Ciudad Central Naosuke

Novena

—Hala, un mapa —me acerqué y empecé a revisarlo—

Una cafetería, cinco plantas y el tejado

—Hmm, me las jugaré para buscar suplementos —luego me tracé un plan—

Lo principal era conseguir un arma mejor, así que explorar el hospital podría traerme algo de utilidad

Por primera vez, aunque tal vez no tan primera, improvisaría, lo importante era la cautela después de todo

Exploraría las plantas

 

Octavo

Saltar el muro fue, cuanto menos, pan comido. Tenía buena condición atlética y la protección no era especialmente alta; además de que, desde que había acabado con Segundo, me sentía mucho más fuerte por alguna razón. Frente a mí quedaban varias opciones: Infinidad de facultades, una cafetería, y una caseta.

—He tenido que gastar un par de cosas de mi botiquín. Lo lógico será que lo reponga —con eso en mente, busqué la facultad de medicina, cosa que logré en algunos instantes. La facultad era inmensa, y tenía muchísimas puertas, si bien todas lucían cerradas en apariencia.

Pero eso no fue lo que llamó mi atención, no señor. Fue el chico que estaba allí parado, dándome la espalda, y con un palo de Hockey en la mano. No tuve que pensarlo mucho, y en un segundo, me lancé y se lo arrebaté de las manos.

 

Sexta

Había llegado al encuentro, donde se suponía que encontraría a la Primera... La primera que moriría en mis manos, sí... Pero... Sería bueno prepararme antes, ¿no? ¿Y si revisaba mi diario...? ¿O si buscaba algún arma improvisada por los alrededores? Sería lo más factible; lo primero que me enseñaron antes de atacar era siempre llevar un arma. Me alejaría un poco para para buscarla y así no dejar que me tomaran por sorpresa o algo, sea quien sea. Teniendo buena suerte y hasta podría encontrar más botellas de agua o comida incluso. Aunque eso era lo de menos, preferiría encontrar un arma lo más pronto posible.

Comencé a dar pasos sigilosos hacia el este, se veían locales de comida y lugares por el estilo.

 

Quinto

Recogí el sobre de comida en polvo y suspiré. ¿Pero qué más había esperado encontrar? Suficiente suerte tenía ya con que algo se hubiesen dejado olvidado al saquear esta triste cafetería. Además, ya estaba más que harto de estar metido en este hospital.

Guardé aquellas cosas y volví a tomar del refresco. Fue entonces cuando encontré la bolsa de aperitivos entre tantas cosas tiradas. De inmediato la agarré y abrí. No planeaba acabarme todo el contenido, pero sí degustar un poco para recuperar energía.

—Muy bien, muy bien. ¿Y ahora qué haré?

Me acerqué hasta las ventanas y examiné la entrada del hospital. Parecía completamente despejado, con los perseguidores ya lejos de allí. Era hora de mi próximo movimiento.

—Es hora de volver a casa.

 

Primera

Cuando la niña cayó en la trampa y se le escapó una pequeña navaja entre sus ropas, sentí por un segundo la alegría que aporta una victoria; pero esa alegraría no ha durado más que ese instante, ahora sentía otra cosa: decepción.

—Aaah... No sabes de verdad lo decepcionada que estoy contigo. Esperaba mucho más de ti, pequeña. Estuvo muy bien la trampa en la casa del terror, disfruté mucho del paseo, en serio —voy explicando mientras doy vueltas a su alrededor paseando mi dedo índice por todo su cuerpo—. ¿Pero sabes? No es lo mismo capturar a tu presa que matarla, ni de lejos. Y ni decir tengo que en esta última parte has estado muy, muy mal. Ha sido tan penoso que... ¡ME DA ARCADAS! —empuño el parasol del que nunca me separo, lo cojo por la mitad para evitar que se estropee y, como Arma improvisada, asesto un fuerte golpe con el mango en un costado de la niña—. ¿Piensas que esto es un juego para niños? ¿Que matar es algo tan sencillo como coger un arma y clavársela en tu víctima? ¡Eso solo lo pensaría un idiota! —vuelvo a arremeter contra ella con la misma furia. Estoy desquitándome por haber sido desilusionada con aquel bochornoso montaje. Después del segundo golpe me siento más calmada.

