Explícito Movie Night (Mimily) [Pokémon Rol Championship]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Yugen, 16 Febrero 2019.

  1.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

    Piscis
    Miembro desde:
    25 Mayo 2013
    Mensajes:
    5,616
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    Movie Night (Mimily) [Pokémon Rol Championship]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    9306
    Bueh, no me preguntéis que es esto que yo no sé. Yo solo quería avanzar en Serpientes y Escaleras que voy ganando :< (?) Lo cierto es que no estoy muy satisfecha con el resultado. Esperaba escribir algo más soft, con contexto, más profundo en un sentido emocional... y me salió un PWP con todas las de la ley. Un PWP soft (?)

    No sé que me fumé para escribir esto para ya lo empecé y no quería dejarlo ahí a medias, pobrecito. No he tenido una buena semana para escribir lo que realmente quería.

    Sí, poner a Mimi y a Emily viendo una película porno era necesario.

    ADVERTENCIA: El siguiente escrito contiene escenas de sexo explícito—más o menos (?)— entre dos chicas. Si este contenido no es de tu agrado... ¿qué haces aquí? no sigas leyendo.

    Nota: Prometo traer algo mucho mejor la próxima vez. Allá por el 2022. Gabi publica tus mimichichi aquí o te lanzo otro palo pelotudo.




    Mimi revisó el estante de películas que el Centro Pokémon de Ciudad Aerosol tenía a libre disposición de los entrenadores que ocupaban las habitaciones. Echó un vistazo rápido, ojeando las portadas de los DVD's con una expresión de circunstancias.

    "Ugh... ¿Es qué no hay nada decente en este maldito lugar?"

    Era un noche lluviosa y fría fuera. Las gotas de agua golpeaban juguetonas contra el cristal, llamando una y otra vez con insistencia y creando pequeños regueros incoloros que se perdían en el alféizar de la ventana. Y como ya era costumbre en ellas, Emily y Mimi volvían a compartir habitación esa noche.

    Era su pequeña rutina. Terminar el día juntas y en calma después de haber luchado contra pokémon legendarios desatados, científicos locos, entrenadores, asesinos y psicópatas que amenazaban de distinta forma la paz mundial, regional o quién diablos sabía. Por eso aquel mínimo momento de relax era algo que ambas atesoraban profundamente.

    Aquella noche se habían decidido por ver una película. Cualquiera. Pero en la televisión solo había retransmisiones de combates y noticias de poco interés; como aquella que decía que lavar el pelaje de un Furfrou con L‘oreal Kalos mantenía su pelo listo para ganar cualquier concurso.

    A quién le importaba.

    —¿Encuentras algo ya~?

    Emily estaba tumbada en la cama, casi en el borde. Sus piernas sobresalían y las agitaba con cierta impaciencia, como una niña pequeña.

    Mimi llevaba tanto rato buscando una película que había empezado a aburrirse. Lo cierto era que la inmensa cantidad de películas que ocupaban el estante ya las habían visto. No habían sido plato de buen gusto para nadie.

    —Nada—replicó la Honda con acidez—. Todas son horribles. ¿Recuerdas esa que vimos sobre Pueblo Lavanda? Pues peor. Missingno, el Rey Unknow... una sobre un Hipno pederasta... ¿Por qué tienen películas así en un lugar en el que se hospedan niños?— hizo una pila con aquellas películas sobre la mesa. Y repentinamente, se dio cuenta de algo— Ah, espera. Creo que queda una en el fondo...

    Acercó la mano, teniendo que hacer un ligero esfuerzo para alcanzar el fondo del estante... La rozó con sus uñas y la empujó hacia afuera. Pero su rostro enrojeció como una chispa, hasta las orejas incluso, cuando vio la carátula de aquel DVD.

    Eran... dos chicas. Juntas. Demasiado juntas. Con las manos entrelazadas en un gesto de profunda conexión, con sus piernas entrelazadas de igual forma. No sería realmente un problema si no fuera porque estaban desnudas, besándose, con sus senos desnudos presionados y mirando a la cámara con una expresión que destilaba erotismo.

    Sus figuras estilizadas, voluminosas y curvilíneas encajaban a la perfección. Como un erótico puzzle.

    El título rezaba lo siguiente: Tijera triple X.

    "¿¡A-Ah...!?"

    Mimi debía reconocer que era un título ingenioso. Pero de nuevo aquella pregunta acudió a su cabeza: ¿Por qué demonios había filmes así en un lugar donde se hospedaban niños de diez años? No, no estaba equivocada. Aquella película tan sugerente... ¡Ni en mil millones de años vería algo así con Emily!

    —¿Qué película es esa~?

    Mimi dio un pequeño brinco en el sitio, sobresaltada. Su corazón estuvo a punto de salírsele del pecho ante la sorpresa y el nerviosismo.

    —¡N-ninguna!—farfulló bruscamente y rápidamente volvió a empujarla al fondo del estante— ¡No es importante! ¿Bien? Seguro que podemos ver otra...

    Emily la miró con curiosidad en el fondo de sus ojos morados. Con cierta suspicacia. Se había incorporado y ahora estaba sentada en el borde de la cama.

    —Hmm... pero ya hemos visto todas las que tenemos—dijo—. Esa puede ser interesante. ¿De qué es? ¿Terror? ¿Comedia? ¡Oh, es un romance! ¿Verdad?

    "¿Romance? Sí, claro".

    Se incorporó entonces y se acercó al estante. Su curiosidad era demasiada. Hacía que su corazón golpease con fuerza contra sus costillas. Si Mimi estaba tan nerviosa, tan histérica que hasta sus orejas habían enrojecido, debía ser una película sumamente interesante.

    —¡E-Emily no—!

    Pero ya era tarde. Emily había sacado de nuevo el DVD del estante... y su expresión formó una mezcla difusa entre sorpresa y vergüenza cuando la vio. Ahora lo entendía. Ahora comprendía el por qué de la reacción de Mimi.

    —Oh—fue todo lo que pudo decir.

    —¡Te dije que no la sacases!—le espetó Honda—. Anda, dámela... vamos a esconderla en algún lugar donde nadie pueda verla por error. O le pedimos a Emboar que la incinere con un Envite ígneo.

    Mimi apartó la mirada, molesta. Aquella película no debía ser del Centro. Algún entrenador debía haberla traído y dejado allí a propósito. Después de todo las habitaciones no eran exclusivas... Puede que llevase allí meses, incluso años.

    —Malditos pervertidos... ¿a quién se le ocurre algo así?


    Extendió la palma de su mano esperando recibir la película. Pero Emily solo la miraba con una expresión que Mimi no sabría definir con exactitud... había cierto brillo de curiosidad e interés en sus ojos violetas. La conocía demasiado bien para saber el significado que se escondía detrás.

    Y la idea le hizo soltar un bufido.

    —Y un cuerno de Tauros— retrocedió un pequeño paso prudencial—. No vamos a verla.

    —¿Por qué no~?

    "¿P-por qué no?"

    Mimi ni siquiera podía creerlo. La miró con incredulidad, extrañada, preguntándose por qué Emily tenía tanto interés en algo que para ella era sucio, degenerado y vergonzoso. Emily era un chica dulce e inocente... ¿verdad? Una chica completamente ajena a los peligros del mundo que necesitaba protección y cuidados. Eso era lo que aparentaba al menos. ¿Entonces por qué tenía tanto interés en una película que era puro sexo?

