1 Entonces permaneció inmóvil. Entonces permaneció inmóvil. No había sonido alguno, como un eco hueco que espera un golpe seco, simplemente contemplaba el momento. Las partículas de polvo en el aire como pequeños copos de nieve eternos. Las montañas rotas en pedazos habían dejado un escenario casi llano. Los haces de las espadas entre la niebla, las chispas de estas al chocar contra otra. Sus ojos rojos con tres puntos negros alrededor de la pupila giraban a un ritmo lento y pausado. Sus labios hechos una fina línea y su pulso apagado. Entonces permaneció inmóvil. Sus hombres se retiraban tras la espesa niebla, las armas arrojadizas danzaban de un lado hacia el otro. Todo se paró. Las armas que buscaban una vida que arrebatar, las partículas de polvo, sus ojos, la niebla. Por un momento hasta el aire permaneció inmóvil. Cerró los ojos lentamente, dio una bocanada de aire y se lanzó. Sus hombres combatían contra el enemigo, parecía una lucha igualada pero cada vez perdían más terreno. Entre ellos dos hombres acababan de dar muerte a uno de los suyos, estaban sacando la espada del cadáver cuando él se abalanzó contra ellos. Uno era calvo y el otro tenía una cicatriz que le marcaba toda la cara. Dio un golpe seco en el estómago del calvo, que se había daño cuenta de su presencia, el otro aún estaba pendiente del cadáver. Con un grito ahogado calló al suelo echo un ovillo. Su compañero le miró rápidamente y se puso en guardia. - Vaya vaya, que tenemos aquí. Si es Dengan Uchiha. O debería decir “El perro de los Uchiha” ¿Has venido a morir? - dijo el hombre de la cicatriz con una estruendosa risotada mientras se ponía en guardia. - Que típico. Si amigo mío he venido a morir en tus brazos - y le esbozo una amplia sonrisa burlona. Pero de repente la expresión le cambió. Y la sonrisa burlona se tornó en una sonrisa sádica. - ¿Vamos? Las espadas se alzaron y comenzaron a chocar entre sí. Movimientos rápidos y precisos. Dengan giró sobre sí mismo e intentó cortar la pierna del hombre de la cicatriz, este, salto con una voltereta hacia atrás y antes de que Dengan se incorporase se abalanzó hacia él. Los ojos de Dengan no paraban de moverse hacia donde la espada de su adversario se dirigía, no podía decir lo mismo de su espada, que llegaba con las justas. Dengan no se había imaginado que el hombre de la cicatriz fuese tan hábil con la espada. - ¿¡Acaso no sabes quién soy Dengan Uchiha!? – los golpes cada vez eran más agresivos y Dengan comenzaba a retroceder, un intercambio a una velocidad increíble de espadazos. Las chispas anunciaban como fuegos artificiales cada bloqueo y cada ataque. – Me conocen como el espadachín de hielo- El hombre de la cicatriz comenzó a echarse flores como si fuese el rey de un antiguo clan perdido en las montañas. – El demonio de las guerras, la eterna ventisca de la batalla- Aun así, su concentración era impecable Dengan no conseguía ver un punto débil entre la ventisca de acero. Ni si quiera con su saringan. Entonces el tiempo permaneció inmóvil. Por un instante el hombre la cicatriz, el espadachín de hielo, el demonio de las guerras, la eterna ventisca de la batalla… Le miró a los ojos. Un breve momento casi inmutable, un breve desliz, pero fatal. Los labios de Dengan tornaron una suave sonrisa. – Yo soy… - Un hombre muerto. Dengan abrió los ojos fuertemente y el combate se acabó. El hombre de la cicatriz calló al suelo de espaldas. Había caído en una técnica ilusoria del saringan. La niebla del campo de batalla comenzó a disiparse y los refuerzos del enemigo anunciaron su llegada con una inmensa muralla de piedra a los lados y enfrente, su objetivo era encerrarles. - Joder Hekko ¿dónde estás? - susurró Dengan mientras contemplaba la enorme estructura. Aún tenían posibilidades si sus refuerzos llegaban a tiempo. Lo único que podían hacer era intentar ganar más tiempo. Continuará.
