Mi Margarita de Lágrimas.

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Fabiana, 8 Agosto 2009.

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    Fabiana

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    Mi Margarita de Lágrimas.
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    Mi Margarita de Lágrimas.

    Mi Margarita de Lagrimas



    Arranqué la margarita del suelo, como ella me dijo, y comencé a quitarle pétalos y más pétalos, “me quiere, no me quiere”… ¿Qué tontería, no? Pero así soy yo, tan fantasiosa e ingenua, tan… ¿Infantil? A veces dudo de si soy una joven o una niña. Aunque eso a mi ahorita no me molestaba, solo quería saber que me diría el… Recuerdo perfectamente sus palabras, me las dijo antes de salir del colegio…“Hoy en la tarde ve al Parque Central, tengo algo muy importante que decirte”

    — ¡Sandra! –Me llamo una voz muy femenina.

    —Sofía, ¡Estoy por aquí! –Levante la mano y ella vino enseguida, con esa mirada tierna que la caracterizaba.

    Sofía se vino a sentar, ella tenía diecisiete años, mientras que yo tenía dieciocho. La diferencia de edad era muy poca, por lo cual nos llevábamos muy bien, compartíamos todo, nos gustaba el mismo tipo de música, tomábamos las mismas bebidas, éramos inseparables, yo amaba a mi hermana, mucho, tal ves demasiado.

    — Eee… Sandra ¿Y esa margarita? -sonrió pícaramente.

    — Yo… Es que… Esto… - Tartamudeaba, me había sonrojado al darme cuenta de que todavía tenía la margarita en mis manos y le quedaba un pétalo.

    — Si te quiere –dijo Sofía mientras quitaba el último pétalo de esa linda flor, que ahora solo era polen.- Dime hermana, ¿Quién es el afortunado?

    Me quede callada y muy sonrojada, no pude evitar soltar una pequeña risita.

    — Habla picarona.

    — Es… Diego, -tenía suficiente confianza con mi hermana ¿Por qué no decirle? –Me dirá algo hoy, en el Parque Central.

    — Die…go. –Susurró ella y se volteó. –Me alegro por ti hermanita. –Respondió seriamente, y se volteó cosa que me extraño de ella, después de esto se fue con paso rápido.

    — ¿Y a esta qué le paso? –me pregunté a mi misma extrañada por la actitud de mi hermana.

    Después de esto entré a la casa, pues estaba en el jardín. Me dirigí a mi habitación, que compartía con Sofía, ahí estaba ella observando la ventana, dándome la espalda.

    — ¡Oh! ¡Ya son las cinco! –Exclamé, el tiempo volaba, esas horas pasaron rapidísimo.

    Me bañe en cinco minutos, me peine, me vestí con una mini falda de blue jeans, una camisa azul celeste con escote en “V” y unas zapatillas sin tacón.

    — ¡Adiós Sofía! Deséame suerte. –Exclamé contenta, pero solo estuche una débil despedida de parte de mi hermanita.

    Salí de la casa muy emocionada, Diego era rubio de ojos azules, un chico conversador, alegre, dulce, realmente era encantador. Me sonrojo con tan solo pensarlo…

    — Ya llegue. –Murmuré emocionada, mientras cruzaba la calle y entraba al gran parque. Lo busqué con la mirada, movía la cabeza tratando de encontrarlo, pero alguien me sorprendió por atrás.

    — ¡Sandra! –Me dijo una voz fuerte y varonil.

    — Eee… Diego, hola. –Dije muy nerviosa y un poco sonrojada a lo que el sonrió.

    — Vamos a comprar un helado ¿Quieres?

    Asentí mientras caminaba rumbo a la heladería con el, pude sentir algunos pasos detrás de mí, al voltear no encontré a nadie.

    — San…dra –susurró una chica. Volví a voltear, pero no encontré a nadie, esa voz se parecía raramente a la de Sofía…

    Seguí caminando y pensaba solamente en lo que Diego me diría, no le preste mucha atención a esa voz. Llegamos a la heladería del Parque Central, ahí nos sentamos y Diego me tomo las manos, yo solo me sonrojé.

    — Bueno Sandrita. – Me había llamado Sandrita, ¡Qué emoción! – Tú sabes que nos conocemos desde hace mucho tiempo… Tú me caes muy bien, eres una chica muy dulce, linda y sobretodo alegre, eso me gusta mucho de ti. –El me hablaba y yo lo miraba encantada con todo lo que decía de mí.

    — Eee… Gracias por todo lo que me dices –Sonreí, mientras por otro lado una chica nos miraba tristemente, aunque no le pude ver bien el rostro.

    — Bueno… ¡Iré al punto! Sandra tu… ¿Quisieras ser mi novia? –Me tomaba de las manos, me miraba fijamente. Me emocione tanto, quería hablar, pero las palabras no salían, empecé a tartamudear.

    — Eee… Yo… Tu…

    — Lo sabía, alguien tan bella como tu no se fijaría en mi –me hablo tristemente.

    — Diego, yo… Nunca dije que no, yo… Yo si, si a lo que me preguntaste, o sea lo de que si quería ser tu novia –No podía ordenar bien mis ideas, solo pude responderle eso.

    — Sandra –Susurró el muy contento y me abrazó. Un cálido abrazo, me sentía tan a gusto, mi corazón empezó a latir, soñaba que estaba en las nubes, pero no, estaba en brazos de el, de Diego de ese chico tan dulce y hermoso.

    Después de esto comimos un helado, yo sabía que alguien nos miraba, por alguna razón, pensaba que era mi hermana, pero ¿Si era ella por qué estaría triste?, realmente no creía que fuera ella. Terminamos el helado y fuimos a caminar, observábamos a los niños correr y reíamos mutuamente, pero seguía sintiendo que alguien nos miraba sollozando.

    A las seis y media me Diego me acompaño a mi casa, nos despedimos con un cálido abrazo y un dulce beso en la mejilla. Al entrar, deje mi bolso sobre la mesa del comedor y fui a la habitación que compartía con mi hermana, me di cuenta de que no había llegado.

    — ¿Dónde estará…? –Mi pregunta fue interrumpida por el ruido de la puerta, que extraño llego unos minutos después de mi. — ¡Sofía! –La llame.

    Ella llego al cuarto y me desviaba la mirada, no me observaba a los ojos, dejo su bolso y se dirigió a la ventana.

    — ¿Dónde estuviste?

    — ¡Acaso te importa! –Exclamo molesta mi hermana, al escuchar esto retrocedí dos pasos atrás, nunca la había visto tan molesta.

    — Sofía, ¿Qué ha pasado?

    — ¡Cállate por favor! –Se tiró en su cama y pude escuchar sollozos.

    — Eras tu ¿No? ¡Tú me perseguías hoy! ¡Tú llorabas! ¿Por qué te pones así? ¿Qué te hice?

    — Eres una completa estúpida ¡Vete de mi vida! – Esto me extraño mucho de ella, ¿Me habían cambiado de hermana?

    Salí hacía el baño y me encerré a pensar. Recordaba que ella le daba ataques de rabia, era como una doble personalidad, por eso siempre trataba de no estresarla ni molestarla, pero mi pregunta era ¿Qué rayos le hice a mi pobre hermana, para que se pusiera así?



    Ya tengo dos meses de salir con Diego, y lo que acabo de narrar es el recuerdo de ese día, ese día en el que mi hermana y yo nos dejamos de hablar, ese día en el que nunca pude volver a sentir un abrazo tan cálido que me daba Sofía, ese día en el que toda mi felicidad se rompió y la única chispa de alegría era Diego.