    ¿Eran las hormonas? ¿La adolescencia? ¿La simple y pura curiosidad que despertaban en ella esa clase de situaciones? En ese caso Mimi lo entendía... ¿pero por qué tenía que ser una película lésbica?

    —¿C-cómo que por qué no?—replicó tensa—. ¡Emily, es una película porno!

    Y espetó aquello como si Hodges aún no se hubiese dado cuenta de ello. Como si apenas fuese consciente de lo que implicaba aquel término. Aquella no era una historia romántica de un felices para siempre. En lo absoluto. Aquello era solo sexo. Salvaje, puro y desenfrenado sexo.

    Nada más que eso. Sin trama. Sin profundidad de personajes. Sin contexto.

    Sin nada.

    Estaba segura de que su cuerpo no iba a jugarle buenas pasadas. No estaba tan loca. No iba a ver una película lésbica con Emily teniendo en cuenta los sentimientos que en ella despertaba su presencia últimamente.

    Lo que Mimi desconocía, sin embargo, era que Emily sabía de sobra qué clase de película era.

    Se llevó las manos tras la espalda, la película con ella. Sus senos botaron ligeramente bajo la blusa de su pijama cuando se inclinó hacia delante.

    —Le bajamos el volumen—respondió con una pequeña risita— Venga~ ¿no te da curiosidad? ¿Ni un poquito~?

    Curiosidad... no era la palabra correcta. No era curiosidad lo que sentía. Era interés en realidad. Sus sentimientos confusos y las nuevas sensaciones que le producía la cercanía de aquella joven estaban haciendo que su mente actuase extraña. Lo menos que le faltaba era darle más combustible del que nutrirse.

    Apartó la mirada.

    —P-por supuesto que no—farfulló— ¿Qué interés tendría en ver como... lo hacen dos chicas? Eso no sería apropiado.

    Emily infló las mejillas.

    —¡Pues yo quiero verlo! Anda... ¿solo un poco? ¿Si~?

    S-solo un poco.

    ***

    Mimi se removió sobre la cama, incómoda.

    ¿Era así... como dos chicas tenían sexo entre ellas? Sintió un escalofrío recorriendo su espalda, una sensación electrizante que acabó directamente entre sus piernas. Apretó sus muslos, presionándolos, y miró a Emily de reojo. En un primer momento se preguntó por qué habían acabado de esa forma. Por qué habían acabado viendo una película x a las dos de la madrugada en una noche lluviosa. Por qué Emily estaba allí, a su lado, con una expresión que no sabría definir con exactitud. Por qué ella había accedido.

    Tantos por qués.

    Abrazaba una almohada entre sus brazos y parecía curiosa e interesada a partes iguales. Y aunque sus mejillas estaban enrojecidas no parecía estar muriéndose de la vergüenza.

    A diferencia de ella, por supuesto.

    Era una situación realmente incómoda. Los gemidos genuinos, los jadeos y las expresiones faciales de aquellas chicas no la iban a dejar pensar en otra cosa cuando tratase de dormir. El sonido de sus besos, de sus caderas, de sus intimidades en contacto. Para más inri, una de las jóvenes poseía un largo cabello color azabache. Y la otra era rubia, de profundos ojos azules.

    Eran tan similares a ellas.

    Mimi decidió que ya había tenido suficiente.

    —¡E-Emily apágala ya!—le pidió.

    Hodges estaba tan metida en la escena que su expresión mostró cierta sorpresa cuando la miró.

    —¿Eh?—inquirió— ¿Por qué? Solo acaba de empezar. Está interesante en el fondo~

    Rápidamente se hizo con el mando del televisor sujetándolo con fuerza contra la almohada.

    —Dame el mando.

    Mimi se le tiró encima, luchando por escapar de aquella vergonzosa y comprometida situación. Emily alzó el mismo sobre su cabeza.

    —¡No!

    —¡Deja de jugar ya, no eres una niña!

    —¡Precisamente por eso quiero verlo! ¿Por qué te da tanta vergüenza?—replicó ella— ¿No te da curiosidad? ¿Ni siquiera un poco~?

    —¡C-claro que no!

    Alzó la mano tratando de alcanzarlo pero ambas terminaron cayendo sobre la cama, Mimi sobre ella. Su cuerpo estaba caliente, ardía en realidad y aún por encima de la ropa el ángulo de la caída hizo que sus pechos terminándose presionándose el uno con el otro. La intimidad de aquel gesto hizo que ambas enrojeciesen, mirándose con sorpresa a los ojos.... con los gemidos de las chicas sonando de fondo en un volumen muy bajo.

    —Oh—fue todo lo que Emily murmuró.

    Solo se miraron a los ojos. Azul y morado. El océano en calma y una furiosa y desatada tormenta. Los latidos de ambas eran rápidos, casi descontrolados. Pero la verdadera tormenta, el verdadero torbellino de sensaciones, sentimientos y emociones estaba a flor de piel en ambas.

    Desde aquella corta e íntima distancia las dos fueron perfectamente conscientes del calor que irradiaba el cuerpo de la otra. De la presión de sus pezones, del latido frenético de sus corazones. De la forma en la que encajaban sus cuerpos, uno sobre el otro. Como un puzzle.

    Mimi se mordió el labio inferior.

    Y sus labios... Oh, esos carnosos y rosados labios estaban tan cerca...

    ''Maldita sea. Maldita sea. Maldita sea''.

    Se reprendió a sí misma, luchando por poner en orden el cauce de sus pensamientos. Lo último que quería era terminar cayendo sobre el cuerpo de Emily en una situación tan comprometida como esa.

    De alguna manera y aprovechando aquel pequeño lapsus logró arrebatarle el mando y apagar el televisor. Los gemidos cesaron bruscamente y la oscuridad se adueñó de la habitación. Las gotas de lluvia llenaron ahora el pulcro silencio del cuarto.

    —¡Mimi!— exclamó Emily—. ¿Por qué has hecho eso? ¡Con lo interesante que estaba!

    Mimi se incorporó entonces. Pero enseguida sintió el frío del ambiente sobre su piel caliente y extrañó el contacto del cuerpo de Emily bajo el suyo.

    —¿En qué sentido era interesante eso?—bufó— No tiene ninguna trama ni hilo argumentativo. ¡Es una basura cinematográfica hecha solo para pervertidos con mucho tiempo libre!

    —Pero es—

    —¡No quiero saberlo! ¡V-vamos a dormir!

    Emily hizo un pequeño puchero.

    —Jo~ No eres divertida~

    Pero lo que Mimi no vio fue la forma en la que se mordía el labio inferior y apretaba sus muslos, presionándolos juntos con fuerza.

    —... ¿De verdad crees que voy a poder dormir ahora?

    La escuchó murmurar en la oscuridad de la habitación. En un tono de voz muy bajo... que Mimi casi no podría describir con exactitud. Pero no le respondió. Abrumada por todo lo que acababa de presenciar se metió en la cama bajo las sábanas luchando por calmar el latido de su corazón. Había tantas, tantísimas preguntas en su cabeza...

    ¿Por qué había tenido que verlo? ¿Por qué demonios Emily había tenido que ponerlo? ¿Por qué no podía dejar de pensar en ello? ¿Por qué pudo sentir endurecidos los pezones de Emily cuando cayó sobre ella? ¿Por qué...?

    Cerró los ojos y trató de conciliar el sueño. Trató; inútilmente... pues parecía una tarea imposible. Aunque había intentado ignorarlo con todo su ser, de obviar la situación en la que se encontraba, su cuerpo estaba ardiendo. Y no se trataba tan solo de la vergüenza que sentía. Su corazón parecía poder estallar, su piel estaba receptiva y sensible.

