Mi Destino Con Los Cullen.

1 Algo realmente inesperado

“Nunca me había detenido a pensar en cómo iba a morir, aunque me habían sobrado los motivos en los últimos meses, pero no hubiera imaginado algo parecido a esta situación incluso de haberlo intentado…”​

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-¡Beth, es hora de irnos! – gritó mi madre desde el primer piso. Cerré mi libro y lo guarde en mi mochila, esta era la tercera vez que lo leía, en la escuela me preguntan si lo leo por el chico, pero no es así. Me alegra la idea de saber que en algún lugar – aunque sea en la mente – haya un amor feliz, en especial uno como este. Un vampiro y una humana ¿Quién lo creería?​

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Aun no me he presentado. Mi nombre es Elizabeth, tengo 15 años y estudio en el instituto de Londres, o mejor dicho estudiaba, a mi padre Joseph Montero lo trasladaron de hospital, ya que él es cirujano. Ahora nos mudaremos a Forks, un pequeño pueblo de Washington. Allí es en donde empieza el libro que leo, en donde Isabella Swan se muda de Phoenix a Forks por decisión propia. No me emociona la idea de ir a aquel lugar, pero si me da curiosidad. Soy la típica joven enamorada del amor, y con la ilusión de su propio cuento de hadas. Tengo una colección de diarios íntimos, pero en vez de contar lo que me sucede, lo transformó en una historia, donde el final pude ser alegre o trágico, dependiendo de mi humor o el suceso que me allá ocurrido.​

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-ya voy madre – le respondí – solo veré si algo se me ha olvidado.​

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Inspeccione mi habitación por quinta vez, cerciorándome de que no me falte nada.​

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Al estar segura, baje las escaleras y me dirigí a la puerta de entrada, en donde me esperaba mi mamá.​

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-listo, estoy aquí, ¿y jos… y mi padre? – me corregí inmediatamente, a mi madre no le hacía gracia que le hablara a mi padre por su nombre.​

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-está en el auto, esperándonos – respondió.​

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-ups. - Allison me fulmino con la mirada, para después sonreírme y salir por la puerta, conmigo pisándole los talones.​

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-¿están seguros de ir a Forks?, es muy diferente a la ciudad, por lo que yo sé, es prácticamente un bosque, es solo un pequeño pueblo, yo soy joven puedo acostumbrarme, pero ustedes…​

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-Elizabeth Montero ¿nos estás diciendo viejos? –reprendió Allison​

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-no, por supuesto que no, son adultos, jóvenes adultos – les dije haciéndoles “ojitos”. Mis padres rieron.​

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-A decir verdad, necesitamos un respiro de la ciudad, acoplarnos un poco al campo, a los lugares en donde no hay contaminación. – dijo Joseph en plural, Allison solo asentía, confirmando lo que Joseph me decía. Suspire al momento que decía un desanimado “Bien”​

Al llegar al aeropuerto tomé mis pertenencias y me adelante a la sala de espera. “Al mal paso darle prisa” pensé en mi fuero interno.​

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Iba tan distraída que me olvide de mi torpeza. Era uno de mis defectos, soy estúpidamente torpe, algo que tengo en común con la protagonista del libro.​

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Y, por consecuencia… tropecé. De nuevo.​

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Pero esta vez, en lugar de caerme al suelo – como es de costumbre – caí encima de una textura fría… Demonios. Tropecé encima de alguien. La piel fría no me extraño, ya que estábamos a mediados de Diciembre.​

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Levante la mirada lentamente, ruborizada por la vergüenza.​

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Era el chico más lindo que había visto durante mi corta e imaginativa vida.​

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Su cabello era rebelde y de color caoba, su rostro era del mismísimo dios griego, sin rastro de imperfecciones y sus ojos… sus ojos eran intensos, cubiertos por unas gruesas pestañas.​

Mi victima me miraba divertido, parecía más o menos de mi misma edad.​

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-L-lo lamento – me disculpe torpemente. Me puse de pie lo más rápido posible y, antes de que el desconocido me pudiera contestar, me largue de donde él se encontraba lo más rápido que mis pies me lo permitieron.​

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Por el camino de mi carrera me topé con mis padres, con quienes me refugié como una niña de siete años.​

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-¿Qué pasa cariño? – me pregunto Allison.​

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-Nada, nada. – Respondí. Solté una risita nerviosa a la vez que tomaba mi cabello miel para rizarlo más – si es que eso era posible, ya que mi cabello era casi igual que el de la niña de “Entrevista con el vampiro”-.​

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-Bien… entonces, es hora de irnos – Dijo soltando un suspiro.​

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Ya en el avión descubrí que los asientos de primera clase eran de pareja, es decir que mis padres irían juntos. Mientras que yo tenía dos opciones: la primera consistía en tener dos asientos para mi sola. Genial. Y la segunda alternativa era compartir mi asiento con un desconocido o desconocida. No tan genial.​