    Me estoy arreglando en este momento, mi hermana se mudo a otro cuarto, pues nuestros padres nos separaron, mi hermana era muy peligrosa cuando le daban esos ataques y ahora le daban constantemente. Hoy iré a una cascada con Diego para subirme el ánimo, es una de las cascadas más altas del país y todos sueñan con ir a ese lugar. Sabía que en cualquier momento tocarían el timbre… Y no me equivoque, acaba de sonar el timbre.

    Baje silenciosamente y me encontré a mi hermana con una margarita, ella lloraba y sus lágrimas caían en esa flor.

    Intente hablarle pero sabía que no valía la pena, camine hacía la puerta y salude a Diego con un beso, nos montamos en su auto y noté como mi hermana se asomaba por la puerta, aún con lágrimas.

    Los dos nos fuimos a la cascada, pero por algo pensaba que mi hermana me seguía.
    Veía pasar a los carros y observaba las casas y los edificios, también observaba a varias chicas abrazándose, como todas unas hermanas, como era yo con mi hermanita.

    — Bien ya llegamos.

    — Que viaje más corto. –Susurré para mí misma.

    — Ven te voy a mostrar las cascadas. –Diego me tomo de la mano y me llevo corriendo, nos empezamos a divertir contándonos chistes en el trayecto, habían varios árboles y muchas plantas, todo muy natural y de pronto llegamos a la gran cascada, me quede con la boca abierta, era tan hermoso ese lugar, realmente espectacular, el agua caía con delicadeza y armonía, algo realmente asombroso.

    — Wow.

    — y bien ¿Te gusta?

    — No solo me gusta ¡Es maravilloso! –Me tiré encima de el a abrazarlo y nos dimos un pequeño pico.

    — Que bueno que te gusto. Espérame aquí un segundo, iré a comprarte un refresco. –Diego corrió y yo le sonreí, pero me perdí en las cascadas, pensando en mi querida hermana.

    — Hermanita… -Susurró mi hermana, esperen un segundo ¿¡MI HERMANA!? ¿Qué hacía aquí?

    — Sofí…a

    — ¡Abrázame! –Me grito y me sentí tan feliz que corrí a abrazarla, tal ves me había perdonado, tal ves ya no le entraban esos ataques, tal ves volvamos a ser tan unidas como siempre.

    —Oh ¡Sofía! ¡Tanto que te extrañe!

    Dije esto con gran alegría y mi hermana me acerco a la cascadas, seguíamos abrazadas, pero no se porque empecé a sentir hipocresía junto a ella y me separé un poco.

    — ¿Qué te había pasado?

    — Bueno es muy simple querida hermana. Te robaste a mi chico, yo siempre te ayudaba pero en el momento en el que tu me podías ayudar, vienes con este “Amor” Sabes algo, me repugnas, eres la persona más estúpida e ingenua que he conocido. Fue un placer conocerte. – Lo sabía, ella tenía un ataque de rabia en esos momentos, era una extraña enfermedad que no tenía cura.

    Le di un beso en la mejilla y sentí como caía abajo.

    — ¡¡¡SANDRA!!! –Esa era la voz de Diego ¿Pero ya qué? Ya no importaba nada, yo solo caía. Tengo tantos recuerdos de mi hermana

    Flash Black
    — ¡Mira Sandra!
    — ¡Oh! ¡Es una rana!
    — ¡Qué rana! ¡Es un sapo!
    — Bueno, un sapo.
    — Lo llamaré Splash.

    ______________________

    — ¿Qué paso Sofía?
    — ¡Me duele mucho el pie!
    — ¡Claro si te caíste tan feo!
    — ¡Sandra!
    — No llores llamaré a mamá.

    ______________________

    — ¡Feliz día de San Valentín!
    — ¡Siempre juntas hermanita!
    — ¡Siempre!

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    Solo Recuerdos

    Se oyó una risa que resonó por las montañas, mientras la lluvia caía con fuerza. Una risa malvada y terrorífica. Pero, ¿qué iba a oír yo, si caía pendiente abajo, y en unos segundos mi cuerpo iba a quedar intacto, en el río?
     

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