only one" de Alex Band. Lo que está en cursiva al inicio es una línea de la canción.

    llllll lllllllll llllll l l llllll lll l ll

    Capitulo I.
    Más de lo mismo, un poco de lo nuevo.

    Mis ojos pintan de rojo,
    La cubierta de mi alma.

    Sin prisa, sin afán, como si todo estuviera bien, arrastrando el cuerpo con toda la elegancia posible y el poco orgullo que le quedaba. Abrió la puerta con fuerza y el aire frío del exterior le pegó como una bofetada, despertándola. Caminó sin aliento por la terraza y se subió al muro que tenía enfrente, con toda la clase posible. Se sentó en el borde y sus piernas perfectas quedaron en el vacío. Dirigió el cigarrillo en su mano a su boca, aspiró con necesidad y el humo recorrió su garganta, sus pulmones y luego volvió a salir.

    Cerró los ojos y retuvo las lágrimas saladas que amenazaban con correr su maquillaje, y dejó que el viento danzara a su alrededor, colándose entre sus cabellos azabaches, entre los pliegues de su vestido, entre sus pestañas. Se meció un poco y dejó que toda la rabia y la miseria saliera lentamente, esparciéndose por todo su alrededor, perdiéndose entre partículas y gotas de agua salina.

    ¾Cualquiera diría que te vas a lanzar… ¿lo vas a hacer? ¾preguntó una voz profunda, tranquila y un tanto rústica atrás de ella. Abrió los ojos y torció el gesto molesta por la interrupción, mientras se limpiaba dos lágrimas.
    ¾Qué estupidez, si lo hiciera se dañaría mi lindo vestido ¾respondió con cierta sorna. Respiró hondo y su rostro se tornó duro.

    La chica oyó una carcajada atrás suyo, pero parecía estar carente de diversión.

    ¾ ¿Eso te preocupa? Joder mujer, algo anda mal contigo ¾y avanzó a ella, subiéndose de un salto al muro, con agilidad y se sentó su lado.
    Kagura frunció los labios molesta; pues claro que todo andaba pésimo.
    ¾Por supuesto, es una pieza única, no se consigue en cualquier hueco ¾replicó irritada. Le molestaba que alguien estuviera viéndola en semejante estado.
    ¾No te preocupes, si te tiras, yo me encargo de enviar tu vestido a un museo, para que lo enmarquen ¾sarcástico, muy despreocupado.
    La azabache sonrió un poco, dirigiéndole una mirada de reojo.

    Trigueño, de cabellos negros, lisos y recogidos en una coleta. Su rostro tranquilo, con su vista al frente, mientras prendía un cigarrillo. Kagura bajó la mirada; nunca había visto a ese hombre, o quizás sí, pero no se había fijado. No, a veces simplemente se aislaba encimada en su sufrimiento y ni cuenta se daba de los sucesos a su alrededor.

    ¾Suena bien ¾dijo ella rodando los ojos.
    ¾ ¿Cómo te llamas? Ya sabes, para que le coloquen una placa ¾preguntó con el mismo tono indiferente.
    ¾No es necesario que lo sepas, al final, eso sólo se olvida ¾dijo con cierta diversión en su voz. Dio media vuelta, y quedó dándole la espalda al vacío.

    Lo miró analizándolo, detallando cada parte de sus gestos, pero sin ningún interés en especial. El chico giró su cabeza y la miró con sus dos grandes ojos azules como diamantes. Kagura esperó, aún sorprendida por semejantes orbes.

    ¾Como quieras ¾respondió hundiéndose de hombros, sin darle importancia.

    Ella sonrió, sin ninguna desdicha, sólo pequeña, natural, relajada. Lo miró por encima de su hombro por última vez y bajó con delicadeza, como una señorita de porcelana.

    Escuchó el timbre y se preguntó sí aquel extraño también estaría en su clase. Frunció el ceño claramente molesta por el rumbo de sus pensamientos y se alejó el cabello con suficiencia. Sólo era un chico, como cualquier otro; insensible, común y sin ninguna cualidad buena que rescatar, porque al final, todo se resumía a una sola cosa: sexo. Feos, bajitos, nerds, jugadores, altos, delgados, rubios, peli-rojos, todos al final querían lo mismo, venía en ellos, era normal, estúpidamente biológico.

    Sonrió un poquito recordando todas las veces que oyó chicas llorando en los baños, “patético” había dicho siempre. Kagura sabía de antemano que ser blanda ante el mundo causaba consecuencias letales, así que simplemente observaba, no musitaba nada, rodaba los ojos o simplemente sonreía con diversión.

    Ley de la vida. El más fuerte se tragaba al más débil; así tenía que ser. Kagura no iba a ser engullida, aun cuando eso la tuviera atrapada, con garras, a punto de ser comida, por más que estuviera en la misma miseria, ella sólo miraría por encima de su hombro y se alejaría el cabello en gesto despectivo, ocultando sus temores tras la sombra de la dureza.

    Así que el sólo hecho que alguien pudo verla en ese estado tan deplorable, era desastroso, era denigrante, sería aceptar que podía dejar entrar a alguien a su ser (desconocido o no), y eso no era para nada bueno.

    Frunció los labios y entró al baño. Recostó sus manos sobre el lavabo y respiró hondo, mientras bajaba su cabeza, controlando la ira interior. Hoy no había sido un día muy bonito, a sabiendas de la tarea que le habían encomendado; “ponte ese vestido y por favor, trata de parecer un poco decente” su cínica voz aún resonaba en su cabeza como una tortura personal, que nunca la abandonaba.

    Aunque sus palabras crueles no era lo que la hacía rabiar, sino era el fin del dichoso vestido. Respiró de nuevo y aflojó el gesto duro en su rostro; no se iba a dejar lastimar por ello, no iba a ser aguijoneada, no, ella no mostraba debilidades, nunca.

    Se recogió el cabello en un estiloso moño y dos cabellos negros cayeron como marco alrededor de su marfileño rostro. No sonrío ni torció los labios, sólo se atravesó, admirando su propia belleza. Se lavó las manos y salió con ese porte de reina, pero una muy guerrera, siempre con clase, afilada y dura, como una cuchilla.