    Era algo mucho más significativo y vergonzoso. Era algo que no iba a admitir en voz alta pero que le resultaba imposible de negar.

    Estaba excitada.

    Aquella película sin ninguna clase de sentido, aquella película porno lésbica había logrado excitarla. Podía sentirlo. Como sus pezones endurecidos se apretaban contra la fina tela de su sostén. Como su cuerpo reclamaba insistente librarse de aquella tensión, de aquel cosquilleo entre sus piernas. Era tan vergonzoso para ella admitirlo... pero negárselo a sí misma resultaba ridículo.

    ¿Emily estaría igual? Se preguntó. ¿Podría haberse excitado también? La miró pero se daban la espalda así que no podía ver su expresión o dilucidar siquiera si se encontraba dormida o despierta.

    Apretó los labios.

    ¿Cómo esperaba dormirse? ¿Cómo esperaba cerrar los ojos si aquel cosquilleo entre sus piernas no la iba a dejar pensar en nada más? ¿Cómo iba a dormir tranquila después de haber visto aquella película, compartiendo cama con aquella chica que ponía su mundo de cabeza desde Arceus sabía cuanto? Ah, mierda. Su mente, neblinosa, se volvió un hervidero de preguntas. Realmente... ¿tener sexo con otra chica se sentía tan bien?

    Las expresiones faciales de aquellas jóvenes, sus gemidos, sus jadeos y sus gritos y la forma en que se movían parecía indicar que era así... Nunca se lo había preguntado antes. Lo cierto es que Mimi consideraba sucio todo lo que tenía que ver con el sexo. La avergonzaba sobremanera. Pero inconscientemente, en aquel momento, no pudo evitar pensar en Emily. Cierto era que aquellas chicas eran actrices, pero si hiciera esa clase de cosas con ella... ¿se sentiría así?

    Se... ¿sentiría bien?

    Borró aquel pensamiento de su cabeza tan rápido como llegó abrumada por la impureza de su propia mente. ¿En qué estaba pensando? Ella no podía ver a Emily de esa forma. Todo era culpa de esa película. Era su mejor amiga nada más. Una muy buena amiga. Una amiga con la que tenía química y una muy buena relación... pero una amiga tan solo.

    Apartó la mirada, retraída. ¿De verdad... que solo la veía como una amiga?

    Qué pensamiento tan hipócrita y deshonesto era ese.

    Últimamente ya no estaba segura de nada. Sus sentimientos estaban más revueltos que nunca. Eran un nudo que era incapaz de desentrañar. De la noche a la mañana—o quizás no, porque el proceso fue lento y gradual pero Mimi ni siquiera fue consciente de ello—se dio cuenta de la importancia real que Emily tenía en su vida. De lo necesaria que era, de lo mucho que la quería.

    Pero aquel término era tan ambiguo... querer y amar no eran sinónimos. Amar solía implicar un sentimiento sexual y romántico. Y sus sentimientos por Emily superaban ampliamente el rango de una simple amistad. Cuando empezó a dirigirle miradas furtivas a su cuerpo desnudo cuando se bañaban juntas, cuando empezó a fantasear de mil formas con ella, cuando se dio cuenta de todo eso...

    Mimi empezó a pensar que tal vez sí sentía algo más por su amiga que cariño fraternal.

    Siendo sincera, Emily era muy especial para ella. Una persona en la que podía confíar. Probablemente la única persona en la que podía confíar de verdad. Emily era amable, alegre, atenta, servicial y poco dada a buscarse problemas. Y Mimi, acostumbrada como había estado a sus lujos nunca había conocido lo que era una amistad de verdad. Emily era todo lo que eso implicaba y más.

    El problema era que ahora, con el corazón agitado y aquella sensación electrizante entre sus piernas la idea de verla solo como una amistad no se sustentaba por sí misma. Las escenas de aquella película no dejaban de repetirse una y otra vez en su cerebro. Se parecían tanto a aquellas chicas. Eran tan similares en apariencia...

    Tanto.

    De verdad que su suerte era nefasta.

    Miró a Emily de reojo otra vez. Le daba la espalda con las sábanas a la altura de los hombros. A juzgar por su pausada y calmada respiración dormía profundamente. O eso era lo que parecía. ¿Cómo podía haberse dormido? Mimi sintió su corazón golpear con fuerza contra sus costillas.

    ¿Realmente... iba a hacer algo como eso? No era algo que hubiera experimentado muchas veces pues Mimi lo consideraba algo sucio y vergonzoso en su extraño modo de señorita decorosa de ver el mundo. Pero en ese momento, compartiendo cama junto a Emily se sentía excitada. Como pocas veces se había sentido. Su corazón latía con tanta fuerza que casi podía sentir que escaparía de su pecho. Su respiración era pesada y sentía, además, esa creciente humedad entre sus piernas.

    Y entonces, en el abrumador silencio de la habitación, de la calmada noche lluviosa, mientras luchaba contra sus impulsos más bajos... escuchó algo.

    En un primer momento Mimi no sabría describirlo con exactitud. Parecía un quejido, pero no sonaba exactamente como tal. Era dulce y empalagoso como la miel. Su cuerpo se tensó por inercia, rígido, cuando se dio cuenta de lo que era exactamente.

    Cuando lo entendió todo con mayor claridad.

    "¿¡Ah!?"

    Lo había escuchado hacía nada en esa basura cinematográfica.

    Un gemido.

    Emily acababa de gemir. No, en el silencio de la habitación... Mimi se dio cuenta de que de hecho estaba gimiendo. Sonaban ahogados pero constantes. Como si temiese ser escuchaba. La sábana se movía cada tanto a la altura de su vientre bajo.

    Mimi se cubrió repentinamente la boca con la mano acallando la exclamación de sorpresa que quiso proferir.

    "¿No me digas que Emily está...?"

    Emily, esa Emily, estaba gimiendo a su lado. Aquellos gemidos dulces, ahogados, que destilaban puro erotismo le pertenecían a ella. Se dio cuenta entonces de cuan errada estaba. Emily sí estaba excitada.

    Se mordió el labio inferior con fuerza. Y luchó por no moverse, quedarse estática, apenas respirar— aunque su respiración era rápida y superficial— y fingir que dormía para que no descubriese que la estaba escuchando en un momento tan íntimo como ese.

    "Pervertida... ¡¿Qué diablos estás haciendo?!"

    Sus mejillas estaban tan rojas que un Octillery sentiría envidia. Podía sentir ese mismo ardor en la punta de sus orejas. En todo su cuerpo. Especialmente en sus senos y entre sus muslos.

    No tenía ni idea de como iba a reaccionar Hodges si descubría que la estaba oyendo. Si se daba cuenta de que estaba siendo testigo auditiva de aquel momento de autosatifacción. Pero se rehúsaba a saberlo. A creerlo. A pensar que Emily estaba auto-complaciéndose a sí misma. A pesar siquiera que Emily pudiera estar masturbándose a su lado.

    Sus gemidos se volvieron más fuertes y el movimiento de sus manos bajo las sábanas tan rápido que se tornó evidente. Mimi hundió su acalorado rostro en la almohada. La situación resultaba sofocante. A pesar del frío exterior y la lluvia, la temperatura dentro del cuarto parecía haber aumentado cien grados.

    ¿Acaso habían entrado en el Volcán Barniz por error?

    Cerró los ojos con fuerza, apretando la mano contra sus labios para mantener su boca cerrada. Hizo lo mismo con sus piernas. No sabía que iba a matarla antes: si la vergüenza o la más que palpable excitación.

