Ol'Pickaxe

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Está ubicada en un viejo edificio de ladrillo, cuenta con una gran ventana y una puerta de vidrio, con un letrero que reza: Sí... Estamos abiertos.
Ol'Pickaxe es la ferretería del pueblo, su primer dueño fue Roy Burge y en la actualidad el negocio es mantenido por Beatrice Santello, aunque ya no es vista trabajando en la ferretería como tal, se sabe que el negocio pasó a sus manos hace unos siete años, previamente el local había estado en manos de su padre, el señor Santello pero luego de que su esposa falleciera, Beatrice tuvo que comenzar a hacerse cargo de prácticamente todo a pesar de que lo odia y finalmente el Ol'Pickaxe quedó a su cargo.

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Brooklyn Lester

Mis pasos me guiaron con bastante facilidad a la tienda que estaba buscando, siendo ya bastante conocida, y no solo por su dueña, entre los habitantes de Possum Springs. Bueno, teníamos las mismas tiendas desde que el pueblo existe, posiblemente, era imposible no conocer casi de memoria la posición de todos.

Entré y, como siempre, con algo de precaución alcé la voz.

—¿Hola? ¿Se puede~?

 

Apenas entrar, escuchas una voz masculina provenir de algún lugar dentro del local.

—¡Buenas tardes, bienvenida al Ol'Pickaxe! —Segundos después, aparece un joven de unos veintitrés años, cargando una caja. Es un zorro de pelaje rojizo oscuro y ojos de un tono oliváceo. Al igual que Gregg Lee, tiene una ligera sobremordida, de forma que sus dientes superiores sobresalen un poco.

Deja la caja sobre el mostrador.

—¿En qué podemos servirte, cielo? —pregunta con evidente tono pícaro, mientras se pone a seleccionar los diferentes tipos de tuerca que hay en la caja que traía consigo.

 

Brooklyn Lester

Al entrar en la tienda, me recibió una voz masculina cuyo dueño no tardó en aparecer desde la trastienda, con una caja en sus brazos. Lo observé dejar la misma sobre el mostrador, sintiendo como un manojo de nervios comenzaba a apoderarse de mí al escucharlo hablar.

¿C-cielo? ¿Y ese tono...?

—Ah, eh... ¿q-qué tal el negocio...? —acabé por formular, mirando hacia otro lado con cierta vergüenza.

 

Una sonrisa ladina se forma en su hocico al notar tu reacción, pero sigue con su labor sin levantar la vista hacia ti, eso sí trata de no hacer demasiado ruido con las tuercas. Apenas tintinean mientras las ordena.

—Eres Brooklyn Lester, ¿no? Creo recordar haberte visto en la escuela, al menos unos cuatro años por debajo. Dejaste la ciudad para estudiar, si no recuerdo mal —habla ignorando inicialmente tu pregunta, pero luego atiende a ella—. ¿El negocio? Bueno, la ventaja es que la gente siempre ocupa reparar o construir alguna estupidez, así que digamos que va bien. Al menos mejor que otros.

 

Brooklyn Lester

No me sorprendió que el chico me conociese, Possum Springs era un pueblo muy pequeño... de hecho, era extraño que yo no lo reconociese a él. Pero... bueno, si era cuatro años mayor al menos tenía sentido.

—Me alegra que vaya bien... —murmuré, acercándome un poco más al mostrador para mirar, en un intento de disimulo, lo que hacía en la caja—. Uhm... ¿cómo te llamabas? Lo siento, hace mucho que no vengo por aquí así que no lo recuerdo...

 

En cuanto se da cuenta que te acercas, separa su mirada de lo que está haciendo por fin, calvando sus ojos verdosos en ti. Vuelve a sonreírte, pero con más suavidad.

—David. David Mason, vivo en Maple —responde para luego hacer una ligera reverencia, aún con un puñado de tuercas entre las patas, después sigue con su labor. Las deja sobre el mostrador y se retira hacia dentro del local un momento, pero vuelve con varias cajas plásticas pequeñas y comienza a echar las tuercas separadas en ellas y las deja junto a la caja más grande—. Entre la diferencia de edad y que vivimos en otra calle, es normal que no recuerdes mi nombre, cariño.

 

Brooklyn Lester

Sentí como acababa por sonrojarme al sentir su mirada sobre mí. Así fue como aprendí que quizás no era tan disimulada como creía ser. O quizás no lo fui en esa situación en concreto...

Sea como fuere, el chico dijo llamarse David Mason, y si bien me sonó conocido de oídas... seguía sin tenerlo presente en mi memoria. Pero cómo él mismo había dicho, siendo mayor y viviendo en otra calle... era lógico.

—Y-ya veo... —respondí, alejándome de nuevo.

Me quedé unos segundos en silencio, sopesando las preguntas que podría hacerle con expectativas de recibir una respuesta. Aunque dados los nervios que no me dejaban pensar con claridad, aquello era especialmente difícil. Así que acabé por decir lo primero que se me pasó por la cabeza.

>>Oye... si no recuerdo mal, este sitio le pertenece a Beatrice... ¿sabes algo de ella?

 

Suelta una risa suave ante tus reacciones, que ciertamente está disfrutando, pero cuando te escucha preguntar por Beatrice enarca una ceja y regresa la vista su tarea.

—¿La jefa? —Se encoge de hombros—. Ya no pasa aquí como antes, pero sigue haciendo todo el trabajo interno del local. Dejó el pueblo hace tiempo, creo que está intentando estudiar con algo del dinero que logramos hacer aquí, así que no es que tenga demasiado tiempo para hacer el trabajo que puede delegarle a un par de empleados.

 

Brooklyn Lester

Uhm... vaya. Suponía que, como el resto de los que habían acabado envueltos en aquella situación, Beatrice también había acabado por irse del pueblo, pero en el fondo tenía la esperanza de saber que quizás vendría a menudo.

Yo más que nadie, sin embargo, sabía lo que era poder estudiar en otro lado y aprovechar al máximo aquella experiencia. Así que asentí con la cabeza, suspirando levemente.

Miré entonces hacia fuera, notando que comenzaba a acercarse la noche. Recordé entonces el anuncio que me había hecho ir hacia el Snack Flacon y volví a mirar a David.

—¿Cómo es que vosotros no habéis colgado un anuncio para pedir ayudar como el Miller's o el Snack Falcon? ¿No os preocupa la situación...?

 

Echa una nueva tanda de tuercas separadas en una de las cajas más pequeñas, haciendo ruido, y luego musita un bajo "Perdona~".

Vuelve a mirarte cuando hablas de nuevo y luego su vista se desliza al reloj colgado en la pared a su izquierda. Ah, vaya.

—Bea siempre ha tenido dos empleados o ella misma ha estado con nosotros. El otro chico debería llegar en un rato, para cerrar el local juntos, creo que anda reparando la caldera de alguien. Por eso no nos sumamos al anuncio del Snack, como hizo Billy a última hora. Lo he visto y ha estado dejando que su cocinera se vaya antes, debe preocuparle que pueda pasarle algo si se queda hasta el cierre con él, así que seguro necesita un par de ojos extra para cuando sea hora de cerrar el chiringuito.

 

Brooklyn Lester

Escuché con atención sus palabras, asintiendo de vez en cuando. Tenía sentido que si, eran dos, no hubiese problema. Al final y al cabo, la jefa de Luna había dicho que lo único que no quería era que cerrase sola el lugar.

Hablando de la misma, logré escuchar el móvil dando señal de un nuevo mensaje y lo saqué para mirarlo. Para mi sorpresa, también había recibido uno de William pero... estaba tan metida en la conversación que ni cuenta me había dado, a decir verdad.

"¿Eide? Lo siento, no me suena, pero intentaré preguntar o averiguar algo", fue mi respuesta para el perro. Luego estaba Luna: "Estoy al lado, ¡ahora mismo voy!"

Suspiré mientras guardaba el móvil de nuevo en mi chaqueta.

—Gracias por la conversación, David, pero debo irme... ¡Nos vemos!

¿Que prácticamente acabé por salir corriendo de la tienda? Pues quizás podía ser cierto... ¡pero por no dejar a Luna sola, claro!

 

Al escuchar la campanilla de la puerta, un chico, el mismo zorro que atendió a Brooklyn hace unos días, sale del fondo del local. Parece algo cansado, seguramente estuvo moviendo algunas cajas.

—Buenas tardes, bienvenido al Ol'Pickaxe —dice mientras se apoya en el mostrador—. ¿En qué podemos servirte? ¿Algo en específico que necesites?

 

El chico frunce apenas el ceño, mientras intenta comprender tus señales, le toma un rato y debe repasarlas mentalmente un par de veces antes de chasquear los dedos en el momento en que logra comprendarlas.

Es consciente de que para querer semejante cosa no se deben tener las mejores de las intenciones, pero poco o nada le importa. La cosa es vender.

Deja el mostrador de nuevo y se interna dentro del local, se le escuchar revolver entre las cosas, unos minutos después, regresa sobre sus pasos y coloca frente a sí un complejo juego de ganzúas.
Se rasca la mejilla algo contrariado y luego habla.

—No solemos traer esto y hace tiempo nos ingresó un único juego, no tenemos nada más. Cuesta veinte dólares.

 

Gira la cabeza ligeramente en cuanto colocas el dinero y la figurilla sobre la mesa y luego suelta una risa nasal. Cruza los brazos sobre el pecho.

—Hombre, no es una compra y venta. Si no tienes el dinero, lo lamento mucho pero no puedo hacer nada por ti. De todas formas, veo muy improbable que otra persona venga a buscar esta cosa... Vuelve si es que consigues los dólares que te faltan.

Toma el juego de ganzúas y vuelve dentro del local para regresarlo a su lugar.

>>Quizás alguien más quiera esa baratija o puedas tener algo de suerte en la próxima lotería —dice cuando vuelve al mostrador.

 

William Baxter

Nuevamente me sorprendí por el tuteo. No me molestaba, de hecho eso para mi daba igual. Pero era mas que nada el curioso tono de voz que utilizaba la que captaba mi atención.

La ví empezar a retirarse cuando se detuvo a seguir hablando, por lo que sonreí mientras lo acompañaba con una ligera y muy breve risa nasal. Por lo que asentí.
—Yo también creo lo mismo—. Dije mientras me acerqué a ella. —Si no es problema, quiero visitar un lugar, uno del que no creo que obtenga mucha información pero, si para ver si puedo conectar otras cosas. Si no es problema, puedes seguirme—. Expresé con calma, mientras salíamos del Cementerio, llegamos a Towne Centre y no tardamos en llegar al Ol'Pickaxe, el cual abrí la puerta con calma, y poco después me puse a esperar, mientras me entretenía viendo los anaqueles. No esperaba gran cosa pero sería bueno ver qué tenían en mano para saber con qué podría contar a futuro.