Long-fic de Naruto - Nueve meses.

Tema en 'Fanfics de Naruto' iniciado por Kattharina, 4 Marzo 2018.

  1.  
    Kattharina

    Kattharina I'm inspired.

    Tauro
    Miembro desde:
    10 Febrero 2018
    Mensajes:
    60
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Nueve meses.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    1617
    Daré las indicaciones de siempre.

    Aclaraciones:

    Narración.
    — Diálogo —
    “Pensamientos”.
    (*) Esto es un apartado para alguna palabra o concepto que aclararé al final del capítulo.
    Advertencias:
    Posible OoC en los personajes.
    OC’s.
    Situaciones sexuales explícita-implícitas.
    Lenguaje inapropiado o soez.
    Género: Romance | Drama | Humor.
    Clasificación: T | M.
    Disclaimer: La serie y sus personajes no me pertenece a mí, sino a ®Masashi Kishimoto.

    Nota de Autor:
    Esta historia la escribí hace años... Es una de esas ideas locas que te llegan de repente y te despierta esas lunáticas ganas de escribir. No puedo decir que es un What if...? Porque no sé si encaja, es una idea que me llegó de repente con mi personaje favorito (y mi amor platónico), que decidí escribir. Es muy, muy cliché (pero como por ahí dicen que soy la reina de los clichés, pues... No importa), además de que tiene algunas salidas de personajes... También es mi mejor intento de humor, ¡lo juro, lo intenté! Pero, como he decidido re-editar algunas de mis historias y esta es una de ellas, pues aquí la tienen. He tratado conservar la mayor parte del original, a ver que les parece.

    Hasta la próxima.



    NUEVE MESES.
    .

    ‹‹La maternidad es la más importante de todas las profesiones.

    Exige más conocimiento que cualquier otro asunto relacionado con el hombre››.

    Elizabeth Cady Stanton.
    .

    Capítulo I

    Diagnóstico.

    Corrió hacia el baño y vomitó.

    Era la misma rutina desde hacía una semana (o bueno, la situación se agravó en una semana). Se sentía agotada y sus ojeras ya no podía disimularlas con el maquillaje.

    ¡Parecía un mapache! Su semblante lucía cada vez peor, pálida, manchada y ahora que lo notaba, ¿estaba perdiendo peso?

    Otra arcada, el ácido quemó su esófago… Se sentó en el frío piso, pasó la palma izquierda por su frente sudorosa y quitó los mechones adheridos.

    Cerró los ojos, el piso dejó de moverse.

    — ¿Por qué no vas a ver a su Tsunade-sama?

    Era la décimo cuarta vez que le “pedía” lo mismo (la siguiente sería una orden).

    — Porque no estoy enferma — contestó lo mismo que las últimas trece veces —. Solo es una indigestión — ojalá ella se creyera eso.

    — ¿Estás segura? — preguntó —. Porque llevas haciendo lo mismo desde hace una semana — le recordó.

    ¡Error! Era hace semana y media.

    — Sakura, estoy bien, ya te dije que es una indigestión — repitió, esperaba creerse esa mentira —. Nada pasará por un mal estomacal — redundó mientras halaba la cadena del baño.

    Sakura resopló disgustada, adivinaba que tenía los brazos cruzados y arrugaba los labios molesta. No necesitaba verla para saberlo. Conocerla bastaba.

    — Nan, hazme caso — primera advertencia —. Tsunade-sama debe revisarte — porque a Sakura no se lo permitía.

    Se levantó del piso, tomó una bocanada de aire y al abrir los ojos se centró en el reflejo de Sakura a través del espejo. Su semblante no era el de una mujer molesta, no, al contrario; estaba preocupada y sus ojos jade la delataban.

    Era consciente que Sakura se inquietaba, no era normal que pasara tanto tiempo con una indigestión, sobre todo si conseguía que perdiera casi cinco kilos en una semana. Si continuaba así desaparecería.

    Le dio otro vistazo a través del espejo, se sentía culpable, pero… ¡No quería, no podía! ¡No era justo!

    ¡Tenía miedo! Lo que la Hokage le diría no sería precisamente favorable. No deseaba arriesgarse, ¡y no lo haría!

    — Estoy bien, Sakura — trató de darle una sonrisa despreocupada —. Tomaré algo y se me pasará el malestar.

    Intentó detener la insistencia de Sakura, sería mejor decirle que iría con la Hokage, aunque no tuviera intenciones de hacerlo. Una mentira blanca no dañaría a nadie, ¿o sí?

    — Debes ir con un médico, Nanami — la orden llegó directamente de la fuerte y fría voz de Sasuke.

    La aludida reprimió un salto del susto que le dio cuando apareció repentinamente detrás de su compañera de equipo. Esos ojos negros la taladraban firmemente. Debía ser honesta, cualquiera se amedrentaría con tremenda mirada.

    Desafortunadamente, ella no era cualquier persona. Frunció el ceño y dijo:

    — ¡Ya les dije que no es necesario!

    .
    .
    .

    Bien…

    Oficialmente se podía decir a sí misma que era débil e idiota, (nótese el sarcasmo con el que su mente se lo recordaba). Aunque había algo de lo que Nanami podía estar orgullosa, haber vomitado la espalda de Sasuke cuando después de su terca negativa la cargó como costal de papas hasta el hospital para ser atendida.

    ¡Hubiese querido ver su rostro! Seguramente no tenía precio la expresión de Sasuke, desgraciadamente se desmayó en el trayecto y no supo más.

    Ahora se encontraba tirada en una camilla esperando los resultados de los exámenes que Tsunade le practicó, sin autorización durante su desvanecimiento. ¡Claro! Abusaron de su debilidad y le practicaron todo tipo de pruebas para asegurarse que no moriría, ¡obviamente no estaba moribunda! Solo fue un invento de Naruto para alarmar a todo el mundo. Y vaya que resultó.

    Nanami sabía que no estaba muriendo. No. Lo que ella tenía se curaría, eventualmente… Dentro de unos siete u ocho meses, pero lo haría.

    ¡Carajo! Maldecía su debilidad.

    Maldecía esa noche.

    ¡Maldecía a ese hombre!

    Cuando abrió los ojos estaba rodeada por Sakura, Naruto y Yamato. Sasuke, inteligentemente llamó a la tropa de élite para que la cuidaran mientras el volvía a casa para mudarse de ropa. En su mente estratégica, Nanami escaparía por algún hueco de la habitación (dícese específicamente la ventana).

    ¡Sí, claro! ¡Cómo no!

    ¿A dónde rayos iría en tal estado? Apenas podía mantenerse en pie, escapar desdichadamente no era una opción en ese momento (pero como lo deseaba con ansias).

    Nanami bufó frustrada y dejó caer la cabeza sobre la almohada. Sakura la miró intentando disimular una sonrisa divertida, agradecía el acto extremo de Sasuke. Estaba satisfecha que su compañero de equipo se tomara esa libertad, no obstante, la enferma en cuestión no se sentía de las mil maravillas.

    — Nan, no debes molestarte — murmuró Sakura, se sentía culpable por tener que llevarla obligatoriamente; más no les quedó de otra.

    Le tenía mucho aprecio a Nanami, desde que fueron asignadas a misiones juntas. Sakura le tenía un poco de pánico a realizar misiones con personas ajenas a su círculo de amistades, sin embargo, sabía que no siempre se podía contar con sus compañeros de equipo, mucho menos su Sensei. A medida que iba creciendo, se dio cuenta que no siempre compartirían misiones y que tenía que interactuar con otros shinobis. Le costó mucho, fue recelosa, a pesar de todo logró compenetrarse con Nanami y formar un bonito lazo de amistad que les llevó a ser tan cercanas. Además, así no tendría que viajar con su Sensei, lo apreciaba; pero los viajes se tornaban aburridos y monótonos. Sin contar que se amargaba la vida por reñirle siempre por ese bendito libro naranja.

    — ¡Nanami! — la fuerte y molesta voz de la Hokage quebró el hilo de pensamientos de Sakura.

    La kunoichi en cuestión nada más giró la cabeza y contestó:

    — ¿Qué?

    — Tengo tus resultados — bailó los sobres en su mano, su mirada era iracunda al igual que su tono de voz.

    — ¿Y? — sí, sonaba insolente, pero… ¿Quería oír lo que la Hokage iba a decirle?

    La respuesta a esa pregunta era: NO.

    — No te estás muriendo — contestó, observando especialmente a Naruto.

    — Entonces, ¿qué es Tsunade-sama? — inquirió respetuosamente Sakura.

    Tsunade sonrió burlonamente y con tono irónico se dignó a contestar a la pregunta de su discípula.

    — Solo es un malestar, se le curará dentro de ocho meses, Sakura.

    — ¡Sí! ¡¿Qué es Obaa-chan?! — emitió ruidosamente Naruto.

    — ¡Ya te dije que me respetes mocoso!

    — Tsunade-sama… — intervino Yamato, antes de que si librara una guerra entre esos dos.

    Tsunade atendió a la voz calmada del shinobi, respiró profundo, cerró los ojos y respondió.

    — Nanami — llamó, la mujer volteó a verla y esperó su sentencia —. Estás embarazada.

    Nanami no se sorprendió, de hecho, solo esperaba su confirmación. Sin embargo, no significaba que ansiara escucharla realmente, los individuos en la habitación estaban a punto de quedarse sin ojos. Si los abrían un poco más, los globos oculares saltarían de sus cuencas.

    Nanami reprimió una risa que hubiese quedado ridícula en medio del silencio. Parecía un cementerio la habitación. Tsunade contemplaba airada a Nanami.

    — ¿Sabes que pudiste complicarte mucho por no atenderte? Pudiste poner en riesgo tu vida y la de tu bebé — regañó — ¿Desde hace cuánto lo sabes?

    La mandataria sabía muy bien que Nanami como medic-nin era consciente de sus síntomas y se había dictaminado desde hacía mucho, no obstante, le hacía falta el valor para confirmarlo. Porque no es lo mismo intuirlo, que asegurarlo. El miedo era uno de los sentimientos que le impedía salir de sus dudas.

    — Dos semanas, más o menos… — murmuró la kunoichi.

    — Sabes que has cometido una completa imprudencia al no acudir a mí en cuanto lo descubriste, ¿verdad?

    Nanami asintió desganada, la Hokage resopló. Esa niña siempre lograba que su molestia se fuera tan fácil como llegaba.

    — Irás a casa y Sakura estará pendiente de ti — ordenó.

    Escuchó a la rubia darle unas indicaciones a su alumna, luego el portazo indicando su salida de la habitación. La avalancha de abrazos y felicitaciones le llovieron de repente, ella aún se sentía aturdida, pero agradecía que se guardaran las preguntas.

    .
    .
    .

    Volvieron a casa… Recostada en su cama se dio cuenta que, estaba completa e irremediablemente jodida.

    ¡Oh sí! ¡Ella no sería la única, claro que no!

    ¡No señor! ¡Él también lo estaría!

    ¡Maldito Ninja Copia!
     
    Última edición: 4 Marzo 2018
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    Rein

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    AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA De nuevo me tendrás en otro de tus fics xD
    Hm... Tengo una duda seguro tonta... Nanami es tu personaje, ¿no? D: Necesito una descripción física de ella, una imagen, algo ;-; Porque literal, me la imagino como una silueta gris (?) :(

    Bueno, pasando eso... Oye, me ha gustado la trama... No me parece cliché :( (Tal vez porque yo soy un cliché andante, no lo sé(?)), hay ideas mucho más clichés xD Bueno, el punto es que no me molesta que sea o no cliché. Ninja copia... =... ¿Kakashi? Baia, baia, algo inesperado a decir verdad, ya sabes, porque Kakashi siempre soltero... Pero uff, ya quiero ver cómo desarrollas la historia.

    Me encantó el hecho de que Sasuke estuviera entre los personajes porque soy una Sasuke whore(?), en los fics que he leído que son en el mandato de Tsunade, lo dejan fuera, idk :c Espero verlo mucho, idk uwu Y que acabe con Sakura, pls(???)

    En cuanto a errores... Sólo son puros ortográficos: acentos, específicamente hablando. Nada grave, con una repasada más, fácil se corrige. En fin, espero el siguiente capítulo <3
     
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    Kattharina

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    Romance/Amor
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    2
     
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    Daré las indicaciones de siempre.
    Aclaraciones:
    Narración.
    — Diálogo —
    “Pensamientos”.
    (*) Esto es un apartado para alguna palabra o concepto que aclararé al final del capítulo.
    Advertencias:
    Posible OoC en los personajes.
    OC.
    Situaciones sexuales explícita-implícitas.
    Lenguaje inapropiado o soez.
    Género: Romance | Drama.
    Clasificación: T | M.
    Disclaimer: La serie y sus personajes no me pertenece a mí, sino a ®Masashi Kishimoto.

    Nota de Autor:
    A los que lo leen que lo disfruten, hasta la próxima.


    Capítulo II.
    .

    ‹‹Tomar la decisión de tener un hijo es trascendental.
    Se trata de decir que tu corazón caminará siempre
    fuera de tu cuerpo››.


    Anónimo.

    .

    Revelación.


    Sí, estaba jodida… Otro día, misma rutina.

    Empezó a notar detalles del piso del baño que le resultaban peculiares. No había advertido que la cerámica era blanca, menos que estaba bien conservada.

    Tuvo otra arcada antes de seguir con los detalles del suelo, estaba segura que todo lo que comió la semana pasada iba entre todas esas arcadas matutinas… También se dio cuenta que bajó dos kilos en una semana.

    Cuando por fin sus náuseas se detuvieron, haló la cadena y se levantó despacio, el mareo se hacía más fuerte conforme pasaban las semanas. Dejó caer sus manos pesadamente sobre el lavabo, agachó la cabeza, cerró los ojos y tomó una profunda bocanada de aire antes de abrir el espejo para sacar su cepillo y pasta dental.

    Lavó sus dientes y rostro, ¡amó el agua helada! Le ayudaba cada mañana a despertar por completo y sentirse mejor.

    El malestar pasó y aprovechó para tomar una ducha, se sintió renovada cuando terminó. Se cambió y decidió desayunar por primera vez en toda la semana (sí, las náuseas no le dejaban ni oler el café). Por fortuna las preguntas acerca del padre de su hijo habían cesado y ya no era una excusa para no reunirse con ellos en la cocina. Aunque definitivamente el miedo y el nerviosismo no se aplacaban por completo, no quería imaginarse lo que pasaría cuando viera nuevamente al susodicho…

    Terminó de bajar las escaleras y se dirigió a la cocina.

    Su respiración se detuvo, al igual que los latidos de su corazón. No esperaba verlo ahí, no todavía. ¡Se suponía que volvía dentro de dos semanas!

    Se encontraba sentado cómodamente leyendo ese fastidioso libro de pasta naranja. Se veía tan despreocupado… ¡Deseaba retorcerle el cuello!

    — ¡Nanami-chan! — exclamó el escandaloso de Naruto, como era de esperarse todos voltearon hacia el umbral de la puerta.

    Desafortunadamente por una reacción automática de su cuerpo, en contra de su voluntad enrojeció. Ese ojo recorriendo su figura completamente le provocó un estremecimiento. No lo había visto desde aquel día…

    — Buenos días — saludó, lo más naturalmente posible ignorando la profunda mirada de Kakashi.

    — Luces mejor, Nan — comentó Sakura con una sonrisa, mientras le servía lo que parecía un plato con fruta.

    — Sí, me siento mucho mejor — respondió pinchando con el tenedor los pedazos irregulares de fruta, para la desgracia de todos; Sakura no era una mujer muy hogareña y la cocina era su peor cualidad —, gracias.

    Nanami aún meditaba si era buena idea meterse ese pedazo de sandía a la boca, realmente le daba un mal presentimiento esa cosa blanca que Sakura le colocó encima. Sin embargo, no podía despreciar el gesto de la medic-nin y contrario a lo que decían las caras de Naruto y Sasuke se metió el trozo de fruta a la boca… ¡Caray, ¿qué demonios le agregó a la fruta?! Las náuseas la golpearon de nuevo.

    — ¿Estás bien? — preguntó Kakashi, seguramente se había puesto verde.

    Nanami asintió lentamente, seguro si hacía un movimiento brusco o rápido la haría devolver el pedazo de fruta en la mesa. Tomó un respiro profundo.

    — Estás pálida — insistió el shinobi —, pareces enferma — el aire se le atoró en la garganta y terminó tosiendo vertiginosamente.

    Los nervios afloraron y casi la hicieron ahogarse. Ese hombre ignoraba todo. ¿Cómo era posible que ahora si notara su aspecto? ¿Ahora si se interesaba?

    ¡Maldito ninja copia!

    — Ella no está enferma, Kakashi-sensei — exclamó Naruto entre bocados —, lo que pasas es que…

    — Naruto, ¿qué acaso Tsunade no te dijo que tenía una misión especial para ti hoy? — interrumpió Nanami rápidamente.

    A Naruto se le prendió el foco, abrió grandemente los ojos y saltó de la mesa hacia la salida.

    — ¡Es verdad! ¡La vieja dijo que tenía una misión para mí! — gritó antes de salir corriendo de la casa.

