MoonLight

Tema en 'Fairy Tail' iniciado por Fénix Kazeblade, 5 Marzo 2016.

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    Fénix Kazeblade

    Fénix Kazeblade Creador de mundos Comentarista destacado

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    Aventura
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    2
     
    Palabras:
    2163
    Esto podría se un spin-off y al mismo tiempo una historia que cobrará sentido luego.

    Capitulo 1: El Uriem


    Ignim Wishter se giró instintivamente al sentir sobre su piel húmeda por el sudor, a su muy desarrollado olfato vino el olor a sal y a humedad proveniente del puerto, escuchó demasiado próximo a él aquel sonido metálico de la daga empuñada por su enemigo en su mano peluda y maloliente. Esquivó el envite sin apenas esfuerzo. Estaba acostumbrado al combate cuerpo a cuerpo. Giró con agilidad mientras este estaba por irse de bruces por haber embestido al viento. Llevaban horas inmersos en una lucha sin tregua. La criatura que le bloqueaba el paso la sonrió maléficamente mostrando aún más sus muy desarrollados incisivos amarillos en esa repulsiva cara de rata.

    Eran criaturas sin alma. Difíciles de aplacar, pero no se rendiría. Tomó con su mano derecha la cabellera encrespada de ese ser inmundo y con una espada empuñada en la otra la clavó en su abdomen presionando sus labios, hacer esto no le parecía lo mejor a él, antes de tener que arrebatar la vida de cualquiera esperaba a agotar todos los recursos y en este caso ya lo había hecho, retiró espada del cuerpo inerte de la criatura, se retrocedió al instante antes de aspirar ese olor nocivo y toxico que emanaba de su interior, esas criaturas, esos hombres rata producían una especie de ácido en lugar de sangre en su cuerpo, por suerte su espada era forjada con magia, pues hasta el más duro acero terminaba cediendo a ese veneno. No pudo permitirse ni un leve descanso. De repente se vio rodeado por varios de ellos. Estas alimañas habían invadido Seibilan, la ciudad portuaria que habitaba él desde hace años, hace unos días y él no podía permitirlo.

    — Esto es la última oportunidad, ¡váyanse!— diciendo esto clavó los ojos en el parecía su líder, un criatura el doble de estatura de los otros y con matas un pelo grisáceo en todo el cuerpo, portando una vieja y oxidada armadura.

    Las criaturas rieron guturalmente mientras su líder desenvainó de su espalda y girando una enorme bola de picos en la otra mano comenzó a correr hacía él. El hechicero pensó en haber medido un tanto sus palabras pero era tarde.

    Solía ser un individuo muy estratégico y observó a su alrededor la mejor forma de salir de esta, seis a la derecha, cinco a la izquierda, además del enorme mastodonte que estaba frente a él. Si tan solo tuviera su báculo en este momento, pensó. Pero, para él este sería un tranquilo día de pesca luego de viajar por varios días entre las montañas. Pero al volver se había encontrado con varios aldeanos en su puerta que le exigían que les ayudara con la invasión de estas criaturas, su báculo yacía en casa y un niño que comenzó a seguirlo a todos lados cada vez que podía y presumía ser su aprendiz había sido enviado a su esta por él al inicio de la riña.


    — Mauricio, ese muchacho ¿Dónde diablos estará? — gruñó el hechicero, mientras se ponía en posición de combate enterrando sus pies un poco en la tierra para darse equilibrio.

    La primera embestida no se hizo esperar, dos de las ratas saltaron sobre él chirriando mientras buscaban encajarle unas estrechas cuchillas que se cubaban en sus antebrazos. De un saltó se libró de una y logró impactarla con su espada en el cuello, a la otra le propinó una patada que la aturdió por segundos y aprovechó a atravesarla con su espada.

    — ¡Matadlo!— ordenó la rata gigante totalmente furiosa.

    Uno de los hombres rata lo tomó del pie, esto lo hizo vacilar un poco y aunque logró zafarse, otras dos lo invistieron hasta hacerlo atravesar la pared de madera de una casa. Tuvieron que pasar varios segundos que volverá en sí, al hacerlo observó como ya las criaturas asediaban a dos jovencitas de unos once años mientras que su padre y madre eran amenazados por él cuello para que no hicieran nada, entendió al instante que ellos se ocultaban allí y su inesperada e involuntaria intromisión los había puesto en peligro.

