Marta.

Tema en 'Relatos' iniciado por Zusura, 11 Septiembre 2009.

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    Zusura

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    Marta.

    Este one shot, debe tener muchas fallas... pero es para una persona muy especial para mí.
    Marta
    Un fuerte remezón le hizo recordar que no podía seguir en aquel estado letárgico. Pero cuando su mente le ordenaba al cuerpo moverse no conseguía más que frustrarse al no poder dar ni un mísero movimiento. El cuerpo que alguna vez corrió libre y alegre ahora estaba reducido a una masa inmóvil.
    Pese a eso, quiso armar un poco sus memorias recientes. Los suplicios lentamente adquirían una forma nítida. Los golpes, sucesivas violaciones e insultos de toda envergadura, ya no le molestaban.
    Lo que flagelo al cuerpo no surtía efecto ahora, porque ni su cuerpo sentía ni tampoco le parecía en vano lo sufrido… torturaron su cuerpo, sin embargo nadie osó en tocar su alma…nadie pudo hacerlo nunca.
    Tenía razón, ¿qué importaba eso ahora? Bien sabía que su vida se extinguía. Un simple lazo la unía burdamente al cuerpo.
    Era en ese instante en el cual hacía un recuento de las cosas que no hizo. También pensaba en aquellas niñas que no vería crecer.
    “Serán fuertes” pensó segura.
    Sus hermanas aparecían después de las niñas rogándole que no se fuera. “Es inevitable” se decía a sí misma una y otra vez para poder calmarse, cosa que era inútil. Por último sus padres se presentaron con muecas de dolor en sus rostros ya surcados por arrugas. Se desesperó. Deseó poder correr a decirles cuánto era lo que los amaba.
    Para su buena o mala suerte su cuerpo por fin reaccionó. ¡Podía moverse! No lo dudó y se movió.
    “Está viva” escucho decir a lo lejos.
    “¡maldita perra! Pero si le inyectamos un ácido fuerte…” otro respondió asustado.
    “Estúpido, está viva. No funcionó imbecil” gritaba desesperado un hombre.
    “Ahórcala con el alambre, rápido que hay que tirar a toda esta mugre al mar” esa fue la frase que sirvió como la sentencia para abandonar su vida. Quiso llorar de alegría, ya no la torturarían más… y lo que amaba estaba a salvo.
    Cuando sintió que algo le apretaba el cuello sin piedad, pensó:
    “Al menos Dios mío te pido que esto no sea en vano. Protege lo que amé y amaré por siempre”.
    El alambre le robó su último aliento y rompió la delgada unión del alma con el cuerpo.



    Días después se encontró un cadáver a las orillas de la playa. El cuerpo era el de una mujer de mediana edad brutalmente masacrada antes de morir. Se dieron muchas versiones sobre aquel horrible asesinato. Sin embargo aquel horrible asesinato sirvió como prueba del paradero sin conocer de muchas personas.
    Un día como hoy empezó la cuenta regresiva para ella. Pero se plantó ante la vida y el destino con gran fuerza.

    En memoria de Marta Ugarte Román.
     

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