»Me da pena que todo haya acabado así, me divertí al principio, pero esto se está volviendo muy aburrido. No me considero una asesina, de verdad; sin embargo, a veces una tiene que olvidar la humanidad para alcanzar sus objetivos. En otras circunstancias no habría sido tan agresiva contigo, pero no puedo perdonar que hayas intentado matarme. Al fin y al cabo, SOLO PUEDE QUEDAR UNA —desoí las lamentables súplicas de la niña. La gente común podría etiquetarme de sádica, cruel por golpear así a una niña; aunque... ¿es que acaso la moral sirve de algo en un juego donde si no matas, al final serás asesinada? Sería una hipocresía pensar siquiera en justificar lo que estoy haciendo, pero así es la vida. Mala suerte—. Es poco elegante mancharse las manos de sangre, pero parece que no queda más alternativa —alzo el parasol preparándome para la ejecución—. Hasta nunca.

Y cual verdugo, asesto el golpe de gracia en la cabeza de la niña. Un hilo de sangre cae al suelo, formando lentamente un charco carmesí. No es la primera vez que hago algo así, aunque nunca me dejará de parecer demasiado sucio. Disfruto durante el juego mental del asesinato, poner a prueba tu intelecto frente al de tu adversario, éso es lo que me satisface. El final de un crimen carece totalmente de interés para mí, por eso mismo este asesinato me ha resultado tan poco gratificante... Ya habrá tiempo para más. Por el momento, me preparo para salir de este antro con la esperanza de que los próximos acontecimientos resulten mucho más interesantes.

Contenido oculto: Tirada

Oh, sí dados, nunca me falláis.

Arma improvisada 0 + Tirada 6 = 6

 

Decides entonces escudriñar mejor todo a tu alrededor, y empiezas a hacer un pequeño mapa mental de lo que te rodea. A un lado se encuentran las escaleras, unas van hacia abajo y otras hacia arriba. Las ventanas se encuentran en frente, y a la derecha de las escaleras, hay dos ascensores grises con una forma que difería mucho de ser un piso de viviendas. Al observar mejor sobre el ascensor, ves un cartel que citaba "Planta 1".

Frente a ti, al fondo, unas puertas blancas se encuentran abiertas de par en par, y sobre ellas se encuentra escrito este cartel: "Habitaciones 100-150". A tu espalda, lo mismo se repetía. Salvo que en el cartel esta vez citaba: "Habitaciones 151-199".

Puedes escoger cualquier dirección a seguir. Las puertas de enfrente, las puertas de atrás, el ascensor, las escaleras de arriba o de abajo... O podrías observar ahora las ventanas (Acierto).

Arrebataste aquel arma de sus manos aprovechando el factor sorpresa de tu repentina llegada.

Ahora bien, ¿qué harás a continuación?

¡+1 Acción realizada con éxito!

En medio de tu búsqueda de algo con lo que puedas defenderte, encuentras en medio de una de las atracciones, en el suelo, una vara de metal muy fina, la cual parecía haberse caído con los movimientos de la atracción en sí.

Esa vara... ¿Serviría bien de arma?

¡+1 Acción realizada con éxito!

Decides que ahora es el momento de regresar a casa. Dejas atrás el hospital y echas a correr calle arriba, hacia el norte. Puedes escuchar sus voces calle abajo, lo suficientemente alejados como para llegar a salvo a tu siguiente destino.

Finalmente, ahí estás. Los carteles con vuestros rostros siguen allí, pero no es momento de preocuparse por eso. ¿Tienes las llaves contigo? (Acierto). ¿Quieres abrirte paso por la fuerza? (Destreza).

Y la niña, tras caer ante semejante paliza, desapareció. Pero tú ya estabas encaminándote hacia la salida como para darte cuenta de ello. Allí, Murumuru te esperaba fuera, de brazos cruzados y una sonrisa torcida. Parece haber disfrutado con semejante escena.

—Te olvidas de tu recompensa por acabar con la réplica —te recordó, tendiéndote una especie de cuchillo de caza que no habías visto antes por allí. Murumuru dio media vuelta, colocando sus manos tras la nuca, y comenzó a marcharse tranquilamente hacia quién sabe dónde—. Felicidades por acabar con la doble de Elisa Stockton, o Novena para ti. ¡Espero que tu siguiente víctima sea una de verdad!

Y allí te dejó, una vez más sola. Las puertas de la mansión se cerraron tras de ti; el show había llegado a su fin.

Puedes continuar explorando la zona o marcharte. Puedes usar la habilidad que prefieras.

¡+1 Réplica eliminada con éxito!

 

Quinto

En mi paso por la fachada del edificio, vuelvo a encontrarme con los infames carteles. Esta vez lo observo con más calma, escudriñando los doce rostros rostros que acompañaban al mío. No tengo tiempo para detenerme y memorizar quién es cada uno, hacerlo supondría exponerme más de lo que podía permitirme ahora. Sin embargo, consigo distinguir la proporción que componía nuestro grupo: cinco mujeres y ocho hombres.

Me detengo un instante y repaso las fotos.

—Creo que estaba siendo demasiado generoso —murmuro con diversión, pensando una nueva clasificación que darnos—. Será mejor decir que hay nueve adultos y cuatro mocosos.

Resuelto eso, reanudo la marcha hasta detenerme frente a la puerta de mi hogar con la llave en mano. No percibo ningún tipo de sonido en su interior y eso me provoca ciertas esperanzas. Ya sé que no debería dejarme llevar, pero quizás hasta esos dos se habían largado de aquí. Entre encontrarme con ellos o descubrir que todos los víveres fueron robados, imagino que ya todos sabrán cuál opción prefiero.

—No me falles ahora, Deus Todopoderoso.

Contenido oculto

Acierto 3 + Tirada 5 = 8.

 

Treceavo

La puerta por la que se accedía en los confines de la Facultad de Medicina estaba abierta como si nada. Comparado con la caseta deportiva de los mil demonios, podía considerarse como un golpe de suerte, pero eso no hizo que me sintiera menos alerta. Entré despacio, con el stick de hockey en mis manos y mis ojos rosáceos recorriendo rápidamente el lugar.

Desértico, al parecer. Me metí a hurtadillas, procurando que no se me viera a través de las ventanas exteriores del hall; Aunque estuviese atardeciendo, mi cabellera blanca era aún distinguible en la oscuridad (lo que me hizo sopesar la idea de buscar algún gorro negro). El lugar era enorme y había un montón de puertas cerradas.

Bajé el stick de hockey y al final acabé sosteniéndolo en una mano, mientras con la otra señalaba las letras de los carteles que había junto a las puertas. La mayoría indicaban que lo que había al otro lado eran aulas. Maldición. Lo único útil en un aula podrían ser las sillas; para usarlas de escudo o partirlas en la cabeza de algún desprevenido…

Y hablando de desprevenidos…

En el preciso instante en el que esbozaba una sonrisa de triunfo al hallar la puerta del almacén de medicamentos, una sombra apareció repentinamente a mí lado.

—¡¿Qué demonios?! —exclamé levantando el stick…

Momento en que descubrí que no estaba en mis manos, sino en las del tipo de pelo castaño que tenía frente a mí. Me quedé paralizado por un instante, tratando de que el miedo no se dibujara en mi semblante…

¿Qué debía hacer? ¿Refugiarme en el almacén? No. No era una opción. Él podría seguirme. Allí dentro no tendría chance alguna de sobrevivir… La único opción que me quedaba… Era recuperarlo.

Apreté los dientes, comenzando a sentirme enojado por mi mala suerte. A diferencia del pelilargo, este no parecía un cobarde. Sus ojos apagados inquietaban.

—¡Devuélveme eso! —exclamé.

Me abalancé sobre él y traté de robar el stick de sus manos.

Contenido oculto

Habilidad Robo: 0

 

Sexta

Iba buscando en el suelo, en las paredes, donde fuera para encontrar rápidamente un arma, lo suficientemente buena para poder descalabrar cabezas... Al menos por un tiempo, seguro encontraré cada tanto algo mejor que lo anterior, mi suerte anda con muy buena racha desde que llegué aquí, ¡já! Solté una gran carcajada y seguí sonriendo por un gran rato mientras seguía caminando.

Divisé una vara en el suelo. Me acerqué y la levanté, tomándola con ambas manos y luego midiéndola, simulando que golpeo a alguien... Era más o menos lo que buscaba. Meh.

Salí corriendo hacia el lugar donde me encontraba a esperar a primera, tenía todo lo que me urgía: un arma. Ya la comida... después de reclama sangre ajena.

Llegué y comencé a buscar un lugar dónde poderme ocultar y así tomar por sorpresa a Primera. Parecía que aún no había señales de su presencia.

Contenido oculto

ocultar 2 + 1 = 3

 

Décimo

Ahí estaba yo, y era suficiente para mí

Sin pensarlo mucho llené ambas botellas con agua del grifo. Eso estaría bastante bien, sí, estaría bastante bien. Y también estaría bastante bien tomar un poco ahora mismo. Acerqué mi rostro hacia la misma fuente del agua y bebí como nunca antes había bebido el agua. Tras esto respiré profundo y ajusté mis lentes.

—Sería insensato y contradictorio en sí mismo pensar que lo que nunca se ha hecho hasta ahora...—Casi sin darme cuenta empecé a citar cierto aforismo. Costumbre casi involuntaria y casi incontrolable que tenía bajo situaciones de estrés—. Pueda hacerse si no es por métodos nunca probados, ¡hasta ahora!

Sentí entonces un estrépito humano que tocaba la puerta: las cosas cambiarían un poco de ahora en adelante. Caminé hacia los estantes e intenté echar un vistazo antes de salir. (Suerte)

Ahí estaba yo, y nunca era suficiente para mí

 

Séptimo ​

El maletín tampoco parecía haber cedido ante las manos de Tercera, cualquiera que hubiera cerrado esa cosa por última vez se había asegurado de que nadie pudiera abrirla de nuevo, eso o que nosotros simplemente no estábamos haciendo las cosas bien.

Suspiré algo desganado, guardando las cosas que había tomado antes de dirigirme a la puerta de la enfermería, tomando el cuello de la blusa de la pequeña scout y tirar un poco de esta para avisar que ya era tiempo de marcharnos. Tenía que agredecer que estaba siendo medianamente considerado en ese pequeño acto.

—Tiempo de marcharnos, Socut. No perdamos tiempo.

Ya era tiempo de seguir a la siguiente área, el lugar de encuentro personal quizás allí hubiera algo interesante.

 

¡Sí, allí estaban tus llaves! Abriste la puerta de inmediato, adentrándote a la planta correspondiente, y repetiste la acción con la llave indicada para poder entrar al fin a tu hogar. O al menos eso intentaste... Pues la puerta estaba totalmente desencajada.

Como esperaste, aquellas personas ya estuvieron aquí. Tu hogar había sido partícipe de un robo para tu desgracia, y probablemente los objetos de valor ya no siguieran allí.

Sin embargo, los gritos de los habitantes en las calles hizo que reaccionaras. No era momento de pensar en lo que habías perdido, debias salvarte el pellejo.

Si quieres cerrar la puerta trancándola con algún mueble (Destreza). Si quieres inspeccionar tu hogar antes de eso (Vista lince).

¡+1 Acción realizada con éxito!

¡Y el robo de vuelta fue efectuado con éxito! Ahora es tu turno de pensar la misma pregunta: ¿qué harás a continuación?

Por otro lado... ¡Tu diario había comenzado a brillar! ¿Acaso estaría reaccionando por fin?

¡+4 Acciones realizadas con éxito!

Para tu mala suerte, no contabas con ningún escondrijo en el que poder sorprender a la mujer que estaba pasando por allí. Primera definitivamente, ya te había visto caminando por allí. Esconderse ahora ya no era una opción.

¿Qué harás ahora? ¿Hablarle? ¿Huir?

¿...Luchar?

Y los estantes, aparentemente vacíos, te sorprendieron con dos paquetes de galletas olvidadas al fondo, como si estas hubiesen pasado desapercibidas del resto.

¡+1 Acción realizada con éxito!

Y como estaba claro, el lugar de encuentro entre el personal del parque estaba tras una puerta cerrada, al que solo se le permitiría entrar a los trabajadores del lugar. Intentasteis abrir la puerta de alguna forma, pero no había manera: esta no cedía.

Fue entonces cuando recordasteis el carnet que había encontrado Séptimo anteriormente. Lo sacó, haciendo contacto con la ranura, y esta finalmente se abrió. Al fin, Séptimo había logrado abrir una puerta... Más o menos.

Una pequeña sala de estar, como la típica sala del profesorado en las escuelas, os dio la bienvenida al lugar. Se trataba de la zona en la que los trabajadores pasaban su periodo de descanso, por lo que podíais ver que contaba con varias mesas y sillas, una máquina de agua, otra de café incluso, armarios y una mini-nevera (Suerte).

Fue entonces cuando el sonido de pasos os llamó la atención en el exterior (Sentir el peligro).

 

Séptimo
​

Nuevamente, una puerta cerrada se interponía en nuestro destino, pero esta vez, la suerte parecía que nos sonreía un poco más gracias al carnet que había guardado en mi bolsillo y fue la llave necesaria para que nos pudieramos adentrar a nuestra nueva área, ¿viste eso, Deus? ¿lo viste? ¡Ya no hubo puerta que se me resistiera!... tan siquiera por el momento, aun así, una victoría era una victoria.

Lamentablemente los recuerdos de mi excelente vida escolar y la tranquilidad del ambiente se vió interrumpida por unos preocupantes pasos que me alarmaron ligeramente, ¿habría un peligro cerca?

¿Qué o quien es el que se está dignando a acecarnos?

 

Sexta

—¡Carajo! —grité furiosa al no encontrar escondite pero sí dejar que me encontraran. Me encontraba caminando agachada, pero para mi mala suerte apareció esa fugura humana... Una mujer... ¡Seguro era Primera! Igual no importaba quién fuera, me daría objetos de supervivencia o... ¡Mi primer muerte real!

Me incorporé alzando el mentón un poco para mostrar superioridad ante ella. Con mi mano derecha que estaba sujetando la vara, comencé a golpear pausadamente el otro extremo de ésta.

—Así que... ¿Tú eres la tal Primera? —comencé a carcajearme por varios segundos, burlándome de ella, claro— Qué pena me das, creyendo que Sofía sobreviviría ante esta masacre —di un par de pasos hacia ella, retándola—. ¿Qué? ¿Quieres perder tu vida de una vez o tienes miedo? —continué soltando risas tremendamente altas.

Contenido oculto

 

Octavo

El albino se volteó inmediatamente al verse despojado de su palo; durante una fracción de segundo, su rostro mostró terror, pero pronto fue reemplazado por cólera. Rápidamente, me arrancó el palo de las manos. Sonreí.

—Puedes quedártelo. En realidad, no me gusta atacar a oponentes desprotegidos, así que supongo que esto es mejor —Torcí el gesto—. Sin embargo, déjame advertirte algo: Ya vi ese palo de Hockey lo suficiente para decir que no te sirvará en lo absoluto.

>>Y bueno, ya que ambos estamos armados —saqué la navaja de mi bolsillo. No estaba cómodo con ella, pero era extremadamente útil—, voy a acabar contigo. Me disculpo por ello.

Contenido oculto

Que comience la batalla :}

 

Décimo

Tomé los bocadillos y los guardé junto a las botellas. Entonces me pareció y solo me pareció que debía salir de ahí.

Antes de cruzar el umbral de la puerta, le di una última revisión al lugar, con cierta atención en los restos de sillas y mesas (Vista Lince) Solo por si algo se me pasaba. ¿Serviría de algo?

 

Novena

—Hay muchas puertas —revisé mis alrededores mas enfática—

No solo muchas puertas, también bastantes habitaciones, era una instalación de tamaño considerable—

Suponiendo correctamente, las salas de cirugías deberían estar en alguna de las plantas superiores, y si mis sospechas eran correctas, podría encontrar algo de utilidad en las mismas

—Debería ver los pisos superiores —empecé a llevarme por la intuición—

Me las jugaría subiendo las escaleras de arriba

 

Primera

Nada más salir de la casa del terror me encuentro con Murumuru quien me estaba esperando sonriente. Me felicita por mi asesinato y me entrega un cuchillo como obsequio por mi primera sangre en este juego. ¡Al fin algo bueno, ya era hora! Pero lo que dice después me parece mucho más valioso: aquella niña que maté no era más que una burda imitación. Por dentro me sentí aliviada: su ineptitud venía de la mano con su inexistencia; ahora tengo la esperanza de que la versión real de la Novena valiese más la pena. Ya tengo su nombre y aspecto, no es un mal comienzo. No obstante, hay demasiados peligros sueltos como para centrarse en una única participante. Dejemos que el juego siga su curso. Una vez superada mi primera etapa es el momento de dar el siguiente paso.

Recuerdo que mi móvil sonó antes, nadie más que Sofía tiene mi número. Miro el móvil para comprobar el mensaje: "He encontrado varios víveres que pueden venir bien. Nos encontramos en la entrada del parque de atracciones, ¿sí?" Me paro un instante, desde luego algo anda mal. O bien es idiota de remate o hay un titiritero entre nosotras. Si esa pequeña cabecita es capaz de recordar simples órdenes, seguro que recordará que dije bien claro que "no saliera del observatorio bajo ningún concepto". Y ahí está, diciendo tan tranquila que me espera en el parque de atracciones. Mala jugada, seas quien seas. Es más, ¿por qué no hago una llamadita?

Y esa iba a ser mi intención, pero un casual encuentro no tan casual se adelanta a mis planes. Es otra chica, de edad parecida a la de Sofía, con pelo castaño y muy malos modales. Se dirige a mí con tono amenazante, me subestima de entrada y se jacta de haber asesinado a mi esbirra. Bravo, una estrategia magistral. Pensé que el plan de la réplica era malo, pero esto lo ha superado. Guardo silencio hasta que termina de soltar su presentación "esplendorosa" mientras medito qué haré a continuación. No me preocupa lo que tengo delante, con lo poco que lleva este juego no debe tener muchas herramientas a su disposición; es la situación global lo que me tiene en vilo.

—¿Qué? ¿Quieres perder tu vida de una vez o tienes miedo?

—Siento defraudarte, pero morir hoy no entra en mis planes y me he visto en situaciones mucho peores como para estar asustada ahora. Está muy claro cuál es tu posición: deseas matarme. Y no te culpo por ello, no hemos venido aquí a hacer amigos. Sin embargo, tengo una propuesta mucho mejor —hago una breve pausa para pensar lo que diré a continuación, palabra por palabra—. Mientras tú y yo estamos hablando y, eventualmente, matándonos, los demás participantes están preparándose para la guerra que se avecina: forman alianzas, se atrincheran en refugios para sorprender a sus asaltantes, se arman hasta los dientes y, desde luego, planean cómo matarnos uno por uno. Estoy segura que ambas queremos ganar, pero con tantos rivales las probabilidades son más bien... escasas. Por eso te ofrezco dos opciones: nos enfrentamos aquí y ahora, dejando una participante menos en este juego de supervivencia a expensas de enfrentarse a los peligros futuros en solitario, o entablamos una alianza temporal para liquidar a todos los que se pongan en nuestro camino. No te confundas, no te ofrezco ser amigas sino unir fuerzas para asegurar nuestra victoria en esta pequeña masacre. Después de todo, deduzco que eso es lo que más te interesa: matar. ¿Verdad? Y bien, ¿qué eliges?

Al igual que con la niña, dejo que sea ella quien decida su propio destino. Con una persona aparentemente tan impulsiva me resulta imposible dar por segura la respuesta más sensata, pero eso no está en mi mano. En cualquier caso, estoy preparada para lo que sea.

 

Quinto

—Ya me esperaba el saqueo, pero no a tal grado —murmuré disgustado con la visión que tenía frente a mí. Pero, más importante que eso, era descubrir el poco provecho que podía sacar de aquí.

Por empezar, la maldita puerta de entrada apenas si podía mantenerse contra la pared. Y para agregar mayor suspenso al ambiente, un concierto de gritos se desató en las calles. Era invaluable el ponerse a salvo ahora, pero quién me garantizaba que alguna rata asquerosa no estuviera acobijada en alguna habitación.

—Fantástico, más trabajo en lugar de descanso.

Con un poco de esfuerzo cerré la puerta y me apoyé contra ella, evitando así precariamente que perdiera rectitud. Antes de atrancarla debía asegurarme de que estaba solo.

Contenido oculto

Vista lince 1 + Tirada 3 = 4.