    Sus tacones pararon cuando un chico la cogió por los brazos.
    ¾ ¿Qué crees que haces? ¾preguntó con el ceño fruncido, mientras se quitaba el agarre.
    ¾Salvándote de un buen golpe en el trasero ¾respondió con el mismo gesto, pero siempre tan tranquilo, sin estupor.
    ¾No me iba a caer ¾replicó incrédula por semejante idea. Ella, en el piso, como una niñita, nunca.
    ¾Sí lo ibas a hacer ¾dijo con una sonrisa divertida.
    ¾Eso ya no importa, córrete ¾exigió fríamente.
    El moreno puso en blanco sus ojos.
    ¾ ¿Por qué respondes de esa forma tan ácida? Parece que siempre vives con un palo metido en el culo ¾expresó serio, pero con una serenidad que estaba empezando a desesperar a Kagura.
    ¾Que te den ¾musitó entre dientes, mientras lo quitaba de un empujón.
    ¾Que agresiva ¾escuchó su ironía a su espalda.
    ¾Idiota ¾murmuró irritada. Que desconocido para ser tan desagradable, como una espinita.

    Pero en forma literal, porque de pequeñito, chiquitico, diminuto y todos sus sinónimos no tenia nada, porque su ancha espalda, su alto cuerpo, sus brazos fuertes (lo sabía, pudo verlos cuando la sujetó) no clasificaban dentro de esos adjetivos.
    Un desconocido, algo nuevo, sin nombre.
    .
    .
    .
    En todas las clases no hizo nada más que hacer garabatos en sus cuadernos, como polillas, aves, pájaros, cielo, despejado y con cuervos volando. Libres, sin ataduras o sin estar encerrados. Al final terminaba de arañarlos por completo, sintiéndose demasiado emocional.

    Cuando terminó su pequeña escapatoria al mundo, llegó a aquel restaurante en el que habían acordado. Levantó la cabeza con mucho orgullo, con arrogancia, como si fuera la dueña de su propio presente. Entró con una especie de gracia dura, un paso muy propio de ella.

    Vio la mesa que le tocaba y se sentó, saludando a los hombres con una diminuta sonrisa complaciente.
    ¾Tan hermosa como siempre, bella Kagura ¾saludó uno de ellos, con una mirada que se la comía enterita.
    ¾Muchas gracias ¾respondió con cortesía.
    ¾No la alagues tanto, después se ahoga en su ego, y de paso a mi ¾interrumpió un hombre azabache al otro lado de la mesa, con sus ojos cerrados deleitándose de un vino.
    “Maldito cabrón” pensó la chica.
    ¾Tú y tu excelente humor, Naraku ¾masculló con una mezcla de ironía y diversión.

    El susodicho la miraba; dura, fría, oscura, penetrante. Kagura no lo soportó y miró hacía otro lado con gesto hastiado, mientras que el hombre a su lado soltaba carcajadas, entretenido.

    ¾Y ni siquiera he empezado, querida ¾replicó con burla.

    Pues claro que no, aún faltaba la parte más agria, cuando se acabará el vino y Naraku dejará la amable cortesía, cuando ella pasaba a ser sólo una pobre marioneta.
     
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    Pan-chan

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    OMG creo que tambien seguire esta historia tuya, no me habia dado cuenta lo interesante que podría ser esta pareja que planteas, me agrada la personalidad que le das a Kagura porque tiene un toque personal tuyo pero a mismo tiempo es como si estuviese viendo a la Kagura de la serie. Kouga es mas rebelde que en la serie, no me sorprende que diga palabrotas (incluso en la serie se le salieron algunas) ya veremos como avanzan las cosas entre ellos, y está de mas decir que por el simple hecho de aparecer Naraku (aunque haga de hdp a la maxima potencia) ya adoro tu fic xD estare pendiente de tu conti (claro, no te sientas presionada :3 )
     
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    sessxrin

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    Aww Cora, como siempre vos de linda[: Son dos personajes parecidos y a la vez muy diferentes. Etoy jugando con ellos para ver que sale. Disculpa el Ooc-.- Gracias por leer querida y por tener el detalle de comentar:)

    Letras: 1.464

    llll lll lllllllllllllllllllll l l l lllllllllllll lll lll l l l llllllll

    Capitulo II.
    Un lobo con nombre.

    Kagura se levantó con rapidez y con brusquedad se metió a la ducha. Abrió la llave y limpió con fuerza toda su piel, toda parte en donde aquel hombre había tocado, había lamido, había penetrado. Retuvo las lágrimas que amenazaban con desarmarla y dejó que el agua fría interpretara el dolor que la estaba consumiendo. Luego de durar varios minutos con los ojos cerrados, sintiendo el chorro de agua sobre su frente, respiró hondo y salió con toda la dignidad que osaba tener.

    Se puso un diminuto vestido rojo sangre, sin tirantes y que le llegaba a la mitad de los muslos, un tanto atrevido, pero que Kagura podía lucir con mucha presencia y elegancia. Al parecer era un obsequio del hombre con quien estuvo, lo que hizo que se sintiera más vendida de lo que estaba. Alejó sus pensamientos y se colocó los pendientes, luego los zapatos negros de tacón y dejó que su cabello azabache cayera sobre sus hombros, dándole un aspecto jovial.

    Salió con el rostro duro, sereno, eliminando cualquier atisbo de destrucción en su interior, mientras recogía su pequeña cartera. Salió de la habitación y bajó a la entrada del apartamento, en donde un auto la esperaba. Entró sin preguntar y el chofer arrancó.

    Sabía exactamente sus instrucciones “Sólo complácelo Kagura, mantenlo feliz, y tu estarás bien, sino…” su voz vil y rastrera quedó en el aire, advirtiéndole de que podía pasarla fatal, quizás peor de lo que ya se encontraba; así que lo mejor era que se quedará callada, bajara la cabeza y obedeciera, a Naraku era mejor tenerlo de amigo que ni de enemigo, eso lo sabía a la perfección.

    El auto paró y ella salió con esa agilidad y clase muy propia de su ser. Le echó una mirada al lugar: un restaurante, no pomposo ni extravagante, pero sí muy fino, muy discreto. Entró y el aroma a madera quemada inundó sus pulmones. Avanzó con paso firme hacía la mesa del centro, donde se encontraba el mismo señor de anoche. Lo saludó con una sonrisa simulada y se sentó con mucha delicadez.

    ¾Cada día me sorprende más la belleza que tienes ¾alagó el hombre con voz ruda.
    ¾Gracias, aunque no es para tanto ¾respondió mirando el menú.
    ¾ ¿Lo dices por el comentario de Naraku? ¾preguntó curioso.
    ¾Para nada ¾dijo mirándolo con una diminuta sonrisa fingida.
    ¾Tiene un humor demasiado… ácido ¾dijo él mientras él mesero llegaba.
    ¾ ¿Víctima de sus comentarios? ¾preguntó ella divertida con una ceja levantada.
    ¾Como todos ¾respondió riendo. Kagura lo acompañó con su risa, una que no disfrutaba.

