Mundos Paralelos.

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Yaoly, 20 Diciembre 2013.

  1.  
    Yaoly

    Yaoly Iniciado

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    Mundos Paralelos.
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    Para todas las edades
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    4
     
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    1027
    Capítulo I.

    Debía despertar en cuanto antes, pero tal vez no debía. Tenía miedo en despertar, temía abrir los ojos y encontrarme sobre la cama de un hospital cubriéndome las dichosas sábanas suaves y blancas que a las que tanto odiaba, con la mascarilla de oxígeno, centenares de cables, y la insoportable luz brillante de cualquier habitación hospitalaria. Pero también temía en que cuanto abra los ojos, aún me encuentre aplastada en el coche donde sufrí un tonto accidente por mi gran estupidez, pero además era probable que Trafalgar Square no sea el mejor sitio en el que estar a la una de la madrugada. De hecho, es posible que no sea el mejor sitio en el que estar a ninguna hora de la noche si una se encuentra sola.
    La sombra de la columna de Nelson se cernía sobre mí y el aire fresco que corría entre los edificios aquella noche de julio me provocó un escalofrío. Me estremecí de nuevo y me arrebujé en mi abrigo. Comencé a arrepentirme de no llevar más que un vestido negro cortísimo, el atuendo que había elegido para aquella velada. «Cuánto sacrificio para pasárselo bien una noche.» Di un respingo cuando una paloma batió las alas junto a mis pies. Después, escudriñé las calles vacías en busca de algún indicio de la presencia de mis amigas. ¡Conque «a picotear algo a última hora»! El bar de sushi estaba a dos minutos de allí; ya habían pasado veinte. Puse los ojos en blanco: no me cabía duda de que en aquellos momentos ya habría algún tío en calzoncillos. «Bien por ellas. ¿Por qué iban a preocuparse por la pequeña Emily Lee?» Me dirigí hacia los bancos que estaban bajo el follaje de los árboles, escaso y sombrío. Suspiré y me froté las rodillas con las manos para que me circulara mejor la sangre. Lamenté con amargura mi decisión de esperarlas allí. Tras echarle un último vistazo a la plaza, saqué mi móvil y llamé utilizando la marcación rápida. Escuché los tonos hasta que, al final, saltó el buzón de voz: «Hola, soy Ruby. Ahora mismo no puedo contestar, así que deja un mensaje después de la señal. ¡Viva Lovage!» Gruñí de frustración cuando escuché el pitido.
    —Ruby, ¿dónde demonios estás? Si estás con ese tío, ¡te juro que te mato! ¡Aquí en la calle hace un frío horrible! En cuanto oigas este mensaje, devuélveme la llamada.

    Colgué y volví a guardar el teléfono en el bolsillo del abrigo, consciente de que era bastante probable que todos mis esfuerzos fuesen en vano, pues seguramente Ruby no escucharía el mensaje hasta varios días después. Volví a frotarme las manos y me acerqué las rodillas al pecho para entrar en calor. Entonces me pregunté si no debería coger un taxi y marcharme a casa sin más. Pero si al final Ruby aparecía, sería un lío. Me resigné a esperar durante un buen rato y, rodeada de silencio, apoyé la cabeza sobre las rodillas para contemplar la neblina anaranjada que cubría la ciudad de Londres. Al ver que ni siquiera me devolvía la llamada, me vino a la mente las llaves de su coche. «¿Tienes retraso mental, Emily?» Ni siquiera me había dado cuenta antes de que las llaves del coche de Emily las tenía yo guardadas en el bolsillo de mi abrigo. Más aliviada y tranquila, me puse de pie y recorrí perezosamente de nuevo las calles de hace un momento. Solté una gran carcajada llena de satisfacción en cuanto mis ojos encontraron el mercedes negro de Ruby. Saqué las llaves, y me metí una vez por todas en la parte delantera del conductor. Cerré la puerta y solté un suspiro de alivio, me acomodé y la sangre ya corría por mis venas. «Nunca he sentido tan relajamiento, ahora arranca el coche.» pensé cuando resonaron los primeros truenos e hicieron temblar las ventanas del coche. Una tormenta.
    «Venga Emily, ¡arranca el coche!»
    Por una razón, no hice caso a la voz de mi mente que me suplicaba con ruegos que arranque el coche: no tenía carnet de conducir. Resoplé y ferré las manos con fuerza al volante. «¿Y que más da que no lo tengas?, no hay policías a estas horas, Emily.»
    Suspiré y arranqué el coche con el embrague pisado. Me aseguré de que esté en llano, para no tener que preocuparme de pisar el freno todavía. «Venga, tranquila.. Recuerda, al arrancar, la palanca de cambios debe estar en "punto muerto" en el centro, sin ninguna marcha puesta.» De los nervios, se me olvidó quitar el freno de mano para poder empezar a moverme y, apresuradamente, quité la mano. Luego lo puse a primera marcha con la palanca de cambios. Recordé que cada vez que debía de cambiar de marcha, tenía que tener el embrague pisado, o no podré. Solté el embrague poco a poco, y al mismo tiempo, pisé el acelerador con el otro pie. Traté de no pisarlo de golpe. Lo hice poco a poco y al ver que el coche iba avanzando lentamente, esbocé una amplia sonrisa. «¡Genial, muy bien!» Pisé el acelerador con más fuerza de la que iba soltando el embrague. Me estremecí en el asiento cuando empezó el ruido de aceleración del motor. Cuando solté del todo, ya sólo empecé a controlar la velocidad con el acelerador. No lo pisé a fondo. Lo puse a segunda marcha, el coche se movió con más rapidez, cada vez más hasta que por el miedo solté el volante y ahogué un grito.