    —Por favor, no nos hagan daño— suplicaba una de las pequeñas temerosa mientras una de las ratas de tomaba el cabello.

    Ignim sabía lo ruines que eran esas criaturas y pocos sabrían que tantas cosas no se pondrían a hacer con las pequeñas, se levantó aún algo aturdido y los amenazó son la espada.

    —Suéltenlas ahora mismo…— dijo en forma de murmullo.

    Le molestaba demasiado que alguien se metiese con una mujer y más con tan jóvenes y puras. Las alimañas hicieron caso omiso y comenzaron a jalonearlas fuera de la casa. En este momento los ojos de Ignim se tornaron en un rojo tangerina, estaba furioso y en su raza, los Uriem su clan, esta era la forma de expresarlo, rechinó los dientes y en ese momento una extraña energía emanó de él, las dos criaturas se detuvieron en ese momento, él fue hacia ellos, en este momento era un poco más rápido y ágil que hace unos minutos, era el efecto de la magia que ya corría dentro de él, arremetió contra uno de ellos rasgando su mano y provocando que se separara de la niña dio una pirueta en él piso y con solo hacer su mano hacía el frente logró estrellarlos contra el piso como si algo los hundiera en el a las dos ratas que mantenían cautivas a los padres, la última en el lugar terminó muerta con la espada clavada en la espalda lanzada por el hechicero desde lejos, las niñas corrieron a los brazos de sus padres en cuanto se vieron libres.

    — ¡Huyan!, hay más de esas cosas haya afuera, ¡vamos, salgan rápido por atrás! prometo vencerlos.— señaló Ignim sonriendo, eso era típico de él sonreír en las situaciones adversas.

    El hombre, el padre sonrió y tomó a su familia atendiendo a esto.

    — Gracias y mucha suerte— concluyó.

    Ignim dio un suspiró y se dispuso a enfrentar a las criaturas restantes, sabía que el rey rata estaría molesto luego que ver que cuatro de sus súbditos no salían, tomó la espada y se dispuso para lo peor.

    — ¡Ignim-sama!— pronunció la voz de un niño afuera.

    El Uriem se alegró al escuchar esa voz, pero al mismo tiempo quiso golpearse la cabeza a causa de la impertinencia del niño. Se asomó y hay estaba tranquilo y saltarín como quien gana un juego de pelota, mostrando su báculo en las manos.

    — ¡Lo encontré!, ¡Lo encontré!— gritaba dando saltitos.

    — ¡Mauricio, chiquillo tonto! , no vez que llamas la atención de todos así— le reprendió el mago.

    Era tarde, las seis ratas restantes ya iban tras él, fue hasta entonces que él niño de piel morena se percató de su error.

    — Lo siento— dijo haciendo un puchero.

    Ignim Wishter corrió con todas sus fuerza hacía él, con algo de impulso logró embestirlos abriéndose paso entre ellos y tomó al niño en sus brazos antes de que la pesada bola de picos terminara aplastándolo.

    — ¿Estas bien?—preguntó preocupado Wishter.

    — Lo estoy, yo solo quería ayudar…—dijo el niño a punto de llorar.

    — Lo sé, pero anda no es lugar para ti— el niño vio— al menos hasta que mejores, yo me encargaré de eso—diciendo esto tomó el báculo en sus manos.

    Se ve una vara blanca forjada de un material similar al mármol, al pórtala en sus dedos forjó un cayado con un zafiro en la punta y dibujó unos tatuajes celestes en su brazos. Las criaturas iban tras él, pero éste esbozaba una sonrisa.


    — Tigris fulgur— pronunció decididamente el mago forjando un circulo místico frente a él.

    Una criatura hibrida entre un tigre y un humano, surgió entre relámpagos y expulsó a cuatro de las ratas, dos de ellas terminaron esquivando el ataque y el rey rata saltó sobre él.

    — ¡Muere maldito hechicero!—dijo la criatura mientras buscaba impactarle con su arma. Ignim no alcanzaría forjar otro hechizo a tiempo, estaba perdido.

    — ¡Una vez que me haga tu magia lo dominaré todo!…—la rata sonrió de manera sardónica.

    El hechicero se sorprendió al escuchar esto, que la magia no era transferible no podías adquirirla solo despojándosela a otro, la magia era un arte que se aprendía o se contaba que algunos nacían, lo segundo para esa criatura era imposible, y lo segundo le parecía imposible para el diminuto cerebro de una rata no entendería hasta que viera que aún muerto él, no ocurría nada, para su desgracia esa limitada capacidad cerebral que también poseía no le permitiría darle a entender eso.

    De pronto algo ocurrió, no algo precisamente bueno, una flecha pasó demasiado próxima a su mano y se impactó en el suelo, surgió otra un poco más certera y aunque le recortó un poco el pelo se le encajó en la mano a la enorme rata , no era precisamente una munición común ya que resplandecía en un rojo pasión, el impacto provocaba que soltara su arma.

    — ¡Aaaarg! —gritó la rata mientras chillaba.

    Esto le dio tiempo al hechicero de levantarse de nuevo, tomó en báculo en sus manos, la lluvia de flechas continuaba, aunque el arquero no era tan certero pues varias estuvieron a punto de impactarle, estas acabaron con los secuaces y él quedó solo, Ignim abrió los labios para pronunciar otro hechizo.

    — ¡Ictum Titan!— dijo y una fuerza aplaste de gravedad arremetió contra la criatura venciéndola.

    La pelea había terminado. Las sombras de la luna emergían en el cielo y los rojos y naranjas aparecían en la bóveda celeste, el hechicero dio suspiro de alivio y satisfacción y sonrió, observó de dónde venían las flechas, una chica descendió de aquel edificio y se aproximó a él. Tenía unos 18 años, era de una estatura promedio, delgada aunque su complexión ya era la de una mujer pues figura ya era bien marcada, acentuada por unas caderas un tanto pronunciadas, tenía piel clara, su cabello blanco ligeramente ondulado bailaba ante el viento marino, era bonita, bastante, unos ojos grandes de un azul intenso, tenía una boca pequeña pero con labios bien definido. Vestía con un shot y una playera sin mangas, ropa que era claramente para hacer más practico el viaje.


    — Emm hola— dijo la chica sonriendo un poco — alcance a salvarte.

    A Ignim le pareció que esa voz un tanto melodiosa y suave le iba perfecto, más lo que decía le hizo arquear su ceja.

    — ¿Me salvaste?— rio irónico.

    —Pues, pues si ¿no?— dijo segura—esto y yo, se la forma perfecta de pagarlo.

    Diciendo esto se aproximó un poco a él y esto lo puso nervioso.

    — E-espera, primero tu no me salvaste, varias de tus flechas estuvieron a punto de impactarme, ¡una casi me da en la cabeza!— le dijo poniendo sus manos en actitud defensiva.

    La chica torció los labios.

    — En verdad lo siento— presionó los puños—pero ninguna de ellas lo hizo ¿verdad?— cuestionó cabizbaja.

    — Pues no pero...bueno está bien…

    La chica sonrió encantadora y se acercó de nuevo a él.

    —Espera, ¿Qué haces?—dijo un tanto nervioso el mago.

    —Pues te contaría algo pero es que es un secreto— dijo la chica, Ignim la observó nervioso y ella se acercó a su oído.— voy a Fiore, a Fairy Tail—dijo a modo de susurro como si fuera un secreto.

    A su mente del mago vinieron varias cuestiones, ella no parecía precisamente una aventurera, se preguntó qué razón la llevaría a ella al gremio pues ya entonces alcanzaba grandes estratos de fama, incluso él había pensado alguna vez en unirse pero en ese momento había un muchachito y un pueblo que lo necesitaban.

    —¿De verdad? Es que…bueno…— preguntó Ignim cuidando sus palabras.

    — Sé que no soy tan buena con las flechas, eso es porque no ¡no forman parte de mi magia!, además también voy allí para aprender—respondió a la defensiva.

    El mago sonrió, había algo en su carácter que le encantaba.

    — ¿Por cierto que pensaste que haría al acercarme a ti?— preguntó la chica con una sonrisa gentil levantando una de sus cejas.

    —Pues…emm…

    La chica entendió por qué el nerviosismo del mago y se sonrojo todavía más.

    — Soy Mary Scarlett— dijo apresuradamente como intentando disipar el tema.

    — Yo soy Ignim Wishter— rio con nerviosismo.


    — Tal vez, alguna podamos vernos de nuevo— declaró ella tocando su cabello mientras se giraba para avanzar. — debo seguir…— agrego con un guiño.

    El pequeño Mauricio se acercaba por el otro lado se aproximó a su mentor, miró a la chica que se alejaba por el sendero y luego a su mentor.

    — Quien lo diría, un dragón no te causa ningún conflicto, pero mira cómo te ha dejado esa chica.

    El joven mago rio y acaricio la cabeza del pequeño mirándolo.

    — No te pases pequeño, ¿te apetece algo de comer?.

    — Si, mucho, ¿pero seguro que tú no has comido? — preguntó insinuante.

    —¡Ven aquí! ¡Te haré por los aires bribón! — exclamó siguiéndolo entre risas.
     
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    Kikuz-sama

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    Hola :D

    El inicio de la historia me gustó. Es un capítulo cargado de acción y emoción, mira que cuando vi que casi matan al protagonista me da algo porque observé que es un long-fic; pero después fue salvado por la chica (un cambio agradable ya que generalmente la situación es contraria xD). Y ese nerviosismo fue tan tierno, tan humano. Esa es una buena herramienta para hacer que lector experimente empatía por el personaje, le permite sentir la historia. Perdona si no soy capaz de dar una crítica en base al carácter de los personajes pero el anime no me es del todo familiar...

    En cuestiones un poco más técnicas tengo un par de sugerencias :D Mientras leía, noté que mientras vas relatando la situación te comes algunas palabras y eso nos deja a los lectores un poco confusos (te marcaría cada uno pero están por todo el texto y tendría que citarlo casi por completo). En este sentido yo te sugeriría que después de escribir el capítulo te dieras el tiempo de leerlo en voz alta, de esa manera te percatarías de las palabras que faltan. También vi que repites mucho la palabra "pero" y en si esto no es malo, el error se presenta cuando los peros se ven separados tan sólo por dos o tres palabras. Hay que tener cuidado con eso. En el sentido ortográfico noté que le pusiste tildes a algunas palabras que no llevan, por ejemplo: él niño (y otros que ahora no puedo precisar). Cuando él se acentúa es por que se refiere al pronombre, en el caso que te enuncie "el" esta actuando como artículo por lo tanto no va acentuado. Hiciste lo mismo con el "Tú" y esto sigue la regla enunciada. Otro consejo, no uses tantas comas pues haces que el texto no sea tan fluido. También hay ocasiones en las que usas la coma en lugar del punto.

    Por lo demás, me parece una historia buena :D sigue trabajando y esperaré la continuación.
    Un saludo :D
     
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    Fénix Kazeblade

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    Pues me estaba planeando todo un arco argumental para esta historia, leí Fairy Tail zero mientras curioseaba y pues de allí salió. Kikuz puedes igual seguir leyendo aunque no conozcas, mis historias son autoconclusivas, todas y cada una, si no conoces nada pero nada del anime o lo que sea, igual le entiendes.


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    Capítulo 2: Marionetista




    Suave brisa marina acariciaba sus pies del descalzos, sollozos en la arena de un muchacho perdido, abandonado a su suerte sin poder hacer nada más, tenía miedo y hambre, miedo que los que atacaron su embarcación volvieran, hambre por que hace días se encuentra allí, malherido, a su suerte en la oscuridad.

    La pesadez estaba por derrotarlo cuando un pequeño destello le iluminó el rostro, era un pequeño cachorro de gato, este giraba la cabeza y se tiraba al piso juguetón con tanta vivacidad que contagiaba su energía, le lamió el rostro aunque éste no creyó sentirlo. El niño alzaba su mano buscando acariciarlo pero lo traspasaba, extrañado se buscaba reincorporarse.Unas manos pequeñas lo envolvían de pronto, una chica hermosa de cabello largo y ondulado color dorado lo sostenía en sus brazos y le sonreía amigablemente cargándolo.

    — Me llamo Mavis Vermillion, tranquilo, yo voy a cuidarte. — le indicó y él cayó dormido.

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    La luz del día cegaba a Ignim entre los ojos, le llevaba un momento observar que ya no estaba en la playa y que había pasado bastante tiempo desde aquel encuentro, esbozó un gesto tranquilo como quien recuerda a un gran amigo, suspiró y se levantó poniendo sus pies a un lado de la cama, suspiró y se dispuso a vestirse.

    Sus oficios en el puerto comenzaban temprano, aquella pequeña isla al norte de Fiore podía pasar casi desapercibida para el mundo, pero dentro había mucho movimiento.

    Años atrás, cuando llegó a aquel sitio era gobernado por piratas, la gente vivía aterrorizaba en sus casas y de todo lo que se hacía se daba como tributo al capitán de los corsarios. Aunque ya era un mago mas o menos experimentado jamás había enfrentado una situación en la que hubiera rehenes como tal, no sabía que intenciones podían llevar con ellos. Ahí fue cuando conoció a Mauricio, el chiquillo que se había proclamado su aprendiz, para entonces era un ladronzuelo que vivía en las calles desde que recordaba.

    Al ver esa ropa desaliñada y esos ojos suplicantes no pudo más que recordarse a sí mismo hace años y quien lo había acogido.

    — Ignim-sama, buenos días, tenemos tostadas para desayunar y si le apetece unas malteadas. — declaró el chico con la ropa batida y una expresión de felicidad en el rostro.

    El mago estuvo a punto de reprenderlo, pues si esto era su ropa, la cocina estaría aun peor, mas le acaricio su cabeza despeinándolo comprendiendo que lo había hecho con las mejores intenciones, afirmó con la cabeza y lo siguió.

    Ya en la cocina, encontró algunos carboncitos cuadrados que supuso era el pan untados con un sabor que estaba seguro era salsa de tomate, con ciertas lágrimas en los ojos por forzar el pasarlos por su garganta fingió relamerse con gusto y el niño se emocionó aún más. La malteada no estaba del todo mal, curiosamente esta vez sí tenía azúcar y no pimienta.

    — El tendero vino más temprano para pedir si le ayudaba con su carreta en el inicio del bosque— dijo Mauricio olisqueando los panes carbonizados en su plato.

    — Voy a ir enseguida, tal vez más tarde vayamos a pescar ¿te gustaría? — preguntó Ignim mientras se levantaba para salir.

    — Sería genial, me gustaría ver si en el lago aparecen algunas tortugas— respondió el chico poniéndose de pie y acercándose a la puerta.

    — Será hasta dentro de unas horas Mauricio, ¿a dónde vas?

    — Voy a conseguir algo de comida al pueblo, creo que tú te comiste los buenos, esa mermelada de fresa es una porquería, sabe a tomate.

    Luego de eso salió corriendo pasando por un lado de él, llendopor el sendero que llevaba hacia el pueblo, Ignim meneó la cabeza riendo y comenzó a andar jugueteando con su báculo.




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    Una niña y su madre esperaban a ser atendidas en una tintorería, el dependiente lucía atareado mientras que una pila de ropa se le venía encima y quedaba sepultado en ella luego de emitir un grito de auxilio ahogado.

    La niña daba una risita y su mamá la reprendía. Luego de unos minutos el hombre calvo de rostro amigable salía de nuevo de entre todas las prendas con un par pulcramente dobladas, se las entregaba a mujer que las revisaba minuciosamente.

    — Serían solo 50 Jewels— indicó el hombre.

    La mujer afirmó y tomó de su bolso el dinero, el hombre dio una pequeña reverencia y se giró para juntar la ropa que se había caído.

    En la entrada un chico con cara de preocupación hacia señas con las manos, era pelirrojo y pecoso, tendría unos 13 años de edad, meneaba las manos y la cabeza desesperado mientras movía sus labios como si gritara.

    — Muchachos groseros los de hoy en día, mira Gretel no quiero que te comportes así al crecer— dijo la mujer llegando al umbral.

    En cuanto el pie de la mujer piso el borde de la entrada este comenzó a ser desintegrado, ocurría como si un enorme borrador estuviera desdibujando las líneas de un dibujo animado en plena animación, se vio incapaz de moverse y con las fuerzas que le quedaba se soltó de su hija y la hecho hacia atrás. La pequeña lloraba aterrada mientras su mamá desaparecía, ella antes de hacerlo pudo hacerlo por completo logró escuchar la voz del muchacho que decía:

    — ¡No salga por favor! ¡No salga! ¡El edificio está hechizado! …



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    Ryan era amigo de Mauricio, había visto arribar a unos hombres extraños por la mañana pues él solía ir muy temprano a la panadería para oler el pan recién horneado, generalmente terminaban obsequiándole uno. Desde el principio le dieron mala espina e intento a advertir a algunos cuantos pero dada su reputación de gastar bromas, nadie le hizo caso, él observó cómo dibujaba esas marcas en su puerta, había visto tantas ocasiones a Ignim usar magia que no podía equivocarse.

    Unos minutos atrás la marca en ese edificio comenzó a brillar y buscó a advertirles a quienes estaban dentro, pero era tarde, esa mujer se había desintegrado frente a él.

    —¿¡Lo vieron!? —exclamó dándose cuenta que a su alrededor había mucha gente que aun miraba atónita frente a él.

    Escuchó crujir cada uno de los maderos que formaban la tintorería, era como de alguna manera se quejaran retorciéndose, como si algo los estrujara y esto era precisamente lo que ocurría. Los extremos del edificio se distorsionaban, dos manos invisibles lo presionaba moldeándolo como goma, comprimiéndolo hasta ser una pequeña esfera y desaparecer igual.

    —¡Hay una marca en mi edificio también!...¡Esta brillando!...por favor…por favor ayúdenme…— suplicaba un comerciante de frutas hasta que su voz de pronto enmudecía.

    Con lágrimas en los ojos retrocedía hasta el inicio de su local desesperado, su labio temblaba y estaba agitado, sin que nadie lo esperara este comenzó a correr hacia la barrera invisible que se había formado y así ante un grito de la multitud se desvaneció, segundos después su edificio también lo hizo.

    La histeria comenzó a apoderarse de todos cuando una tras u otras las marcas aparecían sentenciando a los de su interior, como estos intentaban escapar y se desfragmentaban o se quedaban dentro esperando su inminente final mientras de igual manera eran llevados a la nada.

    — ¡Tenemos que avisarle a Ignim! —prorrumpió una voz detrás de él.

    Mauricio corría hacia él, Ryan comenzó a hacer lo mismo.

    — No entiendo por qué en este sitio ocurren tantas cosas de este tipo…uno pensaría que por ser pequeño sería más tranquilo ¿no lo crees Mauricio?...

    No obtuvo respuesta.

    —¿Mauricio?...¡No!...

    El chico le gritaba inmóvil unos metros más allá, pero no lograba escuchar nada. Estaba atrapado.

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    Ignim exhaló profundo y extendiendo su báculo hacia el carruaje, obligo en un segundo a que todas las piezas que lo conformaban la carreta embonaran para conformarlo. Satisfecho por su trabajo exhaló mirando alternativamente al hombre anciano y trabajador que tenía frente a él y a su trabajo recién hecho le dio por unos segundos una sensación de hogar el pertenecer a a aquel pueblecillo y haber sido acogido por sus pobladores.

    — Gracias Ignim, creí no podría realizar mis actividades de recolección en el día con una rueda así— señaló el anciano dándole una palmada.

    Se dispuso a girarse para volver al pueblo, tenía solo un par de cosas que revisar y pronto estaría pescando con Mauricio.

    — ¡Señor Wisther!— escuchó un grito, alguien que le llamaba.

    Ryan venía corriendo hacia él agitado y con el rostro consternado, casi cae de bruces si no lo hubiera detenido. Transpiraba demasiado y estaba frío, algo malo había pasado, intuyó el mago enseguida.

    — ¿Qué que te ocurre Ryan?...Mauricio...¿donde está?...

    — Tienes que venir pronto, algo en el pueblo...está...está haciendo que todo se desintegre...— explicó el muchacho con la voz entrecortada por las bocanadas de aire que tomaba para recuperar el aliento.

    El mago no tuvo que escuchar más, tenía que defender su hogar en peligro. Su pies apenas y tocaron el piso, pronto dejó atrás al chico que le indicó que se mantuviera lejos para que no estuviera en peligro.

    Para cuando arribó, ya la mitad de los edificios había desaparecido, al igual que la mayoría de los pobladores, la gente asustada lloraba, mientras que otro pequeño grupo buscaba liberar a los que estaba detrás de la barrera invisible, allí, en esa misma donde se encontraba su aprendiz, este al verlo esbozó un pequeño gesto de esperanza en su ojos llenos de lagrimas y su joven maestro corrió hacia él para salvarlo. Sin embargo, justo en ese instante ocurrió, comenzó su pierna derecha a desvanecerse, era un espectáculo aterrador ver como solo ocurría, como si hubiera estado formada por pequeñas virutas que de pronto el viento inclemente soplaba.

    — ¡Nooo! ¡Mauricio!— prorrumpió el mago con los ojos cristalizados y coraje en el rostro, sostuvo así decidido su báculo blanco entre las manos y lo dirigió hacia esto. —¡Gun evanescens!...

    Un ejercito de guerreros armados con férreas armaduras doradas emergían en el viento esbozando un grito de batalla comenzaban a avanzar y embestían con sus armas cósmicas la barrera que con un solo golpe certero se quebrantaba como un cristal, grietas surgían en el viento y de pronto esta caía.

    Luego de este despliegue de poder Ignim caía de rodillas un tanto exhaustivo pero satisfecho pues en medio de la polvareda podía ver Mauricio, su amigo y aprendiz sano y salvo.

    Más esta paz fue demasiado breve, apenas unos momentos más tarde ocurrió. Sus sentidos apenas lograron advertirle de su presencia, fue un breve silbido el que ocurrió rasgando su mejilla, una especia de dardo fue a impactarse frente a él y tuvo unos breves segundos para que este implosionara dejando un enorme agujero en el piso, se giro para observar a su atacante, había siete de ellos liderados por una mujer, tenía el pelo oscuro contrastando con unos ojos carmín; lo observaban como si hubiera hecho lo peor en el mundo, como si fuese la más grande escoria.

    — ¡Malditos ladrones! ¡mercenarios! ¡asesinos!, ¡a nombre del gremio Tease Heaven están todos arrestados!...— prorrumpió la chica— y tu escoria de mago renegado, por rebajar tus servicios a seres como estos, lo pagaras peor— sentenció señalando al mago.

    Un hombre corpulento llevaba entre sus manos a un anciano que temblando ya temía lo peor, lo obligaron a ponerse de rodillas y otro que era delgado y con una nariz enorme que le daba un aspecto general a un tucan le apuntó con un enorme cañón.

    — Este es Grugren Besterk, corsario, asesino de pueblos enteros, despiadado como ninguno, si el no tiene piedad nosotros tampoco la tendremos...que le sirva de lección.

    Ignim lo sabía, era un buen hombre, era uno de los primeros pobladores, tenía una librería donde oculto a muchos de las persecuciones que se vivieron antes de que el llegara a recatarlos, jamás había salido del pueblo, desde luego el no era la persona que creían ver, era claro que estaban equivocados.



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    El mago de pronto recordó algo, había ocurrido un año después que su arribo a la costa la isla Tenrou, vagaba entre las cuevas cuando se encontró frente a frente con una serpiente, siendo entonces demasiado asustadizo comenzó a retroceder temeroso, de pronto esta se había detenido frente a él y comenzaba a retroceder hasta huir por uno de los huecos de la cueva, sorprendido había salido a contarle todo a Mavis cuando paso por un pequeño lago, el reflejo que observó en este no era de él si no de un fiero y gigantesco oso, se acercó curioso para percatarse si no se había equivocado y no era así.

    — ¡Vaya!, ¡esto es genial!.

    —¿Te gusto?— preguntó la chica rubia sentada en uno de los arboles. — eso también es parte de mi magia.

    — ¡Es grandioso!, ¿cuando me enseñarás?

    — Cuando seas aun más valiente, estas muy cerca.

    Él sonrió y se acercó al lago para hacer gestos divirtiéndose como estos se veían en forma de oso.


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    Ignim había leído todos los libros que se encontraban en su primer hogar Tenrou, había aprendido de todos los tipos de magia que Mavis le había enseñado, el tiempo en que él había tenido que viajar por su cuenta y su estancia con los Uriem le habían dado mucha experiencia, sin embargo, le era difícil conocer si en el mundo existía otra magia igual, si estas podía repetirse o dependían de quienes la aprendieran. Sin embargo, el observar que alguien usaba aquella con la que él tenía ligados tan buenos recuerdos, era como si de pronto quedaran mancillados, le enfurecía a sobre manera, más por que usando esta estaban usando a un gremio inocente para atacar su hogar. Tenía que detenerlos.

    —¡Yo no los perdonaré!— prorrumpió envuelto en un aura de poder.



    Continuara.
     

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