    Quizás un poco de ambas.

    No podía creer que aquellos gemidos, los gemidos de su mejor amiga estuvieran aumentando su libido. Escuchar a Emily gemir la estaba excitando aún más.

    Aquello no estaba bien en muchos sentidos. Debería simplemente decirle que estaba despierta, avisarle que podía oírla, que era perfectamente consciente de lo que hacía. Pero no lo hizo. La situación se le fue completamente de las manos. Pensar que Emily hacía lo que hacía a su lado hizo que algo se desconectase dentro de su cerebro.

    Y ya no pudo más.

    "Maldita sea Em... quiero que sepas que esto es tu culpa"

    Terminó arrastrando los dedos de su mano derecha bajo la tela rosada de los shorts de su pijama. No se atrevió a llevarlos más allá, pero solo rozar la tela húmeda de sus bragas le produjo un escalofrío de placer que recorrió toda su columna. Su otra mano la mantuvo sobre sus labios, presionando, casi mordiendo su palma para evitar gemir. Pero fue inútil... y Mimi supo que estaba en problemas cuando Emily se detuvo de súbito y sus gemidos cesaron de igual forma.

    Se produjo un tenso silencio.

    —¿M-Mimi?—preguntó. Su respiración era pesada y jadeante— ¿Estás...?

    Mimi no respondió. También detuvo todos sus movimientos... pero su agitada respiración era perfectamente audible en la habitación cerrada.


    La lluvia golpeaba la ventana. Llovía con insistencia.

    >>Sé que estás despierta.

    ¿De qué le serviría mentir? Sí, estaba despierta. Era muy consciente de ello. De todo lo que pasaba a su alrededor. Pero en lugar de montar en cólera o tratar de seguir fingiendo, solo apartó la mirada.

    —¿Qué pasa contigo Emily?—murmuró—. Haciendo esta clase de cosas mientras pensabas que dormía.

    Esta vez fue Emily quien apartó la vista.

    —No podía evitarlo—respondió. Su tono era ligeramente culpable—. Esa película... me excitó demasiado. Pero tú no estás en una situación muy distinta ¿verdad?

    —¿Ah? ¿q-qué dices?—Mimi replicó, titubeante y orgullosa—. Eso es algo que solo hacen los degenerados y los pervertidos.

    Entonces ella debía de serlo también. Porque tampoco había podido contenerse. De nuevo estaba siendo deshonesta e hipócrita. Emily no se lo dijo, sin embargo. De alguna forma sabía que aquello solo empeoraría tan comprometida situación.

    —Oh. ¿Crees que soy una pervertida?

    —¡N-no yo—!

    Giró justo en ese momento y Emily hizo lo mismo poco después. Se miraron frente a frente. Sus ojos estaban vidriosos, aguados por las sensaciones y aunque la respiración de Hodges se había calmado un poco, seguía siendo pesada y temblorosa.

    Sonrió.

    —Tal vez lo sea—murmuró suavemente y acercó una de sus manos a la ardiente mejilla de la Honda. Mimi se encogió ante el contacto—. Porque... solo puedo pensar en cosas pervertidas ahora mismo.

    Acortó la distancia entre ellas hasta que solo centímetros las separaban. El calor que irradiaban sus cuerpos era tan sofocante como la propia situación. ¿Era solo la película? ¿Era el desenlace de su relación? ¿La verdadera razón oculta tras una amistad como la suya?

    Ninguna estaba segura.

    >>Dime Mimi... ¿crees que está mal?—acarició su mejilla, delineando después el contorno de sus labios con su dedo índice. Sus yemas estaban calientes... y Mimi separó sus labios en un gemido mudo—. ¿Crees que que yo sea una pervertida es algo malo?

    Todo eso... ¿estaba pasando solo por una película? ¿Porque estaban excitadas? ¿Era siquiera real? Mimi no lo comprendía del todo. Estaba demasiado acalorada para pensar con claridad. Arceus, le iba a estallar el corazón. Sentir a Emily tan cerca nublaba sus sentidos. Y se sentía avergonzada y nerviosa pero más que eso... era ansiedad. Y el deseo repentino de hundir sus dedos en su suave cabello negro y besarla en los labios.


    A la mierda si estaba mal o no ser una pervertida.

    Se miraron en silencio a los ojos. Tan cerca que ambas podían sentir la respiración de la otra sobre su rostro. Era un punto de no retorno. Ambas lo sabían. Ambas eran conscientes de que algo iba a pasar entre ellas esa noche. Algo que cambiaría inexorablemente toda su relación hasta ese entonces.

    Emily terminó acercándose aún más, tanto, que su cuerpo acabó sobre el de Mimi. La ansiedad que sentía era tal que cuando su entrepierna encontró apoyo sobre la delgada cadera de la Honda su cuerpo solo deseó frotarse contra sí. Pero logró contenerse a duras penas. Su sesión de auto-satisfacción no la había dejado satisfecha.

    —¿Está mal que quiera hacer estas cosas?

    Mimi sintió un nuevo escalofrío recorriendo su columna. Una sensación electrizante y ardiente. Ni en sus fantasías más salvajes había imaginado que algo así ocurriría. Tener a Emily—a esa dulce, amable y tranquila Emily—sentada sobre sus caderas, mirándola como si fuese el postre más caro y delicioso de la vitrina de una repostería.

    Se la comía con los ojos. Una mirada voraz, capaz de quemar con la intensidad de una llamarada. Ni Moltres sería tan ardiente.

    Sus palabras estaban atoradas y hechas un nudo en su garganta. Se sentía incapaz de pronunciar la más mínima sílaba. Solo alcanzó a raspar con sus dientes su labio inferior.

    Emily se inclinó. Su largo cabello negro le coquilleó el cuello.

    "¿Está mal que...?"

    —¿Puedo besarte?—preguntó finalmente. Sus manos seguía sobre sus mejillas, sus labios separados por milímetros.

    —¿Por qué me preguntas?—murmuró ella en respuesta. Finalmente logró encontrar las palabras— ¿De verdad crees que te diría que no? Debería estar loca.

    Y ese fue el principio del fin.

    Emily la besó. No pudo soportarlo más tiempo. Sus labios rozaron los suyos con suavidad, presionando ligeramente contra ellos en un inicio. Estaban húmedos y aquella sensación arrancó un leve gemido de los labios de Mimi.

    Así... ¿se sentía besar a alguien? Era una sensación cálida. Los labios de Emily eran demasiado suaves. No estaba segura si se sentía bien de por sí... o si lo que realmente le gustaba era el hecho de que fuese Emily quien la besaba. Según lo poco que había visto en aquella película los besos podían ser muy eróticos.

    Y no dudaba que lo eran.

    Sus labios chasqueaban, lentos. Pero cuando quisieron percatarse ya no eran solo sus labios. Sus lenguas se acariciaban y se rozaban, buscándose la una a la otra dentro su boca. Aquella sensación nublaba la mente de ambas. Mimi, que nunca había dado un beso antes ni siquiera podía creer que algo tan pervertido en apariencia la hiciera sentir tan bien.

    Aquella sensación caliente, resbaladiza y húmeda entumecía sus sentidos. Aunque sus movimientos no dejaban de ser inexpertos y torpes porque después de todo aquella era la primera vez que besaba a alguien— aún más, era la primera vez que besaba a alguien de forma tan pasional— para ambas era una sensación igualmente excitante.

    Emily conocía la sensación, por supuesto... pero besar a Mimi de alguna forma se sentía completamente distinto. Quizás porque sus labios eran suaves y húmedos... o por los ligeros gemidos que dejaba escapar entre sus besos casi de forma inconsciente. Quizás por el hecho de que ambas eran chicas o porque eran amigas.

    En cualquier caso resultaba delirante.

    Dejó a sus manos aferrarse a su espalda, a sus costados, permitiendo que sus dedos y sus uñas rasguñaran y elevaran la camiseta de su pijama mientras Emily sostenía sus mejillas entre sus palmas. Deseaba sentirla piel contra piel, el calor abrasador que experimentaban... derretirse la una contra la otra hasta que todo lo demás careciese de importancia.


    Emily se apartó cuando los pulmones empezaban a arderle. Necesitaba oxígeno, un poco de aire fresco en mitad de ese mar en llamas. Cruzando las manos a la altura de su vientre se deshizo de su pijama con rapidez arrojando el fino top celeste al suelo sin contemplaciones. Su curlvilínea figura, su cuerpo esbelto, sus grandes senos cubiertos por un sostén de encaje negro de media copa hicieron que la garganta se Mimi se secase.

    Emily era hermosa.

    No se lo había dicho nunca—como tantas otras cosas— pero siempre lo había pensado. Era preciosa a sus ojos. Tanto por dentro como por fuera, de la cabeza a los pies. Sin embargo, aún con su sujetador, Mimi no pudo evitar sentirse consciente de sí misma. El volumen de su pecho no podía compararse. Siempre había sido uno de sus mayores complejos.

    Otra de las razones por las que se avergonzaba cuando se bañaban juntas.

    —Estás ardiendo— murmuró Emily, abrazándola una vez se deshizo de la camiseta rosa de Mimi. Pudo sentir su piel erizarse en consecuencia.

    Cuando sus vientres desnudos entraron en contacto Mimi enrojeció aún más. Su ceño se frunció ligeramente.

    —Mira quién habla—masculló orgullosa— ¿Acaso tú no estás igual?

    Emily le sonrió. Dejó escapar una pequeña risita.

    —Touché~

    Volvió a besarla. Era como si simplemente no pudiese abandonar su boca ni sus labios. Para Mimi, la suavidad y humedad de estos, la calidez de esa boca prohibida que tanto había ansiado la hizo sentir eufórica.

    Un intenso sentimiento de ansiedad la embargó, el deseo que le quemaba la piel desde hacía minutos se adueñó de su ser y dejó de pensar de forma racional.

    Terminó hundiendo los dedos en el negro cabello de Emily, acariciándolo y tirando ligeramente de él, buscando desesperadamente sentirla más cerca. Gimió de forma ahogada cuando sintió el muslo de Emily encontrar un lugar entre sus piernas.

    Sinceramente no importaba nada más. El hecho de que ambas fuesen chicas y mejores amigas. El hecho de que acababan de ver una película pornográfica. El hecho de que ella era joven e inexperta, pero estaba excitada y tan desesperada por sentir más... todo aquello simplemente desapareció.

    Lo único que era real era ese momento. El cuerpo caliente de la otra, los labios suaves, las figuras sinuosas y la forma en la que la temperatura subía y subía sin que nadie tuviera intenciones de detenerla. Emily le besó el cuello, recorriéndolo con besos húmedos que solo la hicieron suspirar con fuerza.

    Sus manos recorrieron sus costados, sonriendo levemente al sentir como la ardiente piel de Mimi se erizaba ante el contacto. La única prenda que cubría su mitad superior era un sujetador push up de seda blanca. De algún modo, el tono nacarado de la tela contrastaba con la piel enrojecida de la joven. Era inútil disimular su excitación... sus erectos pezones se marcaban contra la prenda. Estaban tan duros como los suyos. Era una imagen que destilaba tanta inocencia como erotismo.

    Cuando Emily apoyó sus manos sobre sus senos y rozó sus pezones con sus palmas, todo el cuerpo de Mimi se estremeció como recorrido por una corriente eléctrica.

    Gimió sin poder evitarlo, excitada, aunque rápidamente se cubrió los labios con la mano. La sensación electrizante que la recorrió no le era desconocida. Pero esta vez era diferente.

    No era ella quien se estaba tocando. Era Emily. Esa Emily. Sonaba extraño si lo pensaba... que la Emily que tan bien creía conocer estuviese haciendo algo como eso. Que esa chica tan tierna e inocente estuviese actuando de esa forma. Pero bastaba para que su cuerpo se sintiese aún más sensible. Nunca se le hubiera ocurrido que Emily pudiese siquiera tomar la iniciativa en algo así.

    Emily la estaba dominando por completo. ¿Quién diablos iba a pensarlo?

    En cierta forma le resultaba vergonzoso. Pero cuando más la tocaba, acariciando y pellizcando suavemente sus pezones por encima de la tela, más sentía crecer su ansiedad. Su boca caliente en su cuello, dejando tanto leves besos como marcas que serían perfectamente visibles al día siguiente. Las descargas de placer acaban directamente en el centro de su cuerpo y la impulsaban a pedir más de ellas.

    A pedir más de ella.

    No tardó en sentir la pérdida de contacto, sin embargo. A sentir el aire frío de la noche acariciarle la piel. Cuando abrió los ojos se dio cuenta de que su sostén había desaparecido... y entonces, para sorpresa de Emily, se cubrió protectoramente los pechos desnudos con sus brazos.

    —¡No!—exclamó.

    Fue tan repentino que Emily la miró con cierta preocupación. ¿Acaso... se había arrepentido y no quería seguir? ¿Había hecho algo mal?

    —¿Mimi?

    Sus mejillas parecían dos manzanas maduras. Desvió la mirada, avergonzada y pudorosa. Aunque había cierto brillo de frustración en sus ojos azules.


    —No quiero que los veas—musitó tras unos cortos segundos—. Vas a pensar que son pequeños.

    Oh, ese ridículo complejo otra vez. Emily la miró con confusión en el fondo de sus pupilas. No era la primera vez que se habían visto desnudas. Se habían bañado juntas muchas veces.


    —¿Eh? Claro que no voy a pensar eso.

    Mimi la miró de soslayo pero enseguida apartó la vista nuevamente.

    —Mentirosa. Eso dices ahora. Con el sujetador parecen más grandes pero ahora que no lo tengo... verás como son en realidad.

    Emily no lo entendía. Comprendía su frustración, mas Mimi... ni siquiera estaba plana. Tenía unos senos pequeños pero femeninos. Unos que cabían de forma perfecta entre sus manos. Redondeados y firmes.

    —Mimi... ¿de verdad crees que eso me importa?

    Tratando de aportarle algo de confianza, la besó en los labios esta vez. Emily tomó sus muñecas y gentilmente las obligó a apartarlas, dejándolas reposar sobre la cama. Honda quiso replicar pero ninguna palabra logró escapar de sus labios.

    No opuso resistencia alguna tampoco.

    Solo se quedó quieta, avergonzada, mordiéndose el labio inferior. Sintiéndose completamente expuesta y vulnerable. Sí, la gran y orgullosa Mimi Honda se sentía tan poca cosa en comparación...

    Cuando sus senos quedaron descubiertos, Emily se detuvo a observarlos con atención. No comprendía cual era exactamente el problema. A ella le encantaba sus pechos tal y como eran.

    Su piel eran tan blanca, lechosa y en apariencia tan suave y tersa. Y sus pezones rosados y erectos le resultaban provocativos.

    —Mimi.

    —No quiero saberlo.

    Le resultaba tierno. Nadie pensaría que alguien tan orgullosa como Mimi pudiese tener un complejo en relación al tamaño de su busto. Le gustaba verla así. Tan vulnerable. Ese lado tan tierno y tan humano que tan poco solía mostrar.

    Y le gustaba ser ella quien lo viese.

    Cuando dejaba su orgullo de lado y se desnudaba en cuerpo y alma le daban ganas de protegerla tanto como ella lo había hecho. De abrazarla con fuerza y no volver a soltarla jamás.

    —Pero si son hermosos—dijo finalmente.

    —¿Ah?—Mimi volteó su rostro y la miró a los ojos, estupefacta— ¡C-claro que no lo son! ¡No tienen nada que ver con los tuyos!

    —¿Eh?— Emily descendió la mirada hasta sus propios senos aún cubiertos por el sujetador—. Ah, ¿estás celosa de mis pechos~?

    Llevó sus manos bajo estos y los levantó. Mimi volvió a apartar la mirada, tensa.

    —¿P-por qué lo estaría?—farfulló— Solo son dos enormes bultos de grasa. Sería ridículo sentir celos de algo así.

    Emily sonrió. Así que sí estaba celosa. Se llevó las manos a la espalda y con un hábil movimiento de sus manos desabrochó su sujetador. Sus senos botaron levemente al ser liberados de la prenda. Su piel también era blanca y cremosa como la suya. En realidad no había mayor diferencia que su tamaño.

    Y entonces, Emily tomó la mano de Mimi y la llevó hasta su seno derecho. Pudo sentir su pezón presionando su palma. Ella se estremeció ligeramente y gimió.

    —Tú y yo somos iguales—le explicó con suavidad—. Somos sensibles en los mismos sitios. Incluso me atrevería a decir que unos pechos pequeños son mucho más sensibles que unos como los míos. ¿Quieres que te lo demuestre?

    Emily no esperó una confirmación. Antes de que pudiese replicar había vuelto a tocarla. A jugar con sus pezones, a trazar pequeños círculos en torno a sus aureolas y acariciarlos como le pareciese. Pero ahora estaban desnudos y descubiertos y la sensación era mucho más intensa.

    —¡Ah, Emily!

    —¿Ves?— preguntó sobre su oreja. Mimi se estremeció con más fuerza aún. Sus orejas eran demasiado sensibles—. Apenas los he tocado y tus pezones ya están así de duros~

    Mimi hizo un esfuerzo titánico por entreabrir sus ojos en medio del placer. Se sentía muy bien. Demasiado bien... no podía negarlo. Su cuerpo era demasiado honesto.

    —E-Estaban así desde antes...—respondió con dificultad, jadeante— N-no los mires tanto...

    Emily dejó de usar sus manos, sin embargo, no tardando en sentir la necesidad de llevar las cosas más lejos. Lo necesitaba desesperadamente. Su propio cuerpo gritaba por ello. En cierta forma quería demostrarle que no había nada de malo en su cuerpo, que ella no iba a odiarla por algo así. Que la adoraba tal y como era.

    Le mordió el lóbulo de la oreja y prosiguió con su camino de besos. Su mejilla, su mentón, su cuello, su clavícula... Lamía cada tanto, besándola... hasta que terminó con la boca sobre su seno derecho.

    Mimi la miró con cierta aprensión.

    —¿Qué vas a—?

    —Déjame escuchar más de esos sonidos tan lindos—le susurró.

    No tuvo tiempo de responder.

    Pasó su lengua de arriba hacia abajo y succionó con fuerza mientras su mano libre atendía su otro pezón, tratando de imitar con sus dedos las acciones de su boca. La espalda de Mimi terminó arqueándose sobre la cama incapaz de soportar el aluvión de sensaciones. De sus labios emergió un gemido sobresaltado. El murmullo de la lluvia quedaba ya muy lejos. Una repentina corriente eléctrica—de la que el propio Raiden sentiría envidia— sacudía su espina dorsal cada vez que Emily lamía su pezón con insistencia.

    Evidentemente nunca había sentido algo así. Tocarse con sus dedos no podía compararse. Nada podía compararse. Para ambas era una sensación nueva y excitante. Todo era nuevo y excitante en realidad. No era lo mismo disfrutar de la intimidad de tu propio cuerpo en solitario que dejar que otra persona lo hiciese. Tocar a otra persona también era distinto.

    Sumado al nivel de confianza que se tenían, la intimidad era mucho mayor. Confiarle tu cuerpo y tú placer a otra persona, fuese quien fuese, era una acto de profunda conexión. Y todo aquello solo las sumía más y más en aquel calor sofocante.

    Cuando estuvo completamente endurecido y húmedo por su saliva, sus leves mordiscos y sus besos, Emily lo soltó. No la había dejado descansar un segundo, volcando su propio deseo en aquellas caricias. Los gemidos ahogados y los jadeos de Mimi se habían apoderado de la habitación por mucho que ella había tratado de retenerlos. Y sus caderas, sus piernas... todo el tiempo habían sido incapaces de detenerse buscando algo que lograra aliviar aquel fuego interno que la estaba consumiendo.

    Pero ya no podía más. El propio cuerpo de Emily también estaba en llamas.

    —Mimi...—apretó la mano de la Honda contra su pecho—. Tócame también...

    Mimi no iba a negárselo. Aquellos pechos que tanta envidia le causaban. Claro que quería tocarlos. Los sujetó entre sus manos, sintiendo su peso y su volumen sobres sus palmas.

    ¿Para qué iba a mentirse a sí misma? Sentía envidia por supuesto... pero no porque los odiase. De hecho sus sentimientos eran completamente opuestos al odio.

    Emily la miraba con un brillo en los ojos que Mimi no sabría definir con exactitud. Anticipación e impaciencia tal vez. Sus mejillas estaban ligeramente enrojecidas y su pecho subía y bajada profundamente al compás de su agitada respiración.

    "¿Por qué eres tan linda?"

    Cuando Mimi rozó sus pezones con el contorno de sus pulgares su cuerpo sufrió un repentino espasmo, brusco, y ahogó un gemido mordiéndose el labio inferior.

    —¡Ngh!

    Las manos de Mimi eran cálidas y suaves. Y ella estaba demasiado excitada como para que su cuerpo vibrase con cada una de sus caricias. Por leves que estas fuesen. Terminó inclinándose hacia delante, presionándose contra sus palmas desnudas, frotándose contra estas mientras hacía todo lo posible por mantener el volumen de su voz.

    Seguían en el Centro Pokémon. A pesar de la lluvia era muy probable que terminaran escuchándola.

    Mimi terminó llevando sus manos a su espalda, dejando que esta vez fueran sus senos desnudos los que se frotasen entre sí. Aquel toque fue placentero de igual forma para ambas. La intimidad de ese gesto era demasiada. Cada vez que sus pezones entraban en contacto y se rozaban descargas eléctricas parecían recorrer sus cuerpos. Esta vez se vieron forzadas a acallar sus gemidos en la boca de la otra.

    Mimi hundía sus dedos en su espalda, apretaba sus hombros cada tanto, sintiendo como la tensión de su cuerpo solo se hacía más y más fuerte cada vez. Era electrizante, caliente y muy íntimo...

    Pero por muy erótico que fuese no era suficiente. Estaba ardiendo. Su intimidad no dejaba de contraerse cada tanto, exigiendo más. Era sumamente frustrante.

    —Em...—gimió contra sus labios, sintiendo la necesidad de llevar sus propias manos entre sus piernas otra vez. De acabar ella misma con el intenso ardor de su cuerpo.