    Y entonces, desde ese momento, me arrepentí en confiar que todo iría bien. Solo me faltaba minutos, o tal vez segundos para abrir los ojos. Si no iba a estar muerta, estaba segura de que Ruby era la que me mataría y no me perdonaría jamás por el destrozo de su coche, y también la reprimenda que me llevaría de mis padres. Abrí los ojos lentamente y me quedé casi sin respiración de lo que vi.
     
    Última edición: 29 Diciembre 2013
  2.  
    Yaoly

    Yaoly Iniciado

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    645
    Capítulo II.

    Parpadeé unos segundos e inconscientemente, me llevé las manos a la boca cuando la bilis me subió por la garganta. Y con ella llegó el miedo. Las lágrimas comenzaron a asomar, pero sabía que si hacía cualquier ruido yo sería un plato para aquel monstruo sin ojos que estaba de pie frente a mí. «Esto es un pesadilla, esto es una pesadilla..» pensé cuando el monstruo dio un sigiloso paso para adelante. El monstruo ya estaba a escasos centímetros frente a mí. No podía moverme, mi cuerpo no respondía. Creía que era mi fin, pero una sombra había pasado revoloteando por encima de una de los altos árboles, demasiado veloz para que mis ojos pudieran distinguir su forma. Aquella sombra hizo distraer al enorme monstruo sin ojos y se echó hacia atrás moviendo uno de sus largos dedos.
    «Mi oportunidad para escapar.»
    Hice caso a mi pensamiento, y corrí sin saber a qué lugar ni dirección iba.

    —Todo es una pesadilla. El accidente, este bosque, ese monstruo, todo.. —murmuraba mientras corría con el deseo de que todo volviese a la realidad hasta que una mano me agarró bruscamente y me tiró hacia su dirección.

    Subí la mirada por el brazo, aturdida, y entonces me quedé clavada en el sitio, de puro asombro. Era una criatura de una belleza salvaje y juvenil, de facciones finas y delicadas y unos enormes ojos rasgados, semejantes a los de un gato, de color entre el azul y el verde, que brillaban como el topacio y parecían traslúcidos como el cristal coloreado. «¿Estoy soñando? ¿Estoy en el cielo? ¿Donde estoy?», me pregunté. No dije nada y tan solo tragué saliva. Después de unos eternos segundos con la mirada clavada en sus ojos y él en los míos, habló:

    — No debes estar en este lugar, es muy peligroso para una humana como tú —dijo suavemente; tenía un acento agradable y musical, aunque su tono de voz era algo frío y distante.
    — Pe.. Pero.. Yo.. eh.. —tartamudeé sin saber lo que realmente debía decir y hacer. Entonces pude ver que sus orejas eran alargadas y acababan en punta— ¿Qué.. es lo que eres?

    El desconocido ladeó la cabeza y me miró con cierta curiosidad.

    — ¿No sabes lo que soy? —me preguntó y negué con nerviosismo la cabeza— Soy un elfo. Se me hace extraño que no sepas sobre mi existencia.

    Abrí la boca por el asombro y me aparté de él con rapidez. «¿Esto es una fiesta de disfraces o qué?» Me restregué los ojos y eché un temeroso paso hacia atrás sin dejar de mirar hacia todos los lados. Miré hacia donde se encontraba aquel monstruo y luego al supuesto ''elfo'' que estaba delante mía.

    — Voy a acabar con ese animal, no te muevas de aquí. Sé cuidadosa.—tras sus últimas palabras desapareció al tiempo que pestañeé.

    No sabía en ese momento en si echarme a correr o hacerle caso y quedarme quieta. No tenía más remedio que hacerle caso, pues necesitaba respuestas. Me apoyé con cansancio en el árbol más cercano que había, mareada, me senté sobre la hierba. Pensaba que todo tal vez era una pesadilla, pero demasiada nítida y real como para serla. Sabía que estaba despierta y estaba viviendo el presente, pero aún así me costaba creer todo lo que vi desde que sufrí el accidente: un elfo y un monstruo gigante sin ojos. No estaba loca, ni tampoco me lo estaba volviendo, era real aquello, tan real.. Me aseguré por primera vez la vestimenta que llevaba puesta, y resoplé con agobio: mi abrigo estaba medio roto, y el vestido estaba hecho un desastre. Cerré los ojos y dejé descansar la cabeza sobre mis desnudas rodillas. Necesitaba que todo volviese a la realidad, pero sabía que eso era la realidad.
     
    Última edición: 23 Diciembre 2013
  3.  
    VidAnj

    VidAnj Iniciado

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    Me agrada la idea de la historia, aunque no sea del todo innovador, ya que bueno, alguien que vive en un "mundo normal" y luego por X o Y razón es trasladado a un mundo fantástico es algo que se ha visto desde hace mucho, pero lo que realmente importa, y me interesa, es ver la forma en que se desarrollara la historia y los cambios, psicológicos, emocionales o físicos que tendrá la protagonista.

    No encontré errores obvios en el escrito, a mi siempre se me pasan por lo que no me fijo en ello, así que pasare de eso.

    El único "problema" que podría mencionar, aunque es más que nada una opinión personal, es: si bien el capitulo 1 sirve muy bien como prologo y la historia, creo, empieza en el capítulo 2, siento que el capitulo 2 es bastante corto. Aunque repito, esto es más que nada porque soy más adepto a que los capítulos sean algo más largos.

    Seguiré la historia, así que espero que continúes publicando.
    Hasta otra.
    Y pues así...
     
    Última edición: 22 Diciembre 2013
  4.  
    Yaoly

    Yaoly Iniciado

    Capricornio
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    Capítulo III.

    Abrí los ojos de golpe en cuanto oí el tenebroso rugido que provenía más allá de los árboles, y los pájaros que habían estado escondidos tras los árboles iniciaron su vuelo dejando caer algunas de las hojas. Me levanté horrorizada y me tambaleé de un lado para otro. Me preocupé por aquel muchacho, habían pasado más de diez minutos y no aparecía, pensé que tal vez estaba muerto por enfrentarse a un monstruo de más o menos tres metros. «Ese fanático de elfos es un completo suicida.» Alcé la cabeza para ver si había alguna presencia de él, pero estaba demasiado oscuro, ni siquiera me acordaba de qué color tenía el cabello, ni él tampoco se molestó en decirme su nombre. De pronto, me di cuenta de que algo caliente me resbalaba por el cuello y acerqué un dedo para ver de qué se trataba. Al retirarlo, miré aterrorizada la sustancia húmeda y roja que lo cubría. El corazón se me aceleró y me golpeó con tanta fuerza las costillas que creía que me iba a dar un infarto. Me aseguré de que la sangre no era mía, me giré con lentitud por el temor y miré por arriba.

    — ¿Asustada? —me preguntó una voz que por alguna extraña razón reconocí y dejé escapar un grito al ver la asquerosidad que tenía cerca de mi rostro. Me caí por detrás y me hice daño en el trasero cuando algunas de las ramas puntiagudas y deformes que habían en el suelo se me clavaron en la piel— Vas a llamar la atención a las dríadas, guarda silencio.

    Alcé la vista y pude ver que se trataba de aquel elfo que minutos antes ya creía que estaba muerto. Una parte de mí se alivió pero otra parte se temió al ver que sujetaba de la mano izquierda la cabeza de aquel monstruo goteando sangre, y trozos de carne caían de ella, me dio nauseas y apreté los puños tratando de no vomitar.
    El muchacho sonrió, se acercó y extendió la mano derecha, dudé por unos segundos pero la cogí y sin esfuerzo alguno me levantó.

    — ¿Qué es lo que eres? —repetí con voz áspera la misma pregunta apartando con rapidez la mano. Tragué saliva y aclaré la garganta— ¿Y qué es eso de las dríadas?
    — ¿Cual de las dos preguntas debería responder primero? —pregunto con un tono de sarcasmo dejando la cabeza del monstruo sobre el suelo. Se limpió las manos con la túnica azul oscuro que cubría su cuerpo y soltó un leve suspiro acercándose unos pequeños pasos hacia mí—Por última vez, soy un elfo.

    Bajé la mirada de la incredulidad y volví a observar aquellos brillantes ojos almendrados que por segunda vez me quedé realmente atónita por su gran belleza que parte mi mente me decía que era inhumana. Los primeros rayos del sol se colaron entre los árboles y el elfo cerró los ojos dejando que el sol del amanecer le bañara su pálido rostro. Una ráfaga de viento hizo revolver su lacio cabello castaño cobrizo dejando que este cayera rendido como cascadas sobre su hombro y algunos cabellos cayeron sobre su rostro , su cabello parecían un montón de hilos de lo perfectamente lisos que eran. Recorrí con la mirada su rostro hasta parar en sus delicados labios de color miel que parecían perfectamente dibujados por un gran artista. El muchacho se apartó el pelo de la cara y lo colocó detrás de aquellas extrañas orejas dejando de que estas se vieran del todo y, entonces llegué a la conclusión. Era un elfo. «No parecen de plástico ni tampoco parecen falsas..» me dije.
    «Definitivamente creo que estoy muerta..»
    El elfo abrió los ojos y me miró.

    — Y sobre las dríadas, son duendes de los árboles con forma femenina, muy solitarias y de gran belleza —dijo sacándome de mis pensamientos. Me sonrió, se acercó a la cabeza del monstruo y se agachó sacando de ella una espada llena de sangre- No suelen ser malas, pero si haces demasiado ruido tal vez se despierten y no me quiero imaginar lo que les darán ganas de hacerte.

    «¿Duendes? ¿Qué me falta por ver? ¿Unicornios? ¿Centauros?» Me estremecí ante lo que dijo, no me cabía duda que aquello posiblemente existiera, ya había visto un monstruo y un elfo. Observé por unos segundos sus frágiles movimientos y decidí preguntar lo primero que se me rondaba en la cabeza en aquel incómodo momento:

    — ¿Como te llamas?
    — Kelon —respondió suavemente— Soy un elfo del bosque azul.

    Asentí con la cabeza. Kelon era su nombre. Esperé a que Kelon me preguntase sobre mi nombre pero el estaba completamente entretenido limpiando la sangre de su espada con alguna de las hojas caídas de los árboles, eso solo me hacía mas que demostrar que no tenía ningún interés en saberlo, pero aún así rompí el silencio que se formaba de nuevo.

    — Mi nombre es Emily —susurré.
    — Lo recordaré —El elfo se levantó y me volvió a mirar con la cara sonriente, guardó su espada y se acercó unos pasos en frente mía— ¿Y bien? ¿No se te olvida algo?
    — ¿El qué?
    — Darme las gracias.
    — ¿Por qué?
    — Por haberte salvado la vida —dijo mientras hacia un gesto en dirección a la cabeza del monstruo.
    — Pe.. Perdón. Gracias.. —tartamudeé agachando la cabeza de la timidez.

    Me dio un vuelco en el corazón cuando escuché la melodiosa carcajada de Kelon. Alcé lentamente la cabeza y me lo encontré de brazos cruzados y esbozando una amplia sonrisa.

    — Es de mala educación recordarle eso a una dama —me miró divertido y me sentí más calmada aunque dentro de mí pedía a gritos poder volver a casa— Aquí nos despedimos, ten más cuidado la próxima vez.

    El elfo se giró para marcharse y, sobresaltada, lo agarré de la túnica y noté una excitación familiar en el estómago, pero por una vez no era agradable, pues me iba a quedar sola en un bosque lleno de criaturas extrañas.

    — ¡Espera! ¡No me dejes sola por favor! —le agarré con más fuerza la túnica aunque me di cuenta de que él ya se había parado, cerré los ojos con fuerza con la cabeza agachada y elevé un poco más la voz— ¡No sé como demonios volver a casa! ¡Por favor! —:añadí cuando las lágrimas ya comenzaron a asomar.
    — Sígueme pues —me apartó las manos con suavidad, abrí los ojos y un atisbo de esperanza comenzó a arder en mi corazón— ¿Donde habitas?
    — En Londres —respondí cargada de energía y esperanza.

    El elfo me miró con curiosidad, se giró y me hizo un ademán para que le siguiese.
     
    Última edición: 29 Diciembre 2013
  5.  
    Any Shinima

    Any Shinima abstracta.

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    Es bastante interesante.

    Tengo más por exponerte en opinión que crítica, pues apenas he visto faltas de ortografía (un "el" por allí que era "él", un "mas" por allá que era "más"), pero sí algún que otro desorden en lo que se refiere a lo gramatical. Sin embargo, la narración y las descripciones son geniales. Felicidades.

    Lo extraño y que más me intriga, como a más de uno (obvio), es esa alternación de lugar tras un accidente, que por lo visto, sí que es bastante tonto. Pero bueno, al menos no es el típico accidente, y la historia en ello es original, en mi opinión.

    En tema de los personajes, me gusta el carácter y lo que rodea sobre la descripción de Emily Lee, sobretodo ante cada situación. Y sobre Kelon, no sé, es extraño. Al principio se ve frío y distante ante Emily, pero al aparecer tras matar al monstruo se comporta más cercano; más humilde y simpático. Al menos la salvó, por lo que no creo que sea malo. Me interesa bastante la historia, sí. Creo que es dicha para seguir leyendo, por lo que me gustaría que me dejaras el link cada vez que la sigas, sin mensajes publicitarios a lo spam, por favor.

    Sigue así de bien.
     
  6.  
    Yaoly

    Yaoly Iniciado

    Capricornio
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    Capítulo IV.

    Las zarzas me arañaban la piel y mis pies desnudos palpitaban de dolor cuando las espinas y las agujas de la pinaza se me clavaban en las plantas. Pero seguí adelante, persiguiendo los despreocupados y frágiles pasos de Kelon. No podía quejarme, pues creía que Kelon me llevaría supuestamente a casa. «¿Cómo he podido acabar en este despiadado lugar?» me pregunté por vigésima vez.

    Suspiré con agobio y seguí caminando con más rapidez detrás de el que creía en aquel entonces un fanático de elfos. Kelon empezó a caminar cada vez más rápido hasta empezar a correr. Iba a protestar pero pensé que sería una decisión inútil, así que empecé a correr intentando soportar el dolor de los arañazos y las punzadas, esquivando los árboles y conteniendo la máxima resistencia.

    A mi alrededor, los pinos iban haciéndose cada vez más altos y la separación entre ellos más
    pequeña. La luz que se filtraba a través de sus ramas era escasa y me llegaba teñida por la neblina, de modo que, cuando disminuí la velocidad y me dio por mirar atrás de la inseguridad, no pude ver mucho más allá de unos cuantos árboles, ni mucho menos distinguir el camino que creía que había estado siguiendo. La garganta me ardía y casi agradecía la humedad que me envolvía los dedos de los pies. La sangre me resbalaba por las piernas arañadas y el sudor impregnaba mi flequillo. Se me había levantado el vestido y uno de los tirantes se había deshilachado y amenazaba con romperse.

    —¿Por qué demonios estamos corriendo? ¿Qué es lo que ocurre? —pregunté entre jadeos.
    —Se oscurecerá si no nos damos prisa.
    —¿Qué estás diciendo? Acaba de ponerse el sol, es imposible que..

    Me callé. Las punzadas del flato me presionaban las costillas y el aire me raspaba en la garganta al respirar, con lo que no pude continuar hablando. Se me doblaron las piernas y me caí con agotamiento sobre el suelo, y en ese momento no sentí el dolor que intuí, pues la vista se me nubló y perdí el conocimiento.

    ******

    Con un grito ahogado me incorporé en la cama. Varios mechones castaños se me pegaban a las sienes y a la nuca debido al sudor, y mi respiración era irregular y algo jadeante. Apreté con fuerza los puños. «Solo fue un sueño.» A mi alrededor, las sombras de la habitación comenzaron a tomar formas irreconocibles a medida que los latidos de mi corazón iban ralentizando su ritmo. Había una gigantesca ventana situada a dos metros frente a la cama que me encontraba, y unas largas cortinas que brillaban por la luna descendían como rulos hasta el suelo. El suelo estaba cubierto de hierba. Parpadeé unos instantes y me levanté rápidamente de la cama aterrorizada y apartándome las sedosas sábanas que me cubrían. «No, no lo era. No es mi habitación.» me aseguré.
    «Kelon. ¿Donde está Kelon?»

    Estuve más de diez segundos perpleja de pie sin saber qué hacer. Un escalofrío gélido me surcó la espalda y me hizo reaccionar. Todo estaba muy silencioso y solo se oía mi agitada respiración. El miedo me invadió, me acerqué a la ventana y a medida que me acercaba a ella, descubrí que no tenía cristales y que tampoco era una ventana. Era un balcón. Alcé la vista al cielo y me quedé atónita al ver la enorme luna que yacía suspendida en aire. «Demasiada enorme.» pensé mientras me quedé clavada en el sitio del alumbramiento de la inmensa luna.

    Me aferré a la barandilla y me quedé en estado hipnotizado hasta que un crujido de algún objeto de aquella habitación me devolvió a la realidad. Me di la vuelta desconcentrada buscando el origen de aquel chasquido, pero todo estaba en calma. Comencé a respirar profunda y agitadamente, el pecho se me hinchaba y deshinchaba exageradamente del miedo y del temor. Una ligera brisa me recorrió la piel y yo jugueteé con mi pelo sin dejar de escudriñar la penumbra. Volví a observar la luna como si fuese lo último que importaba en mi vida.

    —No es bueno observar a la luna en estos tiempos.

    Me dio un vuelco en el corazón cuando escuché aquella reconocible y melodiosa voz.
    Me volví y sentí un gran alivio al ver de que se trataba de Kelon. El muchacho se encontraba apoyado en la pared del balcón, ni siquiera lo oí llegar pero entonces comprendí de quien provenía aquel chasquido minutos antes.

    —¿Donde me has traído?—exigí saber acercándome hacia él.
    —Te desmayaste en el camino.
    —¿No me digas? —pregunté con el tono teñido de sarcasmo— Lo sé, sé que es sentir un desmayo. La pregunta es, ¿donde estamos? ¿donde demonios me has traído? ¡Seguro que eres un secuestrador!

    Las palabras manaban ya libremente de mi boca. La adrenalina había vuelto y estaba desplazando a mi miedo. Sus ojos destellaron peligrosamente y durante un instante pensé que habían perdido su brillo esmeralda.

    —No soy ningún secuestrador. Te he salvado la vida y te he traído a un lugar que muchos humanos como tú lo darían todo por estar aquí, ¿y así me lo agradeces?

    A pesar de que no elevó la voz ni cambió el tono, aquellas palabras hicieron que un escalofrío
    me recorriera la espalda y se me pusiera el vello de punta. «Tiene razón. Él me ha salvado.»
    Aparté la mirada de sus penetrantes ojos y tragué saliva sin saber que decir. Me quedé unos instantes callada y me di la vuelta dándole la espalda.

    —¿Dónde estoy? —pregunté.
    — En la ciudad del Bosque Azul.
     
    Última edición: 29 Diciembre 2013
  7.  
    mastermystery

    mastermystery el enigmático

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    Interesante historia el como llego a ese mundo magico es un enigma , mas aun que Kelon quisiera llevarla antes de que oscureciera tan aprurado ...
    En fin . Tu historia es buena y me gusta como describes las sensaciones de la protagonista :)

    saludos
     

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