One-shot de Naruto - Menos es más (one-shot)[SasuSaku]

Woolaas!!! vine a traer mi regalo de San Valentín para nada más ni nada menos que... Nadine!!! ahora que me fijo, se formó un triangulo, yo le doy a Nadine, Nadine a HyuuggaTenTen y HyuuggaTenTen a mi xD. En fin, me constó un poquito hacer algo... hum... feliz, pero creo que lo conseguí, así que espero que te gusté, esta ambientado en esos años de academia antes de la división de los grupos.

Me da fiaca rellenar la ficha y creo que los detalles los notaras cuando leas el escrito así que dedicado a Nadine, este es mi regalo para esa super escritora.

Menos es más.




Estornudó, y se imaginó a si misma hecha un completo desastre.

Su cara estaba empapada en harina en toda su complejidad colándose hasta las pestañas, su cabello estaba escondido bajo la típica cofia blanca para no mancharlo, y sus dedos estaban repletos de banditas debido a sus constantes descuidos. Aparte de ello, también cabe destacar que la cocina era un total pandemonio de trastos sucios, ollas en la hornalla, platos rotos e ingredientes desparramados por doquier. El orden en la habitación era totalmente nulo.

No es que Sakura fuera mala cocinera o desordenada, pero debido a su ansiedad y desesperación por no encontrar un platillo lo suficientemente especial, ese día estaba más patosa que nunca. Y es que ese día era nada más y nada menos que el cumpleaños de Sasuke, su amor, y el muchacho que le robaba el sueño tanto a ella como a sus compañeras de la academia.

Tardó un par de minutos más en terminar de cortar los ingredientes con los mismos cuchillos que laceraron sus dedos desde muy temprano, sacó un pastel del horno, revisó un par de hornallas para cerciorarse de que todo estuviera en orden y finalmente dio un suspiro agotado.

Al final, cuando la chica bañó la tarta con chocolate y la decoró con frutas y dulce, se sacó la cofia y el delantal dejando en evidencia que para sus diez años aparte de ser una cocinera por excelencia, tenía una figura muy bonita.

La joven caminó un par de pasos un tanto torpes en dirección a su habitación y de la misma manera se apuró a tomar un muy merecido baño. Al salir, se colocó su vestido azul típico, pero al verse al espejo y decidir que era un día demasiado especial, lo cambió por un vestido rojo con el logo Haruno en la espalda, una banda roja en su cabello y un pantalón corto. Antes de salir de su cuarto se echó un último vistazo al espejo, quien le devolvió una bella imagen de sí misma que le dio mucha confianza.

Sakura entró una vez más a la cocina y tomó cuidadosamente la tarta a la que estuvo dedicándose durante horas, para colocarla en una caja circular de cartón a medida y cubrirla con un pañuelo rojo con florecillas de cerezo encima. Cuando salió de su casa dispuesta a partir mientras cerraba la puerta con llave y hacía equilibrio con el pastel, una mano le tendió ayuda.

—Sakura.

Sin duda alguna, Iruka-sensei era un excelente shinobi, sino ¿cómo explicar el hecho de que no lo notó llegar? Fácil, los nervios se encargaban de distraerla.

—I-Iruka-sensei —mencionó la joven mientras volteaba y se reprochaba a si misma por tartamudear, recordándose que le daba parentesco con Hinata, esa niña sombría que iba a la academia con ella.

Hinata… si bien nunca le terminó de caer por esa actitud tan aniñada y tímida, no podía negar que tenía un buen corazón y grandes ideas, después de todo, ella fue quien le propuso la idea de cocinarle algo a Sasuke para su cumpleaños.

—Buenos días —mencionó el hombre castaño sonriendo a la muchacha quien clavó sus ojos jade en la vista negra de su sensei. Para sorpresa de Sakura, Iruka sonrió ampliamente y atinó a decir nada más que dos palabras con infinitos significados para la niña—. Buena suerte.

—Sí.

Tras asentir, la muchacha se alejó de su maestro, quien prosiguió su camino en dirección contraria.

Era más que sabido el hecho de que Iruka sabía que a la niña le gustaba Sasuke, y tan bochornoso a la vez… casi parecía que todo el mundo sabía que a ella le gustaba. En parte se debía, quizá, a que vivía tras la huella del muchacho y no dejaba de decir lo mucho que lo amaba.

Ese pensamiento hizo que las mejillas de la muchacha se tornaran de un tono carmín.

Sakura clavó la vista en el cielo despejado y un par de nubes que flotaban por allí hicieron que la calma regresara al cuerpo de la chica. El disco solar iluminaba y calentaba haciendo un día cálido y con una agradable brisa de fondo. Si, ese sería un día exitoso, pensamiento que se apoderó de la mente de la joven kunoichi y dibujó una sonrisa en sus labios, llenándola de positividad, por lo que se encaminó a la academia, lugar donde probablemente estaría Sasuke.

Dio vuelta en la esquina y lo vio. Estaba sentado en el suelo mientras con una varilla dibujaba algo en el piso y miraba de vez en cuando los montones de cartas de amor que yacían a su lado, cartas vacías y sin sentido que no tenía intenciones de leer.