    Mantenlo feliz” Lo estaba haciendo a la perfección. Cuando la chica levantó la mirada, viendo como el mesero se iba con la orden, algo llamó su atención. Alto, trigueño y con esa coleta inconfundible. Frunció el ceño molesta, pero rápidamente aflojó su gesto, no quería que su acompañante comenzara a preguntarle.
    ¿Qué hacía él ahí? Frunció los labios, más molestia que añadir a la lista.

    ¾Discúlpame, tengo que retirarme un momento ¾Kagura se levantó y se dirigió al baño después de ver como el hombre asentía.

    Después de ver que el hombre se distraía recibiendo una llamada, salió de allí y se dirigió al bar.

    ¾ ¿Qué haces tú aquí? ¾preguntó directa y molesta. El susodicho levantó la mirada, primero confusa, luego sorprendida.
    ¾Trabajando ¿qué no ves? ¾respondió irritado.
    ¾ ¿Aquí trabajas? ¾preguntó, está vez con una curiosidad disimulada.
    ¾Sí, señorita soy-la-reina-del-mundo ¾masculló girando sus ojos.
    ¾Esa no es forma de tratar a los clientes ¾replicó ella con gesto altivo.
    ¾ ¿Lo eres? Pensé que era el hombre con el que estás ¾dijo frunciendo el ceño, recobrando su acostumbrado tono tranquilo.
    ¾Lo soy ¾afirmó con dureza, pero sin dejarse llevar por la ira.
    ¾Me parece excelente, ahora, si a la señorita se le da la gana, tengo otras personas que atender ¾concluyó mirándola con rabia.

    Kagura no pudo replicar porque éste ya la había dejado sola. Puso sus ojos como rejillas, fulminándolo y se dio la vuelta con desprecio, mientras se quitaba el cabello hacía atrás. Que bicho le habría picado ahora.

    Se sentó de nuevo en la mesa y siguió el rumbo de la conversación con confianza. Aún podía recordar sus duras y secas manos recorriendo su cuerpo sin ataduras, como si fuera su dueño. Puag. Con una sonrisa y con un cuchillo en la mente Kagura le seguía el ritmo; y a parte de todo eso, no podía evitar enviar miradas de reojo al bar, buscándolo.

    Algunas veces sirviendo tragos, otras limpiando vasos, otras preparándolos. Algunas él la pillaba mirándolo… ella no se sonrojaba, ni él reía, sólo le sostenía la mirada muy tranquilo, atravesándola con aquellos diamantes que tenía como ojos. Cansada por tener que sentir como le leían el alma, movía la cabeza en una clara muestra de hastío y seguía con su charla.

    Cuando terminaron, se retiraron entre risas –una actuada, la otra complacida- y la azabache envió una mirada por última vez, notando que ya no estaba, y eso, por alguna razón, le fastidiaba.

    Al salir, alcanzó a mirar de reojo que el chico estaba al otro lado, fumándose un cigarrillo. La idea de acercársele un momento se le vino, pero luego la ignoró, en el preciso instante en que el se giró y la capturó con sus ojos, para luego ignorarla. Kagura puso sus labios en una línea recta, intentando calmarse; últimamente este tipo la ponía muy irritada.

    ¾Puedes irte adelantando, no me demoro ¾anunció a su acompañante, retirándose en un momentico.

    Se escabulló entre algunas personas que salían, y dio media vuelta, mientras subía una diminuta pendiente. No había luz, excepto la lámpara de la puerta de donde seguramente él había salido.

    ¾Te dejó la novia ¿o qué? ¾preguntó a un metro de él, mientras cruzaba sus brazos. Obviamente se refería a su comportamiento agrio.
    ¾No, ni siquiera tengo ¾respondió tajante.
    ¾Es comprensible, con semejante ogro ¾comentó con burla.
    ¾Quien lo dice, la señorita más dulce de este planeta ¾replicó irónico, siempre sereno.

    Ella, en vez de enojarse, sonrío, pero con ese gesto chiquito, imperceptible, casi perverso.
    Él miró hacía arriba y sus ojos azules celestes fueron iluminados por la luz amarilla, con el humo de su cigarro como un delgada neblina; a Kagura le dio sensación de estar en un muelle, o un bosque.

    ¾Pareces un lobo ¾musitó ella de la nada. Casi estaba olvidando al señor que se encontraba en el auto, aún esperándola.
    ¾ ¿Qué? ¾musitó mirándola, con una expresión de hastío¾ Otra con ese cuento.
    ¾ ¿Disculpa? ¾respondió ella frunciendo el ceño.
    ¾Suelen decirme eso, ya me tienen hasta el cuello ¾concluyó bufando.
    ¾Sácate los ojos ¾comentó mirándose las uñas, restándole importancia a la idea.
    ¾No seas ridícula ¾replicó con las cejas juntas, claramente fastidiado.
    ¾Entonces cállate y no te quejes ¾dijo quitándose el cabello hacía atrás.
    ¾ ¡No me gusta! ¾exclamó botando el cigarrillo.
    ¾Si no puedes cambiarlo, sólo acostúmbrate ¾lo atravesó fríamente, con esos ojos negros duros. Por alguna razón, se sintió como un robot, repitiendo todo lo que le habían dicho desde pequeña.
    ¾Puedo cambiarlo… ¾contestó con serenidad. Sacó otro cigarro, lo prendió y se acercó a ella. La chica no se movió, en cambio, alzó la cabeza con arrogancia¾. Tú podrías ayudarme a hacerlo, llamándome por mi nombre ¾terminó a un paso de su esbelta figura.

    La chica no dijo nada, siguió mirándolo desde arriba, desdeñosa. La situación le parecía estúpida, y su petición un tanto cursi, pero aún así no podía dejar de verlo un tanto ¿divertido? ¿lógico? Un poco de ambas. Le provocaba matarlo –y quizás él también a ella- y ni el nombre se sabían, tal vez era porque pasó a segundo plano sin darse cuenta.

    ¾A ver, ilumíname chico lobo ¾mencionó con placer. El susodicho torció el gesto cuando ella lo llamó con ese apodo.
    ¾Kouga, sin lobos ni lunas ¾declaró muy serio.
    ¾ Kagura, sólo Kagura ¾respondió con el mismo gesto.
    ¾El vestido tendrá honores ¾dijo recordando su primera charla.
    Kagura puso los ojos en blanco por lo inútil que le parecía eso. Lo miró y murmuró un “adiós chico lobo” y se giró con un paso muy grácil
    ¾ ¡Ey! Nada de animales ¾lo oyó gruñir.
    ¾Sí, sí Kouga ¾dijo dándole la espalda.

    Luego se perdió entre el reflejo de la luz del restaurante en los enormes ventanales. Kagura llegó de repente al auto con menos amargura de lo habitual, su actuación fue mucho más natural. Se disculpó con el señor y se adentró en el auto, volviendo a su tarea.
     
