Molinos de Viento

Tema en 'Relatos' iniciado por Rukia, 6 Enero 2010.

  1.  
    Rukia

    Rukia Usuario popular

    Aries
    Miembro desde:
    20 Septiembre 2006
    Mensajes:
    630
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Molinos de Viento
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1948
    Molinos de Viento

    Hola mis queridos fan's xD(?).
    LOOOL, este es un cuento que escribí hace aproximadamente un año y meses, la razón por la que esta de nuevo aquí es que quiero registrar mis historias en el archivo de Cz y esta no puedo registrarla porque tiene casi dos años de antiguedad, así que no me queda otra que resubirla.

    Y bla, bla. Retomando un poco el pasado esta historia la escribí para un concurso el cual no gané, pero apesar de eso amé escribir este cuento, que si es comparado con mi forma de escribir actual podran darse cuenta que no he mejorado nada, lol. Creo que eso es todo, le cambié algunas cositas que no me gustaban, pero sigue estando igual de feita que antes, aún así espero que alguien la vuelva a leer y les guste aunque sea un poco :sweet:.



    **************************​

    Molinos de Viento​




    Como palabras tiradas al viento…sin destino…

    Durante toda su vida cometió más de mil tonterías, arriesgo su vida un centenar de veces y peleó como un loco por lo que él creía, esa era la razón por la que lo odiaba. Estaba molesta y no tenía por qué ocultárselo o tratar de disimular, de nuevo, había hecho una estupidez.

    Me senté a una distancia prudente de él y de vez en cuando lo vi por el rabillo del ojo. No sé por qué seguía mirando si cada vez que lo hacía, su expresión me enfurecía y haciéndome rabiar por dentro.

    Su sonrisa, su estúpida sonrisa…

    Detestaba eso, que después de todo el peligro y desesperación siempre tuviera esa irritante mueca en el rostro. ¿Por qué lo hacía? Otro en su lugar hubiera estado asustado o consternado, pero él no, ¡era exasperante!

    — ¿Es hermoso no crees? — dijo de repente.

    —Es igual que siempre — contesté.

    Al romper el silencio no sentí incomodidad al voltear a verlo. Su rostro relucía, bañado por los cálidos tonos naranjas y rojos, tan sólo capaces de aparecer en la caída del sol. Estaba enteramente perdido en el horizonte, sus pensamientos no estaba aquí, sino allá, a lo lejos, dispersos en el cielo y en los azules del anochecer, en las estrellas y en la frágil silueta de la luna… Él no estaba a mi lado, lo sabía perfectamente.

    Siendo sincera me sentía desplazada. No era la primera vez que él se perdía más allá del sol, pero siempre que sucedía, no podía dejar de sentirlo… jamás sería capaz de competir con tal maravilloso espectáculo… ¿competir?¡De que demonios hablaba! Él era detestable, siempre sonriendo, preocupándose y luchando por cosas sin sentido…

    — ¿Por qué lo hiciste, Farrel? —pregunté, intentando sonar lo más molesta posible aunque sólo alcancé a denotar preocupación.

    — ¿Hacer qué? —contestó desvergonzadamente.

    — ¡Y todavía lo preguntas! —exclamé. — ¡No debiste ir con los guerrilleros! Pudo haberte pasado algo… ¡pudieron haberte matado!

    —Era necesario —inquirió sin dejar de ver el horizonte.

    — ¡Es estúpido, no necesario!

    —Era necesario…—insistió— para llevar al menos un poco de agua.

    — ¡Si el gobernante de la región los descubre estarán perdidos!

    —Lo sé.

    — Si lo sabes entonces, ¿por qué fuiste?

    — Helena, no podemos permitir que la gente siga muriendo… al menos no de sed…

    —Queda poca agua pura… — musité.

