Mi espejo

Tema en 'Literatura experimental' iniciado por HoneyLetters, 4 Septiembre 2012.

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    HoneyLetters

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    Mi espejo
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    Romance/Amor
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    1
     
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    Título: Mi espejo

    Autor: HoneyLetters

    Tipo: Relato

    Basado en la canción "Inalcanzable" - RBD

    N/A: Todavía no se si este escrito va a tratarse de un capítulo único o si lo seguiré más adelante, ustedes opinen, ¿Les gustaría que siguiera? :)

    Resumen: "¿Es posible conocer a una persona y enamorarse en la distancia?"

    Te siento tan distante y tan cerca a la vez,
    Descifrando, tu silencio...
    Y entonces me imagino dentro de tu piel,
    Pero pierdo, en el intento

    Y por mas que busco darte amor,
    Nunca te fijas en mi,
    Si supieras que puedo morir por ti,
    Por ti

    Inalcanzable como estrella,
    Tan distante
    Un amor que es imposible,
    Invisible como el aire,
    Eres tan inalcanzable,
    Tan sublime como un ángel,
    Un amor que es imposible,
    Como un fuego que no arde,
    Te me haz vuelto inalcanzable,
    Inalcanzable...

    Pervivo en la vereda de tu soledad,
    Cuando alguien, te lástima,
    Que ganas de decirte que no hay nadie más
    Que te ame, sin medida,
    Como duele verte suspirar,
    Porque no voy a ser feliz,
    Si supieras que puedo morir por ti,
    Por ti

    Inalcanzable como estrella,
    Tan distante
    Un amor que es imposible,
    Invisible como el aire,
    Eres tan inalcanzable,
    Tan sublime como un ángel,
    Un amor que es imposible,
    Como un fuego que no arde,
    Te me haz vuelto inalcanzable,
    Inalcanzable...

    Inalcanzable como estrella,
    Tan distante
    Un amor que es imposible,
    Invisible como el aire,
    Eres tan inalcanzable,
    Tan sublime como un ángel,
    Un amor que es imposible,
    Como un fuego que no arde,
    Te me haz vuelto inalcanzable,
    Inalcanzable...
    Inalcanzable...
    Inalcanzable...
    ...Inalcanzable


    “Te siento tan distante y tan cerca a la vez”

    [​IMG]
    Así es como había comenzado todo. Él allá y ella aquí. Algunos podrían llamarla tonta por ilusionarse con algo tan poco probable, pero la verdad era que él, el Señor “Debo ayudar a todos”, como ella lo pensaba, no la hacía sentir más que ganas de estar allí a su lado.

    Había llegado a un momento en su vida donde lo que más necesitaba era contención, y él se lo había brindado. No importaba el hecho de que no pudiera abrazarla, acariciarla o mirarla a los ojos y decirle que estaría todo bien, porque por el simple hecho de escuchar su voz le alcanzaba, y le hacía sentir todo aquello.

    Se divertía con él, se sentía protegida y acompañada, y se asustaba un poco de que fueran tan parecidos.

    Sus historias podrían compararse y solo encontrarían pequeños detalles en ellas que las hacían diferentes.

    Ambos cargaban con una culpa, ambos sentían la necesidad de ver a todo a quien apreciaran bien, feliz, aunque eso costara estar ellos mismos mal. En cierto sentido eso también era su consuelo, “Estoy feliz porque él y ella están felices”, pero ambos sabían que no era tan así. No es que los entristeciera la felicidad de otro, los entristecía el hecho de que ya no los necesitaban en sus vidas, y había que aceptarlo.

    Y pensar que se habían conocido por una tontería, que prácticamente ninguno de los dos recordaba pasados meses. Es como si el destino los hubiera unido a través de un medio un tanto no confiable, pero al fin y al cabo habían entrado a la vida del otro con un propósito.
    De repente, ella se encontraba por completo confundida. ¿Por qué pensaba en él todo el tiempo?

    Se alegraba más de verlo conectado vía Internet, a que una tarde con muchos amigos en un parque. Porque, si bien los amaba, y lo seguiría haciendo, ellos nunca la entenderían como él.
    Más hablaban, más se convencía de que era “su otro yo, versión masculina”. Esa determinación para ayudar a quien sea, esa preocupación por todos, esa constancia en volver a perdonar, una y otra vez a quien le hiciera daño, y brindarle exactamente el mismo afecto que antes, sin rencores ni despecho.

