Microrrelato Namida.

Tema en 'Nano y Microrrelatos' iniciado por Namida, 4 Mayo 2014.

  1.  
    Namida

    Namida Entusiasta

    Escorpión
    Miembro desde:
    10 Septiembre 2011
    Mensajes:
    176
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Namida.
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    860
    Un escrito esta vez un poco más personal.

    - - -

    Aquí me hallo, entre estas cuatro paredes. Como siempre, me acurruco en mi esquina y empiezo a observar a mi alrededor. Están agrietadas, rotas. La señal quedó marcada en ellas desde aquella vez en que las golpeé con mis puños con la esperanza de poder derrumbarlas. Parece que han pasado siglos desde entonces, pero no fue más que ayer. Aún se pueden ver en ellas las manchas de sangre.
    En ocasiones las golpeo ligeramente, sin hacer fuerza para evitar volver a dañarme. Ni si quiera sé por qué lo hago, es obvio que no conseguiré tirarlas abajo. Pierdo el tiempo.

    También hay un reloj de aguja. Él es mi tortura. Trato de evitar mirarlo, pero siempre lo hago cuando empieza a irse la luz. Entonces me doy cuenta de que pronto anochecerá y yo no he hecho nada. Veo cómo pasan los días y yo sigo en la misma esquina de siempre, inmóvil, en la misma posición. Me lamento aunque sé que es inútil, que es mi culpa. Incluso he dejado de darle importancia a la monotonía.
    Antes contaba los días que pasaban, pero hace tiempo ya perdí la cuenta.

    Siempre estoy sola en la habitación, sin nadie. Y está bien, no me quejo. Y ya sé que la soledad es la tortura y el miedo de muchos, pero yo siempre he convivido con ella, así que trato de pensar que ya ha dejado de afectarme, aunque sé que no es así. Aveces deseo tener a alguien, mas no porque me apetezca hablar, sino porque me ahoga el silencio. Me hace pensar, reflexionar. Por eso busco refugio en la música. Sé muy bien que muchas veces esta solo te ayuda a hundirte más en tus pensamientos, pero es diferente, porque en ella encuentro la comprensión que me falta, la que ningún humano logrará ofrecerme jamás.

    Aún así, escuchar no basta. Necesitamos comunicarnos, expresarnos, decir lo que pensamos, hablar. Tal vez por eso escriba. Porque me he cansado de alzar la voz para no ser escuchada, o bien para ser ignorada. Porque ellos no entienden, a ellos no les importas. Te ofrecen su ayuda para estar satisfechos consigo mismos, para sentirse buenas personas. No necesito desnudar mi alma para vestir las de otros.
    Escribiendo me aseguro de que quien lo lee está interesado. Puedo imaginar mundos que están en mi mente, plasmar ideas abstractas en papel sin tener que dar explicaciones a nadie. Poder decir lo que llevo dentro sin correr el riesgo de ser herida por ignorantes.
    Y no busco ayuda o consuelo, tampoco espero que nadie logre entender estos textos carentes de sentido aparente, pues prefiero escribir para mí y no hallar público alguno a escribir para otros y no dejar escapar esto que me consume por dentro.

    ¿Y por qué debería preferir la compañía a la soledad? Debo confesar que aunque esta no me asusta, tengo otros miedos. Miedo a confiar. Miedo a recuperar la esperanza. Miedo a la dependencia. Miedo a aferrarme a otra mano para evitar caer al vacío y que esta me suelte. Miedo a sentir temor por la soledad como el resto. Miedo al propio miedo.
    Tengo miedo hacia todos y hacia mí misma. A que jueguen conmigo, ellos o mi propia mente. Siento terror hacia absolutamente todo, desde la vida hasta la muerte, desde el agua hasta al mismo aire. Desconfío de que estén envenenados, o de ser envenenada.

    Y aún hoy sigo sin entender por qué soy para ellos soy una imagen fuerte. ¿No es evidente que algo se oculta bajo ese pálido rostro inexpresivo? Y es que me pudro sin remedio con el paso del tiempo, y lo oculto para que nadie logre verlo. Por eso hace tiempo perdí mi derecho a pedir ayuda, porque soy yo quien no deja entrar a nadie en la discordia de su mente. Porque estoy muriendo en silencio y no hago nada para cambiarlo.

    Me oculto entre las sombras y me alimento de rimas ácidas que se deshacen en mi boca. Bebo de las almas perdidas que buscan aliento en mí. Mis palabras y sus lágrimas me dan la vida, porque es para lo único que sirvo. Buscan la esperanza que les falta en mí, en un cadáver de mirada apagada.
    No puedo evitar atormentarme pensado qué será de ellas. ¿Habré logrado limpiar la sangre que adorna sus muñecas? ¿Podré vivir si en algún momento deciden coger un atajo hacia la muerte? ¿Soportarán los golpes que atormentan su piel herida? ¿Dejarán de sentir asco algún día hacia su cuerpo utilizado? ¿Lograrán descansar algún día tranquilas?
    Y es que un escalofrío recorre mi piel cada vez que veo en sus ojos lágrimas mientras sus cortados labios susurran "gracias". Mi alma se rompe cuando, con la voz quebrada, me susurran al oído que soy yo la razón por la cual aún avanzan. Puedo apreciar la sinceridad en su triste mirada desgarrándome por dentro.

    Si aún este corazón podrido palpita y deja recorrer por mi cadáver la tinta del bolígrafo con el que escribo, es porque por mí aún pueden ver la luz otras personas.

    Namida.
     
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    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
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    Escritora
    Antes que nada, gracias por compartir tus pensamientos, esos miedos, la pérdida de la esperanza, la falta de confianza, vivir en esa soledad y tienes razón cuando dices que necesitamos comunicarnos con alguien, así que has hecho bien en volcarte en la escritura, pues esta puede convertirse en una amiga comprensiva en medio de la indiferencia del mundo.

    Nuestros sentimientos escritos son como esas fotos instantáneas con las que formamos un album que cuenta nuestra trayectoria en la vida, además, escribir sobre nuestros sentimientos nos permite conocernos mejor y algo que me ha gustado de ti, es que eres muy importante para otras personas, pues eso destaqué por esto:

    Y no creo que tu corazón esté podrido. Sonríe muchacha linda.
     
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