Momentos de necesidad.

Título: Momentos de necesidad.
Tipo: Drabble.
Fandom: Vampire Knight.
Pareja: Shiki y Rima.

Estaba sediento, realmente agotado. Con el sol abrazador brillando en el cielo, ahondando sus penurias. Suspiró cansado, la observó caminando frente a él, con el ceño fruncido. Trataba de ocultarlo, pero él lo sabía, estaba casi a su límite.

—Descansemos —pidió, pues sabía que Rima no lo haría, ella y su maldito orgullo.

—Tengo sed —gimió sentándose sobre una roca. Sus ojos azules se clavaron en los de él, su disfraz de indiferencia amenazaba con quebrarse.

—Toma un poco de la mía. —Le ofreció de inmediato.

—No —negó rotundamente—, está a punto de colapsar. Ambos, necesitamos sangre —puntualizó. No podía rebatir su punto.

—Bueno, Rima…, creo que ha llegado el momento —repuso con seriedad.

—No —negó rotundamente la chica—, no pienso alimentarme de un mugriento pordiosero con la sangre inundada de alcohol.

—Hay un pueblo cercano, si nos desviamos de nuestra trayectoria allí podríamos conseguir algo de sangre decente. —Le propuso Shiki recostándose de la piedra a su lado.

Rima aceptó asintiendo, esa era su única opción. Maldijo el día que Kaname les dio la orden para ejecutar esa misión de recolección de datos. Al llegar al pueblo vieron un gran cartel en la entrada: “Kenichi se viste de Halloween, ven a visitar nuestra casa de modelos vivientes”.

—Interesante, deberíamos ir —comentó Rima—; lee lo que dice al final.

“Se contratan modelos”.

Una gota se deslizó por la sien del chico, sólo un idiota promocionaría una casa de modelos vivientes sin tener aún los modelos. Siguieron la dirección que les indicaban, hasta llegar a un pequeño local, entraron y junto a una pequeña cola de jóvenes estaba una mujer rubia.

—Buenas, disculpe, venimos por el trabajo de modelos. —La mujer sin siquiera hablarles les haló hacia adentro, con sus ojos encantados con la belleza de ambos chicos.

Por orden de ella cada uno entró en un vestidor para colocarse su vestuario. Al salir ya listos; Rima soltó una risita al ver a Shiki, con una bata blanca y una inyectadora en la mano, un auténtico enfermero, sólo que mucho más sexy.

Él también sonrió al examinarla, llevaba una capa roja tras su espalda, un cintillo y una pequeña canasta en sus manos.

—Hola, enfermero —bromeó.

—Buen día, señorita Caperucita. —Le siguió el juego.

La dueña les apremió y pronto las puertas fueron abiertas al público.

—¿No necesitan un doctor? Por favor señoritas, hagan una fila, necesito tomar su muestra de sangre. ¿Les molesta que lo haga con los dientes? —inquirió de modo seductor.

—¡No! —chillaron todas las chicas organizándose eufóricas.

—Puedo llevarlos a la casa del lobo, sólo debemos perdernos juntos en el bosque, ¿quién me acompaña? —Todos los jóvenes presentes comenzaron a forcejear entre sí para llegar a ella.

Ambos vampiros se observaron por un segundo y los dos sonrieron, lo que logra un momento de necesidad.