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    Pan-chan

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    Debo decir que mi parte favorita fue esa conversación entre Kagura y Kouga, tal y como tu dijiste son dos personajes parecidos pero a la vez diferentes.

    El primer parrafo con que iniciaste el capitulo describe perfectamente la rabia reprimida de Kagura, teniendo que someterse a la volultad de Naraku ¿Quien le pide que lo complazca? seguramente necesita dinero o está amenazada de alguna otra manera; lo cierto es que a Naraku no se le puede decir que no :oops: jajaja

    Me gusta como van evolucionando las cosas, y se nota que este fic tendra un toque mas picante de lo usual, estaré esperando la conti ^^
     
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    sessxrin

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    Drama
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    5
     
    Palabras:
    1998
    Como en la serie, Kagura está obligada a servirle a Naraku ¿por qué? ya verás ;) Me gusta mucho esta parejita, como dijiste, es más "picante" y en mi opinión personal, es menos cursi y rosa. Como siempre hermosa, gracias por haber tenido el detalle de leer y comentar[: ¡Gracias! Disculpa el Ooc, aún no manejo decentemente estos personajes.

    Capitulo III.
    Cinco huellas.

    I Huella.

    Sí tenían una clase en común, educación física para la desgracia de Kagura. Ella tiraba más a la gimnasia, no a la resistencia. Torció el gesto cuando vio que pronto le tocaba a ella correr.
    “Fanfarrón” murmuró cuando Kouga pasó por su lado y le dedicó una sonrisa engreída, el idiota les llevaba a sus compañeros una vuelta de diferencia. Kagura respiró hondo y pasó las gradas, colocándose en un punto de partida.

    Sólo cuatro vueltas y ya. Sonó el pitido y ella arrancó despacio; no tenía ganas de correr y tampoco es que se esforzara por ello. Kouga paró y se sentó en las gradas, mirándola con su mano bajo su quijada. A la tercera vuelta, Kagura se tambaleó y el chico juró verla sobre el piso en un momento. Rápidamente se bajó y corrió hacía ella, la agarró de la cintura y sintió como su cabeza se recostó sobre su hombro. Estaba pálida y sudaba frío. La chica notó su cuerpo y lo empujó, quitándoselo.

    ¾Lárgate ¾ordenó. No le gustaba para nada que él la viera así.
    ¾No me voy a ir, pareces un muerto ¾replicó cogiéndola del brazo.
    ¾Estoy bien, vete ¾masculló molesta. Luego respiró hondo y recobró su compostura.
    ¾ ¡demasiado bien! Jódete sola si es lo que quieres ¾gruñó retirándose.

    Kagura cerró los ojos y sintió como algo le subía la garganta, espeso y ácido. Caminó muy rápido y ahí en las llaves, vomitó. Abrió un grifo y se limpió los restos de la boca y se lavó la boca.

    ¾Te ves estupendamente bien ¾su ironía sólo la molestó más.
    ¾ ¿Eres bruto o qué? Te dije claramente que me dejaras en paz ¾dijo fulminándolo con la mirada.
    ¾ ¿Y sí no quiero hacerlo? No creo que estés en condiciones de exigir ¾respondió acercándose a ella. Kagura instintivamente se alejó, pero éste gruñó y la agarró con fuerza del brazo, pasando un poco de agua por su frente. La chica pataleó contra su agarre y al final Kouga terminó echándole el agua por la cara molesto por su comportamiento¾. Toma y haz lo que quieras ¾concluyó dejando una bolsa de agua en el lavamanos.

    Kagura chasqueó la lengua frustrada e irritada, mientras lo miraba irse con un muy mal humor. Se secó el rostro y sintió ya poco a poco el control sobre su visión. Miró de reojo la bolsa y algo parecido a la culpabilidad le hizo agarrarse del lavabo; ¿él estaba preocupado por ella? ¿o tan sólo estaba fastidiándola? No encontraba respuesta fija, para estas cosas ella era una ignorante, los sentimientos nunca fueron su fuerte, nunca fueron de su agrado.

    Abrió la bolsa y se tomó el agua. Qué tipo para ser más idiota.

    II Huella.

    Entró al comedor con nuevas energías. Miró el atestado lugar con fastidio e inconscientemente lo buscó entre los adolescentes que la miraban, unos con cierto deseo, otras con envidia. Caminó con ese topeteo narcisista y su vista capturó su largo cabello en una esquina apartada del lugar. Él la miró y la asesinó con sus ojos; Kagura torció sus labios en una especie de sonrisa maldadosa, divertida por su reacción.

    La oyó acercarse y Kouga botó el tenedor fastidiado; aún no se le había olvidado el incidente de las primeras horas. Ella no dijo nada, sólo se sentó al frente de él e ignoró el odio en su mirada, en cambio, sonrió perversa.

    ¾ ¿Qué quieres? ¾preguntó Kouga nada amable.
    ¾Molestarte un poco ¾respondió mientras tomaba un sorbo de gaseosa.
    ¾Vaya hobby el que tienes… pensé que me querías lejos ¾frunció el ceño confundido.
    ¾No seas tan rencoroso ¾torció los labios en una mueca divertida¾; no es como si te fuera a clavar un cuchillo ¾comentó tranquilamente, cruzando las piernas.

    El azabache la miró fijamente, en una mezcla de escepticismo e incredulidad. Kagura soltó una pequeña carcajada al verlo, realmente pensaba que ella era capaz de hacer eso. Kouga puso los ojos en blanco y pegó un mordisco a su comida.

    ¾No me creo eso, pero por sí acaso, te vigilo de cerca ¾advirtió el hombre después de tomar un sorbo de gaseosa.
    ¾Chico listo ¾murmuró mirándolo y luego a sus uñas, sintiéndose extrañamente bien con toda esta situación.

    Kouga la miró con la cabeza hacía atrás, sintiendo como algo se revolcaba en su estomago. Ella era malvada, mala, arrogante, despectiva, hostil y fría, y con todo eso y más, él sentía que no terminaba de conocerla, que ella escondía algo en su mirada negra; ¿temor? Tal vez, pero aún no entendía de que o porqué.

    Sólo sabía que quería que ella estuviera ahí un poco más, con su falsedad y superficialidad incluida.

    III Huella.

    Kagura observó como las nubes se juntaron sobre el lugar, grises y probablemente atestadas de agua. Sabía de antemano que iba a llover, para su desgracia, las calles se iban a inundar y ella no tendría una excusa para salir por la ciudad, respirando un poco libertad momentánea.
    Cerró los ojos y la lluvia comenzó a caer, liviana, suave como un pequeño canto… luego sin darse cuenta, el sonido se volvió salvaje, potente, ruidoso, como el llanto de la destrucción.

    ¾Así como estas, podrías engañarme, casi pareces amable ¾dijo divertido, observando como ésta torcía el gesto y lo miraba cansinamente.
    ¾Y serías muy tonto sí lo creyeras ¾respondió mirando como los árboles se agitaban bruscamente por la fuerza del viento, y a los adolescentes correr escondiéndose de la precipitación.

    Ella no tendría porque preocuparse, la recogerían y estaría a salvo del barro y de la suciedad. De pronto miró de soslayo a Kouga, que estaba prendiendo un cigarrillo y mantenía sus ojos cielos fijos en algún punto en el vacío, pensando en algo. Parecía importante, sus cejas levemente fruncidas, como sí le estuviera dando muchas vueltas al asunto.
    Después él la volteó a mirar y Kagura tuvo de nuevo esa sensación de estar siendo leída.

    ¾Ven a tomarte un café conmigo ¾sugirió serio, con tranquilidad.
    ¾ ¿Qué? ¿ahora? ¾preguntó con el ceño fruncido.
    ¾Obvio.
    ¾No, me mojaré ¾replicó aterrada por esa idea.
    ¾Esa es la gracia ¾respondió con una sonrisa de medio lado.
    ¾Kouga… ¡no! ¾tronó cuando éste la jaló del brazo, sacándola de la puerta de la Escuela, arrastrándola bajo la lluvia.

    Kagura tembló por el frío y sintió como sus zapatos de tacón se llenaban de tierra y agua. Golpeó fuertemente al chico en su hombro, a lo que éste se quejó levemente.

    ¾ ¡Maldito pedazo de imbécil! ¡te voy a matar Kouga! ¾gritó furiosa, aunque no tuvo el efecto deseado, ya que el sonido de la lluvia ahogó su tono elevado.
    ¾Pero después, ándale que me estoy congelando ¾expresó sereno, jalándola por un corredor.
    ¾ ¡Serás idiota! ¾exclamó echa una furia. Sinceramente no supo cuando fue la última vez que gritó de esa manera, pero así, con sus ropas pegadas a su cuerpo como una segunda piel, el agua congelada llenando sus pies y su maquillaje corrido no era algo que pasara todos los días. Nunca a decir verdad.

    El susodicho no dijo nada, sólo la arrastró más duro, casi llevándola corriendo por las calles mojadas. Dos cuadras más adelante, aún escuchando las maldiciones entre dientes de la chica, y la metió dentro de un pequeño pero acogedor local.
    La chica casi se resbaló por el suelo liso, pero él la cogió de los brazos, para saber que después ella se despegó de él con un golpe en el pie.

    ¾Auch ¾musitó mirándola mal. Luego pidió dos cafés, mientras la chica terminaba de escurrirse el cabello.

    Kouga recibió los cafés y le ofreció uno a Kagura, ésta lo fulminó pero lo aceptó, aún temblando levemente por la ventisca fría que se pegaba a su cuerpo.

    ¾Imbécil, ésta me la pagas ¾amenazó abrazándose a si misma.
    ¾Pensé que el café lo recompensaba ¾comentó haciéndose a su lado. La chica lo volteó a mirar con una expresión indescriptible.
    ¾ ¿Estás de broma? ¾preguntó con sus ojos echando chispas; pero parece que él hablaba muy en serio¾ Te voy a hacer picadillo, recuérdalo bien.
    ¾Que miedo ¾musitó fingidamente.

    Kouga sacó otro cigarrillo, el último se le había perdido entre tanto jalonaso, lo prendió y se sacudió el cuerpo, salpicando a su alrededor. Luego la miró, estaba muy enojada. Sus ropas echas una suciedad, sus zapatos mojados –que ahora reposaban a su lado, Kagura estaba recostada sobre una pared, con sus pies descalzos- su delineador corrido, su moño echo un desastre.

    ¾Vamos, no la estás pasando tan mal ¾dijo intentando calmar los humos.
    ¾Cállate ¾musitó de inmediato. Kouga bufó y dejó la taza de café a un lado.

    Se acercó a ella y cogió uno de sus mechones, colocándolo detrás de su oreja. Kagura se quitó su mano inmediatamente, sólo causando que él pusiera los ojos en blanco.

    ¾Aguafiestas, al menos estás con alguien ¾comentó entre dientes.
    ¾Qué te calles ¾exigió de nuevo, más calmada. Lo miró y muy seguramente el café le calentó desde la punta de sus pies hasta su pecho.

    No dijeron nada más, silenciados por el imponente sonido de la tormenta y siendo calentados por un café de rabia, rencor y frustración.
     
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    Pan-chan

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    Vaya vaya, esos dos personajes si que son de temer, relacionar a esa pareja es más dificil de lo que pensaba ya que ambos son orgullosos y dicen las cosas sin pensar.

    Po un momento creí que Kagura y Kouga eran mayores, cuando lei lo de gimnasia supuse que aun estaban en el instituto, yo no me imagino a Kagura buena en deportes XD es demasiado fragil por asi decirlo. Kouga en cambio es todo un atleta, quizas porque en el anime su especialidad era correr :rolleyes:

    Me dijiste que mas adelante sabre por qué Kagura depende de Naraku, es decir que mi villano si tendra mas participación yay!! XD pero por el momento creo que Kouga y Kagura se llevan mejor, fingen que no se soportan pero en el fondo les agrada molestarse mutuamente.

    Espero el proximo cap ;)
     
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    Hermanita: Es que son mayores, o al menos, más que al resto; ¿Por qué todavía estan en la escuela? Más adelante te lo cuento (: Sí, me ha costado horrores hacer esto porque casi nunca utilizo a estos dos personajes y cada rato paro preguntándome si no hay Ooc. Naraku tendrá participación pero muy poca. Gracias corazón por tener el detalle de comentar y leer, me alegras el día!

    Capítulo IV.
    Y cruje.

    IV Huella.

    Kagura estornudó y aspiró aire, con la necesidad de escapar de ese ahogamiento que la estaba torturando desde hace días. Kagura nunca ha sido de enfermarse, siempre ha sido muy dura, pero por culpa de esa tormenta ahora estaba sufriendo de una vergonzosa gripa.
    Todo por su estúpido e impulsivo comportamiento, ah, pero no de ella, esos adjetivos no están en su personalidad, sino de Kouga. Frunció el ceño molesta y se recogió todo el cabello en una coleta, mientras se abrigaba más. No quería ir a estudiar, pero prefería estar allí a estar encerrada en la pomposa y elegante mansión que tenía como casa, o más bien, como cárcel. No entró a clases y se sentó en una silla de los pasillos de la escuela, abrazándose a si misma, pero siempre con la vista altiva.
    Alguien rió. Kouga. Kagura torció el gesto.