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Poco a poco el avión se fue llenando, allí supe que sí tendría un compañero desconocido.​

-…y asiento 34 – Dijo mi compañero antes de tomar asiento. Su voz era… intensa, perfecta, hermosa…​

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- Hola – Dijo sacándome de mi ensoñación. – Mi nombre es Derek. Derek Johnson. –saludo cortésmente. Le devolví la mirada a regañadientes.​

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Grave error.​

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¡Era el!, ¡el chico que tumbe al caerme! Piensa, piensa, que no te reconozca. Será una gran vergüenza.​

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-S-soy E-Elizabeth. Elizabeth Montero. – Dije cortésmente a duras penas.​

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El chico, es decir Derek, me observo por un instante concentrado, como queriendo decir algo que a la vez no quiere. Después de unos segundos habló:​

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-Te conozco ¿verdad? – me pregunto. Me tense momentáneamente.​

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- ¡No! – dije teniendo un ataque de nervios. Derek encarnó su perfecta ceja derecha.​

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- ¿Segura?​

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-S-sí, seguramente me estas confundiendo con alguien más – reí nerviosamente. De nuevo.​

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-No – respondió sonriendo… que linda sonrisa… ¡Concéntrate! – ¡Ya se! – prosiguió oh, oh​

- ¡Tú eres la chica que me plasto hace unos minutos! - ¡Rayos!​

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-Oh, ¿eras tú? En ese caso, lo lamento. – trate de disculparme.​

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-no hay problema, ni siquiera me dolió – rió entre sientes. Parecía que me estaba perdiendo de algún chiste privado. – solo me desconcertó cuando te fuiste corriendo. En ese momento te iba a preguntar si estabas bien.​

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-oh… lo lamento, de nuevo. Respondiendo a tu pregunta: Estoy bien.​

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-Me alegro.​

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Y eso fue lo último que platicamos durante lo que restaba del viaje... o eso creí. El parecía estar reflexionando algo. Después de unos minutos tomó su celular – el cual era muy moderno – y marco rápidamente.​

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-Soy yo.​

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……​

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-Seguramente Alice vio lo que haría – ¿Alice?, ese nombre… lo he oído en alguna parte… no creo que sea un nombre de moda.​

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…….​

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-Lo sé, tendré más cuidado. Adiós.​

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El siguió marcando a diferentes números de teléfono, pero esta vez parecía de negocios. Después de un momento baje la mirada totalmente avergonzada, dándome cuenta de lo que estaba haciendo: Estaba tratando de estar pendiente en todo lo que él hacía. ¡Qué vergüenza!​

-Y… ¿te diriges a Forks? – Dijo tratando de entablar conversación.​

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- Claro, el avión se dirige allí, no creo que quiera ir a Italia en un avión que se dirige a Washington. – Respondí burlona.​

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-Claro, claro. Y ¿con que motivo quieres ir a Forks? – Suspire.​

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-A mi padre lo transfirieron… es cirujano.​

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- ¿A, si? ¡Qué coincidencia! – me dijo repentinamente aliviado. – Mi padre adoptivo, Carlisle, también trabaja allí, seguramente se conocerán pronto – Derek me sonrió ampliamente.​

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-¿Cómo estás tan seguro de que……? – algo que él había mencionado anterior mente hizo detenerme en seco. Trague saliva.​

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“Mi padre adoptivo, Carlisle…”​

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Carlisle…​

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Carlisle…​

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Carlisle…​

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¿Carlisle…Cullen?​

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¡CREPUSCULO! El libro…​

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No puede ser posible… no puede estar hablando de Carlisle Cullen… ¿o sí?​

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Solo para cerciorarme de que estaba en lo correcto, saque de mi mochila la saga completa de Crepúsculo. Sentí la mirada repleta de curiosidad por parte de Derek.​

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Rápidamente elegí el primer libro de la saga y lo abrí en el capítulo “Los Cullen” Allí empecé a leer rápidamente hasta ver los nombres de la familia. No me molesto cuando Derek comenzó a leer conmigo. Cuando termine de leer el capítulo mire atónita el rostro de Derek. Observe que él tenía la misma mirada que yo.​

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Si Carlisle es su padre adoptivo… al igual que Edward, Alice y los demás… eso quiere decir que, al igual que esa extravagante familia… Derek es un vampiro.​

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-¿Dónde conseguiste esos libros? – exigió saber.​

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-En una librería cualquiera…​

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Aun recordaba aquel extraño día…​

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FLASH BACK​

-¡Mama! – grite.​

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-Dime​

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-ahora vuelvo, iré a una librería de aquí cerca. Veré si hay algo digno de leer.​

-claro hija.​

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Dicho esto Salí de la casa. Hacía más de una semana que mi amiga Vera me había recomendado la librería “Leyendas”, la cual era muy vieja y con aspecto descuidado.​

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Llegue a la muy esperada tienda e inmediatamente me dirigí a los estantes que me encontré primero.​

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No encontré más que cuentos para niños y libros de investigación. El estante de novelas estaba prácticamente vacío.​

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Tenía que apresurarme si quería tener algo servible antes de mudarnos.​

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-¿En qué te puedo ayudar? – me pregunto un señor de aspecto amable y sabiondo.​

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-Sí, estaba buscando algo interesante. Verá, en unas cuantas semanas me iré de viaje a Forks, en Washington, y buscaba algo para entretenerme antes de irme, como un recuerdo de esta ciudad.- el señor asintió mientras yo describía lo que buscaba. Cuando mencione Forks, no se me pasó desapercibido la sonrisa que trato de ocultar.​

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-tengo algo perfecto para usted señorita. Tiene el rostro de esperar nuevas aventuras y sorpresas. También tiene la mirada soñadora de encontrar amor. – lo mire extrañado.​

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-En fin. Tome esto – me entrego cuatro libros – estos son de una misma historia. Le traerán muchas sorpresas durante su estancia en Forks, sentirá miedo, esperanza y amor. Puede que hasta dolor. Pero estará satisfecha por haberlos leído.​

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-Wow, gracias. Pero no tengo suficiente dinero para cuatro libros. Solo tengo lo suficiente para uno muy económico.​

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-no se preocupe por ello. Es un obsequio. Disfrútelo.​

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-yo…​

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No pude agradecerle, ya que, cuando levante la vista, el hombre se había marchado. Salí de la librería lo más rápido posible.​

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FIN DEL FLASH BACK.​

-¿Y porque una “librería cualquiera” tendría cuatro libros sobre la vida amorosa de mis hermanos? – Pregunto mi acompañante, sacándome de mi recuerdo. Parecía estar irritado.​

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-No tengo la menor idea. Ahora que lo recuerdo, el señor de la tienda me trato muy…nextraño, como si me estuviese esperando. – conteste con gesto ausente, pensativa. Derek gruño.​

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-Tienes que venir conmigo – exigió. Dejándome totalmente pérdida.​

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-¿Por qué tendría que hacer eso?, se el secreto de tu familia, sí. Pero no se lo diré a nadie, ni siquiera nos volveremos a ver en cuanto baje del avión. – conteste con tono monótono. Derek no volvió a dirigirme la palabra, su rostro era inexpresivo.​

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Por alguna razón incoherente, al pronunciar las palabras antes dichas, me sentí realmente mal, una ola de tristeza y decepción inundo mi cuerpo, dejándome a la deriva. No pude distinguir bien el sentimiento que acompañaba a la decepción y a la tristeza. No supe la razón del porqué, de un segundo a otro, tenía la necesidad de tirarme a llorar en los brazos de mi desconocido y peligroso acompañante, pidiéndole que no se fuera de mi lado.​

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El tiempo restante del viaje pasó sin contratiempos. Cuando llego la hora de bajar del avión, Derek pasó por encima de mí sin decirme ni una sola palabra. Dejé que una lágrima traicionera recorriera mi mejilla.​

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-¡Hija! – me llamaron mis padres a mis espaldas. Inmediatamente seque la lágrima y suspire. Me di la vuelta.​

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-¡Ya voy! – respondí cambiando mi estado de ánimo al alegre, como toda una bipolar. Ahora sería la oportunidad de sentirme satisfecha por esas interminables clases de actuación que tenía en el Instituto.​

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Baje del avión junto a mis padres y me senté en el primer banco que vi en la sala de espera, agotada mentalmente.​

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Para desahogarme, mientras que mis padres iban por nuestras pertenencias, saque mi diario de historias. Creo que era la hora de escribir una nueva. Escribí exactamente lo mismo, solo que con diferentes personajes. En esos momentos carecía de imaginación. Llame a mi ocurrencia “Asiento 34” ya que fue lo primero que escuche decir a mi acompañante vampiro. Anote con lujo y detalle sus expresiones, mis expresiones, mis sentimientos, sus palabras…todo lo había guardado en mi memoria.​

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“…Y cuando menos se lo esperaba, el joven vampiro le propuso a Vera quedarse con él durante su estancia. Ella se negó, excusándose con su familia….”​

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“…Una lagrima recorrió el triste rostro de Vera, prometiendo que jamás lo volvería a ver…”​

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- Yo jamás mencioné que no me volverias a ver – Mencionó una voz muy conocida a mi espalda, sobresaltándome - … y tu nombre no es Vera, Elizabeth. – añadió con su voz intensa.​