My Santuari (SabuHaku)

Tema en 'Fanfics Abandonados de Naruto' iniciado por MelodiaVal, 11 Marzo 2010.

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    MelodiaVal

    MelodiaVal Noctambula

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    My Santuari (SabuHaku)
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    My Santuari (SabuHaku)

    Hola!!! cooperando en la campaña de "Parejas extrañas". Pues... es mi primer yaoi asi que no sean muy duros con las criticas, aunque lo que si, no mientan tambpoco ¿no? en fin, espero les guste, me base en una cancion de Madonna


    My Sanctuary
    Desprecio. El desprecio fue la base de mi crianza. Mi vida se basó en él, en él porque me mantenía alejado del mundo, por que caminaba solo aferrándome a la soledad, por que nunca logré mirar a alguien a la cara, y sonreír.


    Nadie me quería, estaba solo, vagaba por el mundo sin saber que hacer, hasta que llegó una voz de no se donde, una voz que me rescató, y me habló como si fuera una persona, y no como si fuera otra criatura de la calle. Por primera vez me preguntaron mi nombre, el cual luego de tanto tiempo de no haberlo mencionado, se había borrado casi por completo de mi mente, y me costó recordar. Esa persona a quien no miré, él o ella, fue a quien yo seguí, a quien no dudé un minuto en regalarle mi gratitud por rescatarme, a pesar de que no haya hecho mucho por mi, y no pueda ayudarme a dejar de sufrir completamente golpeándome duro con su mandato y desprecio, que no me pareció superior al que recibí los últimos años.


    El mundo busca felicidad, alegría, busca luz y brillantez, pero ¿Para que quiero el sol si la lluvia que nubla mis días está tan llena de vida? Me causa males, lo admito pero males que compartidos, me hacen sentir bien, lo se, masoquista de mi parte. ¿Para que quiero el cielo, si lo tengo a mi lado? No me serviría de nada, ¿Qué diferencia habría? A fin de cuentas, estaría solo si fuera al cielo, hundido en una falsa ilusión de alegría, que me hace creer que soy feliz cuando estoy hueco como un coco. Antes que engañarme a mi mismo, prefiero vivir en el sufrimiento a su lado, aunque me duela, pero con una dulce sensación que me hace sentir feliz. Él es mi santuario, mi refugio, mi hogar con el que quiero ser sepultado al momento en que me llegue la hora, o le llegue a él.


    ¿Para qué quiero ver a la gente sonreír? ¿En que me beneficia? Antes sufría mirando a todas esas personas agobiadas, tristes, consientes de que la realidad era horrible e incambiable, pero ahora, no me importa. Una sonrisa de una persona común y corriente, no se compara a una lágrima suya como las que no le gusta que vea, ya que las derrama por mi, una lágrima cargada de amor de padre, de deseos, de sueños, esperanzas, y por sobre todo, de la tristeza de saber que no tengo una mísera posibilidad de vivir mucho tiempo, por la forma en que me arriesgo, y me atacan los ninjas. El es fuerte, pero le aterra la idea de mi muerte, aunque no lo admita.


    Antes me dolía profundamente ver a las personas entrar en sus casas. Sus bellos hogares era hermosos, y allí familias enteras reunidas convivían, me causaba pena ver eso y pensar que jamás lo tendría, hasta que lo entendí, y me di cuenta, de que no me gustaría estar dentro de ese sitio. Hay muchas casas, pero pocos hogares, en especial por las familias rotas, los problemas, ¿Cuántas lágrimas se derramaran en una de esas casas a partir del día en que las construyeron? Muchas, quizá una de un obrero porque se golpeó el dedo con un martillo… o tal vez una de una madre cuyo hijo murió de sobredosis. Yo no quisiera eso, y estoy feliz con lo que tengo, las estrellas, porque antes no las valoraba, pero aprendí a quererlas gracias a las enseñanzas de él y su dulce compañía.


    Necesito un refugio, necesito un lugar donde ocultarme, donde esconderme de mis penas, y mi único refugio, es él. Quisiera poder formar parte de su corazón, ser un trozo importante en su vida, pero no logro conseguirlo, mis intentos fallan consecutivamente, uno, tras otro, tras otro.


    La gente busca la luz, aunque sea inconscientemente, lo único que quiere es poseer ese brillo, pero, yo no lo busco, ni siquiera contra mi voluntad, porque yo ya tengo lo que quiero; calidez, la calidez que logré conseguir en una mirada de sus profundos y oscuros ojos. Así es, oscuros, una oscuridad que me abriga más que cualquier rayo de sol.


    Desde que lo conocí, no eh vuelto a querer dormir, unas ojeras que darían envidia a los famosos maquilladores de películas hacían énfasis bajo mis ojos. Estaba agotado, y no me importaba, no mientras tuviera un enorme cielo para ver e imaginar durante las noches, y un estómago vacío por mi hambre de huérfano vagabundo, que no me dejaba dormir.


    Él era mi resguardo, él era mi red de seguridad, cuando lo conocí mi vida se incentivó nuevamente a pesar de seguir viviendo en la oscuridad, él fue un rayo de luz que penetró en lo profundo de mi ser. Su alma, esa alma fría pero acogedora como solo el puede tener, se convirtió en mi santuario, haciéndolo a él, mi Dios, a quien me gustaría servir siempre, vivir y compartir más que una simple complicidad, por el simple hecho de que necesito un amigo de verdad y lo escogí a él por esa forma de tratarme como un humano, como alguien.


    Para mí, en mis pasajes, todo era realmente nulo y vacío, no tenía sentido nada ya que a fin de cuentas, de nada nos serviría el día de mañana. Para mí, la tierra estaba cubierta en tinieblas, unas masas densas de humo de monotonía, monotonía gélida y dolorosa, hasta que apareció él. ¿En verdad, todo ese dolor y sufrimiento eran necesarios en este mundo? No lo se, pero soy cobarde, y no me atrevo a enfrentarlos, por lo que me oculto con él, Zabuza Momochi, quien rescató a este niño de la calle, dándole un nuevo nombre, ya que había olvidado el que tenía antes, Zabuza, el rescatista de Haku.


    Sin dudas, sin pensarlo, sin arrepentimientos, yo lo sigo, Zabuza fue el primero desde que murió mi familia capaz de hablarme bien, y hacerme sentir feliz a pesar de que había visto todos los posibles males del planeta, y el lado negro de lo bueno. Se merecía mi gratitud, y por ello me fui con el, siguiéndolo como si fuera la blanca y espectral luna, que es seguida por el agua, clara, brillante, calmada y curativa, así como silenciosa, al igual que yo pisándole los talones al hombre que me salvó.


    No quiero el sol, tampoco quiero el cielo, no quiero un hogar ni tampoco quiero la luz, lo único que quiero, es permanecer a su lado, y que no cambie de opinión con respecto a mi persona de un momento a otro. Solo quiero su compañía, solo quiero estar con el, ayudarle y morir a su lado mientras me dice… amigo.
     
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