    Pero Emily no iba a dejarla hacerlo. Atrapó su muñeca antes de que pudiese alcanzar el bajo de su vientre, deteniendo su mano con la suya propia. Mimi la miró a los ojos, interrogante. Un pequeño ''¿Qué estás—?'' fue todo lo que pudo pronunciar, que fue acallado por los húmedos labios de Hodges, su lengua nuevamente. Mimi se removió contra ella, agitada... pero no tardó en volver a reprimir un repentino gemido cuando Emily le quitó los shorts y la tocó entre sus piernas por primera vez esa noche.

    Casi gritó.

    ¿Acaso le había leído la mente? ¿O porque también era una chica sabía perfectamente lo que quería? Mimi comprendió entonces que ella debía sentirse de la misma forma. Pero no tuvo demasiado tiempo para pensar en ello, pues se vio forzada a morderse la palma de su mano cuando Hodges la tocó directamente por debajo de la delgada tela de sus bragas. La misma prenda estaba hecha un completo desastre.

    —Estás empapada aquí abajo~—le susurró sobre su oreja.

    Mimi tembló como una hoja bajo ella, su cuerpo sufriendo pequeños espasmos cada tanto debido al placer. Su rostro estaba rojo como el fuego. Pero ya no sabía si era por la vergüenza, el calor, o el deseo. En cualquier caso, el comentario de Emily la hizo enrojecer aún más.

    —Tonta, no digas eso en voz alta...

    Emily dejó escapar una pequeña risita, divertida.

    —Lo siento—susurró—. Pero es la verdad~

    Devolvió sus dedos a donde estaban antes, esta vez sin ninguna barrera que impidiese el contacto directo. Pudo sentir aquella humedad caliente impregnarse en sus dedos y la suavidad de sus pliegues. Las manos de la Honda se anclaron a la sábana cuando su cuerpo se tensó y gimió con fuerza, abrumada por la sensación tan intensa que la recorrió. Le temblaban las piernas.

    —¿Puedo meter un dedo?—le preguntó finalmente, tanteando la entrada de su vagina con su índice. Mimi agitó las caderas.

    —¿Ah? ¿Por qué me preguntas eso? S-solo haz lo que quieras...

    —Pero no quiero hacer nada que no te guste—respondió mirándola a los ojos. Y aunque toda aquella situación y el hecho de dominarla parecían divertirle, había un sentimiento genuino en sus palabras.

    Mimi sintió su corazón dar un salto. ¿De verdad tenía que pararse a ser amable en un momento como ese?

    —Nada de lo que me hagas podría no gustarme—replicó. La intensidad del rubor de sus mejillas solo se acrecentó cuando la miró a los ojos.— Porque... eres tú después de todo.

    ''Mimi...''


    Entendió el mensaje.

    Su interior era cálido, húmedo y apretado. Lo cierto era que sabía el estado en el que se hallaría... pero nunca antes había reparado en esos pequeños detalles con ella misma. Quizás porque el placer consumía su mente demasiado pronto como para ponerse a pensar en ello. Pero desde el exterior estar tocando una parte tan íntima de otra chica— de Mimiko Honda no menos— la hacía percatarse de lo extraño y al mismo tiempo agradable que le resultaba. Su interior parecía demandar más de aquel único dígito, sus paredes internas casi lo succionaban, exigiéndole más.

    Su cuerpo solo quería más.

    Más de ella.

    Más de todo.

    Era un sentimiento demasiado intenso para describirlo. Incluso ella, pudiendo presumir de un léxico tan rico, no podía encontrar las palabras. Emily la hacía sentir especial. Y no especial como ella siempre había creído sentirse en Sinnoh o especial de un modo material. Realmente especial. Necesaria. ¿Cómo podía decir ella que no podía llenar el vacío que su padre y Alpha le habían dejado?

    —Emily... me gusta...—gimió con los ojos cerrados, mordiéndose los dedos de una mano— tócame más...

    Perder el orgullo era muy fácil cuando tu mente no estaba pensando con claridad.

    Un segundo dedo se deslizó suavemente dentro ejerciendo una mayor presión contra su interior. Era la primera vez que Emily la penetraba con los dedos. No importaba cuantas veces hubiese fantaseado con la idea imaginando que sus propios dedos eran los suyos.

    Ninguna de sus fantasías podía compararse a la realidad.


    Emily curvó sus dedos presionando sobre un punto que prácticamente la hizo saltar sobre la cama. Mimi pronunció su nombre entre gemidos. Una y otra vez, hasta que el sonido de su voz fue ahogado y su nombre pronunciado con tanta rapidez e insistencia se asemejaba más a sonidos guturales que a palabras. El placer se había vuelto insostenible. Su cuerpo estaba tan tenso que podría partirse por la mitad y la presión que ejercían sus paredes contra los dedos de Emily y la humedad creciente le hizo percatarse de que no tardaría en alcanzar el orgasmo.

    —Emily... ¡Voy a—!—gritó— ¡Creo que voy a—!

    Era Emily. La dulce Emily que tanto la apoyaba estaba a punto de hacerla alcanzar el clímax. La idea hizo que su cerebro se sobrecargase. Y entonces... acabó. El placer estalló de una sola vez, tan intenso que hizo vibrar todo su cuerpo como si fuesen las cuerdas de un violín. Su caderas se tensaron y su interior apresó con fuerza los dedos de Emily hasta que se deshizo en pequeñas y repetidas pulsaciones. Jadeaba, exhausta, tratando de normalizar su respiración. Sus piernas, que se habían mantenido flexionadas todo el tiempo se desplomaron sobre la cama, inertes.


    Y Emily volvió a besarla.

    ***

    —No voy a hacerlo con mis dedos. Puedo lastimarte con mis uñas—susurró poco después, lamiendo su índice y su dedo corazón—. Por eso...

    Mimi llevó sus dedos hacia abajo, entre las temblorosas piernas de Emily... y presionó con ellos sobre aquel hinchado y demandante botón. Emily gimió, sobresaltándose. Sus piernas sufrieron un pequeño espasmo y se cerraron en torno a su muñeca. Aún con la dificultad que le suponía, la Honda no detuvo el movimiento de sus dedos.

    Hodges la miró a los ojos, jadeante.

    —Eres... tan linda cuando eres honesta.

    —... Cállate.

    Sujetó su mejilla con su mano libre y la besó profundamente en los labios. Aquello era su culpa. Toda aquella situación era su culpa. Si estaba actuando de esa forma era solo por ellla.

    —La Emily tierna, la Emily pervertida... sabes que lo acepto todo de ti— le dijo a media voz mientras le besaba el cuello. Lo mordía y succionaba, de aquella forma tan posesiva. Ella no iba a ser la única que tuviese que disimular su piel con maquillaje al día siguiente—. Te amo Emily.

    Emily jadeó, temblorosa.

    —Yo... también te amo Mimi...

    Le besó el vientre y siguió bajando más y más.

    Emily se llevó la mano a la boca, sofocada.


    —Parece que vas a derretirte...— comentó recorriendo sus muslos con sus dedos.—Eres demasiado sensible ¿eh? Te has aprovechado demasiado solo porque soy enormemente vergonzosa cuando se trata de ti, pero ya no voy a hacerlo. No quiero huir más. Ya no tengo miedo y sé lo que quiero así que... más vale que te prepares.

    La intensidad de su mirada era tal que Emily se estremeció visiblemente bajo ella.

    —M-Mimi...—susurró.

