Tragedia Max.

- Entre sollozos exhalaba, mientras clamaba con agonía - ¡muere! ¡muere! ¡muere!

Hace unas cuantas horas vagábamos en el bosque; entre jugueteos y pequeñas caricias, esos éramos nosotros, mi fiel amigo y yo, él era un pequeño pastor alemán su nombre era Max, al cual le encantaba juguetear con las hojas que se desprendían de los frondosos árboles en la temporada de otoño.

Era un día común, sin ninguna diferencia, seguimos la misma rutina de cada día, corrimos hasta la cúspide de la montaña donde el aire es más fresco, y la vista del bosque es la mejor. Sin embargo, había notado unas pequeñas huellas de perro no le di importancia y continúe caminando hasta la cima de la montaña; en un instante había perdido de vista a mi pequeño amigo y lo llame - ¡Max! ¿Dónde estas Max? ¡Max! – escuche un ruido provenir de entre los arbustos – ¿Max? ¿Eres tú Max? – para mi sorpresa eran unos pequeños cachorros, no reconocía la raza de estos - ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué hacen aquí pequeños? – y en un suspiro, un extraño gruñir se escuchaba atrás de mi espalda. Era un lobo, ¿Qué haría? no podía abandonar a los pequeños; el lobo sin dudarlo se abalanzo sobre mi, sin dejar que hiciera un movimiento; coloque mis brazos sobre mi cuello para que este no fuera mordido por el lobo, forceje con él durante un minuto parecía una eternidad. El lobo me había perforado ambos brazos la sangre no dejaba de caer sobre mi rostro, gritaba a todo pulmón, pero no escuchaba mi propia voz, ¿este sería mi final? a lo lejos escuchaba el crujir de las ramas, era mi pequeño amigo. El cual salto sobre el lobo y este respondió con tal fiereza que en un par de segundos mi poco experimentado amigo, estaba ensangrentado en el suelo, aullando y luchando con todas sus fuerzas por defenderse del ataque de aquel agresor.

Observaba el final en su fiera mirada; era acaso este el escenario, donde falleceríamos.

No, no podía permitirlo, mi pequeño amigo se había arriesgado por mí; aún había muchas cosas que deseaba hacer con él. Tome una rama y comencé a golpear al lobo, este lo sentía, pero no retrocedió, cada vez mi amigo se lamentaba menos ¿Estaría muerto? cogí una piedra y golpee al lobo en la cabeza con todas mis fuerzas, una, tras otra vez. Y entre sollozos exhalaba, mientras clamaba con agonía - ¡muere! ¡muere! ¡muere! - el lobo se desplomo sobre el suelo, que estaba cubierto con hojas de color carmesí.

Un fuerte dolor invadió mi cuerpo, la garganta me ardía como al tomar un mal trago, y el llanto se apodero de mí. Corrí hasta donde yacía el cuerpo de mi amigo, con esfuerzo exhalaba e inhalaba, el temor de perderle se apodero de mi y con voz quebrada le susurre al oído - ¡Vamos Max! ¡Vamos chico! todo esta bien, ya termino, todo a terminado, volveremos a casa y comeremos tu comida favorita – Max me miro, no miraba ira o resentimiento en sus ojos; solo una cálida mirada que me indicaba que él fue feliz y exhalo por última vez.

Ira, dolor, rencor y sobre todo odio, odiaba a ese ser que le arrebato la vida a Max, quería venganza, cogí una rama nuevamente con el objetivo de golpear el cuerpo del lobo que yacía sobre aquellas hojas color carmesí; pero los cachorros que se ocultaban entre los arbustos, corrieron hacia el cuerpo del lobo, llorando; uno de ellos me gruño, tal temor que emanaba el pequeño hacia mi ser, que provocaba que su pequeño cuerpo se estremeciera.

Sin darme cuenta les había arrebatado algo que nunca regresaría, había matado a su madre, ¿Qué eh hecho? Me desplomé sobre mis piernas y sin pensarlo golpeaba con mis puños el suelo, ¿Qué estúpido fui? lo que había hecho no tenía perdón. Los cachorros no cesaban de aullar y tratar de despertar a su madre, tal escena me destrozo; cogí uno de ellos, me mordía con sus pequeños dientes, su dolor no se comparaba con mis insignificantes heridas y le dije con lágrimas en los ojos – ¡losiento! ¡losiento tanto!

Ese día termino como cualquier otro, como una común noche fresca de otoño; como la primera noche que te conocí, Max.