Long-fic Mirrors [Gakkou Roleplay | Aleksander Hal]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Insane, 6 Junio 2021.

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    Insane

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    Escritora
    Título:
    Mirrors [Gakkou Roleplay | Aleksander Hal]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1405
    N/A: Recorrido por la vida de este chico. Básicamente al crearlo lo relacioné con la simbología vikinga, por lo tanto podría decirse que en el transcurso de su historia antes y durante el ingreso en el Sakura los capítulos tendrán como base dichos símbolos. En algún momento cambiaré el prefijo a explícito (?)

    Mirrors

    [​IMG]

    Tapices del destino

    Pasado, presente y futuro



    No sabría bien decir el cómo me desvié del camino pero había terminado ahí de nuevo, mirándola como un maldito idiota en aquella heladería luego de las clases, si ya lo tenía hasta de costumbre desde hace un tiempo atrás… el ir a verla cada tantos días luego de terminar las clases pese a ésta estar a punto de graduarse, pese a no ir en el mismo año y ni de cerca ir al mismo instituto. Me pedí una malteada de vainilla recibiendo su sonrisa amable a lo que suavicé mis facciones escondiendo el pudor al saber de lleno que ella ya estaba enterada de que iba tres veces a la semana a comprar solo para pasar el rato en su trabajo de medio tiempo, pese a gastarme la poca plata que me sacaba en los trabajos que realizaba los fines de semana.

    Eché la espalda en el respaldar, esperando el pedido mientras la observaba caminar de aquí para allá con la bandeja en la mano. En cuanto pasó cerca nuevamente le susurré al percatarme de la cantidad de parejas y grupos que comenzaban a llegar en horas de la tarde, a lo cual debía sacar mesas al exterior al ser los viernes días ajetreados por universitarios queriendo pasar el rato luego de clases.

    —¿Te ayudo?

    Sus orbes verdes se posaron sobre los míos con ligereza.

    —Alek, sería abusivo de mi parte.

    La escuché reír por la nariz, notándola entornar los orbes ligeramente mientras sus mejillas se ruborizaban. Relajé los hombros como a quién no le importa sudar un poco para suavizar la presión contraria.

    —Da igual —pestañeé con parsimonia—. Me encargo de la mitad de las mesas incluyendo la parte de afuera, así no se te acumula la gente.

    Ella dudó por unos minutos pero a la final accedió casi quejumbrosa.

    —Bien, prometo recompensarte~

    Me levanté del asiento sin prestar atención a lo que dijo, sujetando la mochila para adentrarme en el espacio de solo personal autorizado, dejando mis pertenencias en el suelo. Llevaba trabajando desde los once o doce años sino mal recordaba, así que unas mesas de mierda no representarían problema en absolutamente nada. La noté señalarme un cajón el cual no demoré en abrir, topándome con conos sin destapar. Los saqué para acomodarlos en la parte superior de la vitrina, cogiendo luego una libreta y un bolígrafo para enterrarlos en el delantal para tener las manos libres y sacar las otras mesas y asientos.

    Entre una cosa y la otra el tiempo siguió su curso, marcando aproximadamente las siete de la noche. De cierta forma agradecí el que hubiese ido después de almuerzo, sino estaría muriendo de hambre como un pobre desgraciado, aunque si que estaba palideciendo por comerme cualquier cosa de sal que me llenara el jodido estómago. Me recosté cerca a la caja registradora notando a las pocas personas que quedaban retirarse. La vi entonces llevar el candado en la mano luego de cambiar el letrero de abierto a cerrado, echando la seguridad pertinente. Sujeté uno de los trapos del lugar para limpiar cualquier rastro de suciedad para distraerme como un imbécil al no quedar mucho por hacer, más que ella cuadrara caja para cerciorarse de que daban las cuentas.

    —Deberías decirle a tu jefe que permita la entrada de alguien más, esto en verano suele llenarse de más.

    —Ya se lo dije —su risa suave llenó el espacio vacío—, pero es testarudo, o tacaño, quién sabe cuál de las dos~

    La miré de soslayo con el ceño ligeramente fruncido.

