Horror No somos gallinas.

Relato para el concurso Fanficween.

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No somos gallinas.


Jake nos molestaba a diario, ya no soportabamos más sus bromas y burlas, por lo cual decidimos que, si era necesario, iríamos a ese estúpido cementerio; todo con tal de cerrarle la puta boca de una vez. Betty y yo nos preparamos, solo una lámpara y la vieja pala de papá nos ayudaría con esa estúpida excursión.

Halloween, media noche, las calles estaban llenas de niños corriendo de un lado a otro pidiendo dulces. Betty y yo ya habíamos cumplido recién los 15, pero aún deseabamos recorrer el vecindario en busca de caramelos pegajosos y chocolates con nueces. Pero no, debíamos demostrarle a Jake que no éramos un par de hermanos gallina y que, si debíamos ir al cementerio a abrir una tumba y enterrar un estúpido artefacto en ella, lo haríamos.

—Que quedé claro que hacemos esto solo porque tú no pudiste...

Miré a Jake, nos seguía unos pasos por detrás, manos en sus bolsillos y sonrisa burlona. Betty rodó los ojos en cuanto dimos la vuelta y perdimos de vista a todos esos niños disfrutando de la noche. El cementerio no estaba lejos y, por suerte para nuestros poco entrenados cuerpos, estaba abierto. Algunas familias del vecindario habían ido a decorar algunas tumbas, nuestra misión era ir hacia la última, la más olvidada del lugar, la de un ex militar que había muerto hacia tantos años, que el nombre en la lápida era apenas visible. Llegamos en cuestión de minutos, Betty temblaba —de frío, no de miedo— pero yo no era tan valiente como mi hermana. Claro que eso, jamás lo admitiría delante de Jake.

—Saca la estúpida pala y empieza.

Me dijo ella, le mire mal. Siempre tan mandona. Empecé a quitar la tierra mientras ella me ayudaba con un pico que habíamos encontrado a mitad de camino, estaba oxidado, pero era de ayuda. Ambos miramos mal a Jake, quien solamente observaba.

Era un idiota, hacía unos días el mismo había dicho que haría esto que nosotros estamos haciendo: abrir la tumba más vieja y esconder un artefacto valioso, una tontería de niño pequeño. Al no haberlo logrado, había comenzado a ir a nuestro hogar todos los días a retarnos a hacerlo, cansados de su insistencia, aceptamos.

El celular vibró en mis pantalones, solté un quejido de molestia y le pase la pala a mi hermana, quien continuo. Ya casi llegábamos, incluso sentí como Jake abría su mochila, ahí dentro estaba ese misterioso artefacto.

—Bruno ¿Dónde están? En casa de mis vecinos están regalando manzanas con caramelo. Se acabarán y se que son tus favoritas.

Suspire. Amaba esas jodidas manzanas, no eran iguales a las que puedes comprar en una tienda normal, estás sabían tan deliciosas y jugosas, que se convertían en una adicción, un manjar para el paladar.

—Ya vamos, ya vamos... Estoy en el cementerio, Betty y Jake están conmigo, venimos a demostrarle que no somos unos gallinas y que podemos lograr lo que él...


El ruido de la pala golpeando el ataúd sonó, escuché a Betty lanzar la pala & comenzar abrir el ataúd con el pico.

—Espera, espera ¿Jake? Pero... Pero...

Mi pulso se aceleró. Aquel tono de voz no era normal en Ray. Su voz, tan gruesa como un tronco, comenzó a flaquear y temblaba. Nunca lo había escuchado así.

—Si sabes que Jake...

Un grito. Betty gritaba, de una forma desgarradora, llorando. Me tomo del brazo, haciendo que el celular cayera. La voz de Ray a lo lejos gritando: "Jake está desaparecido, entro al cementerio y jamás salió, debemos decirle a su madre que lo han encontrado."

Miré a mi hermana. Pálida, ojos saltones y lagrimosos, no dejaba de gritar mientras su mano se aferraba a mi brazo, lastimandome. Su otra mano señalaba horrorizada el interior del ataúd. Aquel militar, más huesos y trazos de ropa, aferraba con sus putrefactos brazos a nuestro amigo de infancia, quien tenía el rostro lleno de terror y desesperación.

El primer instinto fue salir de ahí, jalar a Betty y correr. Pero ninguno pudo. La mano del militar me sujeto con tanta fuerza que sería imposible creer que estaba muerto, la mano de Jake se aferró a Betty. Gritamos, pero aún así escuchamos tan claro todo, voces mezcladas, salidas del más allá."Ahora ustedes tampoco podrán salir de aquí."