Mi verdadero deseo

Tema en 'One Piece' iniciado por SusanDMerry, 4 Mayo 2014.

  1.  
    SusanDMerry

    SusanDMerry Entusiasta

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    Título:
    Mi verdadero deseo
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1046
    —Desde ahora en adelante... ¡Somos hermanos!- Ese fue el momento en el que Ace y Sabo se convirtieron en parte de su familia. Ellos le dieron el primer empujón para tener la valentía y las ganas necesarias para cumplir su sueño. Aún era muy pequeño, pero pronto descubriría que tenia otro gran sueño a parte de convertirse en el rey de los piratas.

    Tras la muerte de Sabo se dio cuenta de que tenía un sueño mayor. Un sueño más importante por el que valía la pena luchar. Proteger a los que quería. A los que consideraba su familia.

    —Ace... Yo... Quiero ser más fuerte. Más, más, más y mucho más fuerte. Quiero ser capaz de proteger todo lo que quiera.- Declaró su deseo a su hermano mayor por primera vez mientras no dejaba de llorar. Después de todo, aún era demasiado pequeño.

    —Te lo ruego Ace, no mueras.- Ese fue el reto que le puso y este aceptó de inmediato. metiéndose en algo más gordo de lo que creía. ¿De verdad era tan fácil esquivar a la muerte?

    — Yo nunca moriré.- Eso fue lo que le dijo. Esa fue la promesa que le hizo. Acaso...¿ le mintió? Acaso...¿no había superado el reto? Ace, que siempre luchaba por cualquier tontería hasta el final... Había perdido una misera apuesta. Imposible.

    —Así que escucha, Luffy. Viviremos sin arrepentimientos.- Ese fue el reto que Ace le puso. ¿Acaso no lo había echo? Él había cumplido todo lo que prometieron pero ahora Ace había faltado a su promesa.

    No. Eso era mentira. Él no había cumplido todo. Él... No había podido proteger todo lo que quería.

    Para Ace era todo lo contrario. Luffy había cumplido muy bien su promesa. El único que había fallado había sido él. No por faltar a su promesa de que nunca moriría ya que cuando llegó el momento tuvo que decidir e hizo lo que el corazón le dictó: Salvar a Luffy.
    Aunque le costase la vida. Porque, para Ace, Luffy había luchado hasta el final por él. Ahí tal vez, estaba la diferencia. Él, se había dejado vencer demasiado pronto.

    Él mismo lo dijo unos días antes:
    — Se que Luffy estará bien. ¿Sabes por qué? Porque ahora tiene una tripulación y amigos en los que confiar. Me siento... realmente aliviado...- Eso fue lo que le dijo a Jimbei. Esa fue su última declaración. por que era la verdad. Aunque dejara una gran grieta en el corazón del joven mugiwara, sabía que esta sería sanada gracias a la nueva familia que su hermano pequeño había reunido.
    Su tripulación.

    Si... Ellos también eran su familia. No había echo falta brindar ni hacer ninguna promesa para afirmarlo. Desde el momento en el que cada miembro se unió a aquella tripulación supieron perfectamente que aquella sería su nueva familia y su nuevo hogar. Que sus vidas ya no volverían a ser las de siempre y más con un alocado capitán como el que tenían.

    Desde que obtuvo el primer miembro de su tripulación, Luffy aprendió realmente el significado de su sueño. El proteger a todos los que quería. Ahora tenía una gran carga. Proteger a siete personas que tenían puestas sus esperanzas y vidas en sus manos. Aquello se convirtió en su deber y su nueva obligación como capitán.

    Aún después de todo eso, les falló. A todos y cada uno de ellos.

    Siempre se maldijo por todos los errores que cometió: Sabo, Ace, Zoro, Nami, Ussop, Sanji, Chopper, Robin, Franky, Brook... Les había fallado a todos.

    Aún así, el sabía que todos ellos le habían perdonado. Porque... aunque hubiese fallado siempre hizo su mayor esfuerzo por protegerlos a todos.

    Y aunque por su no muy larga vida había perdido algunas personas (o eso creía), aún le quedaba el resto de su tripulación. Aún tenía otra oportunidad de cumplir correctamente su promesa, su deber. Como diablos quisieran llamarlo. A él, eso le daba igual.

    Ahora que los había recuperado de nuevo, no estaba dispuesto a perderlos. Para eso estuvo entrenando durante dos años. Para proteger a todos y cada uno de ellos.

    Aunque reencontrarse con Sabo fue algo totalmente inesperado, aquello le dio aún más fuerza y esperanzas. Porque no solo había encontrado a Sabo, si no que a Ace también, ya que este vivía desde hace poco en el alma de su otro hermano mayor. Sintió de nuevo las ganas de protegerlos. De devolverles los favores. Después de todo, no había perdido a nadie y eso le animó bastante.

    Ahora sí, definitivamente, podría protegerlos a todos.

    Ahora tenía la fuerza suficiente para proteger a su tripulación. Esa tripulación que ahora era su verdadera familia. Porque ellos siempre habían estado junto a él. Incluso en los malos momentos. Por eso eran más que su familia. Por eso se habían convertido en algo más importante que Ace y Sabo. Porque se habían convertido en su razón para vivir.

    Porque eran la mejor familia que pudo haber deseado. Ellos eran el rayo de esperanza de cada día. Los quería como a nada y no dudaría ni un segundo en cambiar su preciado título del rey pirata, de abandonar su sueño, por tan solo proteger a uno de ellos.

    No dudaría ni un segundo en dar su preciado sombrero por protegerlos.Estaba dispuesto a dar su vida. A dar todas las vidas que pudiera por salvarlos. Por hacerlos felices.

    Lo único que el joven capitán no sabía era que no era el único que tenía ese deseo. Toda su tripulación daría su vida por él. Todos dejarían sus sueños de lado, incluso los descartarían únicamente para cumplir el nuevo sueño que tenían: proteger a su capitán y hacer de él el rey de los piratas.

    Porque él los había salvado y les había dado una familia. Él les había dado todo: buenos y malos momentos. Risas, lagrimas, alegría. A algunos una razón para vivir. A otros una razón para cumplir sus sueños. Y a otros simplemente los había arrancado del infierno que les retenía para darles una cálida bienvenida con su gran y sincera sonrisa.

    ¿Hacían falta más razones para darlo todo por él?
    ¿Hacían falta más razones para darlo todo por ellos?

    No. No las hacían falta en ninguno de los dos casos.
     
    Última edición: 5 Mayo 2014
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