One-shot de Inuyasha - Novilunio (Inu&Kag)

Tema en 'Inuyasha, Ranma y Rinne' iniciado por Andreína, 8 Agosto 2016.

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    Andreína

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    Título:
    Novilunio (Inu&Kag)
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    914
    Summary: Cuando la luna se encuentra situada exactamente entre la Tierra y el Sol, las estrellas y Kagome se encargarán de iluminar su negra noche.

    Novilunio

    Caminaba ansiosamente por toda la pequeña cabaña, llevando entre sus manos los pergaminos que le había regalado el inútil de Miroku. Con ímpetu y decisión, comenzó a sellar la puerta de madera, pegándolos sobre ella y recitando por lo bajo algún conjuro budista, cortesía de las patrañas del pervertido ojiazul.

    Detrás de ella, un bufido la hizo resoplar exasperada. Disgustada, se volteó para observar al autor de tal gesto y lo fulminó con la mirada.

    —Es por precaución —se quejó irritada, desviándose hacia las ventanas.

    —Es estúpido —se mofó él, mirándole realizar la laboriosa tarea de sellar cada posible escondrijo de su hogar.

    Kagome soltó un suspiro, haciendo caso omiso a las palabras de su esposo. Decidida a ignorarlo y a protegerlo como dos cosas iguales, se inclinó para recoger del piso otro de los papiros benditos obsequiados por el monje.

    Parada frente a la ventana, procedió a colocar el papel. Una vez puesto, su mirada se desvió hacia el cielo sin luna. Retiró despistadamente un mechón de cabello de su rostro, y miró de reojo al humano de cabellos negros con el que compartía el lugar.

    La miraba ceñudo, con aquella obstinación que no disminuía ni siquiera cuando el resto de su cuerpo perdía el poder habitual de su raza; lejos de eso, se mantenía potente y le recordaba fieramente que aún sin el vigor sobrenatural que le acompañaba asiduamente, él era un hombre fuerte.

    Sonrió ligeramente, y se giró para mirarlo de frente.

    —Tu mal carácter no se lo lleva ni la luna nueva —comentó animada, y caminó hacia él.

    Él la miró con desdén dando un soberbio respingón y rezongó arisco.

    —¡Feh! —bramó malhumorado.

    Kagome se sentó junto a él ignorando su expresión enojada. Distraída, recorrió con la mirada cada rincón de la modesta morada. Minúscula, en comparación con la que había sido su casa en el Japón actual.

    Bostezó sintiéndose repentinamente cansada y recordó que ya era bastante tarde. Detuvo el bailar de sus ojos y volvió a dirigirlos hacia el hanyou, ojeando con cautela la expresión aún irritada de su rostro que se mantenía fijo en la esquina contraria de la habitación. Entrecerró los ojos con cierta frustración y se recostó de la pared.

    —¿Realmente estás molesto? —preguntó escudriñándolo, casi ofendida.

    Inuyasha torció el gesto en una mueca tosca y enojada.

    —Te comportas como si fuera un debilucho —gruñó de mala gana.

    Dando un suspiro, la sacerdotisa cerró los ojos resignada y recostó su cabeza del hombro de su compañero, que se relajó de inmediato ante el tacto.

    —Me comporto como si no quisiera perderte —corrigió soñolienta, y bostezó de nuevo.

    Él abrió los ojos con sorpresa y luego relajó su expresión, sintiendo el calor arremolinarse en sus mejillas. Sin poder evitar sentirse enternecido, recordó que él conocía ese sentimiento. Comprendió entonces, que después de todo, entendía un poco a Kagome, porque al fin y al cabo, ella sentía lo mismo que él.

    No quiso replicar más, enmudecido por las cálidas palabras de la miko y el efecto que habían causado en él. Lejos de eso, se sintió invadido de una sensación distinta y la reconoció como las mariposas que bailaban en el estómago de un hombre enamorado.

    —Tonta —susurró suavemente, apoyando su testa sobre la de la joven. Embriagado por el aroma que desprendía su cabellera, se dejó conmover por sus sentimientos humanos y recordó cuánto lo había extrañado—. Hueles tan bien.

    Se sonrojó ligeramente mientras reabría sus ojos marrones. Con amplia terneza, notó que él también se había ruborizado. Sonrió a penas, confirmándose no había un lugar más plácido que los brazos de su empecinado hanyou.

    Por su parte, él permaneció silencioso, manteniendo su mirada fija en la vidriera que le permitía mirar hacia afuera. La lóbrega noche era muda, se mantenía sombría y quieta, exceptuando el sonido irritante de los insectos en el bosque.

    Lejos de sentirse abatido por las posibles amenazas de afuera, se sintió consternado por la intensidad con la que lo invadían los recuerdos. Y definitivamente, nada le aterraba más esa noche que las memorias de su antigua soledad.


    Una ráfaga helada de brisa se escapó entre las rendijas de su ventana, haciendo estremecer a la pequeña mujer a su lado. Frunciendo el ceño, ella dirigió su mirada a la humilde vidriera y torció el gesto.

    El cielo estaba tan negro, que ni siquiera las estrellas lograban iluminar acordemente el lugar.

    —¿Podría ser esta noche más oscura? —murmuró abrazándose a sí misma.

    Guardó silencio durante unos minutos, casi pensativo. Kagome se giró a mirarlo y sus ojos se encontraron. Entonces él sonrió como si de repente no existieran más problemas en el mundo y le pasó un brazo por los hombros.

    Era cierto. Sus crepúsculos de Luna Nueva estaban resueltos, la oscuridad y la añoranza, ambos habían encontrado una solución con nombre de mujer y cabello azabache.

    Cuando la luna se encontrara situada exactamente entre la Tierra y el Sol, las estrellas y Kagome se encargarían de iluminar hasta la más negra de sus noches.

    —Sólo si tú no estuvieras aquí.

    _________________________________

    Este escrito no ha sido editado, pero será corregido próximamente. Hasta entonces, puede llegar a contener ciertos errores tales como: Dedazos, palabras repetidas e incluso, tal vez un poco de Ooc. Todas las correciones serán recibidas con gran ánimo. Gracias.
     
    Última edición: 9 Agosto 2016
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