Mitología Matahari.

Tema en 'Otros Fanfiction' iniciado por Zireael, 1 Agosto 2017.

  1.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
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    Escritora
    Título:
    Matahari.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1917
    Van a ser las 5:00 am pero tenía que publicar esto, lol.
    Fantasía pues porque quisiera creer que para escribir esto me fumé un buen porro o me tomé unos buenos tragos de vodka, pero no.
    Me disculpo si hay errores.

    Me voy a robar el sistema de Kohome, y voy a hacer esto en tres partes:
    2. Gyep y Cawska.
    3. Jég.


    Abran el spoiler solo si de verdad se quieren spoilear. Oh... bad pun, lol.
    • Tomé bases astrológicas, astronómicas, biológicas y mitológicas, por lo que salió un revoltijo tremendo.
    • La mayoría de culturas son una, digamos, transcripción de la adoración al sol (para que le encuentren sentido a uno de los diálogos de Matahari). Incluso el judeocristianismo es una transcripción.
    • Aclaro que no busco ofender las creencias religiosas de nadie con este escrito.
    • El sol está directamente asociado al signo de Leo y la figura del león en sí misma. Debido a esta relación, quise retratar al sol con esta base y mezclar la imagen que se cree tiene un híbrido entre león y leopardo, y la que se cree era la apariencia del ancestro del león antes de que saliese de la jungla para habitar las sabanas.
    • El ojo de tigre es un piedra semipreciosa de colores pardos, amarillos y marrones. Está asociada al signo de Leo, al sol, al elemento fuego y al oro.
    • Quise incluir también la teoría de Freud de que el humano necesita como Dios una figura paterna piadosa pero también capaz de castigar.
    • Matahari: Sol en indonesio.
    • John (hebreo, forma inglesa): Dios es misericordioso, Dios perdona. Altan (turco): rojo amanecer.
    • Muninn (mitología nórdica): Memoria. Cuervo de Odín.
    • La repentina aparición de Muninn quise colocarla como un juego, Muninn (Memoria) aparece para recordarle a Matahari que debe partir (ocultarse en este hemisferio para salir en el otro). Así también quise hacer una pequeña referencia a la cultura Haida y su mitología, el cuervo (llamado Yáahl en esta lengua) roba el sol. Muninn aparece para "robar" a Matahari y llevarlo consigo.
    • El destello blanco incluido con la aparición de Muninn es porque quise representarlo como un cuervo cuelliblanco (Corvus albicollis) y de paso referenciar el hecho de que en diferentes culturas el cuervo no siempre fue un ave negra, sino que adquirió este color por las llamas a las que le arrojaron o cuando robó el fuego (recordemos que el cuervo creador robó el sol, la luna, las estrellas, el fuego y el agua). Resultando así en una mezcla entre el cuervo de Odín y Yáahl el cuervo creador.




    Matahari




    Hace muchos años, en las selvas frondosas de nuestro planeta, un hombre que se autoproclamaba cazador topó con un extraño felino moteado... un leopardo. No, no era un leopardo. Era algo que contradecía todos los libros de ciencia. Un sobreviviente perdido, ancestro del león que habitaba ahora las calurosas sabanas. Su cuerpo era menos corpulento, cubierto de desdibujadas manchas sobre un pardo oscuro y parecía tener una melena corta que era poco probable que creciera más.

    El cazador tomó su arma y apuntó, la pasta que iban a darle por la piel de ese animal era incalculable. Sin embargo, cuando iba a apretar el gatillo, el felino lo miró. Los rayos de sol que atravesaban las copas de los árboles se reflejaron en sus ojos ámbar que brillaban de forma antinatural. Por primera vez, aquel hombre fue incapaz de tirar del gatillo contra un animal, su cuerpo se negó a seguir sus órdenes.


    —¿Tienes miedo? —Una voz grave retumbó en su cabeza, aterrado soltó el arma y cayó al suelo, arrastrándose con las manos para retroceder aunque del animal lo separaban mínimo unos cincuenta metros—. Luego de todos los que has matado, ¿te atreves a sentir miedo ahora?


    Supo que aquella voz venía del felino aunque este no había movido un músculo desde que volteó para mirarlo. El corazón le latía desbocado, la sangre palpitaba en su sien.

    Le habían dicho que no se acercara a esa zona de la selva, que los cazadores y no nativos se perdían con facilidad, las brújulas se estropeaban y las radios recibían únicamente estática; pero fue terco o quizás demasiado curioso... y ahora estaba allí, sabía que aquello no era un animal. No podía estarle hablando de esa forma si realmente lo fuese.


