Me cuesta tanto olvidarte

Tema en 'Relatos' iniciado por Ruki V, 26 Mayo 2013.

  1.  
    Ruki V

    Ruki V Usuario popular

    Piscis
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    Escritora
    Título:
    Me cuesta tanto olvidarte
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1119
    Mi nombre es Celia. Tengo un nombre bastante común siendo una persona tan extravagante, según él.

    Tengo 27 años de edad. Me matriculé en la facultad de Arte Contemporánea de Madrid, España. Durante mi niñez mi familia y yo estuvimos envueltos por la música; mi padre siempre ha tocado el piano con una habilidad excepcional. ¿Que exagero? No lo creo, porque mi padre es ciego. No es tan espectacular como Bethoven, pero a veces pienso que podría ser un sucesor perdido. Yo de niña, al igual que mi hermana mayor, también tenía talento, peor para el canto; y mi padre y yo dábamos pequeños recitales en las reuniones familiares y en los festivales de la zona. Sin embargo, a la edad de 14 años descubrí que mi pasión era la escritura y la pintura.

    Una vez, para un proyecto de arte masivo a final del semestre, nos dividieron en grupos de tres personas para pintar un fragmento de mural interno. La inmensa pared estaba dividida en 25 sectores, para que pintáramos los 75 alumnos del curso. Mis compañeros eran José e Ignacio, unos chicos muy inteligentes pero no muy interesados en el arte de la pintura. Como a ninguno se nos ocurría una buena idea, comenzaron a pintar nuestro pedazo de blanco. Entonces, nuestros compañeros de al lado venían cargando botes de pintura abiertos, y uno de ellos tropezó, tirando pintura celeste por todos lados; salpicando también nuestra parte del mural. José e Ignacio se enojaron mucho con ellos, pero entonces yo tomé un pincel y me puse a correr la pintura en forma ondeada hacia abajo. Ellos no entendían lo que estaba haciendo, y yo tampoco. El resultado fue algo así como un cielo blanco con deformadas nubes celestes de las que caía lluvia en ondeada del mismo color. Después, en la parte de abajo, me di cuenta de que la pintura salpicó el césped. Me puse a copiar los tramos mal cortados del césped con color café y a dibujar una silueta de una persona con verde.

    —Oye Celia ¿se puede saber qué estás haciendo?— preguntó José.
    —No estoy segura. Una persona sentada bajo la lluvia.
    —¿No se suponía que decidiéramos los tres qué pintar?
    —Pero ustedes solo pensaron en pintar de blanco, y arreglé el problema con las salpicaduras celestes.
    —A decir verdad, no luce nada mal.— dijo José.
    —Pero es muy simple y aburrido...— Ignacio tomó una brocha y dibujó unos relámpagos junto a la lluvia ondeada.
    —Que atrevido.— dijo José con sarcasmo.
    —A decir verdad, le agrega emoción del modo en que desees verlo.


    José e Ignacio me miraron extrañados. Después Ignacio se echó a reír sin motivo aparente y yo sonreí, también sin modo aparente. Debido a esa extrañeza con el mural, me puse a escribir. Ni siquiera tenía algo concreto en mente, solo el mural. Esto fue lo que escribí:

    Era un día lluvioso. Me encantaban los días lluviosos, así que salí de mi casa y me mantuve de pie bajo la incesante lluvia. El césped estaba café y quebradizo, y hacía "crack" a cada paso que daba. El cielo se veía más blanco que de costumbre, y las nubes estaban tristes y con frío. Los relámpagos las llenaron de luz, pero no de calor. Y yo ahí me quedé, bajo la lluvia. Era un día lluvioso.

    Fue algo tan random. Se lo mostré a Ignacio y se rió justo como cuando lo del mural. Yo le respondí con la misma sonrisa. Desde que cumplí los 15 años nos hicimos novios. Hace ya 12 años de eso. Hace 5 años que no nos vemos. Me fui hartando de estar junto a lo que la gente llamaba mi alma gemela. Me comprendía y a la vez no, como yo a él. Aunque aparentábamos ser la pareja ideal, y yo en verdad lo amé, y según yo él a mi; hubo un tiempo en el que me sentí obligada a estar con él.

    Debido a nuestro rompimiento me corté el cabello realmente corto, como se acostumbra en algunas culturas asiáticas. Me interesaban mucho el arte de la pintura y la escritura de otras culturas, por eso lo sabía. No he dejado que mi cabello crezca más allá de mis orificios para los aretes durante 5 años. Con mi trabajo como pintora y mi pasatiempo de escribir poesías en prosa, me he encerrado a mi misma entre el suelo y el cielo. Recuerdo esos tiempos tan masoquistas junto a esa persona tan incomprensible; tan parecido a mi. Aún si no está largo, cada que recuerdo esas cosas mientras me atrapo tratando de escribir o pintar, tomo las tijeras y me despunto sola el cabello.

    Hace un año me pinte a mí misma en un cuadro bifrontal con una sola faz visible. Fui muy criticada por esa obra. Lo más extravagante, desde mi punto de vista, es que mi cara es un anuncio. Un anuncio, como una señal de STOP, o de cruce escolar. Al menos la que se ve: porque la cara oculta, que había pintado y taché con pintura de todos los colores, lloraba y se desgarraba los párpados hasta desangrar. Ese fue el resultado de mi tarde tras haber terminado con Ignacio.

    No por exagerar me atrevo a decir que él tenía no más y no menos que quince mil encantos. Él decía que entonces yo tenía unos quince mil ciento cincuenta, porque siendo mujer era aun más encantadora. Cuesta olvidar a tal persona. Lo hago sin querer; ponerme a pensar en él, y rimar y escribir más poesías en prosa recordándolo. No sé si soy honesta conmigo misma o si tengo la mente clara: de hecho, creo que jamás tuve una mente sensata. Pero de verdad me cuesta mucho olvidar a Ignacio.

    Aún si fui yo quien puso el "hasta aquí" y no me canse de contestar un "no" siempre a sus llamadas telefónicas, sin preguntarle cómo está o qué quiere; imposible ocultar el trabajo que me cuesta olvidarlo. Hoy, escribo esta poesía en prosa, esta vez no sin querer, y se la envío a mi hermana Ana; quien triunfó como cantante y convirtió mi tragedia en una hermosa canción. Dejé mi carrera de lado luego de las críticas que recibí por mi última obra y volví a dar pequeños recitales junto a mi padre. Aún así, Ignacio, me cuesta tanto olvidarte.

     
    Última edición: 18 Septiembre 2015
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    Lexa

    Lexa Fanático

    Tauro
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    Escritora
    Awww. Es un lindo escrito. Al principio me pareció muy tierna la escena con la de la pintura, y más como se resolvió el "problema" Parecían pequeños niños, riendo con inocencia. Ya después cuando crecieron, todo dejó de ser tan lindo como empezó, el problema que tuvo por su pintura, el rompimiento con Ignacio, debió ser duro y fuerte, y hasta el día de hoy, por así decirlo, sigue recordandolo y enamorada de él. ¿Por qué no lo vuelve a intentar? :/

    Bueno, lastimosamente y creo que por problemas de mi compu no puedo ver tu vídeo, no sé... De cualquier forma es un lindo escrito, tuviste ciertos dedazos y te faltaron algunos acentos, pero en general estuvo bien. Gracias por participar, saludos<3
     
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