    —Eso también lo sé —declaró, volteó a verme y continuó —. Cuando el caos comenzó mucha gente murió. Algunos por falta de agua y otros ahogados. Mueren de frío, de calor, por enfermedades que eran desconocidas hasta éste momento. No hay a donde escapar el mundo entero esta muriendo. Si puedo evitar que al menos un poco de gente sufra lo haré y si tengo que luchar no me rendiré…

    — ¡Es una tontería! Todo es en vano, la gente muere, es tarde para hacer algo. Nada se puede hacer para cambiar o mejorar, ¡nada! Ya nada… —vociferé con voz trémula. No supe la razón pero al hablar lágrimas rodaron por mis mejillas y mi voz se cortó. Me rehusaba a que él viera ese deje de debilidad en mí y barrí las gotas saladas furiosamente con la muñeca. — ¿Por qué sigues con lo mismo? ¿¡Por qué sigues aferrándote a lo mismo!?
    >> Tú nunca careciste de nada. Nunca estuviste solo, ¡nadie cercano a ti sufrió! No perdiste a familia ni amigos, ni padeciste la desesperación de no saber lo que pasaría mañana… si comerías o no… si caerías enfermo a causa de la ¡estúpida toxicidad del aire! ¡Dime por qué te aferras! No tienes razones para luchar… entonces, ¿por qué lo haces…?

    No supe cuando hizo aquel movimiento, pero cuando menos lo esperé su mano acariciaba gentilmente mi cabeza, intenté golpearlo para alejarlo de mi pero pudo más mi dependencia de consuelo y no pude moverme.

    — Hay alguien cercano a mi que sufrió mucho… perdió a su familia y amigos, padeció hambre y tuvo miedo… quiero compensarla, darle un mundo mejor. No padecí hambre y mi familia aún esta conmigo, lejos de aquí pero viva. Más razones no tengo, no todas las cosas necesitan una explicación lógica.

    Palidecí al descubrir que hablaba de mí.

    — La tierra aún respira… aún esta viva y puede ser salvad…

    — ¡Ya no! La tierra… no, esta ya no es la tierra… este infierno, ¡todo esta podrido! — interrumpí —. El odio, la ambición y la estupidez del hombre la asesinaron. Buscas algo que no puede ser… intentas salvar algo que ya murió… pelear contra algo que jamás podrás vencer…

    — Quiero intentarlo —repuso —.Todavía quedan cosas por las que vale la pena seguir. Las cosas no tienen que ser posibles, sólo ciertas y… ¡yo quiero hacerlas verdad! No puedes definir lo posible o imposible. Si queremos, la luna puede dar calor y el sol ocultarse al alba, nada esta escrito. Quiero seguir el camino que indiquen mis pies y corazón, luchar por conseguirlo, eso deseo.

    De nuevo la estúpida sonrisa… Dejé de mirarlo he hice oídos sordos, tenía práctica en no oír lo que me parecía insulso o inútil, así que callé y no intenté discutir.

    Tiempo atrás había escuchado palabras parecidas, siempre brotando a borbotones por la bocaza de tontos soñadores.

    No dije nada, tan sólo permanecí inmóvil, sentada a la orilla de la azotea carcomida y oxidada de uno de los tantos edificios de esta ex -gran metrópoli llena de inmundicia, mirando el horizonte.


    ********​


    Las paredes blancas de aquella habitación me resultaban asfixiantes, entre ir y venir, por fin me agoté y me quedé parada al pie de la ventana, mirando como la tarde caía moribunda por las paredes de los edificios y traspasando por las ramas podridas de los árboles caídos. Dentro de poco vendría la noche, eso me turbaba.

    Estaba nerviosa y enojada, por más que lo intentara no podía estar tranquila. Recorrí lo que me pareció un kilómetro dando vueltas por esa diminuta habitación. Respiré profundo y me detuve a mirarlo, él me miró también.

    Rabié como nunca, no soportaba verlo así: tan impávido. No aguantaba que me mirase.

    Volví a andar en círculos y me golpeé contra una mesa de metal al dar la vuelta pues traté de evitar un montón de ostentosos aparatos. De nuevo lo observé, nada. ¿Qué le hacia falta a su expresión? ¿Por qué me molestaba?