    Suspiró con alivio, el mayor peligro acababa de salir de su zona. Aunque claro, la intensa mirada de Kakashi no dejaba que su nerviosismo se disipara por completo.

    — También debo irme, las rondas empiezan temprano hoy — se excusó Nanami — ¡Hasta la noche! — se despidió y salió a paso rápido de la cocina.

    Si bien Sasuke y Sakura ya estaban acostumbrados a ver a su compañera salir velozmente, a Kakashi le resultó bastante curiosa la actitud de la kunoichi. No obstante, volvió a su lectura y dejó que el sentimiento se disipara. Al final, si algo extraño sucedía se enteraría pronto, todo se sabe por muy oculto que se mantenga.

    .
    .
    .

    Era una kunoichi, ¿no podía ser más sutil para escapar? Estaba claro que no.

    Su torpeza era evidente, ¿no que iba a joderlo? ¡Claro! ¡Como no! Solo era una embustera. No logró permitirle a Naruto mencionar algo de su estado, eso nada más afirmaba su cobardía.

    “¡Rayos!”

    Odiaba sentirse así de vulnerable, nerviosa y con miedo. Una mirada y cayó redonda ante la ansiedad. ¡¿Qué le pasaba caray?!

    No lo admitía, pero a veces le gustaría tener su sangre fría.

    ¡Maldito Ninja Copia!

    Suspiró y se dejó caer sobre la camilla de su consultorio, no tenía ganas de volver a casa… Todo el confort y el entusiasmo con el que se sintió luego de sus náuseas matutinas, se fue en picada, ahora Nanami solo quería perderse o en su mejor opción, que la tierra se la tragara.

    “¿A casa?”

    Pensaba como si esa casa fuera de ella, pero la verdad era que no le pertenecía. Muchas veces se reprendió a sí misma por hablar con tanta familiaridad acerca de un bien que no le pertenecía, que era temporal… Nanami exhaló profundamente con decepción recordando que solo estaba en esa casa porque su departamento todavía no estaba listo (y con el pasar del tiempo dudaba que lo dejaran preparado pronto).

    La guerra había dejado muchos estragos en la nación, y su departamento entró en la lista de desastres.

    Nanami suspiró, llevó el antebrazo para cubrirse los ojos. Desde el momento que aceptó la ayuda de Sakura y los chicos supo que estaba poniendo los pies en polvorosa, sin embargo, ¿qué más hacía? No tenía a donde ir y ellos estaban ahí tendiéndole la mano cuando más lo necesitaba. Nadie podía culparla ¿o sí? Además, no podía darse el lujo de gastar más dinero en un hotel, con las reparaciones de su domicilio ya tenía suficiente que pagar.

    Quitó el brazo de sus ojos y observó su pequeño reloj de muñeca.

    — Las seis… — murmuró con lamento.

    Hacía menos de diez minutos que despidió a su último paciente y si era sincera, no tenía deseos de regresar a esa casa.

    .
    .
    .

    Después de la décima quinta vuelta que dio al parque se dio cuenta que no podía retrasarlo más, algún día tendría que enterarse ¿no?

    Nanami caminó con parsimonia las casi desoladas calles del País del Fuego, contempló los escaparates de algunas tiendas que le quedaban de camino a su casa. Su única intención era aplazar la llegada, si la suerte le sonreía también aplacaría sus nervios, porque sentía que pronto volcaría su almuerzo ahí mismo.

    Ella sabía que debía decírselo, ¡era su derecho! Sin embargo, dicho conocimiento no la tranquilizaba sino todo lo contrario… Nanami llevó su mano derecha hacia el estómago e hizo un gesto de asco, su organismo estaba en protesta. No estaba preparada, no podía negarlo. No quería enfrentarlo, no deseaba saber su reacción bajo ninguna circunstancia.

    Finalmente llegó frente a la puerta de la casa, llevó la mano hacia la perilla, pero la dejó caer a medio camino. Las luces estaban encendidas.

    “¿Estará él ahí?”

    No quería responder a su propio cuestionamiento. Nanami cerró sus ojos pardos un instante, pasó una mano por sus cabellos caoba y respiró profundamente dándose valor para abrir la puerta. Así lo hizo, con toda la calma que tiene un ladrón que huye luego de su fechoría.