    ¾Créeme, eres la última persona que querría encontrarse conmigo ahora ¾advirtió fulminándolo con la mirada. Kouga frunció el ceño divertido y se sentó a su lado, sintiendo como se ponía rígida.
    ¾¿Y eso por qué? Ah sí, tu gripa, nadie querrá acercarse a ti, de todos modos, no te preocupes, nadie lo haría, eres muy antipática ¾respondió tranquilamente, sin tacto, aunque no se podría decir sí lo decía intencionalmente o no.

    Kagura no se enfureció, o si lo hizo, lo disimuló muy bien, pues estaba totalmente seria.

    ¾No quiero ni necesito de gente inútil a mí alrededor ¾dijo fríamente.
    ¾Te quedarás sola, además de vieja y arrugada ¾arrugó la nariz ante la idea.

    La chica frunció los labios pero luego estornudó, haciéndola enrojecer de la pena. Kouga la miró y pasó uno de los pocos mechones negros que tenía por fuera del moño atrás de su oreja, Kagura se estremeció por el tacto y se quitó su mano fastidiada.

    ¾No te he dado permiso ni confianza para que me toques, lobo idiota ¾y se alejó de él, como si estuviera repelida. Kouga chasqueó la lengua molesto por el apodo y por su reacción, pero se acercó de nuevo, agarrándola de los hombros y con fuerza la acercó a su cuerpo, encerrándola.

    Kagura intentó luchar pero con todo el dolor de cuerpo que tenía, la estornudadera y la fuerza y calidez de Kouga saliendo por todas partes, sólo atinó a rechistar y ponerse tan rígida como una estatua.

    ¾Suéltame Kouga ¾exigió duramente.
    ¾No ¾y colocó su barbilla en el hombro de la chica, sin importarle su retahíla de groserías y maldiciones.

    Kagura crispó sus manos en puño y cerró los ojos fuertemente, intentando ser lo más desagradable posible, pero a él no le molestaba, ni siquiera su fiebre ni su gripa, no le preocupaba su actitud, sólo estaba ahí, molestándole la vida.

    Y entonces Kagura supo que Kouga era un enorme mentiroso: “te quedarás sola” le había dicho claramente, pero ahí estaba él, contradiciendo sus propias palabras, siendo un impredecible y cínico de primera.

    V Huella.

    No supo cómo o qué momento se quedó dormida, pero lo hizo, sólo al rato, al sentir el bullicio de los estudiantes al salir de las clases, Kagura abrió los ojos y se separó de inmediato al notar de nuevo su posición, Kouga no dijo nada pero frunció el ceño ante aquello; ella lo miró por encima de su hombro intentando ser lo más despectiva posible, pero por las causas recientes, su expresión no tuvo la dureza que esperaba.
    Kouga la miró con un gesto inquisitivo, esperando a que ella dijera algo, pero sólo atinó a levantarse e irse, levantando la cabeza en alto y perdiéndose entre la multitud.

    Cobarde, pero él tampoco fue a por ella; eran un par de cobardes.

    Entonces al recorrer varios metros, Kagura sintió que toda esa coraza que había construido por años se estaba cayendo a pedazos, como si ya no pudieran con la presión ni la fuerza que les aplicaba, porque todo se redujo a un montón de ideales, miedos e inseguridades.

    Inspiró hondo y subió las escaleras, huyendo de aquello que le estaba destruyendo el control y la perfección superficial en su vida llena de máscaras y mentiras. Una vida seca y sin ninguna aspiración buena más allá que su libertad, más allá que sus propios beneficios egoístas.

    Se agarró de la baranda de las escaleras y antes de poder a abrir la puerta hacía la terraza, se detuvo y se escurrió al suelo, abrazándose a si misma, con la mirada negra fija en el vacío, negándose a darse por vencida.

    Cariño. Lealtad. Añoranza. Compañía. Alivio. Apego. Culpa. Todas emociones que siempre se abstuvo de tener, que rehuía como a la peste, porque no convenían, porque no le iban a ayudar a salir de su prisión, que al final solo terminaban de destruir a su poseedor.
    Nunca fue difícil, nunca las conoció, nunca las sintió, ni tuvo el deseo de sentirlas, pero ahí estaba, sentada en la cima de una escalera recibiéndolas como un balde de agua fría, rememorándolas en su piel y mente con la ignorancia, la intimidación y sorpresa de quien no sabe que hacer, pero en el fondo, con el placer de sentirlas.

    Desde luego a Kagura esto no le gustaba para nada, seguía rehusándose a que un cualquiera llegara como si nada y derrumbara como un torbellino todo lo que tanto le costó conseguir, cambiando la forma y el modo y hasta el estilo de sentir las cosas. Se sentía traicionada y ultrajada consigo misma, débil ante su actuar y desnuda ante su mirar.

    Apretó los labios disgustada, nada de aquello tendría porque estarle pasando. Se suponía que para algo amargo y duro, algo dulce y blando era lo que se suponía tenía que desestabilizarla, hacerla sentir confianza, pero Kouga no era nada de aquello, él era sólo falta de tacto, dureza, cinismo, agresividad, fanfarronería y es un malhumorado despreocupado, que no parece tener nunca vergüenza de lo que dice o hace, entonces se podría decir que él nunca podría llegar a cambiar nada, porque era no era el tipo poderoso, ni héroe que la salvaría de su condenada vida.

    Se suponía que Kouga era sólo un chico detestable, se suponía que ella era astuta y lista y sólo intercambiaría palabras con un desconocido por el mero placer de aguijonear a alguien y sentir el placer de dominar, controlar y no ahogarse en el infierno perfecto en el que estaba atrapada; pero lo estaba logrando, Kouga estaba haciéndole obnubilar su mente y tocándola en aquellas partes insignificantes que nadie quiso ni pudo hacer.

    Apretó los puños y se negó a recostar la cabeza sobre las rodillas. Tenía miedo, maldito miedo, porque querer era solo aceptar que podía ser lastimada, era sólo reconocer que podía ser destruida de una forma agridulce y ella ya no estaba para más carruseles de dolor y expectación.

    Lentamente abrió sus manos y una de ellas atrapó los pliegues de su vestido, arrugándolo por la rabia que la consumía, no podía sucumbir ni dejarse ser atravesada de esa manera tan brusca e impersonal. Kouga era solo Kouga, era solo un chico, nada que no pueda manejar.

    Y mandó hondo, con nuevas fuerzas y una pared cruda y ácida que la aislaba de todo y todos, que la ponía por encima de cualquier impedimento.
     
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    Es triste que Kagura se sienta de esa forma, el miedo de sentir y resultar lastimada la convierte en una persona solitaria, y su unica manera de protegerse es con esa actitud arrogante y despectiva que le dedica a todo el mundo. Me gustó la escena del abrazo, Kouga es algo bruto y rebelde, pero tiene sus momentos (y esta muy sexy xD) como ya te dije antes, me encanta esta pareja que intentas juntar, son tan opuestos que lo unico que nos queda es esperar que alguno de los dos ceda ante los sentimientos, pero por lo que veo a Kagura se le va a hacer más dificil.

    Gracias por avisarme de tu conti, estare pendiente del proximo capitulo hermana :D
     
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    Es destructivo no sentir nada. Kouga es amor, me estoy enamorando de él. Kagura es difícil de convencer, pero Kouga tambien, vamos a ver quien es más abierto a ser feliz. Gracias corazón por seguir este fic.

    Capitulo V.
    Cambios.

    Sólo una persona que ha tenido algo,
    Sabe el verdadero significado de soledad cuando lo pierde.

    Levantó la cabeza con altivez y el enorme letrero colgado en la entrada de la escuela la cubrió de los pocos rayos de sol mañanero. Al parecer muy pronto iba a comenzar uno de esos tantos festivales que todos los años realizan, conmemorando las tradiciones. Torció el gesto, muy probablemente le tocará participar, pero de alguna forma se iba a escapar de sus responsabilidades, eso era uno de los pocos privilegios de pertenecer a la familia de Naraku.
    Bajó la cabeza y entró con ese topeteo clásico suyo, como si quisiera anunciar que ahí llegaba Kagura, la más hermosa, la más astuta, la más lista, la más desgraciada. Sus labios se contrajeron en un rictus cuando vislumbró a Kouga más adelante, recostado en una columna con la vista fija en el vacío, como si estuviera meditando algo.
    Sonrió irónica, era muy extraño ver ese gesto en él, lo hacía ver tan…maduro; y quizás lo era, pero eso no quitaba que fuera detestable. Se alejó el cabello hacía atrás con fastidio y caminó con la vista en alto, ignorándolo.

    Kouga la miró con curiosidad y frunció el ceño cuando vio lo que intentaba hacer. Puso los ojos en blanco y la alcanzó en dos pasos, trancándole el paso. Kagura lo fulminó con la mirada pero su mirada no dejó de ser despectiva.

    ¾Deja la intensidad, molesta ¾musitó fríamente, pero con cierto tono burlón.
    ¾ ¿Cuándo me ha importado lo que pienses? Eh… nunca ¾respondió tranquilamente, con las manos en los bolsillos.
    Kagura apretó la quijada y lo miró duramente.
    ¾Déjame en paz Kouga, eres el ser más despreciable y fastidioso que he conocido en mi vida; ¿no te basta con que siempre te lo diga sino que ahora quieres que te lo pinte? Aléjate de mi idiota, entiéndelo ¾replicó con toda la acidez posible, descargando la rabia que sentía últimamente pero sin dejar ese tono indiferente muy propio de su familia.

    Kouga la miró unas milésimas de segundos, sorprendido, pero luego la miró como si intentara descifrarla. Kagura sintió un horroroso vacío pero no dejó su pose dura, no debía. El chico bajó la mirada levemente y luego su cara pasó a ser totalmente inexpresiva.

    ¾Está bien loca, pero no te descargues conmigo si se te partió una uña ¾arrugó la nariz con asco y luego pasó por su lado, dejándola sola.

    Kagura suspiró cansada y sintió como el vacío se hacía cada vez más incómodo, ¿culpa? Quizás, pero había sido lo mejor. Quiso mirar de soslayo pero se arrepintió, mejor dejar las cosas como estaban.

    Se había dicho a si misma que lo mejor era evitar el contacto con Kouga, así seguramente podría evitar todas esas sensaciones tan desgraciadamente agradables, que de alguna manera terminaban por volver su vida diaria un poco menos solitaria, pero que al final solo eran un estorbo para sus propios planes.
    Claro, Kagura no tendría porque preocuparse de meros efectos químicos haciendo estragos en su cuerpo, sabiendo que podía de alguna forma eliminarlas totalmente de su mente; pero no era sólo el poder de sentir, no era sólo reconocer que una persona haya podido acoplarse a ella y acompañarla, era el hecho de que esa persona era Kouga, era el único chico que se atrevió a romper todo su esquema de actuar y que siempre lograba pasar por encima de sus decisiones.

    Era el hecho de que el chico logró que sintiera, sino que además, que sintiera por alguien más aparte de ella misma, por él.
    Suspiró con fastidio cuando reconoció que lo que había estado garabateando, eran un par de zafiros; lo que le faltaba, que ahora estuviera fantaseando inconscientemente como una idiota. Antes de arrugar la hoja, colocó su mano en su mejilla y los observó un poco más, admirando lo bonito que les habían quedado y preguntándose a vez si Kouga era de su país, lo más probable era que no, no parecía, algún día le preguntaría…
    O tal vez no, no después de lo que le dijo horas antes, y es que sí Kouga tenía un poquito de orgullo (a montones) era de esperar que estuviera maldiciéndola y no tuviera ni un ápice de ganas de volver a molestarle. Y eso, de alguna y extraña manera, le agobiaba.

    Arrugó la hoja y la botó lo más lejos posible de su pupitre.

    Y estuvo en lo cierto. Las pocas veces que se encontraron (porque ella lo evitaba) él pasaba de largo y ni una mirada le dirigía; eso a Kagura le molestaba, era ella la que ignoraba, no los demás a ella. Pero en silencio agradeció, al fin y al cabo, era eso lo que quería.

    La soledad entra despacio, cambia cosas y no caes en cuenta de ella hasta cuando decides mirar más allá de lo corriente. Cuando no encuentras nada, te das cuenta de que estás sola. Y no dolía tanto cuando no sabías.

    No probó bocado cuando llegó a la mansión, tampoco decidió salir por los jardines como todas las noches hacía, ni se hizo un nuevo peinado ni quiso probarse los nuevos vestidos que Naraku le había traído, sólo se sentó en la silla del peinador y se quedó admirando su reflejo frente a su espejo, pero sin evitar asquearse por los recuerdos de las tantas manos que habían pasado por su cuerpo.
    Kagura había asumido que ello era parte del camino para poder lograr su alcanza libertad: Una sin Naraku, una sin sus órdenes y trabajos, una donde pudiera recorrer el mundo sin depender de nadie y perderse entre los vientos cálidos de las costas.
    Una donde no tuviera que temer por su vida.

    Y ya faltaba poco, casi podía tocarla entre sus dedos. Pero ahora se hacía mucho más difícil, Naraku se hacía cada vez más exigente y cada vez sentía que hacía mal, cada vez sentía esa fastidiosa culpa metiéndose entre sus pensamientos y decisiones, sentía que no valía nada, sentía que era menos.
    Se sentía menos para él. Y eso causaba que su cabeza se volviera un remolino de rabia e impotencia. ¿Qué más da que ella no fuera la virgen bondadosa? Al final entre Kouga y ella no hubo, ni habría nunca nada. Sus pensamientos no tendrían porque girar en aquella posibilidad que nunca existió, y eso la molestaba.

    Se paró con fastidio y se desnudó, mientras se metía a la ducha, limpiando su cuerpo con fuerza como siempre que hacía después de una noche con un tipo, -generalmente socio de Naraku- y arrugó su boca en molestia al ver que por más que intentara eliminar todos los recuerdos, nunca se iban, persistían, nunca iban a desaparecer. Nunca iba a ser lo mejor, por más que siempre su postura y físico lo gritaran.

    Cerró los ojos y el agua anuló todo pensamiento dejando sólo sensación, vacía y deprimente; nunca antes se había sentido tan sola.

    Cuando llegó a la escuela, sin querer buscó a Kouga recostado sobre alguna pared, fumando un cigarrillo lejos de la multitud, pero sólo encontró el deseo inconsciente de verlo. Fulminó con la mirada a una chica que paso por su lado y apretó sus manos en puño, fastidiada.
    Se abrigó con sus brazos y agradeció en silencio que las gradas estaban solitarias. Lo poco que le gustaba de su estadía en el colegio era aquel lugar, siempre deshabitado por el frío a su alrededor, sólo ocupado por clases de física, pero de resto nadie paseaba por allí, el viento siempre era fuerte y helado y a nadie le atraía.

    Excepto a ella. Siempre había tenido cierta fascinación por los aires, por el cielo, por los lugares tranquilos y por la paz que sólo lograba cuando estaba sola en aquellos lugares naturales. Cerró los ojos y el aire se estampó en su rostro, relajándola. Hace tiempo no se sentía tan plena, tan libre.
    Suspiró y abrió los ojos, mirando a su alrededor con recelo, como si alguien estuviera cerca. Chasqueó la lengua cuando divisó a Kouga caminar abajo en las escaleras. Kagura no supo si molestarse o divertirse por la escena…seguro la primera, pues no estaba solo.

    Una chica morena iba detrás de él, riéndose cada vez que caía haciendo equilibrio, no era tan ágil como él. Kagura frunció el ceño, parecía tan pequeña para él. Torció el gesto al pensar ello, no era de su incumbencia, pero si le molestaba que preciso fueran a parar allí.
    La chica se sentó en un escalón y Kouga se hizo de frente, en la posición perfecta para mirarlo sin que la niña se diera cuenta. Escondió su rostro bajo su cabello y cruzó las piernas, quería irse, se sentía fuera de lugar, se sentía incómoda. Más no lo hizo por orgullo, pues ella había llegado primero, ellos invadieron su lugar, no al revés.

    Su posición no duró mucho porque al final terminó por observarlos. Miró con curiosidad al ver la cara de hastío de Kouga, al parecer a la niña le molestaba que él fumara y ahora se encontraba apagando el cigarrillo con la palma de su mano, claramente disgustado. Kagura sonrió un poquito divertida, ella más que nadie sabía que el chico tenía una leve adicción a la nicotina, aunque nunca le importó, pues ella también lo hacía, aunque sin tanta frecuencia.
    Retuvo las ganas de reír y bajó la vista divertida por lo poco que esa nena lo podía entender.

    Por última vez decidió mirar y sus rasgos se endurecieron al ver como Kouga se sentaba al lado de la chica, pasándole el brazo por los hombros y recostándola sobre su pecho. Exactamente como hizo con ella. Sintió rabia al saber que también cayó en algún embauque tan patético como ese, pero lo que más malgenio le causó fue que en días pasados, ella creyó que sólo hacía eso con ella, que era la única.
    Los miró duramente y se paró indignada, ella no tendría porque estar presenciando aquello, y le valía un cuerno si ellos llegaron después o no, Kagura no tenía porque ver escenitas cursis, si ni siquiera le gustaba que lo hicieran con ella.

    Bajó despacio, con esa elegancia y delicadeza que es tan propia de ella y trató de no correr, y se retuvo, aunque las manos le temblaban levemente.

    Entró a las instalaciones de la escuela y se sentó en su pupitre, sin prestar atención a la clase, sólo imaginando lo lindo que se le vería puesto el nuevo vestido que Naraku le habría comprado. Pensamientos superfluos que la distraían de alguna forma de la rabia que sentía.
    Una también innecesaria.

    Siendo la ultima al retirarse, sintió como todo pareció destruirse a su alrededor cuando miró a Kouga haciendo aparición en la puerta, trancándole el camino. No pudo evitar sentirse levemente feliz, aunque esto no significada absolutamente nada para ella.

    ¾Me encanta tu cara de celosa ¾comentó tranquilamente mientras se recostaba en el marco de la puerta.
    ¾Estás alucinando ¾dijo pasando por su lado¾. Por cierto, pensé que tenías un poquito más de orgullo como para dirigirme la palabra ¾sonrió con malicia, no había más relajante que insultarlo donde más le hería.
    ¾Lo tengo cruel arpía, solo que a mi no me gusta negarme a lo que me encanta, ni tampoco hacer planes para poner a cierta persona rabiosa…aun cuando lo niegues ¾se acercó a ella y puso su brazo a su lado, impidiendo su salida.
    Kagura rió.
    ¾Nunca me pondría celosa de nadie, lo tengo todo; mucho menos de semejante niña tan tonta ¾alzó la mirada altiva, sintiendo de nuevo ese placer de resistirse. Sentía de nuevo esa extraña de felicidad de pelear con Kouga, aun cuando no lo pareciera.
    ¾Mentirosa, sé que te morías de celos.
    ¾Ni en tus sueños ¾respondió airada. Corrió el brazo de Kouga para retirarse, pero éste se lo impidió.

    Iba a insultarlo pero su cerebro dejó de funcionar cuando sintió sus labios sobre los suyos.
     
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    jajaja definitivamente has logrado que me enamore de esta pareja, son tan opuestos pero tu logras unirlos de alguna manera. Y es que a ellos les gusta pelear por cualquier tonteria, ya me imaginaba yo que Kouga hacia todo eso a proposito para poner celosa a Kagura, y ella tan orgullosa que es por supuesto que no lo va a aceptar, lo que si no me esperab era ese beso tan repentino O.o lo amé xD ya me imagino el rostro desencajado de Kagura al ser besada de esa forma, y por Kouga *-*

    Gracias por avisarme de la conti ^^ estuve perdida un tiempo pero no me olvide de tus escritos.
     
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