    —Hablo enserio, debes estudiar para entrar a la universidad con alguna beca según lo que me contaste ayer por teléfono.

    —No creí que lo recordarías —torcí los ojos pese a sentir sus pasos acercándose, a lo cual ella se quitó el delantal quedando con el uniforme del colegio.

    Lo curioso era que no éramos ni siquiera de la misma institución, más bien la había conocido por un amigo que ya asistía a su primer semestre de ingeniería, y ella se encontraba en todo el proceso de papeleo para entrar a estudiar derecho, o algo así me había dicho. Dejé lo que hacía al terminar y busqué mi mochila para colgármela en el hombro.

    —Tienes aún seis meses, ¿no? —le clavé los rubís encima—, a ver si te pones las pilas tonta.

    —¿Entrarías conmigo?

    —¿Ah?

    —El próximo año cursas tercero, cuando lo concluyas yo iré pasando a tercer semestre, en eso ya debes ir arreglando el papeleo para presentar el examen de admisión —desvió la mirada hacia una de las ventanas del sitio en donde titilaba uno de los faroles callejeros—. Es decir, ¿irías a la misma universidad a la cual me estoy apuntando? Con un trabajo de medio tiempo… puedes subsistir y permanecer a mi lado.

    No supe cuándo, ni cómo, ni dónde exactamente esta mujer se había logrado hacer un jodido espacio para que sus palabras me martillaran como una puntilla siendo empujada con fuerza. Sentí mis mejillas ligeramente calientes como si el cosquilleo en mis costillas ya no fuese por demás obvio desde hace varias semanas atrás.

    —Sí —solté sin ni siquiera pensarlo.

    Busqué el móvil en el bolsillo notando los mensajes de Katherin, pero pasé de ellos rápidamente al saber que luego de ahí tendría que ir a la su casa de paso a ensayar, lo cual me daría hasta las once de la noche, caminar de regreso hasta la mía y echarme a dormir para madrugar a la bodega a cargar cajas y esas mierdas pesadas para ganarme un par de billetes. Enterré las manos en los bolsillos al salir de la heladería, acompañándola hasta la parada del transporte público. Era extraño, ese sentimiento, esa sensación de animal protector con una chica un año mayor la cual podía cuidar de sí misma perfectamente, pues ya en una fiesta la había visto defenderse de un par de imbéciles.

    —Olvidaste la malteada de vainilla —no la miré pese escucharla reír, provocando una sonrisa suave en mi rostro, de esas que casi nunca mostraba, pues ni siquiera la había pagado como tal, así que daba igual—. Supongo que puedo adjuntarlo en el agradecimiento, ya sabes.

    —No tienes que agrade-

    Sentí sus gráciles labios sobre los míos en compañía de sus dedos ajustándose en el cuello de mi camiseta al obligarme a girar el rostro, abriendo los orbes en demasía los cuales no tardé en entornar, sintiendo su lengua entrar. Mierda. Traté de corresponder en liviandad, ladeando la cabeza un poco más a medida que sentía el aroma a chocolate por su colonia hacerme cosquillas en la nariz. La luz del bus me cegó por un momento, sintiéndola alejarse en el trayecto.

    —Gracias, de verdad. ¿Te veo el lunes?

    Asentí a lo que ella se subió mostrándome los dientes en una cálida sonrisa que traspasó la poca barrera que quedaba, resquebrajándola por completo. La puerta del autobús se cerró antes de poder pensar en decir algo más; en cuanto desapareció por la carretera me recosté contra el metal de la parada llevando el pulgar de mi mano derecha a los labios como si estuviese en un trance del cual me sacó el sonido del móvil, creí que sería Kathe jodiendo de nuevo pero esta vez era un mensaje de mi mejor amigo, el que me la había presentado en realidad.

    Alek, con mis amigos de la u estábamos pensando en hacer algo el próximo fin de semana, ¿te apuntas?

    ¿Quién estará allá?

    Que manera más disimulada de preguntar si viene Hela. Pero sí, ella ya confirmó.
    Me relamí los labios por pura manía al sentir la yema de mis dedos cosquillear.

    Bien, allá estaré.

    Jodida mierda.

    Me estaba enamorando.
     
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