Stannis Baratheon. Respiró pesadamente. El frío le quemaba los pulmones. Lamentándose en cada paso que daba Stannis Baratheon no dejaba de maldecir; maldecía el momento en que ese desgraciado "Dios Rojo", le había dicho que su lucha era aquí. ¿Para qué? Todo su ejército había sido masacrado, y ahora él, como un errante vagabundo, deambulaba por los bosques inhóspitos y sombríos. Rodeado de árboles que parecían susurrar. Quizás había sido un castigo de los Siete por su idolatría, tal vez se había equivocado en juzgar a la mujer roja, se había dejado envolver por sus encantos, tal vez, sólo tal vez, había sido muy terco en su juicio. Debió haber escuchado a Nieve. La nieve se había teñido de rojo, con la sangre de sus seguidores. Volvió a temblar a causa del frío, frotándose como pudo su ropa desgarrada y ensangrentada. Maldito Norte, y todo el invierno que traía con él.