Night

Tema en 'One Piece' iniciado por Knight, 24 Abril 2014.

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    Knight

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    Buenaas, con este Two-shot abro mi participación en la actividad "One piece FFL" y por supuesto, será el primero de varios escritos que pienso hacer para esto, sin mas aquí se los dejo.

    __________________________________
    — ¿Estás totalmente seguro de que no te la devolveré? — le apreté la mano un poco más mientras le lanzaba una mirada desafiante. Le tembló la quijada de la rabia y finalmente se soltó de mi agarre.

    No es la primera vez que mi padre quiere abofetearme, pero tampoco es como si lo fuera a permitir de nuevo… Sus malditas borracheras le son excusa suficiente para querer golpearme a mí o a mi hermano.

    Me quedé allí estancada en el suelo sucio de la cocina, él se carcajeó sarcásticamente y lanzó un escupitajo que lucía tan asqueroso como se escuchaba.

    —Idéntica a tu madre, una maldita zorra altanera. Pero al menos ella no era tan inútil como tú — dijo dándole un enorme trago a la botella de ron — Ella si traía dinero a la casa, ¡¿Qué carajos se supone que voy a hacer con esto?!

    Lanzó la bolsa de monedas que había llevado a la casa, todas se esparcieron en el suelo de madera ocasionando muchísimo ruido.

    —No las he traído para ti —gruñí— ¡son para poder darle de comer a mi hermano!

    —¿Y qué carajos importa ese retardado? ¡Si tu madre no está aquí entonces tú tienes que mantenerme! — Apreté los dientes y en un arranque de furia corrí hacia el y le pateé las pelotas, cayó al suelo de rodillas gritando y quejándose. Entonces pude observar bien lo patético que era aquél hombre; de no más de 50 años, sin ningún tipo de atractivo físico. Cabello negro largo y desordenado, bigote crecido y descuidado. Piel morena a causa del sol, ojos grandes y oscuros.

    Eso sin mencionar su actitud tan odiosa, sin intención alguna de cuidar de una familia, se gasta todo lo que puede en prostitutas y alcohol. No aporta ni un solo centavo a la casa sino que se cuelga de lo que yo gano con mi trabajo. Y se preguntarán, ¿por qué rayos permito todo esto y no lo echo a la calle? Ni yo misma lo sé, supongo que me da algo de lástima.

    Antes de escuchar cualquier tipo de reclamo me di la media vuelta y caminé por la pequeña casa hasta llegar a una puerta de madera algo resquebrajada. Toqué dos veces y al escuchar un gemido de aprobación entré al cuarto.

    He aquí la razón del por qué aguanto toda esta porquería a diario; mi hermano.

    Al verme dió un pequeño salto y sonrió ampliamente, yo hice lo mismo y me acerqué al lugar donde estaba jugando.

    — Nigee — Intenta decir mi nombre, pero apenas y puede balbucear algo, tiene 16 años pero su cerebro no ha podido seguirle el paso.

    De ojos pequeños e inclinados, nariz achatada, orejas y bocas pequeñas, mirada perdida y amplia sonrisa. Se parece un poco a mí, tiene ojos azules y es pelirrojo, aunque pienso que él en realidad es hermoso.

    Padece una extraña enfermedad a la que el médico del pueblo llama “Dawn”, no puede aprender tan rápido como nosotros y sus funciones motrices son lentas. Sin embargo es tan fuerte como debería serlo y alto, muy alto. También posee un corazón enorme, siempre que puede me regala cosas y me abraza.

    La gente de aquí dice que nuestra madre enloqueció cuando Silver estaba en su vientre, se ponía a bailar en media plaza con la mirada perdida mientras gritaba palabras malsonantes, bebía y fumaba casi todo el día, eso sin mencionar que intentó provocarse el aborto muchas veces.

    Por eso cuando mi hermano nació y mi madre falleció en el parto muchos lo tacharon de demonio, hasta la fecha hay gente que le tiene miedo y lo desprecia. No recuerdo mucho de lo que dicen sobre mi madre, pues en ese tiempo yo tenía 4 años de edad, y la que se hacía cargo de nosotros era nuestra abuela que en paz descanse.

    Yo me aseguro de que nadie le trate mal, por eso prefiero que no salga de la casa a menos que yo lo acompañe lo cual procuro que sean dos o tres veces al día.

    —C…Ca…llo — Murmura mientras me muestra el caballo de madera que le regalé, le puso un moño morado en el cuello. Yo asentí sonriendo y el siguió jugando.

    Miré hacia la ventana y pude notar que el sol iba a ocultarse, era hora de ir a trabajar. Me levanté y le besé la mejilla a Silver quién a esto solo se carcajeó un poco. Le dejé en la mesita de noche una bolsa con su cena y antes de salir le hice señas de que no le hiciera caso a nuestro padre y que cerrara la puerta con seguro.

    El asintió.

    Cuando pasé en frente de la cocina para salir a la calle vi que mi padre seguía en el suelo sujetándose las pelotas, al mirarme frunció el ceño e intentó levantarse. Pero volvió a caer por lo ebrio que estaba.

    No le hice caso y cerré la puerta a mis espaldas.


    —¡Nightfaaaaaaaaaaaaaall!






    No era un pueblo pequeño, pero tampoco uno grande, más que nada la gente sobrevive de la pesca y el comercio, los barcos grandes vienen a desembarcar aquí la mercancía y nosotros nos encargamos de enviarlo a los demás pueblos, y si bien somos un lugar humilde jamás hemos pasado hambre, pues siempre hay un gigante que quiere venir a venderle sus productos a la gente que ya no tiene nada más en que gastar.

    Si hablamos de la población pues todos nos conocemos, pero eso no nos excenta de los crimines y los locos, han sonado casos de asesinatos y aunque casi nunca se resuelven, de vez en cuando cuelgan a uno que otro ladrón.

    Tengo algunos amigos, eso sin mencionar a los adultos que me conocen desde pequeña, y como soy una mujer joven no hacen falta los pretendientes, estoy en mis 20 años de edad y me he hecho una fama algo interesante por aquí. Aunque para ser sincera, el matrimonio no me interesa. Por ahora solo me preocuparé por mi hermano, su enfermedad no le impedirá tener una buena vida. De eso estoy segura.

    Mi puesto no está lejos de casa, tan solo a unas 4 calles, vendo figuras de madera lo cual la verdad se me da bastante bien. Y aunque no lo crean el negocio deja más de lo que habría pensado.

    —Buenas tardes Night —Era Alfred, un hombre maduro que trabajaba en los botes como cargador. Es buena persona, lo conozco desde que era una niña.

    —Buenas —dije sonriendo— ¿Cómo va tu espalda?

    Se irguió de más y tronó los huesos de la espalda mientras hacía un gesto de felicidad.

    —Cada día mejor gracias al ungüento que me diste.

    —Bueno, de algo tenía que servir la hierba que tiene mi padre en casa — Alfred se carcajeó. Es enserio, además de alcohólico es adicto a esa cosa. La casa apesta a rayos siempre que la fuma.

    — Me voy, se hace tarde. Cuídate Alfred —me despedí con la mano mientras aceleraba el paso.

    Después de lidiar con algunas personas insoportables (pretendientes) llegué a mi negocio y me dispuse a trabajar. En el transcurso de la noche vendí unas 10 figurillas de madera, así que había sido un buen día, también me ocupé de un ladronzuelo que quiso mangarse una estatuilla en forma de oso. ¿Para qué la quería? No lo sé, y honestamente no puede importarme menos.

    Finalmente cerré todo.

    Antes de ir a casa siempre me paso por el bar “El errante”, puedo tomarme un trago y distraerme un poco. Tanto el dueño como algunas personas que lo frecuentan me conocen y una que otra vez pasa alguna cosa interesante.

    Entré por la puerta y enseguida todas las miradas se posaron en mí, estoy algo acostumbrada, pues no es normal ver una mujer en un lugar así a menos que sea una prostituta.

    Noté la lujuria en los ojos de algunos hombres sucios y viejos, me dan asco. Otros murmuran por lo bajo chismes que nunca han sido ciertos. Mientras que los restantes me regalan una sonrisa, pues me conocen.

    Me acerqué a la barra y pedí un vaso de cerveza, casi a los 2 minutos de que me lo entregaran un muchacho se acercó a mí.

    —¿Cuánto pides? — Deje de beber y lo miré fijamente, se nota que es de fuera, a lo mejor un poco más mayor que yo. Y sin lugar a dudas piensa que soy una zorra, eso sin mencionar que apestaba a rayos. Decidí ignorarlo.

    —Oye.

    —….

    —Oye maldita, te estoy hablando— Me jaló del brazo tan bruscamente que por poco y me caigo de la silla, estrellé la jarra de cerveza en su cráneo tan fuerte que podría jurar que le provoqué una fisura, luego le di una patada en el estómago seguida de un gancho en la quijada.

    Terminó cayendo a unos 10 metros de mí, y sigo pensando que fui amable.

    Unos me miraron asustados, otros solamente se carcajearon. El muchacho quedó noqueado con un hilo de sangre escurriendo de su nariz, tres personas se acercaron a él y lo levantaron, no sin antes dirigirme una mirada de incredulidad. Estaba claro que venían con él.


    Me volví a sentar y pedí otro jarro de cerveza.

    —Uno cada noche, ¿eh? — Dijo el cantinero riéndose, yo también sonreí.

    —Y hoy estoy de buen humor — Alcé la jarra deseando salud a los presentes. ¿Recuerdan que había dicho que tenía una fama interesante? Pues es esta, mi abuela decidió que debido a mi apariencia y problemas de personalidad estaría sujeta a muchos problemas para cuando fuera mayor, así que me mandó a unas lecciones de combate cuerpo a cuerpo con un joven el cual no recuerdo su nombre.

    Las clases me han servido mucho, pero solo las uso en situaciones como ésta, en las que me colman la paciencia o se tornan verdaderamente molestos. Jamás he lastimado a alguien por que sí, aunque debo admitir que gracias a eso la gente me ha tomado algo de miedo.


    El bar entero seguía murmurando aun cuando se habían llevado a mi “víctima”, había llamado tanto la atención que no pude evitar pasar la mirada por todo el lugar, los hombres que me veían enseguida retiraban la vista al notar que les ponía los ojos encima, es divertido cuando pasa esto…

    Entonces llegué a las mesas de la esquina, todos seguían evitando mi mirada excepto uno…

    No era de aquí, su vestimenta tanto como sus rasgos no eran característicos de esta zona. Está tomándose una botella de whisky y me está mirando con rareza. Su cabello es medio largo, oscuro y liso, ojos negros, rostro curioso.

    Usa guantes blancos con una “v” roja y también un sombrero raro que lo hace parecer aún más loco.

    No me saca la vista de encima, y yo tampoco… Empezamos lo que se podría llamar; “una batalla de miradas”.

    Al final el cedió y siguió tomando su whisky, resoplé con orgullo y seguí con lo mío.






    Me quedé en el bar solo una hora, regresé a casa cuando me sentí cansada. Ya era muy noche, Silver ya debe estar dormido. Y mi padre de seguro tirado en alguna cantina del pueblo.

    Las calles estaban solas y hacía un poco de frío, no es raro a esta hora de la noche, pero algo me tenía preocupada.

    Me sentí observada, giré la vista varias veces para revisar si alguien me seguía, pero no había nadie.

    Fruncí el ceño molesta, no me gusta esa sensación. Aceleré el paso por que en verdad me estaba poniendo nerviosa. No había ni una maldita alma en esa calle y yo sentía algo invisible detrás mío. Como si un fantasma me estuviera persiguiendo.

    ¡¿Cómo rayos puedo golpear a un fantasma?!

    Palpeé la navaja que tengo escondida en el cinturón, preparándome para cualquier empujón u golpe.

    La sensación de paranoia se volvía cada vez más insoportable, me hacía sentir como si fuera una cobarde, no… ¡Y un demonio con eso! ¡No soy una cobarde!

    Di una vuelta de 180 grados en una milésima de segundo, saqué la navaja de mi cinturón y la dirigí sobre lo que fuera que me estaba siguiendo.

    Sentí un tope, alguien tenía mi mano y su agarre era bastante fuerte. Abrí los ojos y me encontré con unos orbes oscuros y fríos, casi sin expresión. Lejos de asustarme, quería darle un golpe bien fuerte.

    —Lamento si te asusté, — ¡Es el tipo raro del bar! — no fue mi intención.

    Hice un chasquido con la boca y me zafé algo bruscamente de su mano.

    — ¡¿Se te hace normal ir por allí siguiendo a la gente?!

    —No…

    Ahora podía verlo bien de cerca, era más o menos 15 centímetros más alto que yo, usaba una camiseta negra de tela fina, un pantalón negro y en la espalda cargaba una larga espada.

    Está claro que este hombre no es un comerciante…

    —Bueno, ¿qué quieres?

    —¿Dónde aprendiste a luchar? — Ah perfecto, lo que necesitaba…

    —¿Te molestan en tu casa? —agregué lo más sarcásticamente posible. A esto él solo sonrió un poco.

    —Solo estoy algo desconcertado… de que una mujer pueda tener tal fuerza —arqueé una ceja.

    —¿Sabes?, estoy bastante cansada para una charla así, más cuando no sé si tomarme tus palabras como un insulto o un halago.

    Lo hice a un lado empujándolo mientras seguía mi camino, él no dijo nada, pero pude notar que seguía sonriendo.

    —Me llamo Vantage — Seguí caminando aun así, no lo miré ni por el rabillo del ojo, pero ese nombre era bastante interesante. Hasta me resultaba algo familiar.


    _______________________________________________________
    Y con esto termina el primer capítulo, estoy abierta a opiniones, observaciones y críticas. Si encontraron algún error no duden en decirmelo, sus comentarios son bien recibidos :)

    Saludos.
     
    Última edición: 25 Abril 2014
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    Bueno, pensé que podría abarcar el principio de la historia de mi personaje con un Two-shot, pero me salió mas largo xD ya cambié el prefijo.

    Acá les traigo el segundo capítulo.



    Al día siguiente salí con Silver a la plaza del pueblo, era domingo así que hoy no abría el puesto, se podría decir que tenía todo el día libre para poder pasarlo con mi hermano.

    Y aunque se supone que los domingos es cuando se descansa, hay mucha gente que está vendiendo en sus puestos, casi se podría decir que es como una pequeña feria. Hay lugares de juegos donde puedes ganar premios, puestos de comida, vendedores ambulantes y hasta pequeños cursos de arte que hacen los alumnos de la escuela.

    Y fuera de eso hay muchos niños jugando, la plaza está casi llena.

    Silver comenzó a saltar de alegría y me pidió permiso con la mirada de poder ir a jugar con las palomas.

    Yo asentí y saqué una bolsa con migajas de pan que había comprado hace un rato y en cuanto se la di el salió corriendo para alimentar a las aves.

    —Psst — sentí un piquete en la espalda, al girarme pude notar que era una señora de por ahí, es algo así como… “La metiche del pueblo” —Nightfall, ¿te enteraste de lo que pasó?


    Negué con la cabeza.


    —En la mañana hubo una riña en el muelle de desembarcos.

    Me incliné un poco para escucharla mejor, pues ella es bastante bajita.


    —Al parecer uno de los barcos que transportaban textiles también escondía oro robado —abrió mucho los ojos e hizo un sonido raro con la boca, como si se hubiera asustado de algo.

    —¿Quiénes se pelearon?

    —Al parecer Alfred estuvo envuelto en la riña pero fueron muchos los hombres que comenzaron a discutir con los marineros del bote, y es que al final terminaron corriéndolos del puerto.

    —¿Entonces nadie está herido? —

    —No, gracias a Dios no —se persignó— El asunto es que… Unos de los marineros empezó a gritar que pronto vendrían “ellos” a darles una lección pues el negocio se haría si o si — ¿ellos?...

    Me quedé un rato pensando después de despedirme de la señora, no es la primera vez que quieren pasar oro robado a través de nuestras rutas de comercio. Somos el único pueblo, o al menos el único pueblo de por aquí que no tiene los caminos deformados por los recientes terremotos.

    Oh si, olvidé mencionarles eso, desde hace unos 7 meses hasta ahora, ha habido muchos temblores en esta parte del mapa. Y aunque no resultó nadie herido los caminos si se vieron afectados por los derrumbes de las montañas.

    Sin embargo, me he quedado algo pensativa con esa amenaza, ¿Quiénes son ellos? ¿Acaso serán los dueños de ese oro robado?...

    —¡Nigee Nigee! — Es Silver, se acercó a mí corriendo y me hizo señas de que ya quiere irse a casa.

    —Bien, ¿te divertiste? —el asintió— De acuerdo, entonces andando.





    ¡Hay fuego! ¡Fuego! ¡Me quemo!


    Desperté sobresaltada, el sonido me perforaba los oídos y hedía a madera chamuscada, de la ventana salía una luz que bañaba toda la habitación de un rojo siniestro, me di la vuelta para mirar hacia la calle y vi que había gente corriendo y gritando.

    Me asusté tanto que por poco y me caigo de la cama, di un salto para pararme y me puse las botas, salí corriendo hacia el cuarto de mi hermano y pude notar que mi padre no estaba en casa.

    No me molesté en tocar y simplemente empujé la puerta, Silver estaba en una esquina tapándose los oídos y mirando a la ventana de su habitación.

    Me acerqué a él y pude notar que temblaba muchísimo…


    —Tranquilo, todo está bien —¡por supuesto que nada está bien! ¿Pero qué puedo hacer cuando veo a mi hermano tan asustado?; él me miró y balbuceó unas cosas con la voz temblorosa. Le ayudé a levantarse y él se prensó a mi brazo como si fuera un niño pequeño.


    Yo le acaricié la cabeza y él se puso atrás de mí, ambos salimos corriendo de la casa, el humo estaba comenzando a inundarla…

    Cuando salimos a la calle pude observar con atención el horror más grande que había experimentado hasta ese momento…

    Todo… Todo el pueblo, estaba en llamas…La gente corría desesperada, las madres llevaban cargando a sus hijos quienes lloraban desconsolados, el terrible sonido de los gritos se mezclaban con la madera crujiendo y las casas derrumbándose.

    Estaba atónita, no podía creerme todo lo que veía, Silver seguía tapándose las orejas y cada vez agarraba más fuerte mi brazo.

    No sabía a donde ir, no sabía que hacer… ¿No podía ayudar en algo?

    —¡Los piratas, ya vienen los piratas! — ¿P...Piratas? ¿Qué…?


    —¡Niggeeeee! —Sentí un empujón en la espalda, era mi hermano el que gritaba ahora. Estaba llorando y me veía desesperado, sin darme cuenta me encontraba en el suelo y alguien me sujetaba los brazos en la espalda.


    —¿Es ella?

    —Si.


    ¡¿Pero qué rayos?! Eran dos hombres los que me habían tirado al suelo, pude reconocer al muchacho que golpeé en el bar y ahora venía acompañado de un hombre alto y fornido que era el que me tenía sujeto.

    —¡¿Qué quieren?! —Grité muy molesta, traté de zafarme tirando patadas hacia los pies del tipo que me agarraba, pero no pude ni rozarlo, a esto el simio soltó una carcajada y se agachó para sujetarme del cabello.

    —¡Niggeeee! —Mi pobre hermano lloraba desconsolado al verme en ese estado, se acercó con rapidez hacia los hombres y el tipo del bar solamente le dio un empujón para poder tirarlo al suelo.

    —¡Déjenlo en paz! ¡A él no le hagan nada!

    —Llévate a ese retrasado a otro lado, el verlo me molesta— apreté los dientes tan fuerte como pude, seguí intentando zafarme aun cuando me seguían sujetando del pelo, no pude lograr nada. La fuerza del maldito era monstruosa, con una sola mano me tenía inmovilizada.

    —¿Puedo golpearlo un poquito? — ¡No! ¡No! ¡No le hagan daño, maldición!

    —¿Golpearás a un enfermo mental? — Dijo el simio con una ceja arqueada.

    —No tengo problema con eso.

    —¡Par de malditos, donde le toquen un pelo a mi hermano me las van a pagar! — Grité enfurecida.


    —Tienes una boca muy grande, pelirroja — Azotó mi cara contra el suelo tan fuerte que casi al instante sentí un hilo de sangre saliendo por mi nariz, el golpe me aturdió muchísimo.

    —¡Eeeeeh! —Escuché a Silver gritar queriendo acercarse a mí, pero volvieron a tumbarlo.

    —¿Ahora quién es la golpeada? —El del bar me levantó la cabeza del cabello y me dio un asqueroso beso en la mejilla, le escupí en la cara con todo el odio que pude haber sentido.


    El simio se soltó a reír mientras que el rubio delgado se limpiaba mi escupitajo de la cara, mandó a callar al que me tenía agarrada y se puso a un lado mío para soltarme una patada en las costillas.


    —Zorra.


    Solté un gemido de dolor seguida de un tosido seco, no me rompió nada pero dolía como el infierno.

    Silver gritó de nuevo con desesperación intentando hacer que ellos dejaran de lastimarme, pero solo lo ignoraban. La gente que pasaba a un lado de mi me veían reconociéndome, al ver a la bestia que me tenía atrapada solamente pasaban de largo…

    Eso me dolió más que dos cuchillos atravesándome, la gente que me había visto crecer no hacía nada por ayudarme… Sin que yo lo quisiera comencé a llorar silenciosamente, le hice señas con los ojos a mi hermano de que se fuera, pero el negó con la cabeza.

    El rubio me volvió a soltar otra patada esta vez mas fuerte haciéndome gritar.


    —¡Déjame, desgraciado!

    Silver se abalanzó contra el simio mordiéndolo en el hombro, no fue difícil para él sacárselo de encima y aventarlo como si se tratara de un muñeco de trapo.


    —¡Silver! — Lo aventaron tan fuerte que fue a dar contra la pared de una casa ocasionando que se rompiera la madera. Volví a zarandearme con brusquedad tratando de librarme pero ahora me puso el pie en la espalda sobre mis manos.

    El simio azotó mi cara de nuevo contra el suelo y esta vez si logró hacerme bastante daño, estaba desmayándome…

    —¿Nos la llevaremos, no?


    Entonces escuché un golpe seguido de un estruendo, el rubio había sido lanzado también hacia la misma dirección que Silver, solo que éste cayó adentro de la casa y al parecer quedó noqueado.


    —¡¿Quién coño eres t...?! —Escuché el filo de una espada y el simio cayó al suelo haciéndolo temblar. Sentí unas manos levantarme del suelo, la cabeza me daba vueltas y sentía la cara manchada de sangre por la hemorragia nasal, tenía la vista borrosa pero alcancé a ver un sombrero grande y extraño.

    —Mira lo que te hicieron…

    Me sacudió la ropa y con un pañuelo me limpió el rostro, estaba tan aturdida que no podía decir nada coherente.


    — Uhh… Si…Sil… — Levanté mi mano señalando a mi hermano quien trataba de levantarse, el chico asintió y fue a ayudarle.

    Puse mi mano sobre mi frente tratando de detener los giros que daba mi cabeza, levanté la vista de nuevo y me di cuenta que ya no había gente corriendo en esta zona, pero igual el fuego estaba cada vez más cerca ya veía chispas volar hacia acá.


    —Un grupo de piratas tomaron el pueblo y lo están destruyendo todo— Dijo el muchacho acercándose con un Silver bastante aturdido, él al verme se acercó a mi torpemente y me abrazó, fue algo doloroso pues las costillas me estaban matando.


    —Nightfall, tenemos que salir de aquí, te están buscando —abrí los ojos atónita, los mareos se fueron para dar cabida a una enorme jaqueca.

    —¡¿A mí por qué?! —Grité molesta — ¡¿Qué quieren?! ¡¿Y cómo lo sabes?! ¡¿Eres uno de ellos?!

    —No, yo no tengo nada que ver con todo esto, tu espectáculo en el bar fue algo escandaloso, y el hombre al que golpeaste es uno de ellos, el rumor se esparció como la pólvora, vete tú a saber que intenciones tengan contigo.

    Me mordí el labio inferior, no entendía un carajo de todo esto.

    —El cura de Folktown fue amigo de nuestra madre, él puede resguardarnos— Me dispuse a caminar pero Omega puso su mano enfrente mío para detenernos.

    —Ellos ya se han apoderado de las rutas del pueblo, la única manera de salir de aquí es por mar.

    —¡¿Y tú piensas que nadaremos hasta allá?!

    —Yo tengo un bote, podemos irnos en él — Esa extraña muestra de solidaridad me pareció demasiado sospechosa, además, ¿Cómo es que él tiene un bote?

    —¿Quién eres, Vantage?...

    —Te lo explicaré después, tenemos que irnos antes de que te vean —dicho esto se quitó el sombrero y me recogió el cabello en un chongo improvisado para después ponérmelo —Tu cabello llama demasiado la atención.

    —¡¿Y este colosal sombrero hará que pase desapercibida?! —Tapó mi boca con su mano luego tomó a Silver y lo puso en su espalda para después obligarme a correr.





    Y eso sería todo hasta ahora, como siempre si encontraron algun error no duden en decírmelo por favor, sin más, espero que les haya gustado. Subiré la continuación lo más rápido que pueda :D


    Saludos.
     
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    Corrí tan fuerte como me lo permitían mis pies, el muelle aunque no estaba demasiado lejos de mi casa se me hacía una distancia interminable. La cabeza me punzaba tanto que me sentía desmayar.

    Silver perdió el conocimiento por tanto humo, yo tuve que aguantar la respiración durante minutos para no aspirar toda esa ceniza. Nos fuimos por una ruta que está algo separada de las calles principales. Aunque a este punto el fuego ya ha alcanzado las casas de este lado. Pensé por un momento que lo mejor era salir por la plaza para continuar hacia el muelle, donde no hubiera peligro de derrumbe.

    Pero con todo este problema si nos fusionaramos con la multitud asustada se dificultaría bastante, sin mencionar que esos malditos piratas me estaban buscando. No puedo describir cuanto me molesta este asunto, pienso en todas las posibilidades por las que querrían llevarme con ellos.


    Y cada una de ellas me da asco, nada bueno puede venir de gente que destruye un pueblo entero cobrándose vidas inocentes. Me mordí el labio inferior de nuevo, pues no puedo saber que ha pasado con mis amigos…

    Solamente espero que estén bien..,¿Cuántos muertos habrá hasta este momento?


    —¡Night cuidado! —


    —¿Qué? —miré hacia arriba y una de las casas se había debilitado tanto por el fuego, que el techo que sobresalía se estaba viniendo abajo. Me puse las manos en la cabeza preparándome para recibir el impacto de las tablas ardientes sobre de mi.


    Pero en lugar de eso sentí un gran golpe en el costado, tan fuerte que salí volando unos metros de donde estaba, caí al suelo con los ojos cerrados mientras seguía protegiéndome con mis manos. Escuché el estruendo de la madera chocar contra el suelo y abrí los ojos para ver que es lo que había pasado.


    —Ugh… — ¡Mi padre!

    —¡Ay no! ¡Papá! —La respiración se me detuvo, mi padre me había empujado para ponerme fuera del alcance del fuego, poniéndose en mi lugar… —¡¿Qué hiciste?!

    —Night…

    Me miró con terrible tristeza, yo me tapé la boca del horror y a continuación intenté quitarle las enormes tablas que lo tenían atrapado. Pero el fuego me lo impidió.

    —¡Ayúdame Vantage no te quedes allí parado, maldición! —Grité con desesperación.

    Vantage dejó a Silver en el suelo para venir a ayudarme, pero mi padre le detuvo.


    —No te molestes muchacho — Su voz estaba siendo asfixiada por la tos, sin quererlo comencé a llorar de la impotencia.

    —Vete…

    —¡No!

    —¡Lárgate niña idiota! — Comencé a sollozar del coraje, mi padre comenzaba a perder la conciencia —Lo siento, Night…

    Iba a responderle pero sentí un brusco jalón hacia atrás mientras que al mismo tiempo otra tabla caía del tejado justo en frente de mi, esta vez tapando por completo el cuerpo del hombre que momentos atrás me había pedido perdón. Lancé un grito de dolor mientras que Vantage me obligaba a ponerme de pie.

    —¡Tenemos que irnos! —dijo él poniendo a Silver en su espalda de nuevo. Yo me quedé absorta mirando las llamas que cubrían las tablas, una especie de trance me invadió. ¿De verdad esto estaba pasando? —¡Nightfall!

    Me dio una patada en la espalda haciéndome reaccionar, entonces entendí que debíamos huir cuanto antes.

    Me sequé las lágrimas y seguimos corriendo. Sentí un ardor en el estómago, fruncí el ceño hasta que ya no pude más y apreté los puños tan fuerte que lastimé mis manos.

    Me lo van a pagar…¡Todo esto me lo van a pagar!




    Llegamos al muelle que estaba más silencioso que un cementerio, no había ni un solo barco, todos fueron usados por los habitantes para escapar. O eso es lo que yo quería pensar…

    El bote de Vantage estaba oculto en un rincón oscuro, había arboles colgando sobre el agua que eran tan grandes que fácilmente podían ocultarle.


    Nos subimos con mucho cuidado, era la primera vez que pisaba un barco. Miré hacia donde debe ir la bandera y pude notar que no había ninguna.

    Arqueé una ceja por la duda, pero decidí que no era momento para interrogar al hombre por el que habíamos podido escapar. Él subió el ancla y me ordenó soltar las velas.

    Si bien no era un bote enorme tampoco era pequeño, recosté a Silver en la cubierta poniéndole de almohada el sombrero de Vantage, y entonces el barco comenzó a moverse. Alcé la vista y él ya estaba en el timón conduciéndolo.


    Mientras nos alejábamos pude ver por última vez al pueblo donde me crié, la noche era iluminada por las llamas de fuego que consumían todo, ese color rojo que hasta la fecha odio tanto cubría por completo el cielo, y la humareda que salía de las casas chamuscadas no me aterraba tanto como el sonido de los gritos. No todos los aldeanos escaparon, y pido a Dios que los ayude a sobrevivir…


    Al menos hasta que yo regrese…


    Me recargé en la barda del barco y enseguida hundí mi cabeza entre mis brazos, no quería seguir llorando, no me gusta hacerlo…entonces mordí la madera sobre la que estaba, la mordí tan fuerte que me lastimé la mandíbula.

    Sentí las lágrimas empapar mi rostro e intenté ahogar los sollozos entre mis brazos, no puedo perdonar nada de esto. Nisiquiera puedo creerme aún que tanta tragedia esté ocurriendo.

    Y no puedo perdonarme a mi, por no haber podido hacer algo… Ahora me encuentro huyendo como una maldita rata, como si yo fuera una cobarde…

    Saqué el cuchillo de mi cinturón en un arranque de furia y lo pasé cerca de mi rostro, sentí un largo rasguño en el ojo izquierdo y enseguida un tenue ardor que me llenaba de amargura.

    El nudo que tenía en la garganta y que no me dejaba respirar estaba desapareciendo por el dolor de la herida que yo misma me acababa de provocar. Algo necesitaba para recordar este día.

    Y ahora lo tengo…


    —Únete a mi tripulación —me di la vuelta algo bruscamente para encontrarme con la mirada seria de Vantage, quien observó mi herida pero no dijo nada al respecto.

    —Necesito dinero —agregué bruscamente—dinero para que mi hermano pueda vivir bien en Folktown.

    —De eso no hay problema, si te unes a mi grupo tendrás el dinero que requieras.

    —Bien, si el cura me permite dejar a mi hermano a su cargo me iré contigo.

    Dicho esto le di la espalda, ya no quería ver el pueblo ardiendo, así que me fui al otro extremo del bote para observar el mar, pero Vantage me siguió.

    —Lamento todo lo que ocurrió, te prometo que les haremos pagar por est…

    —No —interrumpí—yo les haré pagar, nada mas yo. Mataré a cada uno de esos desgraciados de la forma más cruel posible, les haré sentir el infierno mismo.

    Mis palabras sonaron tan secas que hasta yo misma me sorprendí, Vantage me miraba algo compasivo, entonces se acercó a mí y me susurró al oído.


    —Ya no estarás por tu cuenta, Night —Dicho esto se alejó para seguir manejando el timón, no pude evitar sonrojarme. Su aliento me hizo cosquillas en el cuello y su voz era bastante calmada y de alguna forma me tranquilizaba.

    Reí por lo bajo y luego pude notar que mi playera estaba totalmente rasgada y sucia.

    —Necesitaré ropa nueva, hombre — Escuché una carcajada seguida de un “por supuesto”, yo también sonreí por lo bajo. Y aunque las palabras de Vantage habían relajado el sentimiento de odio, la sed de venganza seguía palpando dentro de mi.


    Y de una cosa si estoy segura, no descansaré hasta saciarla.
     
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