Nabi The Prototype No me dejarás [Nabi The PROTOTYPE]

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Ponja, 30 Marzo 2011.

  1.  
    Ponja

    Ponja Iniciado

    Tauro
    Miembro desde:
    30 Marzo 2011
    Mensajes:
    22
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    No me dejarás [Nabi The PROTOTYPE]
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2662
    Ola! Aqui de nuevo, publicando y esperando que este oneshot sea de su agrado, espero y les guste, es una continuacion del manga Nabi The Prototype de Kim Jeon-Joo. Espero les guste, gracias!!

    EL FRESNO

    10 años. Ya habían pasado exactamente 10 años de mi rapto. Una década completa, que no volví a preocuparme por nadie, que no volví a hacerle caso a nadie, y que no he hablado con nadie más de 3 palabras.
    A pesar de todo, a pesar de nunca haber visto su rostro, en mi recuerdo aún estaba su dulce voz, la voz de una persona de buen corazón, obligada a hacer lo que no quería. Aquel muchacho que dio su vida por sus amigos, que no los abandonó a pesar de que podía haberse salvado. Pero con el tiempo, a pesar de que al principio estaba enfadada con él por haberse marchado, terminé comprendiéndolo. Cada palabra grabada en mi memoria, y yo no me había decidido por entenderlas, hasta que una noche, entre el llanto de mi soledad, comprendí.
    “Te pido perdón, no deberíamos haberte metido en el medio de nuestros problemas de adultos”, “Yo…esta vez…creo que termino en el infierno”, “En la próxima vida…me gustaría ser un árbol…”, “Así no estaría obligado a hacer cosas que no quiero y nadie me arrastraría a ningún lado. Creo que sería un buen árbol”.
    Él sabía que moriría. Dentro, muy en el fondo, él lo sabía y lo aceptaba. Por eso me había dejado allí, desde el principio sabía a lo que se enfrentaba. Por eso quería demostrar, antes de marcharse, que era una buena persona.
    Un secuestrador cualquiera me hubiera tratado con rencor, con odio, con crueldad, y se había aprovechado de una nena de 9 años ciega, pero él se mostró dulce, bueno, se preocupaba por mí, hasta me confesó su sueño y me mostró su jardín secreto. Él estaba cansado de su vida, actuando en el papel del malo y decidió, en el final, mostrar que no lo era, mostrar lo que en realidad estaba dentro de él.
    Y desde ese día, he cuidado de mi adorado árbol. Suena estúpido, ya lo sé, pero en realidad no quería que él se marchara de mi vida. No deseaba perder a la única persona con la que me sentí más cómoda que con mis padres y familia, teniendo tan solo 9 años. No lo iba a perder.
    A pesar de nunca haber visto su rostro, a pesar de no saber su apariencia, lo amaba. Amaba a mi árbol y a lo que representaba.
    Ahora, según mi madre, mi querido fresno estaba tan alto como mi propia casa. Aún sin verla, para mí era la cosa más bella que había allí, en esa gran mansión vacía, que solo me provocaba soledad. Mi madre trataba de conversar conmigo, pero no lo lograba, y papá, desde el día de mi “salvación”, como lo llamaban ellos, me había asignado dos guardaespaldas. A veces era molesto que me siguieran por toda la casa, pero una al final terminé acostumbrándome, y es más, ellos mismos le pidieron a mi padre que dejasen de hacerlo. No ponía un pie en la calle, y la casa estaba rodeada por custodios ¿para qué cuidarme dentro de la casa, si solo iba al baño, a mi habitación y al jardín? Era un mismo recorrido todos los días.
    Ese fue mi problema.

    Era una tarde como todas, después de almorzar, me levanté y acudí a él. Lo necesitaba, tenía un presentimiento extraño, y para ser sincera, lo extrañaba, así que me levanté y salí directamente al jardín.
    Allí estaba, esperándome como todos los días, y yo, cumpliendo la promesa que le había hecho, visitarlo y hablar con él. Con el paso de los años se me había hecho más fácil conversar con él, acariciarlo, compartir buenos momentos.
    Me senté en el mismo lugar de siempre, con un libro de cuentos en manos. A él le gustaban los cuentos. Cada vez que le contaba uno, un viento cálido hacía caer maravillosamente varias de sus hermosas hojas de color amarillo y rosado*.
    Cuando comencé a leer**, una hojita cayó en mi cabeza, seguida de la lluvia de siempre.
    Él era feliz, y yo también lo era.
    Al terminar de leer, yo estaba llena de hojas por todo mi cuerpo, sacudí mi ropa y me levanté. Un pequeño aire frío se escurrió.
    —Shh…—susurré acariciando su lomo—. No me marcho, tranquilízate. Solo estoy sacudiendo las hojas. Hoy has estado muy feliz ¿verdad? Me has ensuciado entera. Quizá te gustó mucho esta historia. Bueno, pues empezaré a leértela más seguido. Pero promete que no me ensuciaras tanto, no sabes como les cuesta a las chicas*** lavar la ropa llena de tierra y hojas.
    Una hojita se posó en mi nariz.
    —Hoy estás demasiado feliz ¿Qué sucede? —pregunté sonriéndole.
    Antes de que pudiera responder, unos pasos acercándose me hicieron dar la vuelta.
    —Señorita Soryu, nos ha enviado el señor. Necesita hablar con él.
    ¿Mi padre quería hablar conmigo?
    Esto era extraño, demasiado extraño.
    Ellos se acercaron a mí, y por el jadeo de sus pasos, me di cuenta de que no tenían las manos vacías. Algo pesado como un hacha…
    No.
    No lo harían.
    ¡NO ME LO IBAN A QUITAR!
    —Díganle a mi padre, que si quiere hablar conmigo, venga hasta aquí. Ya lo ha hecho varias veces, así que no será una molestia venir a visitar a su hija.
    Los dos se sorprendieron ante mi respuesta.
    —Pero…
    —Es una orden—dije cortantemente, y volví a sentarme a su lado, dándoles la espalda.
    Odiaba ser más que los demás, pero en estos casos, debía usar ese tono. Si no, no cumplirían mis órdenes. No iba a dejar que me quitasen la única cosa que me mantenía con vida en este estúpido y odioso planeta.
    Estos esperaron unos segundos, y se marcharon.
    —No nos van a separar—le dije—. Te prometo que no te dejaré, te prometo que no me dejarás. No lo harás.
    Amaba a ese árbol. No me iba a abandonar.
    Minutos después, la voz gruesa de mi padre llamó.
    —Hija mía, me han dicho que te negaste a acudir a mí—dijo tratando de sonar dulce. Acción muy estúpida.
    Me levanté y respondí.
    — ¿De que querías hablar conmigo?
    Él solo suspiró.
    —Ya lo debes saber hija. Mira, muchos comerciantes me han ofrecido mucho dinero por el fresno. Necesitamos ese dinero, pequeña, este el árbol más grande de por aquí, y varios afirman que la madera es buena. Solo, solo vamos a cortarlo.
    Quería ser dulce, pero terminaba sonando tan ácido.
    —No.
    —Voy a regalarte otro, los árboles que desees, pero vamos hija, es importante para mí.
    Eso me enfureció.
    — ¿¡Es importante para ti!? ¡Ah, claro! ¡O sea que mi opinión no cuenta! Pero si es tan de tus actos papá. ¡Nunca te has preocupado por mí! ¡Nunca te he importado, más allá de lo que implique quedar bien con los demás! ¡La pobre hija ciega del Señor Sok-Myung! ¡Él se preocupa tanto por ella! ¡Patético! Y es por eso que digo no. Me acabas de decir que me compraras todos los árboles que desees. ¿Qué no que necesitamos ese dinero? ¡No seas tan imbécil! ¡Tienes dinero rebosando hasta en tus orejas! ¡Estás bañado en oro! ¡Nunca te he pedido nada, es más, este árbol es fruto de una semilla que YO compré, YO la cuidé, y YO la he convertido en lo que es hoy! Nadie se lo va a llevar, ¿me entiendes? —grité aguantando un río de lágrimas de odio. Luego, volví a mi lugar, ignorándolo.
    —Pero Soryu…
    —No. No me dejará.
    Esto lo enfureció a él.
    —No vas a cuidar de él toda tu vida. Va a haber un momento en que tendrás que dejarlo, para ir al baño, o a comer, pero vas a dejarlo, y cuando regreses, ten por seguro que no va a estar allí.
    Seguidamente, se marchó, dejándome llorando como una niña pequeña. Llorando como lo había hecho esa noche, la noche en que perdí a mi primer amor.
    —No me dejarás. Yo lo sé.
    Él me abrazó fuerte, muy fuerte. Me acarició la mejilla y me regaló una suave lluvia de sus hermosas hojas. Estaba consolándome.
    —Te prometo que no te dejaré.

    Se cumplían 3 semanas. Ya habían pasado exactamente 21 días desde que me había aferrado a mi árbol. Cumplía mi promesa, no me había alejado de él ni un miserable centímetro desde la amenaza de papá.
    No había comido, ni bebido, ni dormido desde ese entonces. Mamá trató de traerme comida, pero se llevó el castigo ella. Papá la golpeó y amenazó. Solo pude decirle que todo estaría bien. Aún tenía fuerzas, no necesitaba de sus comidas. Con el amor de mi fresno me bastaba.
    El rumor, por lo que escuché de los custodios, se había expandido por toda la ciudad. La hija ciega de Sok-Myung sentada en un árbol desde hace tres semanas. Papá tenía mala fama por ser malvado, frío y desalmado, y yo por caprichosa, desobediente y egocentrista.
    Pero no iba a dejarlo. Nunca.
    Era la noche 21. Hacía más frío que nunca, pero ni siquiera eso hizo que me marchara de ese lugar. Todos los hombres de mi padre esperaban un segundo que me levantara para llevárselo, pero eso no iba a suceder.
    Llegaron las 12 de la noche. El frío era cortante, latigazos de hielo caían en mi piel, y entonces, el sueño, el hambre y la sed atrasada empezaron a arder dentro de mí.
    —No importa, no voy a abandonarte—tartamudeé.
    Entonces, algo frío y diminuto se posó en mi nariz. Estaba nevando.
    —Sabes que no lo haré, pase lo que pase.
    No, claro que no lo haría.
    Lastimosamente, el sueño pudo más, y poco a poco, mis párpados se cerraron, luego caí en un profundo sueño. Un calor me llenaba, era tan agradable, paz, tan armonioso, estaba feliz.
    Al abrir los ojos, por primera vez en años, pude ver. Era un milagro, podía ver visiblemente todo, y ahora el mundo se veía diferente. Todo brillaba, podía ver los copos de nieve con mucha claridad y detalle. Me levanté y miré al cielo. Las estrellas no se dejaban ver por las nubes, pero las sentía, sentía como me iluminaban.
    Entonces sentí miedo.
    Me di la vuelta, y él no estaba.
    Mi árbol.
    Mi fresno.
    En su lugar, no había nada, ningún rastro de que mi amado árbol hubiera, siquiera existido.
    No.
    ¡NO!
    Caí de rodillas victima del dolor. No iba a resistirlo, me habían quitado mi querido árbol, mi única razón de existir.
    ¿Para que podía ver? ¿Por qué me habían devuelto la vista? Si tan solo lo pidieran, la volvería a perder, perdería todo lo que me pidieran, menos mi árbol. Menos el fresno, su recuerdo, el recuerdo de un ángel.
    —No llores, las niñas buenas no lloran…
    Esa voz.
    Una mano me acarició la cabeza suave y dulcemente. Tal como lo había hecho alguna vez, hacía años, antes de marcharse.
    —Yo no soy buena. Dejé que te llevaran. No tengo perdón.
    —No me han llevado. Estoy aquí, junto a ti.
    No creía. No lo creía y no quería creer. Pero esa mano me obligó a destaparme y a mirarlo.
    Era él.
    Por primera vez, lo vi. Ojos claros, hermosos, cabello negro y corto, pero recogido, piel blanca… No se comparaba con todos los sueños que había tenido, no se comparaba con como lo había imaginado.
    Él era hermoso.
    Su sonrisa, era lo más bello. Me sonreía. Él era feliz. Y estaba conmigo.
    —Tú…
    Lentamente acercó su rostro al mío, para luego posar dulcemente sus labios junto a los míos.
    Mi primer beso.
    —Ahora, que hemos cumplido nuestras promesas, podemos estar juntos. Creo que he esperado demasiado—me dijo sonriente.
    Una gran paz y alegría me inundó, y juntos nos levantamos. Tomé su mano, y él me guió, seguro de sí mismo, nos marchamos, juntos para siempre.
    Lo último que vi, antes de marcharme, fue a mi padre mirar con espanto al, que ahora estaba, árbol. Y en medio de la luz cegadora por la que me conducía, el grito desgarrador de mi madre.
     
  2.  
    Erzabeth

    Erzabeth Fanático

    Tauro
    Miembro desde:
    28 Marzo 2011
    Mensajes:
    1,267
    Pluma de
    Escritor
    ¡Bum! Sin errores ortográficos ni nada parecido, muy bonita tu historia, debo de admitir que para ser nueva, me sorprendes, ¡felicidades eres muy buena escritora!
     

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso