Olvidando que existes Estos labios que se queman al nombrarte en un susurro, estas piernas tartamudas que claudican tu dulzura convalecen tu belleza, cual tortura enajenada al saber que en tu mirada para mí no queda nada. Eres fantasma de aquello que nunca ha de ser borrado ¡que no se olvida! ¡y jamás habrá de ser olvidado!... así es como mi corazón me lo ha sentenciado y al cumplir esa condena a ti me he encadenado. Pero tomare aire, jugaré a que dios existe a que aquel fantasma le es imposible hacerme triste, entonces tomaré tu silencio y lo volveré recuerdos de esos que abundan entre las calles inservibles. De nuevo a mirarte, eso sí, ya ahora consciente de que con cada mirada me condeno a muerte, pero mi conciencia se ha vuelto tu fiel sirviente y se niega a cumplir los caprichos de su fuente. Y ahora ¡Maldigo!, ¡maldigo a mi suerte! volver a ser etérea para poder conocerte ser esclava perdida entre palabras y letras cuyos pensamientos se pierden silentes. Ahora mi pensamiento se desvela al evocarte cuando yo solo quiero ser capaz de olvidarte, de menos en sonrisas, de menos tu mirada hasta que lentamente para mi no seas nada.
Me gusto mucho las palabras que usaste, y como me hicieron sentir, me llego al corazon ese sentimiento, de tristeza, un corazon roto.