Este relato lo escribí sobre los doce/trece años. Transcrito desde uno de mis cuadernos. *** Y aulla lastimero cada noche aguardando a que un alma caritativa le de una segunda oportunidad. Ha dejado de comer o come pequeñas, diminutas bolitas de pienso, para tumbarse después sobre una tela rasgada tras las verjas del refugio. Oh, pobre y viejo Max. Es negro como la noche, con ojos dorados y profundos, una mirada casi humana... mirada que antaño solía enamorar. Ahora a sus siete años es un perro cerca de la senectud, tranquilo, sosegado, que ha perdido toda esperanza desde aquel día distante en el que su familia lo abandonó. Max se rasca las orejas con la pata trasera y aguarda tras las verjas como cada día. Se sacude, ladra y da vueltas... solo para terminar tumbándose sobre la tela rasgada, en un rincón. Menea despacio la cola, a intervalos regulares cada vez que escucha voces por el pasillo. Pero nadie viene por él. Max solo quiere amor. Una familia que lo saque de paseo. Que le lance la pelota. Que se tumbe junto a la chimenea con él en las frías noches de invierno. Alguien a quien proteger, porque es un perro grande y aunque esté entrado en años, su vista sigue siendo buena y su olfato aún mejor. Es un día de lluvia cuando una niña pequeña se acerca a la verja. Son una familia, han venido buscando un cachorro. Ya les he dicho que aquí no tenemos cachorros, que es lo que más se suelen llevar. Lindas bolitas de pelo. Qué suerte ser pequeño y lindo debe pensar Max. Lo veo alzar las orejas, atento, levanta ligeramente la cabeza de sus patas negras. La mujer pasa de largo y su cola se paraliza. Se deja de mover. Oh, pobre y viejo Max. —¡Perrito grande! Vuelve tras sus pasos. Apoya las manos en la verja, lo mira, sonríe con ilusión. —¡Mamá quiero este! ¡Este! La madre dice que no, que es grande y viejo. Parece un perro malo. "No no, es muy bueno. Lleva aquí cuatro años" le digo. El viejo Max es un sol. Y se acerca. Y le olfatea la mano con su enorme hocico bigotudo. Y pasa la lengua rosada sobre sus manos, como puede desde las verjas. —¡Perrito! Los ojos del viejo Max se iluminan. Menea la cola con energía cortando el aire. Y ladra y lloriquea emocionado. Y ya no le detienen las verjas. Ni la correa. Ni los ladridos de los otros perros, que lo despiden y parecen celebrar. Ahora es libre. Max deja el refugio ese día. Ella parece incluso más feliz que él. La niña lo abraza aunque parezca un oso enorme y le da besos entre las orejas. Ahora tiene una nueva oportunidad. Oh, afortunado Max. El collar rojo le sienta tan bien...
AWWWWWWNS, NO STOP, MORÍ DE TERNURA. Ay, siempre me dan mucha pena los perretes que se quedan en caninas y que siempre esperan por una nueva familia que nunca llega, me parte el corazón. Por regla general prefiero a los gatos, ya todo el mundo lo sabe, pero lo cierto es que quiero mucho a los animales y si por mi fuese, tendría un zoo en casa, vaya. My point is, sé que los gatos lo tienen más fácil para sobrevivir sin nosotros, pero los perros no y por eso me da tanta lastima este escrito, a la vez que al final me alegra mucho, claro, me causa ternura la niña y la relación que crea con Max tan pronto, se nota que es un perro cariñoso <3 Lo único que te puedo decir es que quizás podrías haber revisado un poco más el escrito antes de publicarlo porque hay algunas escenas confusas, una separación a cuando pasa a hablar la señora del refugio y unas comillas por ahí que me faltaron para que estuviese al 100%. Y con este, mi comentario 500 yehet (?)
Hola holas~ He leído varias de tus historias y, la verdad, creo que esta ha sido una de mis favoritas. ¿En serio la escribiste a los doce años? Wow ^^ Me encantó que hayas mostrado la historia desde el punto de vista del encargado del refugio, porque eso facilita una narración emotiva sin que parezca muy meloso o exagerado. Por lo mismo creo que fue fácil empatizar con los sentimientos de Max, sobretodo respecto al abandono; es imposible leer eso y no sentir su soledad en carne propia, de veras que está muy bien logrado. Ah~ en serio, vaya sorpresa que fue la mía cuando me di cuenta de que todo lo que parecía un narrador omnisciente era en realidad el encargado del refugio humanizando las expresiones de Max... porque sí, por muy triste que parezca su situación, no podemos olvidar que los animales no sienten igual que nosotros; y quién mejor que el buen Max para demostrarlo, cuando se encuentra con la niña y nos hace ver que, a pesar de haber pasado casi cuatro años de abandono, como buen perro nunca perdió la amabilidad que tanto le caracterizaba. La fidelidad de un perro expresada en su forma más pura, un concepto de constancia que va más allá de cualquier entendimiento que tengamos sobre el perdón o la resignación. Muy bello La ortografía y la redacción son muy buenas~, solo pillé dos salvedades: Ese "aulla" va con tilde en la "u", porque forma un hiato que divide la palabra en tres sílabas: aúlla Eso me distrajo un poco. Entiendo que es el narrador quien habla, por lo que creo que debía ir como un diálogo entre rayas, así como cuando habla la niña. Tener algunos diálogos con comillas y otros con raya creo que desordenan el escrito a la vista. Creo... jaja Eso es todo. Nos vemos en otro momento~