La muchacha regresó un poco sobre sus pasos con nerviosismo y ansiedad mientras repasaba su plan que no era para nada dificultoso: se acercaría, diría “feliz cumpleaños” y entregaría la tarta que aun estaba tibia y desprendía un delicioso aroma. Así fue como la chica se armó de valor y salió de su escondite.

—¡Sasuke-kun! —gritó la muchacha alegre al chico quien no se inmutó siquiera al oír su nombre. La jovencita se fue acercando de a poco hasta llegar al frente de este y tender el pastel, el cual destapó para que se viera su cubierta de chocolate con frutillas en los costados y un gran “¡feliz cumpleaños!” escrito en el centro con crema azul.

Sasuke emitió otro de sus típicos monosílabos, ya que estaba completamente harto de ver pasteles como cualquiera. Cada niña que cruzaba por la calle le decía feliz cumpleaños y le entregaba un pastel de la pastelería Tsuki, la más cara de Konoha. Otra niña boba más para la lista no hacía la diferencia.

—No quiero tu pastel —se quejó el muchacho siendo esta ya el tercer pastel que rechazaba en el día a causa de su falta de espacio en el refrigerador.

Pero aquella frase significó más que un simple rechazo de comida para Sakura, aquella frase significó el rechazo de su corazón y todos los sentimientos que entregaba a Sasuke.

—P-Pero Sasuke-kun…

—Siempre son los mismos pasteles. Ya tengo demasiados.

Los ojos de la joven de cabello rosa de humedecieron de sobremanera y comenzó a retroceder un par de pasos, llegando a un punto en el que tropezó con una roca y cayó sentada en el piso, embarrándose así el pastel en su traje nuevo. Las lágrimas volvieron a hacer amague de querer salir por lo que acomodó la destrozada tarta a un lado del chico.

—Si quieres probarlo… me haría muy feliz. Yo solo quería que tuvieras un feliz cumpleaños Sasuke-kun —explicó la muchacha a lo que Uchiha abrió los ojos de sobremanera, “yo solo quería que tuvieras un feliz cumpleaños…”.

La joven se retiró y el chico quedó mirando en la dirección en la que se fue.

—No deberías ser tan cruel con Sakura, ella realmente te ama —se oyó pronunciar a una voz masculina. Iruka bajó de la copa del árbol del cual observaba los hechos, por lo que Sasuke corrió el rostro emitiendo un “hmph” como siempre.

—No es más que otra molestia que me compra un pastel.

—No de hecho, esa tarta la hizo Sakura especialmente para ti.

Sasuke miró con sorpresa a su sensei, tenía que estar bromeando. Una chica diez años no cocina, una niña de diez años juega con sus muñecas, se maquilla mal y se peina. El chico se paró y alzó la tarta del piso, para seguidamente arrancar un trocito de un costado y llevárselo a la boca con intención de saborearlo. Estaba delicioso, pero no lo dejaría en evidencia, no frente a alguien.

—Se puede comer —comentó el chico a lo que Iruka sonrió de medio lado.

—Probablemente esté en la puerta de su casa, ve —insistió el hombre a lo que el muchacho se retiró no sin antes pasar por su casa.

Sakura secó un poco sus lágrimas mientras clavaba sus ojos jade en el suelo del pórtico, para desviarlos al fruto color rojo que posaba en su mano. Un tomate.

Después de todos sus experimentos en la cocina lo único que quedaba fresco e intacto era un gran y simple tomate colorado, ya que no le había encontrado utilidad entre todos los manjares que preparaba y que regalaba a personas cualquiera al no verse conforme con su creación, regalos que la habían dejado sin más alimento que ese gran fruto.

—Hmph… ¿puedo sentarme? —interrogó una voz que la joven Haruno reconoció inmediatamente. Sin esperar respuesta, Sasuke Uchiha tomó asiento al lado de la chica—. El pastel estaba rico —admitió.

Los ojos de Sakura se desorbitaron y sus oídos no daban crédito a lo que oía, ¿él había probado su pastel? Pues evidentemente si, después de todo, si no lo hubiera comido no le estaría haciendo el cumplido. Con dificultad la chica percibió como los ojos del jovencito se iban de vez en vez a sus dedos cubiertos de banditas, por lo que juntó sus manos y las escondió entre sus piernas.

—Me costó mucho cortar los ingredientes, la cuchilla era muy grande —explicó la joven por lo que el chico agachó un poco la cabeza hasta darse cuenta que en las manos ocultas de la muchacha yacía algo rojo.

—¿Eso es tomate? —interrogó el joven por lo que la chica sacó su mano, la observó y luego asintió. El chico, corriendo el rostro para que no se divisara su pequeño sonrojo de orgullo destruido, susurró bajo—. ¿Me convidas un poco?

—Cla-claro —mencionó Sakura mientras le daba una mordida y seguidamente le alcanzaba el fruto a Sasuke quien lo mordió disfrutándolo; era su verdura favorita y nada lo cambiaría.

Ambos se miraron con la cara escurriendo de jugo. Sakura sonrió y Sasuke corrió el rostro, después de todo, jamás admitiría que desde la muerte de sus padres ese había sido su mejor cumpleaños.

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Al final se me fue de las manos, gomen :s

atte; Rhina