Microrelatitos Tenía muchas ganas de escribir y salieron estos. Hay para todos los gustos, se podría decir... unos son mejores que otros, además. Conste que los títulos en su gran mayoría los elegí al azar, y a partir de ellos escribí, sólo cambié los que al final terminaban sin nada que ver o spoileaban el relatito. Azul. Los ojos de ella son el mar, el mundo es el océano, y el reflejo de él en las pupilas marítimas es el de una cama de hierro que mágica y azul flota. Ellos tienen sólo un color en común. Sueños. Camila se cae de la cama, se pega la cabeza contra la mesa, una taza se cae y el piso se llena de café frío, pedacitos de porcelana y de Camila, sus sueños ahora desparramados en el techo, inmortales e inconclusos. Camila se levanta y salta para atraparlos, y después los acomoda en el atrapa-sueños para retomarlos cuando pueda. Simple Simple Una pared, una sonrisa, dedos manchados, un castillo de tiza, un cartón/espada y una araña en el techo que acepta el papel de malo maloso. Todo está listo, piensa Martín, y se embarca en su aventura, al menos, hasta que su mamá lo llame para cenar. Veil Deleide camina despacio, la mirada en el piso, el rostro parcialmente cubierto; no quiere que nadie le preste atención, y nadie nunca lo hace, todos demasiado ocupados llorando y ofreciendo condolencias. En breve ella llega al ataud, deja una flor, y bajo el velo de su sombrero esconde el alma del difunto. Deleide no es nadie, sólo un rejunte de almas, fantasmas en potencia. Todos somos un rejunte de almas. :P Ditta mira el techo, colgada de una radio celestial, enterándose los problemas filosóficos o conclusiones enriquecedores –las cuales ella no entiende- que todos los etéreos le ofrecen. Se desconecta un rato y el silencio de la Bibliothequé la marea un poco. —Che, Morena. —¿Qué? —Deja de decir "boluda", a los entecitos se les pega fácil. Morena sonríe, al otro lado de un estante; ella no se los pegó, sino que al revés. Tal vez los cultos espíritus tenían la responsabilidad de que la palabra fuera tan popular, se dijo a si misma. Hedor Hector llega a su casa y respira profundo, sumamente cansado; huele solamente el olor a chivo que tiene, hedor insoportable. Tal vez ya es hora de bañarse, piensa, y tira la ropa hasta que llega al baño y se mete en la ducha. El agua lo desintegra y Hector se va por las cañerías, pero el hedor se queda. Bliss Tatiana está tirada en el piso, Diosa de la cerámica fría, con los ojos cerrados. El mundo le da vueltas para después absorberla, descomponerla en micropartículas, tirarla a la mierda y después concederle el título de reina de las baldosas negras, título que ella rechaza. El mundo, sorprendido, la abraza y se convierten en uno solo, el origen de todo ser irrepetible y solitario. Al final, de Tatiana queda nada más una mancha de vómito en el piso; una mancha particularmente contenta. Y entonces, Tatiana despierta en otra dimensión, con una angustia irremediable, producto de haber sido feliz y ya no serlo. El final no tiene final Ella entra y sus ojos se cruzan con los de él. El tiempo para, roto el reloj de la pared, el de la muñeca, el del celular. Las luces parpadean. Blanco negro blanco negro blanco. Ella se acerca y mueve los labios, él cree que habla en coreano, sordo por la música del fondo. Ella le pide que respire, él no sabe respirar. Los labios se chocan, buscando aire, las lenguas se cruzan. Entienden al fin que nada parece estar hecho para ellos, así que ellos elijen destruir todo. La melena roja de ella cae del rodete, el calor asfixia y la música para. El cabello se vuelve fuego y los envuelve; los convierte en ceniza y olor a quemado. En universos paralelos, ella despierta y escribe. En universos perpendiculares él se paseará cuando despierte. Canción del viento El viento vuela, misericordioso, entre los edificios grises, entre el pis de gato, los muertos todavía no enterrados, las minifaldas de las meretrices. El viento se entristece, y le pide a Dios la salvación, la iluminación de la raza humana, el fin de todo aquello que él detesta. Dios se lo concede. El viento vuela, misericordioso, en su canción escondida la clave de la pureza y la eterna felicidad. Ve un hombre y se le acerca, y -entre los edificios, el pis, los muertos y las minifaldas- le canta el secreto de la salvación. Después, satisfecho, se va para siempre. El hombre era sordo. Purgatorio Victoria se cae de rodillas, o, mejor dicho, se deja caer. Victoria pone su frente contra el piso y reza. La decapitan al instante. Victoria se cae de rodillas, o, mejor dicho, se deja caer. Victoria pone su frente contra el piso en silencio. La decapitan al instante. Victoria forcejea para que no la tiren, pero termina de rodillas. Victoria pone su frente contra el piso y una cuerda la mantiene ahí. La decapitan al instante Victoria se cae de rodillas Victoria pone su frente contra el piso, y se pregunta qué hizo para merecer eso. La decapitan al instante. Dios se ríe, el purgatorio es re diver.
Re: Microrelatitos Mi favorito es Sueños. Incluso lo usaré para mi firma si me lo permites. Sabes, me recordó bastante al libro que estoy leyendo ahorita de Boris Vian, tiene ese mismo estilo que entremezcla la realidad con juegos de palabras e irrealidades plausibles sólo por el contexto. Si no los has leído, te lo recomiendo, seguro te gustaría su prosa surrealista.
Re: Microrelatitos Sería un honor. Y La Hierba Roja estará en la señora lista, ahora sí, estoy stalkeando tu entrevista.
