One-shot de Inuyasha - Necesidad (Kagome)

Fueron sus pisadas las que interrumpieron el sueño de la sacerdotisa joven. Él acababa de irse cuando ella despertó.

Un resplandor a la lejanía le confirmó lo que ya sospechaba, y un revoltijo en su estómago se hizo presente impidiéndole volver a dormir. Agobiada por un malestar inminente, dejó escapar un suspiro y se incorporó, mirando a su alrededor con profunda frustración.

Todos dormían, ajenos al dolor que ella sentía en su pecho.

Levantándose, se asomó por la puerta de la cabaña, pero él ya había desaparecido. Una parte de ella lo agradeció secretamente; febril por conservar al menos un poco de su dignidad.

Volvió a sentarse en la madera, acurrucándose en una esquina de la cabaña. Enterró la cabeza entre sus rodillas, sintiéndose recorrida por esa angustia punzante a la que poco a poco se había acostumbrado.

Él se va con ella, la eligió a ella, canturreó su mente. ¡Compréndelo!

Enrabiada, apretó los puños, sintiéndose llena de un sentimiento que no logró reconocer. Conocía sus circunstancias; no era tonta, aunque ella misma sintiera que así era en más de una ocasión. Porque, permanecer al lado de un hombre que no la amaba había sido su unilateral y propia decisión.

Lo sabía muy bien.

Aún así él se había ido de nuevo, con ella, a mitad de la noche. Y eso le dejaba una sensación de tristeza que no podía ignorar, por más sueño que tuviera o por más lógica con la que intentara razonar la situación.

La ama, repitió su subconsciente e inconscientemente algo se quebró dentro de ella. No puede olvidarla; del mismo modo en que tú no puedes superarlo a él.

Volvió a apretar los puños con fuerza, mordiéndose el labio. Una lágrima escapó de sus ojos café y rodó por su mejilla hasta morir en sus labios. Sin poder controlarlo, un sólo sollozo ahogado brotó de su boca, y el llanto aumentó progresivamente en mudo silencio.

—Kagome, ¿alguna vez has pensado en no volver aquí? —la voz de la anciana Kaede la sobresaltó.

Asustada por la interrupción repentina, enjuagó rápidamente sus lágrimas y sorbió la nariz. Entonces, sopesó las palabras que acababa de escuchar.

Pasmada, permaneció en silencio durante unos segundos. Y finalmente, cobrando valor, levantó la mirada, encontrándose con los preocupados y tristes ojos de la sacerdotisa vieja.

—¿Ya no soy necesaria? —el nudo en su garganta le dificultó hablar. Su voz sonó distorsionada por el llanto.

No podía marcharse. No debía marcharse. La necesitaban. Sango, Miroku, Shippo... ¡Inuyasha! Es tu deber, tu destino, se dijo a sí misma.

Pero, Kikyou podía hacerlo también, ¿no?

La idea le revolvió el estómago, y apretó los dientes decidida. No, ella era la única a la que correspondía ese deber, porque Kikyou estaba muerta. De modo que, no podía marcharse.

Sí puedes irte, gritó su mente. De hecho, deberías.

—Estás sufriendo —explicó la anciana, dando un vistazo al lugar por el que había salido Inuyasha.

Pero quieres quedarte aquí, a su lado.

Suspiró, llena de frustración.

—Pero, ¿soy necesaria o no? —insistió, levantándose mientras le daba la espalda, negándose a mirarla.

Aunque no te ame.

Kaede lo pensó durante unos minutos y luego igualmente suspiró sonoramente.

—Lo eres, sí.

Aunque no sea sano.

—Entonces no me iré —musitó a penas, empecinada.

Masoquista, gritó su mente.

—Hay que derrotar a Naraku.

Mentirosa.

Apretó los puños. Su subconsciente estaba jugándole una mala pasada. ¿Acaso había algún otro motivo en su corazón?

—¡Él merece pagar por todo el daño que causó!

Falsa.

—Por lo que le hizo a la familia de Sango, al monje Miroku, a Kikyou...

Kikyou, resonó en su mente. Vengar a Kikyou, ironizó.

Hipócrita.

—Bien —suspiró la anciana—. Después todo, es tu decisión.

Y aunque aún estaba agitada, pudo ligeramente relajarse, agradecida de que el tema hubiera quedado zanjado.

Quizás, en el fondo, sólo fueran excusas. Tal vez, lo único que deseaba era permanecer al lado de Inuyasha; porque, cuando todo terminara, él se iría con Kikyou y ella se quedaría allí, al otro lado del pozo, sin poder olvidarlo.

Tragó fuerte. Realmente, ¿quién necesitaba a quién?

_______________


Quedó algo vago, por la prisa con la que lo hice. Espero que lo disfruten, como yo disfruté escribirlo. Saben que mi personaje favorito es Kagome; quizás por eso me encanta explotar ese lado negativo suyo.