Drabble de Inuyasha - Muerte lenta [Inu&Kag]

Título: Muerte lenta.
Autora: Amelia.
Género: Angst, drama.
Fandom: InuYasha.
Personajes: Kagome Higurashi. InuYasha.
Tipo: Drabble.
Nota: Escrito para el intercambio navideño de FFL. ¿Para Chaos Lady ! espero que te agrade, no sabía qué te gustaba, pero vi por tu ficha de autor que eres fan del InuKag, so... Lamento que no sea romántico y meloso, pero no puedo escribir cosas así de esta pareja, así que... *huye.

Universo Alterno.

Muerte lenta.​

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La lluvia caía torrencialmente desde el cielo, empapando todo a su paso. La bocina de un auto se hizo escuchar y los sollozos de la fémina aumentaron, ajena a la idea de estar viviendo aquella situación, de perder alguien importante para ella…

Las manos cálidas del muchacho pronto sostuvieron las de ella, mientras una suave lágrima caía a través de su mejilla. No entendía por qué las cosas debían ser así, por qué tenía que marcharse, pero a la vez lo comprendía.

—Prométeme que estarás bien, InuYasha, por favor —pidió con voz ahogada, observándolo con ojos suplicantes y llenos de una profunda agonía.

El peliplateado tan sólo fue capaz de dudar, dudar y dudar. En una situación común y corriente, él le habría contestado –con palabras llenas de un profundo orgullo- que estaría más que bien, pero ahora… no era lo mismo, no sabía ni siquiera si, al termino del mes, seguiría vivo.

—Lo intentaré, Kagome. —Y sonrió, quizás para hacerla sentir mejor, menos vacía y más optimista.

—¿Cómo que vas a intentarlo? ¡Yo no podría vivir sin ti! InuYasha, tú, tú… —Y nuevas lágrimas acompañaron a los anteriores. Fue entonces que el peliplateado no pudo contenerse más y soltó sus manos poco a poco, con una expresión de entero dolor.

—Ya tengo que irme…

—¡No, espera! ¡no te vayas, no me dejes!

—Es mi deber, lo siento.

Era su deber… sí, era su obligación marcharse, dejarla para asistir aquella guerra fría y cruel que se desataba muy lejos. InuYasha debía arriesgar la vida por ella y por su país, pero aún así dolía. Le escocía el pecho imaginar que ya no volvería, pensar que sería herido, que ya no se perdería en sus ojos fundidos como el oro; eso la mataba, y lo hacía muy lentamente.


Pero nada podía hacer al respecto. Sólo le quedaba esperar meses y meses, ya fuese para abrazarlo nuevamente, o no.