— Hmmm... — ¿Qué sucede? — Hay algo que no me termina de gustar. — ¿Y qué es? — ¿Ves esas tres paredes? Son preciosas, ¿verdad? — Sí que lo son. — Pero luego está esta otra... la cuarta. Queda fea. — No sé qué le ves de fea. — Es muy convencional. Yo creo que si la tiramos abajo podremos tener más espacio. — ¿Sabes qué? Creo que tienes razón; será mejor derribarla. ¿Dónde está el martillo? Y así, estos dos personajes a los que el autor no quiso ponerles nombre rompieron la cuarta pared y, sin quererlo, golpearon con el martillo al lector. Ha debido ser doloroso...
Buen relato, Morde. Me gustaría dejar un comentario mejor, pero es un poco complicado porque me dieron un martillazo en la mano . Y para acotar con la frase del final, claro que me dolió XD.
¡Auch! Sí que fue doloroso... creo que me cobraré la consulta del médico. ¿A quién le paso la factura: al creador o a estos dos personajes sin nombre? Disfruté el experimento, como todos los demás relatos que leo de ti. Manera tan peculiar de romper la cuarta pared.
Yo ni paso por aquí pero al ver que alguien quería salir por la pared vine a darle una manita... ☺. Breve y conciso pero disfrutable de leer, porque a ningún personaje le gustaría sentirse atrapado entre cuatro paredes, y haría que lo que fuera por salir del encierro así tenga que romper todo lo que le rodea y quedar al descubierto.