    —Pronto se ocultará el sol, ¿crees poder volver al lugar del que viniste? —La voz hizo eco en su cabeza nuevamente, esta vez el león manchado avanzó algunos pasos y el hombre ahogó un grito.


    —Yo... podré volver sin problema —dudó y su voz se cortó al responder, no sabía por qué pero no podía continuar guardando silencio de esa manera, sentía que vomitaría las palabras debido al miedo.


    —Los humanos se volvieron tan pedantes desde que se metieron en esas junglas de concreto —continuó el animal, cada vez se acercaba más. Fue cuando el hombre lo notó, el pelaje pardo oscuro estaba mezclado con un tono más claro y cada vez que el sol lograba alcanzarlo le arrancaba reflejos dorados que le recordaban al oro—. Tus trucos de orientación no sirven aquí... y te lo advirtieron.


    Al escuchar aquello, buscó con manos temblorosas la brújula en su bolsillo, cuando por fin logró sacarla, la aguja paseaba de un lado a otro.


    —Sus agujas imantadas pueden confundirse —De nuevo la voz del animal en su cabeza. Ahora buscó a tientas la radio y, sabiendo lo que escucharía, la encendió de todas formas. Estática—, y el verdadero Norte se desvanece.


    —¿Qué es lo que quieres? —El cazador era incapaz de levantarse, sus piernas no le obedecían en lo más mínimo. Tenía miedo, muchisímo, pero también empezaba a sentir la ira cargándose en su interior, como si fuese una olla de presión.


    —Las tormentas solares afectan tus baratijas. —Esta vez a aquella voz de tonos bajos la acompañó una risa que hizo que el hombre sintiese escalofríos—. Fui particularmente piadoso con este planeta...


    —¿Q-qué? —La ira que sentía se apagó de pronto, como si le hubiese lanzado una cubeta de agua a una fogata. Ahora consideró que podría haberse vuelto loco, ese maldito gato manchado, esa contradicción de la ciencia... no podía ser Dios.


    —¡Idiota! —Una carcajada estalló en la cabeza del hombre, quien se llevó las manos a ella al sentirla clavarse hasta en la última de sus neuronas—. ¡Por supuesto que soy Dios! Oh, todos esos templos, todos esos ritos... no eran, ¡no son para nadie más que para mí, Matahari!


    —Mata... ¿hari?


    —John —Ahora el felino estaba frente a él, hablándole por su nombre. Lo rodeó y, finalmente, pasó su larga cola por sus hombros con aire posesivo—, existes por mi piedad y temes mi desaparición. Temes la oscuridad de la noche, la sombra y sus peligros y ansias mi regreso.


    —No... no puedes.


    —Soy el Sol, John Altan —continuó y el hombre estuvo por desmayarse, al punto de apoyar su peso contra el cálido cuerpo de aquella entidad—. Tuve piedad por este planeta más que por los otros; lo coloqué a la distancia adecuada, lo hice girar sobre sí mismo a la velocidad necesaria y le otorgué la atmósfera perfecta.


    —¿Por qué nos diste oscuridad? —John estaba perdido en los ojos amarillentos de la criatura que ahora lo miraba directamente, sentía su cola agitarse con fuerza en sus hombros.


    —Te lo he dicho ya... —El gran gato manchado ronroneaba, las vibraciones eran fáciles de sentir —. Balance, Altan. Debo ocultarme para no acabar con la vida que durante tantos años he visto evolucionar, debo salir en el otro hemisferio para que este no caiga en un eterno sueño.


    —Estás acabando con nosotros. —La voz del cazador adquirió un tono de reproche.


    —No trates de culpar a este piadoso padre de la desgracia a la que ustedes mismos se han sumido. Sí, les cedí ventaja, pero soy incapaz de reconstruir lo que mis hijos han destruido... es su responsabilidad —sentenció Matahari, había perdido esa actitud pícara y engreída que tenía desde que comenzó a hablar, las siguientes palabras fueron casi un susurro—. Altan... yo he amado a este planeta más que a ninguno de los otros, por ello me materialicé en él, por ello viajo de un hemisferio al otro cada día. Amor y nada más.


    —Sálvanos.


    —No puedo —dijo tajante—. También estoy muriendo. Moriré y lo que quede de ustedes morirá conmigo.


    —Vete —soltó el cazador—, no quiero escuchar más.


    Matahari se separó de él, retirando la cola de sus hombros y en un movimiento fugaz trepó a un árbol cercano con la agilidad de la que carecían los leones de la sabana.


    —No tienes que preocuparte, tu corta existencia ni la de casi ninguna forma de vida alcanzará a llegar al día de mi muerte. —Aquella afirmación tenía un tono cruel, estaba inferiorizando la vida en la Tierra, y la acompañó otra risa—. Te daré tiempo de salir de aquí.


    El felino agitó la cola, a los pies de John, quien apenas empezaba a incorporarse torpemente, cayó una piedra amarillenta tornasolada ribeteada de marrón, la reconoció rápidamente, eran las favoritas de su fallecida esposa: un ojo de tigre.
    Había dejado la cacería cuando la conoció, era una amante de los animales. Volvió a cazar luego de que una enfermedad infecciosa acabase con ella a los treinta años de edad, siete años después de haber casado. La amaba, era la única mujer que había amado de tal manera.

    La entidad solar había descendido nuevamente, avanzó unos pasos y rugió, el sonido caló hasta el último de los huesos del hombre.

    Segundos después un aleteo acompañado de un graznido ronco fue audible, una figura negra acompañada de un pequeño destello blanco descendió sobre Matahari y le rozó la corta melena antes de alejarse esquivando con precisión las ramas de los árboles.

    John tomó su arma, la radio y volvió a guardar la brújula en el bolsillo, que seguía moviéndose sin control. Comenzó a caminar en dirección contraria a la que permanecía el felino esperando y cuando estuvo lo suficientemente lejos para dejar de verlo, volvió a sacar la brújula para comprobar lo que ya sabía, que esta apuntaba hacia el Norte con total normalidad, y escuchó, más como un pensamiento intrusivo, la voz lejana de Matahari.


    —Paciencia, Muninn. No he olvidado nuestro viaje diario.


    John Altan dejó la cacería de nuevo, esta vez por el resto de su vida. Fue incapaz de volver a apuntar un arma hacia cualquier animal, pero en especial hacia cualquier felino.
    Llevó, hasta el día de su muerte, un collar con un ojo de tigre, y conservó consigo el recuerdo de aquel día especialmente largo y su encuentro con el felino que respondía al nombre de Matahari, el verdadero Dios.





    Oye, ¿te vas tan pronto? Ve a leer ese spoiler y empieza a escribir un comentario. ( ͡° ͜ʖ ͡° )
     
    Última edición: 3 Diciembre 2017
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    Nyxbel

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    Dioooosss esto fue épico, excelente escrito, historia...
    osea, mitología, suspenso, hace que te metas en la piel de John como si Matahari estuviese frente a ti mismo,
    juzgando las acciones y haciendote recordar las veces que has contaminado el medio ambiente...
    ok que me extiendo!
    En fin, me encantó *-*
     
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    Kohome

    Kohome Fanático Comentarista destacado

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    ¿Sabes que te amo? (?)

    Me encantó que hayas hecho una buena búsqueda de cada significado y simbolismo para dejar fluir tu historia. Me vale madres si copiaste mi formato de tres partes, está muy cool xD.

    Me gustó mucho la inclusión de la cultura Celta (es que los amo muchísimo), así como la múltiple adoración al sol y esa manera de unificar lenguas y culturas.

    ¿Qué te digo Fénix? Me encantó. En cuanto pueda me paso a la segunda parte.
    <3
     
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    Bahamut

    Bahamut Usuario común

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    Bueno... paso aquí para comentar también.

    Me sorprendió un poco la cantidad de analogías que has utilizado en el capítulo(y eso que era el primero). Se nota que te has documentado para escribir este relato. Como me tienes acostumbrado de la última historia que he leído con anterioridad, el formato en que lo entregas a mi modo de ver es impecable, pese a que pueda haber elementos con los que no me sienta demasiado cómodo de leer; sin embargo, esas son meras manías propias y cada autor tiene su propio estilo para escribir, pienso que uno debe respetar los términos en que cada escritor decide narrar su historia.

    El encuentro entre el cazador y el "dios" en forma de felino es bastante increíble,más allá de lo que uno está acostumbrado de leer. Pero ahí está la magia, ¿no?. Creo que Matahari es un tipo bastante ocupado jeje.

    Quería destacar que es una gran adición el hecho que te documentes tanto para crear tu relato. A mi modo de ver eso le entrega mucha calidad a lo que uno escribe.

    Buen trabajo.
     
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