Microrrelato No hay nada

No hay nada Atl​

Nada. El viento pasando. Nada. La madera podrida. Vacío, mis ojos viendo, nada. La sangre que ensucia mis zapatos, el último grito que retumba en el ropero, nada. Mis manos tocando, nada, la piel vieja de donde manan, vacío. La llave gira, ya no hay nada, madera teñida de rojo. El olor de no tener. El trapo con el que limpio el arma, las historias que me contaba, tal vez había algo, nada. Los deseos que tenía los absorvió su alma, vacía. La llave que traía en su cuello, oxidada, cubierta de agua mientras limpio. La primera vez que pensé en tenerla, nada. Imaginar que haría con ello. Vacío. Repaso fantasías en mi cabeza, oro quizá, un ser extraño, un mapa. Nada. Vacío. Junto los trapos, los pongo en una bolsa. Los tiró en el ropero. Vacío. Una medicina, una estrella, diamantes. Salgo a comprar, veo mis ropas limpias, no pasó nada. Un cuadro, un libro, una respuesta. Vuelvo y encuentro al perro rasgando el ropero. Vacío. Le doy una patada y rocio gasolina en su pelo. Giro la llave. Un cuerno. Una planta. Un gnomo. La baño, la gasolina apesta, su cabello se cae. La madera hace un sonido extraño al mojarse. Vacío. Pongo una silla enfrente y recuerdo su voz calmada que hacía bailar mis pensamientos. Nada. Sus ojos que me esforzaba en ver como esperando que hubiera una marca de lo que habían visto. El perro vuelve y me ladra. Un golpe en la cabeza y un cerillo, arde.Vacío. A veces no dormía, imaginaba. Un fantasma, una sirena, una musa. El perro no despertó, se volvío cenizas. Nada. Así les paso a mis pensamientos y a mí. Vacía. Prendo otro cerillo y lo aviento. Se apaga y choca contra la madera podrida. Nada. Me acerco más, otro cerillo. La madera truena, se deshace como si fueran sus gritos en mis oidos. Y lo vuelvo a ver ¿Vacío? Ahora está ella ¿Nada?