    Se recostó sobre la puerta y suspiró de alivio. Nanami frunció el ceño al percatarse del silencio que había en la morada, le pareció extraño, ya que a esa hora los chicos deberían haber vuelto y estarían haciendo un desastre en la cocina. Se quitó el suéter para subir a su habitación y no salir de ahí hasta la próxima primavera. Estaba a punto de poner el pie en el primer escalón cuando una voz masculina la sorprendió y la hizo saltar del susto.

    — Buenas noches — saludó, ¿acaso pensó que en realidad la casa estaba sola?

    Nanami giró la cabeza lentamente hacia donde escuchó la frecuencia de la voz, se trataba de Kakashi que salía de la cocina con una manzana en una mano y su libro naranja en la otra. ¿Qué no se cansaba de leer su pornografía barata?

    — Buenas noches — contestó ella lo más tranquila posible, todo lo que su tono atorado le permitía — ¿Dónde están todos?

    — Al parecer Naruto sufrió un retraso en su misión — respondió el peli-plata con la mirada puesta en determinada página de su libro —, Sakura cubre a Ino en el hospital y Sasuke supongo que entrenando — prosiguió —, Yamato y Sai deben andar por ahí…

    — Ah — dijo Nanami ante tan pocos detalles, aunque claro, Kakashi nunca precisaba porque no le importaba. Que mencionara más de dos palabras acerca de sus alumnos ya era una proeza —. Bien… Entonces estaré arriba — anunció Nanami, deseaba salir de ese ambiente tenso lo más pronto posible.

    — ¿Por qué corres? — preguntó Kakashi, el pie de ella quedó suspendido en el aire.

    — ¿A qué te refieres? — colocó el pie suavemente en el escalón y volteó hacia él, que había guardado su libro en su porta-shurinken.

    — A que corres cuando estamos juntos en un lugar — replicó él, observándola fijamente, Nanami presionó las manos alrededor de la barandilla.

    — Yo no…

    — Es lo que haces — dijo Kakashi antes que se excusara con alguna tontería — ¿Qué es lo que pasa? — inquirió dando algunos pasos en su dirección, Nanami hizo una negación rápida con la cabeza y observó con nerviosismo a ambos lados, como si tuviera miedo que alguien los encontrara en esa posición tan..., ¿íntima?

    — No… — se le cortó la voz por un momento —, no me pasa nada — respondió rápidamente.

    Kakashi negó y sonrió bajo la máscara.

    — No es verdad — atajó, a él no podía engañarlo — ¿Qué me ocultas, Nanami?

    — ¡Nada! No te oculto nada — exclamó alterada, intentó escapar y dejarlo con la palabra en la boca, pero se vio obstaculizada por un mareo.

    Ella se tomó de la barandilla con fuerza, como si con eso fuera capaz de deshacerse de la molestia, pero no pasaba y la cercanía de Kakashi no se lo hacía más fácil. Cerró los ojos, quiso llorar de desesperación. Quería decírselo, solo que no sabía cómo.

    — ¿Por qué insistes, Kakashi? — murmuró al sentirlo a su espalda, ¿en qué momento se acercó tanto?

    — Porque me importas — susurró al oído de ella.

    Finalmente Nanami cedió a su mareo y se abandonó al vacío. En ese momento perdió la conciencia.

    .
    .
    .

    Después de un rato Nanami recuperó el conocimiento, cuando abrió los ojos lo último que recordó era un par de manos fuertes que se encerraron alrededor de su cintura y un olor a pino silvestre y cedro. Parpadeó un par de veces, sabía que estaba recostada en una cama, aunque la habitación era muy oscura.

    Frunció el ceño, no reconocía absolutamente nada con la poca luz que se filtraba por la ventana gracias a las farolas de la calle. Colocó los codos para apoyarse y así, levantarse lentamente.

    — No te levantes — advirtió la voz de Kakashi, ella dio un salto, sobresaltada.

    — Mierda… — masculló molesta — ¡Avisa! Un día de estos me matarás de un susto — reclamó antes de sentarse.

    — Lo hice, te dije que no te levantaras.

    Nanami bufó irónica, ¡gran solución!

    — Ese no era un aviso — recriminó — ¿En dónde rayos estoy?

    — En mi habitación — contestó tranquilamente Kakashi, ella dio un pequeño brinco y volteó hacia donde se encontraba la silueta del shinobi.

    — ¿Por qué me trajiste aquí? — le resultaba curioso que la llevara hasta ahí, tomando en cuenta que era la habitación al final del pasillo y no le permitía entrar a nadie.

    Lo observó desplazarse hasta la mesita de noche.

    — Es mejor si no nos molestan — dijo él mientras encendía la pequeña lámpara de noche y volteaba hacia ella.

    A Nanami se le atoró el aire, Kakashi no llevaba puesta su máscara… ¿Por qué demonios no la usaba? La verdad, no importaba mucho, siempre era un festín admirar lo prominente de sus pómulos; su mandíbula fuerte y cuadrada… Sinceramente, ahora comprendía porque escondía su rostro del mundo.

    “Es obvio que todas las mujeres de la aldea lo perseguirían…”

    Entonces cayó en lo que le había dicho.

    — ¿Qué no nos molesten? — Kakashi asintió — ¿Qué quieres decir?

    Tenía la boca seca, pero debía preguntar.

    — Creo que tienes algo que decirme, ¿no te parece? — emitió calmadamente él, mientras se dirigía al sillón que estaba contra la pared frente a la cama.

    Nanami parpadeó otro par de veces más y negó con la cabeza, lucía desubicada.

    — No sé a qué te refieres — expresó ella, deslizándose hacia la orilla de la cama.

    — Estoy seguro que sí — contestó el shinobi.

    Nanami se levantó y caminó hacia la puerta con lentitud, todavía estaba mareada, más era demasiado orgullosa para admitirlo. De la misma manera como no era capaz de abordar el asunto del que Kakashi hablaba, y que deliberadamente quería evitar.

    — No, no lo sé — objetó tajante, posesionando la mano sobre el pomo de la puerta para poder salir (huir).

    Kakashi soltó un suspiro agotado, antes de dirigirse a ella nuevamente.

    — Estás embarazada, ¿cierto? — las palabras del shinobi la congelaron, sintió como el alma le cayó a los pies y el mareo volvió a ella con más fuerza que antes.

    — ¿Cómo…? — titubeó Nanami, quería negarlo, pero simplemente no podía…

    — ¿En realidad creíste que no me daría cuenta? — preguntó bajo y parsimonioso, pronto sintió su aliento golpearle la nuca provocándole un escalofrío inmediato.

    Presionó fuerte la perilla, cerró los ojos y respiró superficialmente.

    — ¿Quién te lo dijo? — indagó con voz fina, aún temía su reacción.

    — Nadie — manifestó —, ¿creíste que no notaría tu semblante? Estás pálida, has perdido peso, y te oí vomitar esta mañana — añadió llanamente.

    Nanami lo pensó, sí, su respuesta sonaba convincente, PERO, por experiencia sabía que había algo más entre todo ese palabrerío. Así que recupero la compostura, se alejó de la puerta (por ende de él) y lo enfrentó finalmente.

    — ¿Qué te traes, Kakashi? — demandó, no le creía ni una palabra.

    — ¿A qué te refieres? — interrogó inocentemente él. Nanami entrecerró los ojos, se arrepentiría de lo siguiente que diría.

    — A que no te creo una palabra. Eres inteligente y observador, no lo dudo — dijo ella —, pero no eres psíquico. Algo ocultas, ¿y quiero saber qué es?

    El Ninja Copia sonrió… ¡Oh no! Esa sonrisa no presagiaba nada bueno…

    — Tienes razón — concedió —. Hay “algo” que no te dije esa noche — Nanami elevó una de sus delgadas cejas caoba un poco sorprendida.

    — ¿Qué es? — trató de ocultar el temor que había en su tono.

    — Bueno…, olvidé comentarte que se rompió el preservativo y no lo usé.

    “¿Cómo fue la cosa?”

    ¡Y lo decía así! ¡Tan normal! ¡¿Cómo si lo que pasó no hubiera sido importante?!

    — Disculpa, ¿cómo dijiste? — repitió Nanami incrédula.

    — Lo que oíste, no usé preservativo — contestó tranquilamente.

    “No usé preservativo”.

    Las palabras se repitieron en su mente como si se tratara de una mala broma.

    “No usé preservativo”.

    Lo observó con su pose despreocupada, como si lo que hablaban fuera los desastres del cambio climático.

    “No usé preservativo”.

    Nanami quería saltarle encima y arrancarle la piel a jirones…

    ¡Maldito Ninja Copia! Juraba arrancarle esa maldita sonrisa seductora…, ¿pero qué rayos pensaba? Ella quería matarlo por semejante estupidez.

    — ¿Y no se te ocurrió decírmelo? — ella intentaba no explotar, quería ser civilizada.

    — No lo creí importante en ese momento — alegó pacífico.

    Definitivamente Kakashi no le dejaba fáciles las cosas.

    — ¿No lo creíste importante? — murmuró ella — ¡No lo creíste importante! ¡¿En serio, Kakashi?! — oficialmente su ambición de permanecer razonable se fue al garete.

    — Nan…

    — ¡Dios! ¡¿Cómo no me lo dices?! — comenzó a atosigarlo alzando la voz — ¿No te das cuenta?

    — Nan…

    — ¿Cómo me haces esto, Kakashi? — llevó las manos a su frente, daba vueltas y vueltas en el mismo lugar — ¿Cómo pude confiar en ti? ¡¿Cómo?!

    Kakashi suspiró.

    — Nanami — llamó con voz fuerte y firme, sí, ella estaba histérica, él debía ayudar a que se calmara (o por lo menos intentarlo).

    La kunoichi finalmente paró su caminata y dejó de hablar, volteó hacia donde Kakashi se encontraba y esperó.

    — Necesito que mantengas la calma — pidió serenamente él, ella rió, casi histérica.

    — ¿Mantener la calma? ¿En serio? — indagó irónica —. Estás pidiéndome mucho, Kakashi.

    El shinobi inhaló profundamente, sabía que desde el momento que decidió abrir la boca todo se tornaría difícil.

    — Escucha, sé que esto no es fácil…, pero necesito que te sosiegues para que podamos hablar, ¿de acuerdo?

    Nanami soltó el aire, y retomó de nuevo la respiración pacientemente; debía mantener la calma si no quería cometer alguna estupidez en contra del shinobi y de sí misma… Cerró los ojos, inspiró hondamente para calmarse y encontrar un poco de consuelo.

    — No sé… — se cortó Nanami, crispó los puños y continuó con sus ejercicios de respiración profunda para la calma —… No comprendo que pretendías al no decírmelo, en verdad, Kakashi. ¿Por qué no me lo dijiste? — preguntó mirándolo fijamente, con el rostro lleno de angustia e incertidumbre.

    Kakashi lo notó, no estaba agitada ni furiosa. Tenía miedo.

    — No quería preocuparte sin razón — dijo él.

    Nanami le dio la espalda y llevó las manos a su rostro, realmente se sentía terriblemente angustiada con toda la situación y también estaba molesta, muy molesta. Por eso no comprendía porque razón Kakashi no le había mencionado nada del asunto, hubieran evitado toda esa situación…

    — ¿Y no se te pasó por la mente que esto pasaría? — la pregunta era estúpida, ambos conocían la respuesta.

    Kakashi no contestó, mentiría si decía que no. Él era consciente de la situación amorosa de Nanami, por lo tanto, aunque tuviera una respuesta para esa pregunta seguramente la mujer no querría saberla. Por lo menos, no ahora.

    — ¿Qué se supone que vamos a hacer? — habló nuevamente Nanami, olvidando la pregunta anterior.

    Ella estaba inquieta, se sentía en el limbo. No sabía definitivamente qué hacer… Kakashi la contempló, en verdad le generaba un horrible sentimiento verla así, tan frágil y porque no decirlo, lastimada. Se acercó lentamente hasta quedar a un palmo de su espalda, estiró su brazo, pero la voz de la kunoichi lo detuvo.

    — No — pidió con voz quebradiza —, no lo hagas.

    La escuchó soltar un pequeño, casi inaudible sollozo. Hizo caso omiso de la petición y la rodeó con sus brazos, Nanami pronto se vio sostenida por unos fuertes pectorales. Soltó un suspiro, no quería luchar y tampoco lo deseaba…, necesitaba mucho ese abrazo. Algo que la reconfortara e indirectamente le dijera que todo estaría bien.

    — ¿Qué vamos a hacer? — indagó nuevamente.

    — Tendremos un bebé — respondió parsimoniosamente, Kakashi.

    Nanami cerró los ojos fuertemente, esa inminente verdad la aterraba. Se preguntó si a Kakashi no le asustaba ese hecho, tuvo la intención de hacerlo, aunque probablemente su respuesta no le agradaría.

    Ignoró las dudas que surgieron en su mente y se dejó conducir por Kakashi hacia la cama, se sentía demasiado cansada para luchar, pero no lo suficiente para notar que el acercamiento entre ellos era demasiado íntimo. Sin embargo, por ese día lo pasaría, mañana sabría qué hacer.
     
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