    Estaba furiosa con él, con la mesa y con el atardecer… con sus colores y matices…. a él le gustaba el atardecer, ¿¡entonces por qué no lo miraba!?

    Me regresé a la ventana, los tonos reflejados en los edificios eran iguales a los de esa vez en la azotea, siempre se lo dije, todos los atardeceres se parecen, pero él nunca me creyó. Después miré abajo, al pie del edificio, un par de niños jugueteaban sobre los escombros de automóviles mientras sus madres los vigilaban de cerca. Aquello me hizo recordar el día en que lo conocí, hacía tanto tiempo de eso que lo había olvidado, doce años para ser precisos, desde que su familia acogió a una huérfana sobreviviente del pandemónium climático de su país; una niña fea, hambrienta y un poco salvaje, llamada Helena.

    Aquellas personas fueron amables como nunca creí que alguien pudiera serlo, me sentí protegida después de tanto dolor. Con ellos encontré una segunda familia, una familia ahora lejos de su primogénito.

    En ese instante caí en la cuenta de algo importante, esa vez en el edificio me había negado a oír…

    Tragué saliva tratando de re-memorizar, todo lo que él había dicho no eran más que tonterías y sueños simplones… ¿por qué quería recordarlo ahora?

    — ¡Basta! —espeté caso gritando, ya no aguantaba más. — ¿¡Qué rayos te sucede!? ¿Por qué tan así? ¿Tan de repente? Estas ahí sin moverte, mirando a la nada. ¡No lo aguanto! ¿Dónde esta todo lo que decías? Que nunca dejarías de andar tu propio camino… ¡que jamás te rendirías! ¿Por qué lo haces ahora? ¿Qué les paso a tus razones inexplicables? A tu añoranza de un nuevo mundo ¿Dónde están ahora?
    >> ¿Por qué te rindes? ¿Por qué ya no quieres seguir adelante? ¡No dejes de luchar! —guardé silencio. Era eso… le creía. Todas sus palabras las había tomado como verdades, por eso estaba molesta, su silencio, su estado inmutable, me atormentaban.

    —Tienes razón… —contestó sonriendo.

    Su sonrisa, ¡era su sonrisa lo que faltaba!, la amaba… Yo, lo ama…

    Le miré de nuevo, postrado en esa cama con esos ridículos aparatos a su alrededor, y por primera vez me sentí libre de sonreír. Estando con él, esta vida se había hecho llevadera, el dolor se había disipado y comenzaba a creer en un nuevo futuro.

    Ese sonido… Un sonido agudo comenzó a salir de uno de esos artefactos, desvié el rostro desconcertada y me percaté de la línea horizontal que apareció en la pantalla y no dejaba de correr.

    ¿Qué sucedía? Un hombre de bata blanca había entrado corriendo con tres señoras de blanco detrás de él.

    — ¿Qué...? —pregunté al aire. Al percatarse de mi presencia una de esas mujeres me tomó del brazo y murmurando “salga de aquí por favor”.

    — Farrel… el muchacho de la cama fue herido en un ataque, tratando de llevar agua al sur de… ¡Espere! ¡Nunca le dije nada, nunca le dije lo que sentía por él! ¡Espere, Farrel! ¡Farrel!

    Cerraron la puerta de tras de mi y después de unos momentos alcancé a escuchar una frase devastadora: “seis cincuenta y nueve de la tarde*”

    Me dejé caer deslizándome por la puerta. Apreté los ojos intentando recordar la tarde en el tejado, a mi soñador eterno, mi incansable luchador…quería volver a ese momento, decirle que le creía, que volviera a mí, cambiar ese frágil sueño por esta horrible realidad.



    …todas las ilusiones se marcharon… sus esperanzas y sueños se fueron…ya no queda nada…tan sólo el infierno…



    *La hora del atardecer puede variar según el país.
     
Cargando...
Similar Threads - Molinos
  1. Rukia
    Respuestas:
    11
    Vistas:
    830

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso