Mi príncipe hanyou

Mi príncipe hanyou

Hola, me anime hacer una historia y debo confesar que esta es mi primer FanFic que estoy haciendo sola — el otro esta compartido — solo espero que den sus opiniones mas sinceras o criticas que tengan, ya tenia la idea desde hace mucho, solo faltaba desarrollarla aun mas, pero por si las dudas de que no les gustara are primero el prologo. Bien, comenzamos:

“Mi príncipe hanyou"​

¿Quién iba a pensar que sus destinos fueran tan complicados? Los espejos que conectaban ambos mundos ahora están rotos. ¿Quién la protegerá?, ¿Quién lo consolara? Si tan solo son unos niños inocentes.

La vida se vuelve oscura, la princesa de la oscuridad Kagome Higurashi ya estaba preparada pero InuYasha no… La luna es de ella como su cabello, el sol le pertenecía a el como sus ojos. La inexperiencia de ellos, ¿Dónde se quedara? si tenían enemigos que a simple vista no se presentan. Pero todo estará perfecto; si tan solo aquel joven brutal no los hubiera puesto en contra, o tal vez si no fueran tan contradictorios. La luna plateada solloza junto con ella, mientras tanto, el sol suspira por aquel joven orgulloso con un solo nombre y agraviado. La madre desesperada lo busca incansablemente, sin embargo es exterminada por su propio hijastro: Sesshomaru. ¿Quién iba a pensar que su corazón iba a ser apaciguado por una linda joven que no tenía nada que ver en su mundo?

El príncipe de la luz se le deshace sus memorias. Trampas y más engaños, ¿Cómo era posible que el consejero fuera tan astuto para engañar a los dos reyes? Otro giro dan a su vida, la oscuridad poco a poco abraza a su corazón. Si es posible ella quiere salvarlo de una necedad. Todos contra todos ¿acaso no hay paz en un mundo? Pero danzando, bailando, sanando heridas del alma, incluso eso asediaba. Predicción tras profecía, ¿acaso su encuentro fue revelación? Las lagrimas eran igual a sangre, recuerdos y mas memorias, hasta que en su mente apareció una joven muy parecida a ella; sin embargo uno de las principales diferencias es que el estaba comprometido con Kikyo, la hija del consejero. Sucesora de Naraku.

Gritos y mas voces desgarradoras, el silencio huía de ellos, pelean y pelean, pero aun así los espejos de sus mundos se reconstruyan conforme crecía su amor… ¿Quién iba a pensar que esto acabaría así…?

 

Re: Mi príncipe hanyou

“Flores amarillas”​

Kagome Higurashi se adentró en el bosque resplandeciente con impaciencia, sus piernas corrían sin detenerse a observar quien la perseguía con desazón: un oso. Su respiración era agitada, apenas podía apreciar el aire rozar en su nariz y en su boca seca. Había recorrido una distancia cerca de dos kilómetros, a ratitos miraba velozmente hacia atrás para confirmar si aquella bestia aun la seguía destruyendo los árboles que se interponían en su paso. Sentía el miedo en su corazón que latía incansable, estaba desesperada; deseaba llorar y pedir a gritos la ayuda de su padre, pero era algo imposible que él la salvara de aquella muerte aproximándose con velocidad.
Cuando en su camino se presentó un tronco viejo y ya quemado desde varios meses lo brincó con sus pequeñas piernas, y cuando pensó que se había librado de otro de sus obstáculos, se dio cuenta que su vestido rosado con bordes blancos se había atorado en una de las ramas secas de aquel árbol. Se cayó de boca. Atemorizada se acomodó un poco adolorida de su costado y miró que el oso había dado un salto para poder devorarla con sus garras y colmillos afilados. Cerró sus ojos con temor.

— ¡Toma esto bestia! — se escuchó una voz angelical y casi se podría decir inocente, la niña de cabellos oscuros abrió los ojos de golpe, para divisar a la tercera persona, el chico salió de los arbustos y dio un salto para aterrizar enfrente de ella en forma protectora, y con un rápido movimiento de su mano salieron garras doradas asustando a la bestia. El oso retrocedió un poco.

Ella lo describió como un intruso de su segura muerte, no obstante el chico de cabellera plateada se mostraba seguro de si mismo, su mirada ambarina se fijaba en su enemigo. El oso no tardó en marcharse de ese lugar, tal vez la vista de aquel niño era intimidante, ella no lo podía asegurar ya que no lo había visto muy bien.
Aun estaba en el suelo, su vestido ya se había ensuciado; se levantó tímidamente ya que aun no sabia si el chico era un forastero o un ladrón. El pequeño héroe estaba en el mismo sitio en pose de protección.

— Mmm… Oye — la pequeña princesa trató llamar la atención del joven sin perturbarlo, el sólo dio un giro quedando enfrente de ella. Admirando más de cerca su rostro fino y alargado. — Muchas gracias por salvarme. — se inclinó un poco en forma de agradecimiento, no era digno de princesas pero a ella no le importaba.

— ¡¿Qué te hace pensar que lo hice para rescatarte?! — respondió con sus mejillas levemente sonrojadas, se había sorprendido de golpe.

— ¡Ah…! ¿No?

— Por supuesto que no. — cruzó sus brazos escondiéndolos en su traje color fuego. — Yo solo vine a entrenar.

— ¿Entrenar? — volvió a preguntar la princesa, al parecer era muy inocente para su edad. El chico solo se golpeó su rostro como si un insecto pasara.

***​

Kagome Higurashi se adentró en la seguridad de las flores amarillas, se sentía un una libertad inmensa cuando los suaves pétalos rozaban sus frágiles piernas de niña. El sol estaba en el punto más alto del manto azulado, no se presentaba ninguna nube, por lo tanto aquel cielo que los acompañaba aquel día era despejado. Claro, en el mundo de los humanos.

— Oye, ¿Cuál es tu nombre? — se volteó deteniendo su paso y mirando al pequeño joven de cabellera color de luna, lo miró más bien confundido: estaba con las manos en sus bolsas y mirando disimiladamente a los lados. Cuando ella se detuvo el la imitó.

— ¿Huh? — el chico sacó sus manos para señalarse el mismo, era como si era la primera vez que le habían preguntado su nombre. Sus ojos mostraban inocencia pura. Miraba a su acompañante. — ¿Mi nombre preguntas…? — y de un momento a otro sus ojos dorados se volvieron feroces rápidamente. Al joven de ocho años de edad le habían enseñado no decir su nombre abiertamente a extraños. — ¡Primero dime el tuyo! — exigió.

— Esta… bien. — el viento jugueteó un poco con sus cabelleras al igual que las flores por unos momentos. Kagome cerró los ojos siendo rozar su rostro. — Mi nombre es: Kagome. Kagome Higurashi. — sonrío. — Soy la princesa de la oscuridad… Al menos eso dicen mis padres.

— ¿Princesa de la oscuridad? — cruzó sus brazos mirándola confuso, miraba sus ojos oscuros como la noche queriendo encontrar la respuesta. La objeción no tardó en llegarle. — ¡Ah! ¿Te refieres al otro mundo donde nunca amanece? ¿Es ese lugar?

— Bueno, si. ¿Cómo lo sabes?

— ¡Khe! Cualquiera lo sabe niña. Yo soy el príncipe de la luz. — sonrío victorioso cerrando sus ojos viéndose así mas superior que Kagome. — En mi mundo sucede lo contrario, en el mío nunca anochece.

Habían tres mundos existentes: el mundo de la luz, de la oscuridad y de los humanos. Los niños actualmente se encontraban en el de los humanos, ya que deseaban ver el amanecer y el anochecer, era muy extraño ver ese tipo de cosas en sus respectivos mundos, pero aun así se sentían contentos.
Kagome Higurashi se hincó a recoger unas cuantas flores amarillas en su antebrazo, las arrancaba con cuidado y musitaba un pequeño: lo siento a cada flor que cortaba. Las trataba como si aquellas plantas tuvieran vida propia. El chico se rió de ella por dentro.

— Oye nunca me dijiste tu nombre, ¿Cómo es que te llamas? — preguntó sin dirigirle la mirada ya que estaba ocupada tratando de juntar suficientes flores, buscaba las más hermosas y fuertes. — Me dijiste que eras el príncipe de la luz, pero aun así yo no se mucho sobre ese mundo. — se paró junto con las flores que había recogido cuidadosamente, el le daba la espalda como si no quisiera tocar aquel tema. — ¿Oye?

— InuYasha. — el giró violentamente para mirar su expresión de sorpresa, el de inmediato se enojo. — ¡Si piensas que mi nombre es raro, adelante búrlate de mi! ¡No me siento mal de tener un nombre tan extraño para tu información, además…!

— Tu nombre es muy bonito. — interrumpió sin pena la chica. — Muy original. — sonrío.

Sus miradas inocentes se encontraron acompañados del viento, no entendía como aquella niña le hablaba tan familiarmente como si se hubieran conocido desde hace mucho tiempo; aunque en realidad la acababa de conocer desde aquel oso la perseguía. La miraba curioso, era como un tener un juguete nuevo enfrente de él sin desenvolver, o al menos así ponía en claro sus sentimientos de niño.
La pequeña Kagome terminó de recoger sus últimas flores que descuidadamente se le habían caído cuando el viento rozó las plantas; su vestido rozado era de tela ligera, tanto que el mismo viento la hacia danzar con ella. InuYasha no se había dado cuenta de que tenia un pequeña corona en su cabeza, y se percató de eso gracias a un reflejo de luz asaltó sus ojos.

— ¿Qué harás con esas flores? — preguntó curioso el niño de ojos resplandecientes agachándose para quedar a la altura de ella, Kagome aun seguía recogiendo y casando unas nuevas con cautela, pero se detuvo de golpe cuando miró a su acompañante. InuYasha se sonrojo un poco por la vista calida que ella emanaba. — Claro, si se puede saber. — giró la cabeza aun lado para que no notara su sonrojo visible para cualquiera, Kagome le regaló un sonrisa inocente.

— Son para mi mama. — le dio un vistazo a las flores cuando se irguió por completo. — A ella le encantan las flores de color amarillo.

— ¿Para tu mama? — se paró el joven quedando enfrente de ella. Cruzó sus brazos y puso una mirada indiscreta. — ¿Por qué no le das algo mas interesante? — ella le dio la espalda bruscamente junto con las flores. Frunció el seño.

— Mi madre… esta en el cielo cuidandome. — InuYasha por fin entendió sus palabras y por que ese detalle, con eso le aclaraba la mente: su madre había fallecido. Kagome le dio la espalda para que no se percatara que sus lágrimas amenazaban por salir de sus ojos color de noche. Se aferró más a las flores. — Pero no me siento mal por eso… Mi padre dice que ella esta en un lugar alejado del sufrimiento y las guerras.

Ella se volteó de nuevo con el con una sonrisa, pero InuYasha podría asegurar que era falsa, una que disfrazaba la laguna de dolor que ella sentía por dentro. Era un niño muy inteligente cuando se trataba de los sentimientos de los demás, pero llegaba a los casos que era demasiado distraído en esos aspectos. Es un error hablar de la felicidad de la infancia. Los niños suelen ser extraordinariamente sensibles. El hombre es dueño de su destino; pero los niños están a merced de quienes les rodean.

— Ya me voy. — masculló Kagome al ver que estaba perdiendo mucho tiempo en el mundo de los humanos, ella tenia que llegar a su mundo por medio de un espejo. — Espero volver a encontrarte algún día, InuYasha. — las ultimas palabras no le gustaron al chico, era como si Kagome dejara eso para el destino o a la suerte. El no creía en esas estupideces, el deseaba asegurar que se reencontrarían de nuevo.

— Oye… ¿Qué te parece si nos vemos aquí mañana…? — invitó tímido, Kagome lo miró con su sonrojo leve. Él al darse cuenta de eso volteó a un lado. — Claro, si puedes.

— Por supuesto. — ella dio media vuelta dispuesta a seguir su camino hacia su hogar, hacia su mundo de la oscuridad, sin embargo cuando dos pajarillos trinaron sobre un árbol InuYasha la llamó esta vez con su nombre. Se vio obligada a girar de nuevo deteniendo su paso.

— Estoy seguro que tu mama se pondrá contenta con la presencia de su hija. — se despidió InuYasha con la mano agitándola lo mas alto que podía. A ella le brillaron sus ojos más de lo común. Sus lágrimas estaban a punto de salir y terminar en sus pequeños labios en formación.

Cuando ella le regaló su última sonrisa de aquel día soltó una lágrima. Kagome no podía asegurar la causa de aquella lágrima traicionera; pero tenía dos respuestas en su mente: era por recordar la calidez de los abrazos de su madre o era que deseaba que ese día jamás se terminara.
Ella caminó hasta perderse de la vista de sol que tenia el chico. InuYasha estaba dispuesto a imitar su acción, después de todo, ya no tenía motivos para quedarse en el mundo de los humanos; era aburrido que en aquel mundo los hombres vivían trabajando, para envejecer y esperar su muerte. Al menos eso es la teoría que su mente tenia, de retroceder un paso sintió como se escuchó una rama seca quebrarse gracias a su pisada, la sintió ya que él estaba descalzo. Se obligó a mirar el suelo acompañado con aquellas flores que hace unos momentos la princesa Kagome había recogido con sus manos. El niño arrancó una flor sin piedad y la observó cuidadoso…

***​

No tardó mucho en encontrar el espejo que la llevaría al mundo de la oscuridad; después de todo el lugar donde aquel objeto se encontraba lo custodiaba una gran muralla de color marfil abierto para todas las personas sin excepción; no había guardias o algo por el estilo que le impidieran el paso hacia su casa. Subía las escaleras con cautela ya que sabía que si daba un paso en falso podría caerse con aquellas zapatillas que apenas sabia controlar, el eco estaba acompañado con sus pisadas de niña.

— Ya mero llego. Ya casi. — tomaba su vestido sin importarle que lo arrugara mas de lo que ya estaba. Los niños no están dotados de razón hasta que pueden hablar; pero se les llama criaturas racionales por la posibilidad aparente de que harán uso de la razón en un tiempo futuro.

Cuando terminó de subir las escaleras en forma de caracol respiró aliviada. Enfrente de ella había un espejo redondo con varios signos raros sobre el cristal, parecían jeroglíficos jamás descifrados. No le importó. Los ignoró. La habitación en donde estaba parecía como una caja grande de cartón y como de accesorio aquel espejo mediano. Ella se reflejó en el espejo causando que una luz la cegara violentamente… Cerró sus ojos.

No había mucha diferencia cuando sus ojos divisaron el mismo espejo que la cegó, y dio media vuelta dispuesta a marcharse. Mientras salía de aquella muralla se hundía en sus pensamientos: la vida había sido clara con ella, a su madre se la habían arrebatado cuando apenas hablaba, su padre había aprendido a hacer los papeles de padre y madre; aunque no podía negar que era estricto como todo rey.
Cuando salio por fin de aquella muralla con cinco metros de altitud observó el mundo en el que había crecido: en el mundo de la oscuridad, aquel mundo donde nunca amanecía y la luna siempre la acompañaba en sus momentos felices y de agonía.
Caminaba firmemente sobre el pasto que rozaba sus piernas, tenia que llegar a aquel lugar que visitaba todos los días aunque fuera una tremenda carga sobre sus hombros para ella: la tumba de su madre. Cuando la princesa Higurashi llegó a su destino observó que el viento la recibió acomodando sus cabellos despeinados; aquel lugar de penumbras estaba cerca de un barranco, uno de esos que con acercarse es un boleto seguro a la muerte, no sabia con exactitud el por que el lugar tan peligroso habiendo otros lugares mucho mas apropiados.

— Hola mama. — saludó sonriente, se hincó enfrente del bulto de tierra. — Mira — dejó ver las flores que tenia escondidas en su espalda, su vista lucia radiante a la luz de la luna. — Te traje las flores que mas te gustaban, ¿lo recuerdas…? Mmm… Yo no, pero me lo dijo mi padre hace mucho tiempo. ¿Te gustan?

El silencio fue su única respuesta, el viento meció su cabellera larga y gruesa. Como si el viento fuera quien le estuviera contestando. Kagome Higurashi, siempre hacia lo mismo todos los días, el color de aquellas flores solo se encontraba en el mundo de los humanos, en pocas palabras aquel mundo misterioso era entre el balance del mundo de la oscuridad y de la luz. Donde habitaban los seres humanos. Donde anochece y amanece, en el mundo de la oscuridad solo existía la noche.

— Mama… ¿no te sientes sola allá arriba? — el viento que recorría su rostro dejó de acariciarla en segundos. Kagome se asustó, pero abandonó las flores amarillas sobre la piedra grabada con el nombre de su madre. — ¿Madre? ¿Te sientes sola, verdad? — respiró asustada, no podía sentirse culpable… o tal no sentía culpabilidad, mas bien era resentimiento. Se levantó suavemente formando que su vestido danzara con el poco aire que la abrazaba. — Madre, ¿quieres que valla contigo...?

***​

InuYasha venia ya cansado de la gran caminata que había dado desde aquella muralla hasta el castillo donde vivía su familia; tenía que hacer lo mismo para volver a su mundo: entrar a la muralla donde estaba un espejo, reflejarse y ya. El mundo de la luz, un lugar donde nunca anochece, solo el sol se presentaba todo el tiempo en ese mundo.
Él niño de apenas ocho años caminaba tranquilo, no tenía prisa por llegar a su castillo lleno de guardias que custodiaban el lugar, y no era necesario por que su padre era un gran youkai, uno muy fuerte que fácil él solo podía acabar con cientos de ejércitos cuando estaba en su forma original. El único de los problemas que lo consideraba un gran obstáculo era la raza hanyou — mitad humano y mirad bestia — esa raza se consideraba la peor de todas, tanto como humanos que vivían en ese mundo y monstruos, ¿Quién querría convivir con un ser anormal? Y desafortunadamente InuYasha pertenecía a esa raza impura. Y como era el príncipe de aquel mundo tenía un poco de suerte por que no lo trataban como a los demás hanyous de la región. Pero aun así, le enviaban las indirectas.

— ¡Mama! — el mismo interrumpió sus pensamientos cuando diviso a su madre leyendo un libro con portada muy bien arreglada, tal vez era un libro de recetas. Estaba sentada en la orilla de un hermoso estanque que tenían en el mismo reino, tenia peces carpa bastante crecidos. Tenía sus pies hundidos en el agua cristalina. InuYasha apresuró su paso con una mano atrás y con la otra la saludaba de lejos.

— InuYasha, Hijo. Que bueno que ya estés aquí. — la mujer le dirigió su mirada café clara. Sonrío con naturalidad. Cuando el niño llegó hasta donde estaba ella respiró agitado con su cabeza abajo, sus orejas estaban muy levantadas, capaces de escuchar cualquier crujido alrededor.

— ¿InuYasha? — no era muy común que su querido hanyou se cansara después de esa pequeño recorrido. Le preocupaba como cualquier madre. Él después de recuperar el aliento se irguió por completo de una manera muy alegre, tanto que hasta su mama se sorprendió por tal acto. Llevó sus pequeñas manos al frente para mostrarle unas flores amarillas a su querida madre; ella se sonrojo de felicidad, era la primera vez que su hijo le regalaba por lo menos un pequeño detalle muy significativo para ella. — Hijo, ¿Por qué…?

— ¿Qué? — de un momento a otro sus ojos ámbar demostraron miedo. Dio un vistazo a las flores aun en sus manos de niño. — ¿No te gustan?

— Por supuesto que si hijo. — lo abrazó emocionada sin tomar en cuenta las flores amarillas que por poco morían aplastadas con el cuerpo de Izayoi.

Las mejillas de InuYasha se tornaron levemente rojas mientras trataba de quitarse de encima a su madre con esos abrazos tan empalagosos; su madre no paraba de sonreír y además de que tenía mucha fuerza cuando estaba realmente contenta. Sin embargo, el sintió la presencia de alguien a sus espaldas, no quería voltearse para ver quien lo estaba presenciando de esa manera “tan absurda” pero eso le dio fuerzas para tomar a su madre de los hombros sin lastimarla con sus garras y separarse de ella un poco. Giró su pequeña cabeza para ver de quien se trataba, aunque a decir verdad, por la forma de su sombra ya sabia de antemano de quien se trataba.

— ¿InuYasha?, ¿Qué haces con esas flores amarillas? — preguntó con curiosidad el nuevo concurrente. — ¡Ah…! Hijo, pero eso no será suficiente para superar a tu padre. — le sonreía a su hijo para después acariciarle la cabeza como a un cachorro. El niño se miraba molesto, cerró un poco sus ojos ya que mientras su padre agitaba su mano en su coronilla lo lastimaba un poco con sus garras afiladas. InuYasha mostraba un rostro de resignación mientras meneaba la cabeza por el impulso de su padre.

— ¿Tashio? Llegaste temprano. — anunció la mujer recuperando su carácter antes de que su hijo la emocionara, soltó a su hijo. — Supuse que vendrías mas tarde.

— Iba, pero la casa que se había incendiado no era más que un montón de basura. — contestó el joven de tez blanca y de cabellera atada a una coleta. Dejó de acariciar a InuYasha. — Según los rumores de la gente, o por lo menos eso dicen ellos que… quien incendio aquella casa con una familia pobre eran seres de otro mundo. No estoy seguro. — cruzó sus brazos pensativo.

— Bueno, bueno, ¿Por qué no descansas un momento? — invitó su esposa sonriente. Se puso de pie haciendo ver su vestido rosado mas largo, lo suficiente para esconder sus pies. Inu – no – Tashio observó las flores que ella llevaba en su mano.

— A propósito. — de su armadura sacó un hermoso collar aperlado y se lo entregó a su esposa en sus manos. — Iba venir a un más temprano; pero me detuve a regalarle algo a mi reina.

Besó su mano como todo un caballero que recién conocía a una dama; Izayoi sólo esbozaba una sonrisa satisfactoria solo para su amante. Llevaban nueve años de casados, y del fruto de su amor había nacido InuYasha, del cual ninguno de los dos se arrepentían a pesar de haberse casado jóvenes.
Al ver como su padre recibía el mismo trato que él como cuando le regalo el ramo de flores se lanzó contra su padre, claro, sin derrumbarlo o hacerle algún daño y comenzó a dar pequeños golpes en su pierna, Tashio se rió victorioso.

— Si vas a regalarle algo a mi mama, regálale algo que no se parezca al mío. ¡Tramposo! — se quejó ya que el collar, como dije tenia una piedra color rojiza en forma de girasol. Movía sus puños lo mas ágil y goleaba lo mas fuerte que el niño de ocho años podía.

— Cariño, ¿Dónde esta Sesshomaru? — preguntó Izayoi tímida cuando desapareció su sonrisa, a decir verdad mencionar el nombre del otro príncipe que no era hijo suyo si no su hijastro, le causaba temor. Él príncipe de la luz la odiaba sin conocerla. InuYasha al escuchar ese nombre en sus pequeñas orejas, detuvo su pelea y le dio la espalda a su padre con los brazos cruzados, frunció el seño. — Es que… — Tashio notaba el miedo en su mirada. — Me preocupa.

— Él estaba ayudándome a resolver aquel caso de la casa quemada. Dijo que él se haría cargo de todo. — Sesshomaru no era el tipo de personas que se involucraba con la demás gente, pero lo hacia para no ver los rostros de las personas que convivían junto a él, en el mismo techo. Ya conocía a su hijo primogénito, pero no deseaba decir sus características en voz alta ya que sentía la tensión de su esposa e hijo. — Hmph, bueno. No nos preocupemos más. Entremos al castillo, les preparare un rico postre. — tomó a su esposa de la cintura y a InuYasha de la mano obligadamente, como si por las fuerzas quería olvidar aquel incidente de la casa quemada que tanto le preocupaba, y no solo era él; a quien más le preocupaba era a Sesshomaru.

— ¿Cocinas? — preguntó ingenua.

— No, pero mis sirvientes si.

***​

La tristeza es uno de los sentimientos más gozosos, porque en ella el egocentrismo llega a su máximo esplendor. No hay nada tan íntimo y tan puro como aquella tristeza que trata de evitarse, que se oculta y se quiere callar.
No sabia lo que hacia cuando miraba lo que le esperaba al final del barranco; era profundo y oscuro, mas sombrío que el mismo cielo que la acompañaba. Kagome Higurashi estaba asustada.

— Mama… ¿esto es lo que quieres?, ¿te sientes sola? — una lágrima fue saliendo de su ojo izquierdo lentamente para aterrizar en sus labios. — Mama.

El viento sopló con más fuerza llevándose algunas hojas secas de los árboles que ocupaban la luz del sol, sin embargo eso era imposible, ya que en ese lugar, el mundo de Kagome Higurashi nunca amanecía. Miró sus manos extendidas enfrente de ella mientras el viento la despeinaba cubriendo su rostro y la lagrima próxima por salir.

— ¿Mi padre…? Él no me necesita. Él puede solo con su cargo de rey. — musitó en voz baja como si le estuviera secreteando al viento. — La vida es muy oscura aquí.

Dio un vistazo al paraíso que estaba enfrente de ella, todos los habitantes tenían las luces encendidas como si estuvieran festejando algún cumpleaños de algún pariente; todos los caminos cubiertos de tierra estaban iluminados con luces artificiales. Algunos gracias a las luciérnagas que iluminaban y adornaban gran parte de su mundo oscuro. Se escuchaban los gritos de felicidad de la gente, que a veces, le aterraba.
Oye… ¿Qué te parece si nos vemos aquí mañana…?

— ¿InuYasha? — su mente despertó de golpe tan solo recordar las palabras de aquel niño que la había salvado de aquel oso; se inundaron sus pupilas permitiendo sacar sus ultimas lagrimas de esa noche. Cerró sus ojos con pesar en su garganta y colocando su mano en su pequeño corazón. — Es verdad… yo le prometí que nos volveríamos a ver. No le puedo fallar.

Dio media vuelta intentando olvidar lo que estaba a punto de hacer, dio una mirada a las flores amarillas antes de irse del solitario cementerio de su madre; para después irse tranquila, rezando de que en su rostro no hubiera rastros de que estaba triste o de que había llorado. Su vestido jugueteaba con el viento.

— El príncipe de la luz: Inu… Yasha. — esbozó una sonrisa cuando iba directo a su castillo para ver de nuevo a su padre, que seguramente cuando llegara le tendría preparado un gran regaño por haber llegado tarde. Eso no le quitó su sonrisa deslumbrante. — InuYasha. — repitió como si deseara crear una canción.

***​

OxsuicidexO: Te agradezco tu comentario, pero lamentablemente es spam.

Dulcekagome: Gracias amiga por apoyarme en esta nueva historia. Aprecio mucho que me estés apoyando.

Kagomexinu: temía que el prologo iba ser algo aburrido, me agrado tu comentario amiga; sobre el error espero no volver a repetirlo; si sabia sobre eso, solo que batallaba para buscar ese signo en el Word, de todas maneras aprecio que lo hayas hecho notar. Espero seguir teniendo tu apoyo en esta historia.

Aomelovecita: Muchas gracias, la verdad creo que si me esforcé en dar un prologo tanto misterioso como romántico. Me alegra que te hayan gustado esas frases, a decir verdad fueron las que mas disfrute en escribir. Gracias por molestarte en leer el pequeño fragmento, espero no llegar a aburrirte con esta nueva historia.

Sempai: Cuando recién publique esto me dije a mi misma: no es necesario avisarle, ella cuando lo veo lo leerá. Y mira, mis pensamientos se hicieron realidad XD, Yuuko calma, esto apenas empieza y ya andas comparando mis historias, recuerda que la otra es compartida y pues… no tengo el crédito en su totalidad. Pero podríamos hacer una huelga, trincharla y… XD — InuAhome prohibido leer esto—.

Shezzi: Gracias de todas maneras, es muy lindo tener a una lectora que estará atenta. Tu comentario me agrado de una manera inspiradora, cuando termine de leer tu post de inmediato me puse a escribir =)

Kagome monin: Lo que citaste fueron una de mis frases favoritas, lo saque de repente de mi cabeza; muchas gracias por tus buenos deseos, espero no llegar a aburrirte con la historia… veo que te gusta la saga de crepúsculo, entonces dudo un poco en que te fastidies. Espero tenerte de nuevo leyendo, me agradas.

LiFeInu: Yo también me confundí en ese detalle, y te juro que así la iba a poner, pero Kagome tiene la cabellera negra como el manto de la noche, no se si te diste cuenta pero asi siempre la describo, en cambio lo contrario pasa por InuYasha: ojos dorados como el flameante sol y su cabellera color de nube — OK, no. — lo acabo de inventar lo de InuYasha. Pero me decidí por sus características y no por su carácter, que es muy diferente. Si tienes otra duda mas me dices LiFe-chan.

Kinary: O_O; (ya sabes la traducción)

Yrim: No se, pero tenia deseos de que tu llegaras a leer esto amiga; apenas vi tu post y me emocione un poco, — suelo ser estricta pero eso no me quita de que soy una niña de quince años. — y la verdad espero tenerte mas seguido por esta discusión. Espero que hayas disfrutado el primer capitulo.

Anime angels: Yo también espero llegar controlar las dos historias, la otra es compartida pero yo soy quien publico las continuaciones. — A veces me siento estafada por ella xD — y bueno, la otra chibi de mi sempai XD espero que te halla gustado el primer capitulo. Tarde un poco en inspirarme.

FullFire: ¡Espero que en verdad lo llegues a leer hermano! ¡Si no ya sabes la paliza que te espera…! (¿?)

Hiyiri: Gracias, esta es la primera vez que me contacto contigo, pero aun así bienvenida, espero que hayas disfrutado el primer capitulo de esta FanFic.

IKST: Las preguntas se resolverán conforma avanza la historia, no comas ansias; aunque haya mencionado eso del compromiso con Kikyo… No será exactamente lo que se ve. A veces me encanta el misterio, y creo que eso se nota XD. De todos modos bienvenida, sobre las tildes que se me escaparon suelen ser muy común en mí, a pesar de que siempre las recalco en las demás escritoras. — yo incluso las tildes las llegó a odiar —.

Cualquier duda, sugerencia, critica, bucheos xD, etc… Se aceptan sin excepción.​