Colectivo de Inuyasha - New Century

Prólogo​

palabra: sucio​

No podían ver bien gracias al miasma del demonio, mucho menos entender qué sucedía, todo inició como siempre, persiguiendo la presencia de un fragmento de la perla, que los terminó llevando a una, de las tantas, trampas de Naraku…

La lluvia torrencial les golpeó de repente y entre tanto sucio y asqueroso lodo, con restos de demonios se hacía cada vez más difícil moverse, empezaron a caer rayos y truenos, sentían escalofríos y por más que trataran de despejar su visión, ni el mismo Naraku podía hacer mucho.

Cayeron rayos en el centro del área de batalla, el suelo se cuarteó y empezó a temblar. Se sujetaron unos a otros, volaron a lomos de Kirara, pero la gravedad era más densa, jalándolos al suelo, que se abrió en dos bajo ellos. Cayeron en picada, todos, sin poder hacer mucho más…Una luz cegadora los engulló, y cayeron inconscientes.

Al despertar oyeron pájaros cantar, el cielo estaba de un azul claro…como con cables surcando los cielos, y todo un mar de ruidos metálicos a su alrededor. Inuyasha y Kagome fueron los primeros en percatarse donde estaban, pero las ropas de todos era de ésa época…No podía ser, no tenía sentido. Uno a uno fueron despertando, sin comprender qué sucedía. El híbrido venenoso salió huyendo a penas recuperó la consciencia, a saber dónde.

―Kagome hija, vamos, se han dormido en el parque mientras meditaban para su clase de psicología ―apuró la madre de la joven acercandóse a ellos por un costado.

―¿Acaso los conoces mamá? ―preguntó al chica, sin saber muy bien por qué.

―Obvio Kagome, son Inuyasha, Sango, Miroku, tus compañeros de clase y el Shippo que va al colegio con Souta, ¿por qué no los conocería?

Todos se miraron boquiabiertos, ¿compañeros de clases, qué hacán ellos con esas ropas, por qué la madre de la joven no gritaba al ver al pequeño?

¿¡Qué mierda estaba pasando allí!?

 

Capítulo I
palabra: playa​

El pozo no servía.

De hecho, no había ni una pagoda dónde debía estar este, en consecuencia, dicho pozo no existía, en su lugar había un estanque de peces carpa de varios colores. Kagome también había notado que el templo estaba funcional hasta para festivales y rituales, ciertamente no entendía qué estaba pasando.

―Bueno, es obvio que ha sido cosa de aquella luz y el suelo ―aclaró Miroku, sin saber qué tanto más decir. Todos ellos trataban de no distraerse con los cables y algún avión pasando en el cielo.

―Eso es obvio Su Excelencia. ―Rodó los ojos al decir aquello―. Lo preocupante debería ser atrapar a Naraku que huyó a penas llegamos acá.

Todos suspiraron mientras rodeaban el estanque, en esa situación estaba complicado. Kagome e Inuyasha estaban tranquilos en un principio al respecto, en esa época no había demonios, así que, un aura como la del híbrido sería fácil de detectar allí.

―No es sencillo cuando hay tantas auras que se mezclan en el ambiente, como si fuera normal humanos y demonios aquí ―meditó la joven sacerdotisa mientras se mordía la uña del dedo pulgar. Estaba de los nervios.

Inuyasha bufó antes esto y se levantó de un salto.

―¡Todo lo que debemos hacer es ir a interrogar gente, y golpearlos por respuestas! ―Kagome lo miró con cara de pocos amigos, tentada a sentarlo, pero oh, cierto que tampoco tenía el jodido collar―. No me mires así, nadie más está dando soluciones, no pidas tanto mujer ―se quejó el híbrido volviendo a sentarse de mala gana cerca del estanque.

Todos se sumieron en el silencio, ahí el joven llevaba razón, ¿pero cómo buscas solución en un sitio al que no perteneces? Y no podían llamar la atención de manera tan escandalosa…lo cuál dudaban de poder hacer.

―Tenemos claro que este tiempo no es de donde viene la Señorita Kagome, obviamente su madre no hubiera reaccionado así si fuera que el pozo nos expulsó o algo, es como sí…

―Perteneciéramos a esta nueva era, joder.

Se acostaron contemplando el cielo, adivinando las figuras a ver si en ellas encontraban respuestas. O eso creyó Kagome que también hacían los demás, a ella solo la miraban fijamente. Tragó profundo y se reincorporó.

―Vale, podríamos ir a explorar fuera del templo, aquí no sacaremos conclusiones mágicamente…No Inuyasha, no te vas a quedar, a ver si terminas destruyendo más de una pared en esta ocasión ―aclaró en cuanto vio la protesta del joven en sus ojos.

El aludido chasqueó la lengua y todos se pusieron de pie, guardaron las armas en el cuarto de la joven y salieron, esta con el corazón en la garganta, rogándole a todos los espíritus no meterse en problemas de ningún tipo…

Vale, se iban a meter en problemas…como ahora al cruzar la calle sin respetar el semáforo, donde tuvo que halar la manga del monje y tomar con fuerza al pequeño zorro al verlo sobresaltarse cuando pasó un bus cerca de ellos.

―Tks, ustedes no aguantan nada ―masculló el híbrido, a lo que Kagome se río, por que a cada sonido de un motor iba en busca de sus espada, que por seguridad habían dejado lejos.

Siguieron caminando pasando locales, en donde los chicos hacían preguntas maravillados, y Kagome respondía con ánimos, pero sin quitar un ojo de ninguno. Cuando entraron en una tienda por unas bebidas, que hacía demasiado calor la gente murmuraba, y ella, tratando de evitar malos entendidos.

―No entiendo estas letras, no parece a algo que no haya llevado antes…―cuestionó Miroku mirando a la cosa frente a él, con luces alguien antes que él había presionado, y salía algo espeso…

―Es una máquina de frappe, y como es una bebida fría, casi congelada, no podía llevarles ―aclaró―. ¿Quieren? ―Todos asintieron, maravillados.

“¿No les da calor con tanta ropa?” “Vamos, son de los que hacen cosplay, no les importa” “¡Eso es amor al arte, yo quiero fotos” Cuchicheaban a su alrededor, y sin más, se acercaron a la exterminadora un par de chicos, pidiendo foto, y quizás con otras intenciones. Kagome la socorrió explicándole qué era, no muy confiada accedió con la chica cuidando sus espaldas.

Pero claro, Kagome tuvo que ir a separar a Shippo e Inuyasha casi que de los pelos para que no discutieran en cuanto al sabor, el mayor quitándole la bebida al menor, tomándosela deprisa y terminando con un dolor de cabeza tremendo…Entretanto, cuando eso pasó, consiguió al monje tomando por la camisa a uno de los chicos, arrojando la cámara lejos y a una Sango dándole una cachetada al otro.

Ni les cobraron las bebidas en cuanto fueron echados de la tienda, y corrieron para no ser demandados, la chica apresurándolos.

―¡Tienen suerte que no haber sido demonios! Los hubiese absorbido con mi agujero negro por irrespetar a mi Sanguito ―bramó molesto Miroku, decidido a defender el honor de la chica.

―Usted hace cosas peores Excelencia. ―Lo fulminó con la mirada, y sonó una cachetada mientras caminaban.

La colegiala casi que llevaba a rastras al híbrido con el cerebro congelado, y a un Shippo en su hombro, asándose de nuevo por no haber disfrutado de su bebida, y con claras intenciones de acrecentar el dolor de cabeza del otro.

Les recorrió un escalofrío al cruzar una intersección, hasta ahora no habían visto una concentración de demonios, pero si varios con forma humana caminando como si nada, con traje, como estudiantes y demás…Eso hasta que en una colina de residencias lujosos emanaban tantas energías nada humanas. Kagome se mordió el labio cuando, desde el semáforo, un demonio que aparentaba unos cuarenta años, desde su auto, se le quedó viendo por largo rato. Inuyasha se interpuso en medio gruñendo, esperando que el otro se baraja y sólo se atreviera a hacer algo.

―Me gustan las humanas así de guapas como tú, disfrutarías conmigo la experiencia completa…―arrastró las palabras, dejando ver sus ojos azul intenso, y un par de colmillos al sonreír―. No mereces nada a medias ―lanzó un beso con un guiño en su dirección antes de arrancar el auto a la luz verde.

La chica por poco tomó de la manga al híbrido, ese tono tampoco lo había tomado del todo bien, pero no podía meterse en problemas.

―Vamos Inuyasha, ¿o quieres una batalla campal con aquellos? ―señaló a un parque, lleno de demonios con ropas lujosos, que los miraban curiosos.

No faltó más para que Inuyasha fuera alebrestado, soltando improperios de por qué los miraban y demás. La chica como odiaba no tener una correa en este momento de verdad. ¡Y ellos sin armas! Entre que todos los demás, menos ella, sabían luchar en combate…debía ser protegida por todos, y al parecer, ser la humana indefensa era interesante para los demás.

Todo resultó en un: rescatemos a Kagome y Shippo de los brazos amorosos de los demonios. Y luego de golpes duros, cortes, caídas y demás, al verse sin armas y sin poder matar como lo harían normalmente porque aquello solo parecía una pelea callejera, terminó en todos corriendo a la estación de metro más cercada, saltar la seguridad de la misma y abordar en el primer tren que pillaron.

No sin antes, en la persecución, haber sido espolvoreados con algo desconocido…

El pitido del tren, y gente sacudiéndolos los despertó de un sobresalto, fueron bajados del tren, sin saber cuánto tiempo había pasado. Debían ir a otra estación, pero era tan de noche que al salir Kagome se percató que estaba en una calle atestada de gente ofreciendo viajes a playas, islas, posadas y demás a causa del caluroso verano que estaban viviendo.

―Oh, pero por acá está plagado de auras malignas, podríamos exorcizar a cambio de un lugar donde pasar la noche…

El poder de la costumbre los llevó a ser completamente ignorados y sin direcciones, Kagome quería llorar. O al menos, estar en una de esas dichosas playas que promocionaban. Finalmente, todos terminaron en una plaza, sin saber cómo regresar, porque a esa hora no pagar el pasaje era impensable.

Al final, terminaron en problemas y sin respuestas, se sentía la responsable de un viaje escolar que iba muy, pero muy mal.

Contenido oculto: UY

Cortito, por que yolo, perdí algo que tenía antes, pero esto salió más decente. Y con una hora para terminar el contador, o s e a.
Insane Kohome Flemy Speeddraw Comenten o les doy con el látigo imaginario.
Le toca a mi tiernis, so, bye °-°

 

Capítulo 2
Palabra: Mayor​

La mañana siguiente Kagome sentía que podría vomitar.

El estrés del día anterior, las dudas y curiosidad de todos sus acompañantes, las rabietas de Inuyasha o los leves berrinches de Shippo tenían la fina línea de su paciencia a una gota de reventar. Especialmente cuando el sol le golpeó la cara como si no tuviera piedad y sintió su espalda quejándose de la pésima postura en que había dormido sobre la arena.

Porque no, no habían dado con una posada entre todo el ajetreo. Y ya para cuando las calles empezaron a vaciarse, y sólo las farolas amarillas del alumbrado público les hicieron compañía, ella fue la primera en darse por vencida y sólo tomó asiento sobre la arena blanca despreocupada por ensuciar su ropa, escuchando el agua fluir tranquila en olas bajas y poco frecuentes.

—Oye, ¿estás escuchando? —El murmullo de Sango y el toque suave en su hombro, la sacaron por un momento de la línea pesimista que seguían sus pensamientos. La música pop que resonaba en aquella tienda de ropa la distrajo por milésimas de segundo, junto con las imágenes de demonios, humanos e híbridos paseándose de aquí para allá.
Sonrió y asintió solamente, como una chiquilla a la que acababan de descubrir haciendo una travesura. Su amiga rodó los ojos suspirando pesadamente—. Te preguntaba si habías visto a esos tres. Hace mucho que desaparecieron.

—¿Quiénes desaparecieron? —Habló ida, con los ojos clavados en una cabellera platinada que encontraba demasiado familiar.

—Shippo, Miroku e Inuyasha.

La frase le cayó como balde de agua fría. Tanto, que el grito que le siguió llamó la atención de todos los presentes en la tienda, atrayendo miradas descolocadas y susurros.
¿En qué momento habían desaparecido? ¿Cuánto llevaba distraída? No tenía ni una mínima idea, pero le resultaba inquietante, y podía sentir el estrés acomodándose de nuevo en el pequeño espacio de calma que su mente de alguna forma le había proporcionado.

Un dolor punzante empezó a taladrar su cabeza en las sienes mientras mordía su labio inferior y sentía la punta de sus dedos cosquillear, así como un frío helado trasladándose por su espalda. Le daría una migraña si dejaba a todo eso avanzar, y dudaba poder encontrar una aspirina en una tienda de ropa en vaya-quién-a-saber dónde estaban.

—El amo bonito tampoco encuentra a Rin —escucharon de pronto un susurro temeroso y chillón a un costado.

Ambas brincaron en sus lugares antes de buscar con la mirada la fuente del sonido, dando con un pequeño demonio verde, de ojos saltones y boca puntiaguda. De inmediato la azabache se arrodilló a su costado y lo vio fijo, quizás demasiado cerca.

—¿Me estás diciendo que Sessh-?

—Shhhh, humana insolente —gruñó con urgencia, viendo hacia todos lados con legítimo temor—. Él no quiere pedir ayuda, pero ninguno de los dos sabe dónde estamos o cómo llegamos aquí.

No le quedó más que inhalar profundo. A su costado, Sango se limitó a torcer el gesto, su rostro era ilegible en ese momento. ¿Preocupación? ¿Curiosidad? ¿Rabia? No podría saberse qué sentía.

—Bien, escucha, Jaken...

Pero no pudo completar la frase pues un golpe certero en la cabeza del demonio menor, acalló las palabras que fluían fuera de la boca de la sacerdotisa moderna. Así supo de quién era la melena plateada que le había robado un instante la atención antes de ubicarse bien en su contexto actual.

—Sesshomaru.

—Humana.

Y esa fue su presentación. Bastante sencilla, en realidad.

Después de eso caminaron fuera de la tienda, sin comprar nada finalmente, y con el único objetivo de sentarse en una banca justo debajo de la sombra de un árbol. El sol seguía haciendo hervir sus pieles sin darles tregua, y el sudor que se acomodaba como una mancha incómoda y un olor característico bajo sus axilas, en la espalda o la nuca sólo empeoraba la situación.

—Debes tener idea de qué sucedió —habló el mayor de los presentes allí, con una elegancia que ya era su marca personalizada. Mentón alzado, mirada altiva y movimientos bastante gráciles.
Cualquiera podría quedarse viendo cómo usaba esas peligrosas garras para acomodar un largo mechón de cabellera hacia su espalda luego de tenerlo sobre el hombro.
Era increíble no ver un sólo rastro de irritación por ese clima, teniendo a su fiel Moko Moko acomodada donde siempre.

—La tengo.

Y un silencio prolongado se acomodó entre ellos cuatro.
Curioso, todos los integrantes estaban preocupados por los miembros perdidos, y aún así se tomaban el tiempo de darse silencios y esperas serenas.

—¿Y bien? —Bufó finalmente el lord, clavando su mirada ámbar sobre la pequeña figura de la muchacha. Allí notó que se mordía sin clemencia las uñas, tan disimulada como fuera posible.
Y es que la tenía bastante difícil. ¿Cómo decirle que estaba en una época quinientos años aproximadamente más tarde de la época que conocía, y que de hecho no tenía idea de cómo hacer que regresaran al Sengoku? Sesshomaru era bastante orgulloso y jamás admitiría que estaba en un lío que no podría solucionar por su cuenta, mucho menos se dejaría guiar por una humana, ni toleraría ese universo raro donde era común que humanos y demonios convivieran en aparente armonía.

Ni hablar de que Náraku sencillamente estaba por ahí, también.

—Hmp —se puso de pie, acomodándose frente a la joven mientras jugueteaba con su colmillo sagrado en la funda un poco—. No tengo tiempo para tus nervios. Habla de una vez o sólo me retiraré.

—Estamos quinientos años en el futuro —soltó luego de morderse el labio al borde de un colapso, con las piernas juntas y tan tensas como sus brazos, o cualquiera de sus músculos, en realidad.

La sorpresa no llegó tampoco, de hecho, el que alzara una ceja hacia ella y no hiciera comentarios al respecto la tomó por sorpresa. ¿Qué más quería? ¿Había sido muy escueta? Quizás había quedado en un shock raro y era su manera de expresarlo.
La tensión podría cortarse con espada.

—¿Qué más? —Insistió con notoria irritación—. Es un detalle minúsculo en este momento. Es obvio, humana, que hay justo ahora información más importante que debes darme.

Su voz grave acrecentó los nervios en la menor, quien intercaló miradas inquietas entre Jaken, Sango y hasta Kirara. Ninguno pudo darle si quiera apoyo moral. Estaban bastante jodidos.

—Escúchame bien... —continuó el imponente lord, sin moverse un ápice, con mirada afilada y la mandíbula tensa.

—Ubicar a Rin entre tanta multitud al parecer es muy difícil —interrumpió el pequeño demonio, ya tan tenso como la sacerdotisa y sintiendo la necesidad de exteriorizar sus preocupaciones—. Si sabes de esta época y cómo encontrarla sería... —tragó saliva. El aura de su amo era bastante oscura en ese momento—... de mucha ayuda.

La joven se levantó sacudiendo su falda por detrás, balbuceando incoherencias y siendo seguida por las miradas de todos.
Era demasiada responsabilidad para ella.

—Miren, en realidad no tengo idea de qué está pasando —suspiró, siendo tan honesta como podía—. En la época de donde vengo no hay demonios, y ahora que existen tantos es bastante confuso todo.

El ambiente era cada vez más denso.

—No puedo saber cómo encontrar a Rin... o a Inuyasha, Shippo, Miroku... a ninguno... —En verdad necesitaba una pausa. Tomó aire, su garganta se cerraba con demasiada rapidez y le impedía pasar saliva tranquila—... Ni siquiera sé dónde estoy parada...

Esa última frase salió desesperada, desprotegida y bastante quebrada.
Sus ojos ya se habían inundado lo suficiente para desbordarse, y sus dientes se clavaban en su labio inferior con ansiedad y preocupación. El dolor punzante sólo empeoraba a ese ritmo.
El lord la vio de pies a cabeza con repudio, la castaña la abrazó no pudiendo hacer más, y Jaken soltó un suspiro rendido.

—¿Son ellos? —Escucharon de pronto, viendo frente a sus narices la fotografía de la fiel acompañante del lord, y del pequeño zorrito. Inconscientes y amordazados.
Fue cuando se fijaron en el portador de dicha imagen. Un hombre bajo, de lentes de sol y sonrisa socarrona.
Sesshomaru dio un paso que hizo retroceder al recién llegado, y entonces el sonido de dos cuerpos cayendo pesados se hizo presente.

—¡Inuyasha, excelencia! —Chilló la exterminadora, llegando con apuro hasta los malheridos hombres para verificar su estado. La azabache estaba anclada al suelo, y ahora una multitud de demonios se aglomeraba a su alrededor.

—Son buenos especímenes —continuó el desconocido con la voz bañada en burla y gozo retorcido—. Nunca había visto una humana que hubiese vuelto de la muerte... y los zorros son muy escasos en estos días.

— ¿Qué es lo que quiere por ellos? —Gimoteó finalmente Kagome luego de entender la situación. Era un secuestro.

Y pensar que creía que sólo pasaba en las películas.

—Oh, querida... Lo que quiero nunca podrías pagarlo —respondió solamente, viendo hacia los demás presentes—. Sólo... me regodeo de la desdicha de los conocidos de mis adquisiciones antes de desaparecerlos, venderlos...

No. Eso era trata de blancas.

El lord no permitió más charlas. En cuestión de segundos se lanzó contra la criatura y clavó sus garras en el pecho. Pero antes que escuchar un quejido, una risa llenó el ambiente.

—Que iluso pensar que vendría en persona...

Y la figura se esfumó en una humareda de miasma que les resultó demasiado familiar, y de la que tuvieron de alejarse de inmediato.
Los secuaces del bastardo no tuvieron la misma suerte.

Excepto por uno. Debían al menos sacarle el lugar donde los tenían.

Contenido oculto

Al parecer soy una ama de la procastinación :'D
Pero, pero, logré guiar la trama hacia el drama que deseaba *w*, creo que la historia puede tener tintes modernos que le den un toque no necesariamente cómico.
Y, y, y... ¡Traje a Sesshomaru! Supongo que me redime (?

Insane Kai Stavros Flemy Speeddraw

 

Capítulo 3
Palabra: Novio

​

Sesshomaru con tan solo dar un paso al frente el secuaz empezó a expulsar información a causa de su aura, sin poder mirarlo a los ojos ámbar ya que en vez de eso miraba sus zapatos por el terror de que le hicieran daño. El demonio al escuchar sus palabras se deshizo del hombre en una milésima de segundo.​

Kagome quien iba a pedir que no le hiciera daño no alcanzó ni siquiera a inmutar palabra.

—Kagome, Inuyasha y su excelencia siguen inconscientes —la mencionada observó como la exterminadora trataba de cargarlos con ella, lo cual resultó imposible al ser dos cuerpos con el doble de peso que ella. Ni siquiera su boomerang pesaba tanto.

Higurashi mordió su labio inferior al notar como el hermano mayor de Inuyasha la miraba impaciente, pues él no era insensato y debía usar a la humana para llegar a Rin al desconocer en su totalidad el alrededor.

—Sango, cuídalos —suspiró por lo bajo meditando, su amiga era la más sensata del grupo así que no veía problema en dejarlos solos— yo iré con Sesshomaru, prometo no demorar.

La exterminadora asintió con la cabeza mientras Jaken llegaba a ella.

—Amo bonito, permítame ir con usted.

Solo bastó que el Lord le diera una mirada para darle a entender que no estorbara, que no lo necesitaba.

Kagome notó como Seshomaru comenzó a alejarse, obligándola a correr tras él para no separarse ya que realmente lo necesitaba a su lado para sobrevivir al lugar turbio en donde probablemente tenían el pequeño zorro y la niña.

Luego de un par de minutos…

—¿Y bien humana? —la joven observaba las direcciones para luego asentir.

—Sígueme —Seshomaru continuó su caminar ahora tras ella, hasta que su desarrollado olfato captó un olor conocido, alejándose instantáneamente. Kagome pegó un pequeño brinco al verlo alejarse y corrió tras él— ¿Oliste a Rin?

El demonio bufó al sentir que entre líneas lo comparaba con un perro.

—Insolente.

Higurashi al notar la inocente ofensa que soltó prefirió callar. Cuando el Lord abrió la puerta como lo más simple del mundo ella se sorprendió, ya que creyó que idearían un plan para no ser descubiertos, una completa tontería.

El demonio se abrió paso como si estuviera caminando sin amenaza, acabando con el que se le atravesara en el camino. Al adentrarse más notó mujeres desnudas bailando encima de barras a cambio de un extraño papel que les lanzaban los sucios hombres ante sus exuberantes movimientos. Kagome se asustó al ver la cantidad de prostitutas, tomando a Sesshomaru de la mano y jalándolo.

Él por su parte la miró con el ceño levemente fruncido.

—Por esto los humanos son una raza inferior —comentó y encontró a la chiquilla y al zorro dormidos en una esquina. Se cercioró en ver si la niña tenía alguna herida, siendo esto negativo la tomó en un brazo y reventó la cadena que faltaba.

Kagome tomó a Shippo en brazos y salió tras él avergonzada. ¿Qué la hacía creer que con la cantidad de años que tenía el hermano mayor de Inuyasha no hubiese visto mujeres desnudas?

Al salir del lugar la joven se sintió incómoda. Tenía el rostro colorado por la vergüenza y su pulso nervioso fuera de estribos.

Los orbes ámbar se posicionaron en ella al llegarle a su olfato un aroma dulce.

—¿Estás excitada humana?

Sintió como su corazón amenazó con detenerse, palideciendo en exceso ante su grosera cuestión.

—¡Kagome! —La menciona volteó con prisa al ser salvada por Sango, la cual corría hacia ellos con Inuyasha y Miroku. Por fin habían despertado.

Jaken llegó hasta su amo, asintiendo con la cabeza varias veces ya que sabía que sin problema alguno él encontraría a Rin, pues la mujer que lo acompañó solo fue como una guía innecesaria, según du punto de vista.

Miroku levantó las cejas en demasía al ver los nuevos presentes, los cuales no tardaron en desaparecer luego de que el pequeño demonio verde diera un discurso de lo genial que era su Lord, y que si no fuera por él, el zorro estaría quién sabe dónde.

Kagome al verlos alejarse pudo respirar. Definitivamente no contaría a nadie lo sucedido, moriría con eso.

…

Inuyasha entró a la habitación de Kagome con todos tras él, pues ella decidió que lo mejor sería dormir en su casa ya que no pasarían la noche afuera, pues si un oficial de policía llegaba a verlos durmiendo por ahí probablemente los llevaría a la estación más cercana.

—Sango, duerme conmigo en la cama. Inuyasha y Miroku, en el suelo.

El híbrido levantó una ceja en señal de rechazo, abriendo la ventana para salir por ella y subirse a la rama de un árbol. Shippo seguía durmiendo así que lo acomodaron en una esquina de la colcha.

—Señorita Kagome, ¿tendrá el raro artefacto que llevaba a nuestra época?

La mencionad asintió sonriente al recordarlo, sacando de su armario el saco para dormir, ofreciéndoselo al monje para que estuviera más cómodo. Al ver a Sango en el rincón y a Miroku ya conciliando sueño apagó las luces, saliendo de la habitación para buscar algo de beber en la cocina, encontrándose a su hermano.

—Souta –el mencionado prestó atención, pese a que seguía con la consola de vídeo juegos prendida— ¿Recuerdas a Inuyasha?

El niño asintió con la cabeza.

—Es el novio de la señorita Kikyo.

Higurashi sintió como si un balde de agua fría le cayera encima ante las palabras del pequeño, no pudiendo evitar fruncir el ceño al punto de deformar su rostro.

—¿Su novio? ¿Qué quieres decir con eso?

A fin de cuentas ella era su reencarnación, ¿cómo era posible que esa mujer siguiera atormentándola pese a estar en un mundo distinto?

Souta apagó el video juego al igual que el televisor, levantándose.

—Se basan y se toman de la mano hermana, eso hacen los novios, ¿no? —cuestionó extrañado ante el comportamiento de Kagome, la cual había invitado a dormir al grupo de jóvenes a su hogar.

La jovencita apretó los puños hasta el punto de que sus nudillos se tornaran blancos.

—Sí, eso hacen Souta.

Mordió su labio inferior y observó a su hermano retirarse a dormir. Ya había tenido demasiado con la vergüenza ante las palabras de Sesshomaru, y ahora lo de Inuyasha que ni él mismo sabía el significado de un "noviazgo"...

Definitivamente mañana sería un largo día.

Contenido oculto

Kai Stavros Flemy Speeddraw Kohome
Poniendo el pie para que salga Kikyo (?) Jaja.
Quiero decir que aún no quiero ver arder este mundo, así que esperaré paciente que se sumerja más para llegar al golpe de lujuria entre algún personaje que se dé

 

CAPITULO 4
Palabra: Llorar
​

Otro día se presentaba ante el grupo favorito, ya había pasado una semana desde que encontraron a Shippo. Una semana desde que Kagome se enteró que en ese mundo Inuyasha y Kikyo son novios, tan solo recordarlo le da una tristeza extrema pero para su suerte o mala suerte esa semana tuvo que volver a clases.

En un principio creyó que las cosas no resultarían, pensó que Sango y Miroku no podrían entender las clases o cometer algún error con algunos profesores y alumnos. Al parecer se equivocó, y mucho, Sango estaba muy entretenida con la clase al igual que Miroku y en los recesos a ninguna chica o profesora le tomo alguna importancia la muy conocida pregunta del monje o esa maña de estar coqueteando con ellas y como olvidar que eran totalmente indiferentes a los ataques de Sango hacia Miroku por esas cosas. Ellos estaban bien, en cuanto a Inuyasha fue todo un drama, no se quedaba quieto y siempre se quejaba en cuanto le decían que no podía irse de ahí, era tanta su ansiedad que solo recibía regaños por parte de los profesores.

Esa semana seguían estando en casa y para la familia de Kagome fue algo normal, su madre no decía nada y Souta tampoco. En esa semana trataron de encontrar algún rastro de Naraku en las noches. A los muchachos les llegaron unos pares de prendas de quien sabe dónde pero por el momento nadie comento sobre ello. En estos momentos era viernes por la tarde y nuestro grupo, sin Shippo y Kirara, salían de un Cine.

- Señorita Kagome, este lugar es impresionante, me gustaría volver en otro momento si es posible claro -comento Miroku caminando junto a los demás en dirección desconocida.

- Su excelencia tiene razón, es algo sorprendente -apoyo Sango- Aunque si volvemos espero que cierta persona no se aproveché de la oscuridad y toque donde no debe -le mando una mirada asesina al monje que tenía una mano marcada en su mejilla.

- Pero Sanguito sabes que es culpa de mi mano maldita -exclamo Miroku levantando su maldición con dramatismo. Lo que solo causo que Sango le diera un tic en una ceja levantando un puño- Vamos, hay que seguir disfrutando el día. -se escudó con Inuyasha al ver las claras intenciones de su compañera castaña.

- Te lo mereces por libidinoso, monje -se burló Inuyasha quien estaba raramente tranquilo caminando con ropa normal sin quejarse de que solo necesitaba su traje rojo.

Kagome venia escuchando la conversación pero no prestaba total atención ya que sus pensamientos volaban hacia otra cosa o mejor dicho hacia alguien. Después de la declaración de Souta no había estado durmiendo muy bien y se distraía con facilidad.

“Se besan y se toman de la mano hermana, eso hacen los novios ¿no?”​

¿Dónde está Kikyo en estos momentos? ¿Estará buscando a Inuyasha o a Naraku? ¿Ella… volvió a la vida? Esas preguntas atormentaban a la pobre azabache. Si Kikyo esta con vida Inuyasha solo tendrá que preocuparse de destruir a Naraku para poder tener la vida que siempre quiso junto a ella. Kagome no quería que encontraran a Kikyo aunque sea muy egoísta de su parte pero sabía que ella no era la felicidad de su amado hibrido sino Kikyo. Si Inuyasha es feliz ella sería feliz.

- ¡Inuyasha vuelve!

Ese grito hizo que Kagome se despertara de sus ensoñaciones. Miro hacia atrás donde estaban sus amigo, dirigió su vista a donde miraban ellos y veía a la melena plateada de Inuyasha corriendo donde poca gente circulaba. Sin pensarlo dos veces corrió tras de su amado con orejas de perro.

- ¡Inuyasha espera! ¡Inuyasha! -aunque le gritara no la escuchaba, se distrajo un momento ya que escucho una vocecita muy conocida el nombre de alguien importante para su mejor amiga.

-¡Kohaku! ¡Espera ¿a dónde vas?!

Una pequeña corría tras un muchacho unos pocos años mayor que ella, ambos con ropa de la época. Vio como detrás de los niños iba Sesshomaru con quien cruzo mirada por un segundo, Kagome volvió la vista al frente corriendo tras Inuyasha que cada vez no se alejaba mas rápido. Antes de perderse tras una esquina puso apreciar como Sango también corría tras Kohaku junto con Miroku.

.

- ¡Inuyasha ¿Dónde estás?! -después de una 15 minutos corriendo no pudo encontrar a Inuyasha se terminó metiendo en las calles más solitarias de la ciudad- Tengo que salir de aquí -susurro bajo mientras caminaba más rápido mirando con suma discreción.

Luego de algunos minutos caminando se encontró que una cuadra más adelante había una plaza con personas en él, se dispuso a caminar y preguntar en qué lugar estaba ya que ella desconocía completamente el lugar. Mientras más se acercaba las personas se hacían más claras y para su sorpresa, junto con la punzada muy conocida en su corazón, eran Inuyasha con Kikyo abrazados como todo reencuentro de dos enamorados. Las lágrimas no tardaron en juntarse en los ojos, las ganas de llorar era inmensa, quiso alejarse del lugar ya que sobraba de la escena, tras dar los primeros pasos hacia atrás observo como una pequeña pluma caía frente a ella. Kagome no tuvo momento para pensar en algo cuando una voz se escuchó tras su espalda.

-Vaya sorpresa, parece que si funciono. Te estábamos buscando Kagome.

La nombrada tembló visiblemente pero giro rápidamente para encarar a su acompañante inesperado.

-Kagura…

No pudo decir más, su alrededor se tornó completamente oscuro cayendo en la inconciencia.

.

Despertó asustada por estar esposada en un cuarto que no tenía ventana alguna pero con una sola puerta. Trato de levantarse pero su cuerpo parecía haber sido arrollado. Cerró los ojos con fuerza pensando en Inuyasha y sus amigos.

- Veo que al fin despiertas querida -una asquerosa risa sonó por todo ese pequeño cuarto- Sera mejor abras los ojos por el momento solo quiero hablar.

Lentamente obedeció la orden de su captor viendo a quien no quería que fuera desde que escucho esa voz. Se lamentó por su mala suerte pero siendo realista no debería sorprenderse. Vio a la persona parada frente a ella con rabia y asco contenido. Sus labios lo nombraron desprendiendo todo el veneno que podía.

-…Naraku…

Contenido oculto

Insane Kai Stavros Kohome
Bueno ya apareció Naraku y Kagura no cuenta Kohaku y Kikyo.
Si tienen alguna queja o consejo que darme sobre el capitulo bienvenido sea.
Creo que me centre en Kagome aquí ¿Verdad?