    Esa cosa que… ¡Ay!, le molestaba tanto; eso que tenía de no dejarse ayudar pero querer ayudar a todos. El dejarse pasar por arriba sin poner sus sentimientos primeros en la lista de prioridades. Y de repente… Caía en que era exactamente igual a él.

    “No te dejes llevar, no seas tonta” se decía a ella misma. Pensaba que, por estar en una situación en la que se sentía realmente mal, lo primero que la hiciera sentir lo contrario por supuesto iba creer era la mejor medicina.

    Pero entonces, ¿Por qué a veces hasta no dormía por quedarse horas y horas hablando con él? Llegaba a desvelarse más de 24 horas, porque claro, allí era de día, pero donde ella se encontraba, de madrugada, y no quería irse a dormir; no quería desperdiciar ese tiempo en el que podía “estar” con su otro yo, su reflejo, su espejo.

    “Y entonces me imagino dentro de tu piel”

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    Horas y horas pasaba creando situaciones en su mente. Horas las cuales eran cuando se acostaba para dormir, sin poder pegar un ojo, cuando salía a caminar, sin prestar atención a su entorno.

    Se veía parada frente a él sonriéndose. Se imaginaba verlo llegar luego de un largo y exhausto viaje. Se creía sentir correr hacia él a toda velocidad hasta que llegaba, brincaba y se prendía de su cuello abrazándolo con fuerza, por más que supiera que sería incómodo, y que el repetía que no le gustaba que lo abrazaran aunque ella sabía muy bien que eso no era cierto.

    Se aferraba con vigor a su almohada y sonreía con tranquilidad, sabiendo que nadie podía verla.

    Deseaba sentir la calidez de tomar una mano, entrelazar sus dedos, y ponerse nerviosa. Tanto así que hasta a veces se ponía nerviosa en serio, y se sentía una tonta.

    Su mundo de fantasía junto a él, fluía con naturalidad, porque en verdad era natural lo que sentía.

    ¿Cómo había llegado a eso?

    “Y por más que busco darte amor, nunca te fijas en mi”

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    Luego de un tiempo su miedo por el estar percatándose de las emociones que surgían dentro suyo comenzaban a aumentar.

    Para agregar más cosas parecidas a ellos, pasaba que él tenía un amor que no le correspondía; alguien a quien había ayudado, amado, cuidado y dado todo, a canje de que lo botaran, lo despreciaran, lo cambiaran por otras personas que él bien sabía, no valían la pena.

    Ella intentaba distraerlo, que pensara en otra cosa, animarlo y aconsejarlo, pero su cariño por esa que lo hacía sentir pésimo era demasiado, y eso le molestaba… ¿Por qué le molestaba?

    “Pervivo en la vereda de tu soledad, cuando alguien te lastima”

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    Sentía querer alejarla de él lo más posible. Quitarla de su vida. Hacer que se olvidara; y en realidad ella estaba olvidando un pequeño detalle: él, tanto como ella misma, era demasiado bueno, noble y honesto para hacerlo.

    La pregunta que más la desconcertaba era “¿Qué harías tú si te botan tres veces, juegan contigo y no aún satisfecho no paran de molestarte con ello?”

    No podía simplemente contestarle “Bórrala de tu vida, no le hagas caso” porque consideraba aquello ser hipócrita, estar mintiéndose a ella misma.

    De nuevo caía en otra realidad que la perturbaba. Lo que él intentaba lograr con su ex, era lo mismo que ella intentaba lograr con él. Él solo quería ayudar a su ex, hacerla feliz, protegerla, y ella misma quería ayudarlo a él, darle un hombro, un socorro.

    Al mismo tiempo que su ex no lo entendía, y le decía constantemente que no se metiera, él no la entendía a ella, y repetía “No te incumbe”.

    “Como duele verte suspirar, porque no te hace feliz”

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    El tiempo pasaba y ya comenzaba a darse por vencida. Comenzaba a aceptar que en verdad esta persona, esa que estaba detrás de la otra pantalla, le hacía sentir demasiadas cosas extrañas que nunca creía que podría haberlas sentido.

    El silencio, la oscuridad y la soledad de su apartamento eran cómplices de todas esas risas y lágrimas, que por supuesto nunca le diría que las había derramado.

    Aún sabiendo que se encontraban a kilómetros, aún teniendo en cuenta que lo más probable es que nunca podrían llegar a estar juntos, con todas las estadísticas y opiniones oponiéndose a lo que sentía, contra viento y marea, ella, aún así, elegía seguir amándolo…
     
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