    —Mírame. Ni se te ocurra apartar tus ojos de mí ¿lo entiendes?

    Le besó los labios, el cuello, el delicado valle que discurría entre sus senos... y fue bajando más y más hacia el sur, con besos suaves y pausados. Emily sintió su ansiedad crecer y como los músculos de su vientre se contrarían cuando los labios de Mimi rozaron su ombligo.

    Sus manos acariciaron sus muslos, sujetando sus piernas, separándolas para dejarle espacio. Y entonces hundió su boca allí. En aquel lugar caliente y húmedo, mojado por la cristalina esencia que no cesaba de manar de su interior. Su cuerpo se contrajo bruscamente abrumado por la sensación áspera y Emily arqueó la espalda sobre las sábanas desechas mientras Mimi enredaba sus brazos en torno a sus tibias piernas, y sus labios lamían y succionaba sin mesura los febriles pétalos de su intimidad. Sus gemidos, pausados y pequeños en un inicio se convirtieron paulatinamente en gritos cuando Mimi encontró el lugar perfecto en el que centrar su atención.

    Todo el Centro Pokémon iba a terminar escuchándolas.

    —M-Mimi...— gimió su nombre temblorosamente, enredando sus dedos en su cabello rubio—Ah... m-más... ¡hazlo más fuerte...!

    Mimi alzó la mirada y la fijó en los ojos morados de Emily aguados y vidriosos por las intensas sensaciones que la recorrían. Ah, le dolía el pecho. Su propio corazón parecía poder estallar.

    "Estoy haciendo algo así con Emily..."

    La miró desde su posición antes de aumentar la intensidad y velocidad de su boca. Su mano derecha, que se hallaba sujetando su muslo, se deslizó suavemente por sus pliegues mojados hasta frotar su clítoris directamente otra vez. Ascendió de nuevo hasta su boca, acallando sus erráticos gemidos con sus labios y su lengua. Compartió con ellla el sabor salado que persistía en ellos.

    La tensión se hacía más y más difícil de soportar cada vez. Deseaba llevar sus dedos más abajo, poder penetrarla con ellos... pero era bien consciente que su nacarada manicura podía terminar lastimándola. De todos modos no era como si Emily lo echase en falta. Cuando sus movimientos se volvieron más firmes, Emily alcanzó el clímax de forma brusca y todo su cuerpo vibró. Intensos espasmos sacudieron sus piernas y su espalda, que se había arqueado, se dejó caer súbitamente sobre la cama.

    Sumida por completo en el momento, satisfecha con aquella erótica visión, Mimi se llevó sus dedos húmedos a los labios y los chupó, degustando la esencia de Emily por segunda vez aquella noche. A la orgullosa Mimi Honda aquello no lo importaba en lo absoluto. Por muy vergonzoso que pudiera parecer... era Emily, y eso le bastaba.

    Cuando finalmente los sacó de su boca, tras eternos segundos, estaban mojados con su saliva.

    —Eres mucho más deliciosa que cualquier té que haya probado jamás.

    Después de aquello... sencillamente perdieron la cuenta de las veces que lo hicieron. Que exploraron y descubrieron sus cuerpos, tan similares y diferentes a la vez. Disfrutaron juntas de una conexión única. Ni siquiera tenían que tratar de imitar las escenas de aquella película. Eran difíciles y poco realistas. Ambas descubrieron que el sexo entre chicas era mucho más que entrelazar las piernas y agitar las caderas esperando el orgasmo. Era una conexión sumamente especial, delicada, que se sustentaba sobre la paciencia, el erotismo y la calma. No había necesidad de ir con prisas. Tenían todo el tiempo del mundo para disfrutarlo.

    ***

    Agotadas, sudorosas, mojadas pero satisfechas ambas se tumbaron en la cama bajo las sábanas hechas un completo revoltijo. La lluvia había cesado hacía minutos. Ahora el silencio de la noche trajo consigo un efecto soporífero.

    Se abrazaron mientras trataban de recuperar el aire perdido. Aún jadeantes y temblorosas. Los espasmos del orgasmo aún la recorrían cuando Mimi apoyó la cabeza sobre el pecho de Emily. Su corazón parecía desear estallar. Tanto el suyo como el de ella.

    ''Em, en realidad yo... no creo que todo esto haya sido por esa película. Quizás ayudó un poco a que sucediese, pero... estoy segura de que no fue solo por eso.''

    Se acurrucó entre sus senos desnudos, sintiendo los cálidos brazos de Emily rodearla en una abrazo que siempre la hacía sentir segura y protegida. Ella le dio un beso en la frente.

    —Te amo—susurró otra vez. Su voz era baja, suave. Cálida como un rayo de sol—. Sé que lo dije antes pero en el calor del momento pueden decirse muchas cosas que realmente no se sienten. Pero yo... de verdad te amo Mimi. Mucho.

    Mimi solo hundió su rostro en su pecho mucho más. La suavidad de su piel seguía maravillándola. Aún estaba caliente. Estar tan cerca de Emily la hacía sentirse completa. Como si ella tuviese todas las piezas que le faltaban.

    >>No sé lo que vaya a pasar ahora—continuó Hodges. Y cerró los ojos, cansada—. O como cambien las cosas a partir de entonces. Pero te quiero y no me importa nada de eso. La verdad es que... llevaba mucho tiempo queriendo hacer algo así contigo. Y no me arrepiento de nada.

    No, no se arrepentía. Para ella Mimi también era una persona muy importante a la que atesoraba con todo su ser. Pero su pequeña fantasía utópica se truncó cuando escuchó unos pequeños sollozos ahogados.

    —Mimi... ¿estás llorando?—abrió repentinamente los ojos, alarmada—. ¿Te encuentras bien? ¿Tú... te arrepientes?

    Mimi sacudió la cabeza.

    —No. Por supuesto que no. Es solo...

    Su voz sonaba quebrada. Pero Mimi solo se inclinó para besarla. Presionó suavemente sus labios contra los suyos de nuevo. Había perdido la cuenta de cuantas veces lo había hecho ya esa noche.

    "Yo también te amo"

    —Eres mala conmigo Emily, siempre lo has sido— susurró contra sus labios cuando se separó— Haciendo cosas como abrazarme de la nada. Pero no puedo decir que sea algo que me moleste.
    >>Porque ahora mismo, solo estar así contigo... — Mimi le sonrió con los ojos lacrimosos— me hace muy feliz.

    El corazón de Emily dio un salto al escucharla. ¿Lloraba de felicidad?

    —Mimi...

    La abrazó con más fuerza aún. Sus cuerpos desnudos se presionaron el uno con el otro con firmeza.

    —¿Pero cómo no quieres que te abrace de la nada cuando dices esas cosas tan lindas?

    —¡Ah! ¡Oye...!—se quejó débilmente, pero estaba sonriendo—. Em...

    Quizás debería darle las gracias a la persona que olvidó aquella película en el Centro. Aunque no supiera ni su nombre. Ni su procedencia. Quizás. El sexo entre chicas no era como lo pintaban en las películas, pero aquella les había dado el empujón que le faltaba para sincerarse de una vez con sus sentimientos.

    Aquella noche volvieron a dormir juntas en la misma cama, como era tan usual… pero de una forma completamente distinta.

    Abrazadas y desnudas. Compartiendo el calor mutuo de sus cuerpos, piel contra piel. El latido de sus corazones. Sintiéndose realmente completas por primera vez en mucho tiempo.
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 5
    • Fangirl Fangirl x 1
    • Impaktado Impaktado x 1
Cargando...

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso