Maquinaria de sueños

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Kaielth Craftlay, 31 Mayo 2014.

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    Kaielth Craftlay

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    Primer sueño – la guerra

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    Imagino que es una consecuencia inevitable. Un pueblo oprimido, por sus “gobernantes”, aunque ni siquiera fueran como ellos, si cambiaran de lugares, no habría ninguna distinción con el pasado. Los humanos han sido gobernados por el pueblo mágico desde hace siglos, milenios posiblemente. Pero lo que siempre temieron, ocurrió. Era fácil de preverlo, y oprimir y detener el progreso de la humanidad era la solución obvia, para así preservar su estatus. Pero ya es muy tarde, ellos los sobrepasaron a todos, casi en un abrir y cerrar de ojos, voltearon todos los roles. Destruyen las ciudades mágicas, mantienen cautivos a miles de magos, sean hombres, mujeres o niños, masacran miles de vidas inocentes, todo en sed de venganza. ¿Quién los puede culpar, cuando ellos han sido los torturados y masacrados por siglos, y nadie ha hecho nada?

    Yo soy uno de ellos, un simple humano más, pero no pertenezco al ejército, no estoy montado sobre una de esas máquinas del infierno, enormes mamuts de hierro que despedazan tanto ciudades como vidas en su camino. Vivimos en guerra, y ahora nadie es inocente.

    Estoy siendo transportado por magos, me llevan prisionero, dicen que capturan humanos fuera del ejército, para ejecutarlos públicamente, y así mostrar que no tienen miedo. Aunque no tienen poder. Muchos son los cadáveres que he visto en mi camino, la carretilla sobre la que voy tenía seis personas vivas cuando me subieron, ahora dos de ellas se están pudriendo, muertas, encima de mí, mientras los insectos me devoran lentamente, ya se darán un festín cuando mis entrañas estén marcando amenazas a los humanos rebeldes, tratando de ahuyentar a los curiosos, o darle tiempo de correr a los débiles y cobardes.

    Mi destino no era muy difícil de adivinar, estoy resignado a ello, espero sea rápido, más humano que dejar que unos gusanos devoren mis intestinos. Estoy tranquilo, hasta que un golpe seco y la carreta detenida de golpe, me sacan de mi letargo.

    ¿Qué ha pasado? ¿Se detuvo la carreta? ¿Es una mujer? No sé qué ocurre, pero ella los ha matado, ¿Será del ejército humano? No tengo idea, pero más soldados, de los magos, se dirigen hacia aquí, ella fue muy ruidosa, los decapito tortuosamente, antes de ponerles fin a sus vidas, los dejo gritar lo suficiente.

    No puedo… mantenerme consiente… ella me… Ella… ¿Qué me ha dado? ¿Me… drogo?
     
  2.  
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    Segundo sueño – ImaIcreI

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    — ¿Quién eres, chico?

    La voz de un hombre de mediana edad me despertó. ¿Dónde me encontraba? ¿Qué había pasado? Me encontraba a campo abierto, en frente de un bosque, muchos árboles estaban talados de formas irregulares, con huecos de figuras en sus troncos. Un lago a unos cien metros, corría con mucha fuerza, y el puente que lo cruzaba, aunque pareciera de papel, resistía sin tambalearse un centímetro.

    — Soy Baldric… Baldric Jacob— Respondí, aunque titubeante, no entendía la situación en la que estaba, pero seguro era mejor que en aquella carnicería en mitad del camino, esperando mi turno por ser desollado, mientras, encima de mí, un hombre muerto se caía a pedazos—.

    — ¿Estas bien, Baldric? ¿Puedes ponerte de pie? Pareces mareado, estabas dormido… Y no me lo explico, ¿Por qué alguien quisiera quedarse dormido, en un lugar como este? — Me dijo todo aquello con un increíble buen ánimo, algo que no había visto en meses desde que comenzó la guerra entre las especies humanas.

    Me puse de pie, mire a mi alrededor, había cerca de una docena de personas en ese lugar, incluyendo a ese hombre que me despertó. No lo había notado hasta ese momento, pero me encontraba en medio del último grupo de personas a las que esperaba ver. Una de esas personas, una chica joven, rubia de cabello largo y linda ropa azul cielo. Ella, como si bailara suavemente sobre su propio espacio, agitaba delicadamente sus manos, como meciendo una batuta, dirigiendo un concierto de una orquesta. Por delante de ella, los troncos cortados en figuras poco prácticas, se deslizaban sin ningún esfuerzo, acomodándose por su cuenta en una pila, y otra y una más. Ella era una maga.

    “¿Por qué alguien quisiera quedarse dormido, en un lugar como este?” Fue lo que ese hombre me dijo. Estaba en un lugar peligroso, mi vida se mecía sobre un delicado péndulo quebradizo. Di un paso atrás, y en mi desconcierto tambalee, tropezando con mis propios pies, me di media vuelta y caí de frente. Me incorpore rápidamente, y trate de correr. Debí correr. Pero mis pies no me dejaron hacerlo. No solo ellos, mi corazón, mi mente, mi cuerpo entero me grito “¡Espera!”. Mi curiosidad siempre me había traído problemas, y ahora me quería llevar a entender la situación, el lugar y el momento en el que estaba, ¿Sería que esta vez, mi traicionera curiosidad, me llevaría a mi tumba?

    — ¿Donde… estoy? — Pregunte, temeroso de que esa aparentemente pacifica situación se perturbara. Y es que había más que esa chica maga, un hombre bestia, un oscuro, un natural, incluso un fuego, de los humanos más conflictivos, y no sé si los demás, quienes no demostraban ninguna habilidad o rasgo particular, fueran humanos simples.

    — Eso lo explica todo. Eres un viajero perdido, y es tu primera vez aquí— “¿Aquí, donde?” Esa mujer… mato a los guardias, me drogo y me llevo… ¿a dónde me llevo? —. Pues… bienvenido a ImaIcreI, el mundo de los sueños.
     
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    Tercer sueño – Resurrección

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    — ImaIcreI… el mundo de los sueños — Balbuceaba, y sin darme cuenta, un tipo tiro de mi mentón, tratando de que despertara por completo. Ese hombre llevaba armadura, con un casco de hierro oxidado, cubriéndole toda la cabeza, y solo dejando entre ver su dentadura maltrecha, apenas con dientes, y los labios repletos de cicatrices.

    No me di cuenta de inmediato, pero era prisionero de ellos. Unos enormes grilletes de hierro negro me impedían la movilidad en mis pies y mis manos. Solo vestía un pedazo de tela agujerada y enmugrecida, creo que era un pedazo del costal de algún panadero. Miraba cabizbajo, el sol se estaba ocultando, y estaba enfilado con al menos una docena más de personas, en las mismas condiciones que yo. No recordaba nada antes del ataque a la carreta, y luego de eso, el ImaIcreI…. Pero parecía que hubieran pasado varios días, una o dos semanas quizá. Mi barba estaba sobrecrecida, y mis manos desgastadas y con severas cicatrices por trabajo forzado y torturas. ¿Me habían esclavizado, y mi mente escapo a un mundo maravilloso para refugiarse? Lo hubiera creído hasta el final, si hubiera sido el primero en ser decapitado.

    No sé qué hacía ahí, quienes eran mis captores, donde estaba ni porque nos pensaban ejecutar. Yo era el cuarto en la fila, iban pasando uno a uno, para subirlos a una elevada plataforma de madera, donde les esperaba un enorme hombre, robusto, gordo, con una gran hacha, más grande que su propia cabeza, limpiando y afilando su hoja tras cada sujeto al que le arrancaba su cabeza. Se esforzaba en hacer todo el ruido posible, gritaba antes de hacer el corte, probaba su hacha contra la madera, astillándola o rompiéndola, o partiendo las cabezas ya cercenadas, lanzando los restos a los prisioneros que aguardábamos, empapándonos con la sangre. El público gritaba emocionado con cada ejecución, con cada vida terminada, ahí debía haber mucho odio, para que existiera tanto júbilo por la muerte de alguien. Parecieran humanos, matando a magos.

    No sé qué hacía ahí, esperando mi turno para ser decapitado por mi propia gente, por otros humanos. Pero entendía menos, por qué estaba en el cuerpo de otra persona, en el cuerpo de un mago.

    Mi cuerpo estaba agotado, el hombre al que le perteneció, debió de sufrir mucho en vida. ¿Podre considerarme su salvador, por ocupar ahora su lugar? ¿Y dónde está su dueño original? Quizá solamente solape su mente, quizá el sigue ahí, quizá me grita, viviendo un infierno peor que el encarcelamiento… Viendo como moría, sin siquiera estar presente en mente, solo esperando por ver su cuerpo morir.

    No sé, solo estaba divagando con mis propios pensamientos. Ya solo había una persona delante de mí, y el carnicero no la hizo esperar mucho, la gente pedía a gritos que la sangre saltara, algunos recogían las cabezas y las clavaban en picas alrededor del altar de ejecución. Ya no podía conmigo mismo, perdería el conocimiento muy pronto, por cansancio, por el dolor en mi cuerpo maltratado, por el ensordecedor ruido de la gente, o si era más fácil que eso, simplemente por el acero.

    Ya es mi turno. Estaba casi inconsciente, no dispuse resistencia alguna, de todas formas, era más fácil así. Alinearon mi cuello, firmemente, contra una base de madera, la cual detendría el hacha una vez separa mi cabeza de mi cuerpo. No pude más, cerré mis ojos, y abandone toda resistencia en mi cuerpo. Lo último que escuche, fue el golpe seco del acero del hacha del verdugo, contra la madera, y un golpe suave, como de una fruta cayendo con otras dentro de una canasta.
     
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    Cuarto sueño – El mundo que no quiero ver

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    Cuarenta años, y ya he hecho cuatro saltos, dos a conciencia.

    Nadie puede decirme que estoy usurpando algo que no es mío, técnicamente, ellos han abandonado sus cuerpos y yo he entrado tras el rastro que han dejado, inconscientes, detrás suyo. He aprovechado la oportunidad y he entrado en sus cuerpos, por el camino que ellos trazaron tras morir. Ellos no iban a volver a su cuerpo, no volverían a sus antiguas vidas, cuando se dieran cuenta, el camino de regreso a casa estaría cerrado. Y solo les quedaría esperar. Ha sido riesgoso, demasiado, por más que lo pienso, encuentro más y más posibles escenarios que me podrían devolver permanentemente allá, ¿Y si esta vez no encuentro un nuevo camino por el cual regresar? No sé por qué insisto en volver a este mundo, lleno de guerra, de hambre, enfermedad y odio, que solo crece día con día, minuto a minuto. ¿Para qué volver? ¿Vale la pena arriesgarme a volver a un cuerpo mutilado? ¿Vale la pena volver al cuerpo de un prisionero torturado hasta la muerte, para revivir la agonía de sus últimos días de vida? No sé, pero lo sigo haciendo. Y he sido afortunado.

    Al descubrir ImaIcreI, muchas son las cosas que he aprendido, las opiniones de gente de todos los bandos, como sería un mundo sin límites, o sin diferencias reales. He sido testigo de un poder desconocido para mí, pero que está ahí, esperando para que alguien lo adopte, que alguien lo entienda y pueda usarlo. Eso pienso yo, al menos hasta la fecha, ese poder no me ha intentado destruir, así que estará de acuerdo con que mi alma use su mundo como medio para recuperar mi vida en este planeta. O simplemente soy tan insignificante como para que no le importe.

    El día que perdí mi primer cuerpo, con esa droga, o veneno, lo que sea que esa mujer me dio cuando asalto la carreta. Intente buscar ese cuerpo por mucho tiempo, pero abandone esa idea hace treinta años, ahora, con suerte, serán un montón de huesos despedazados en la fosa de animales salvajes, dándoles algo que morder y pulverizar, sin restos de mi carne u órganos. Pero supongo que tampoco quedara mucho de las otras tres personas que habite… o cuerpos.

    El primero al que salte fue a un prisionero de guerra, un mago, capturado en batalla y que sería ejecutado unos días después, murió a tiempo para evitar su propia ejecución, pero yo lo ocupe para que un alma moviera los ojos de su antiguo cuerpo, sus brazos, sus manos, sus pies, mientras la hoja del verdugo ponía fin a su vida, a mi vida… otra vez.

    Salte a un segundo cuerpo, sin darme cuenta como fue, por instinto o por suerte, no lo sé. Esa vez fue a una mujer, moribunda, murió en la más profunda soledad, sin que a nadie le importara. Ahora a nadie le importa otra cosa que no sea la guerra. Su cuerpo no me permitió vivir mucho, y morí una semana después. Mi tercer cuerpo no tuvo mucha más suerte, viví un par de meses en agonía, mi cuerpo estaba parcialmente mutilado, era un prisionero de guerra de los humanos, un fuego, mi poder era inexistente y solo esperaba por ser ejecutado, nuevamente por mi propia gente. ¿O sería incorrecto decirles “mi propia gente” desde el cuerpo de un hombre que quema el mundo con su propia ira? De alguna forma, tampoco eran tan diferentes…

    Encontré el cuarto, y mi actual cuerpo, con el que he vivido estos últimos cuarenta años. Era un soldado, humano, grande y fuerte, en buena forma, ahora lo soy yo. Murió asfixiado, su médico lo salvo justo a tiempo para que yo no me encontrara en un callejón sin salida al ocupar su cuerpo.

    ¿Qué más puede hacer ImaIcreI? Soy una especie de ser inmortal, aunque no tengo poderes más allá de mi forma humana, al morir, puedo intentar encontrar otro cuerpo y continuar viviendo… aunque no sé qué pase cuando regrese a un cuerpo que no pueda seguir viviendo. Eso me aterra, y me ha quitado el sueño estos últimos cuarenta años.

    Poco a poco debería perder la esperanza, viviendo en este mundo, y que mi vida siga sin ser una garantía.

    Pero mi curiosidad me sigue moviendo, hay algo más, hay mucho más que quiero saber. Hay un enorme universo, en ImaIcreI, que quiero conocer. Recientemente, lo más interesante es que puedo ver el pasado, puedo ver acontecimientos que ocurrieron hace miles de años, puedo ver el nacimiento de los magos, pude ver y comprobar la leyenda de Cross Di Lai, de la época oscura, de la llegada de los humanos a este planeta e incluso, historias que jamás pensé que fueran verdad, la humanidad vino de un lugar mucho más alejado que este y otros universos, tanto así, que sin importar cuanto retroceda en el tiempo, no puedo encontrar el origen. Y todo es verdad, tiene que serlo, todo lo demás lo fue, ¿Por qué esto no?

    Y puedo ver el futuro, pero es un conocimiento prohibido por los dioses… o quien sea que lo controle. Soy capaz de visitar el futuro, pero no podre recordarlo hasta que ese tiempo ocurra. Parece ser que es imposible conseguir algo que aún no existe. ¿Qué atrocidades he olvidado? ¿Cuál será el futuro de esta guerra? Creo que me aterra menos cualquier posible resultado de la guerra que vivo, que el hecho de que posiblemente ya lo sé, y no lo podre recordar, hasta que no lo tenga que vivir.
     
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    Quinto sueño – El mundo que no debí ver

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    Y estoy aquí, frente a ese terror.

    Mis viajes en el tiempo, a través de ImaIcreI, se han vuelto de lo más frecuente, especialmente al futuro. Un ejercicio inútil, perderé las memorias del tiempo que aún no ocurre una vez vuelva. Pero mi cuerpo me sigue trayendo aquí, de alguna manera, resiente todos estos acontecimientos, sabe que deseo verlo, que tengo que verlo. Y ahora recuerdo que he visto esta escena tantas veces que me sorprende como puedo olvidarlo, como puede ser que no recuerdo nada una vez que mi mente vuelva a mi tiempo y mi alma a mi cuerpo. Y despierte, aterrado por un futuro que ahora mismo sé, que es tan aterrador como podría imaginar. Y mucho más que eso.

    La guerra durara otros sesenta años, desde mi tiempo de origen. Son sesenta años que perfectamente viviré, como un guerrero más, como un soldado del bando de los humanos. Del bando de los seres que destruirán a sus semejantes de otras especies, quienes dominaran y esclavizaran a los pocos que queden, si es que quedan. Masacraran millones de vidas, llevaran a las especies humanas a la casi extinción, creando dolor irreparable, y pérdidas que jamás se recuperaran. Si tan solo la guerra se cobrara a todas sus víctimas con un solo disparo, un golpe fino o un corte limpio, un acto de bondad que termina con la vida de una persona en solo un instante. Pero la guerra es muchas cosas, y entre ellas, compasiva no lo es. Veo como la mayor parte de las pérdidas son por enfermedades, por hambre, tras ser torturados hasta quebrar su conciencia y destruir su espíritu hasta la última fibra.

    Veo como eso no es lo peor que nos pasara. El final de la guerra ocurrió hace unos veinte años, cuarenta desde la perspectiva de mi tiempo. Entonces, ¿Quiénes son ahora los enemigos de la humanidad? Parece gracioso que ellos fuesen los enemigos, nadie o casi nadie creía en seres así, pocos eran los que imaginaban que el mundo giraba en torno de ellos, seres buenos y bondadosos en su mayoría. Ellos eran los dioses de nuestro universo. Son esos seres, idénticos a nosotros, pero con un poder inimaginable para nuestro tiempo, aunque no para tiempos antiguos, mucho más antiguos que la tierra misma.

    El final será dentro de sesenta años, y no será cuando caiga el ultimo mago o fuego en pie, no será cuando el ultimo bestia u oscuro sea esclavizado, ni cuando el ultimo natural sea eliminado. El final será cuando esos cinco tipos desciendan de los cielos, y decidan que hemos hecho algo que se nos tenía prohibido. ¿Cuándo fue que nos dieron reglas? ¿Cómo podíamos saberlo? Realmente no entiendo su justificación. Parecen simples niños, jugando a quemar hormigas, ¿Qué justificación necesitan?

    Ellos cinco serán suficientes para dar un giro completo al mundo como lo conocemos, para hacer su juego, para manipular nuestro mundo a su antojo. Ellos llegaran de más allá del espacio, y borraran la historia de miles de años de humanidad, reemplazaran nuestros conflictos, nuestras guerras, nuestros logros, nuestra historia entera… Por una versión más simple. Sin sentido, llena de agujeros y errores, pero que será suficiente para que vivamos en paz el resto de nuestra existencia, tan débiles como los animales nativos de este mundo, poniéndonos a la par de muchos de ellos.

    Empezaremos en el millar de años registrados en nuestra historia, pero que narrara mucho antes de ellos, o de “él”, según la versión que nos permitirán conocer.

    Muchos morirán, el planeta será completamente distinto de lo que es realmente, el universo real estará oculto a nuestros ojos, y nadie podrá interferir con la tierra. Es como si nos encerraran, a unos pequeños insectos en un frasco con apenas comida. Sobreviviremos por mucho tiempo, pero eventualmente se terminaran los recursos que nos permitieron conservar y, si no nos destruimos entre nosotros antes, eventualmente desapareceremos para todos allá fuera.

    Debo huir, debo salvarme, no quiero morir aun. He vivido por mucho más de la cuenta, he ocupado varios cuerpos que no me pertenecieron, y puedo seguir vivo, explorando un mundo increíble. Pero no estoy satisfecho, quiero saber más. No sé cuál es el propósito de mi existencia, por qué mi vida se construyó de esta forma. No sé, y quiero saber, cual es el propósito de mí ser.

    Lo que sí sé, es que si yo soy borrado, o pierdo mis recuerdos del verdadero mundo, tras el descenso de ellos, jamás descubriré el propósito de mi trabajo. Escapare, ellos no conocen la existencia del ImaIcreI, y eso es perfecto para mí.

    Estoy aquí, a más de ciento cincuenta años después del exterminio de nuestra historia. Voy a saltar por última vez.
     
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    Sexto sueño – El mundo que nos dejaron

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    — Hermano, ¡Hermano! ¡Por favor, despierta!

    La voz de un niño pequeño, y el llanto de una joven chica, sería mi despertar y mi bienvenida. Abrí los ojos por primera vez, lentamente observe el cielo azul sobre mí, había pocas nubes, y el viento soplaba suavemente, agitando las ramas del árbol que estaba a un lado de mí. Solté un suspiro suave, para poder incorporarme.

    — ¿Hermano? ¡Reid, está bien! ¡Despertó! — Grito la joven, emocionada, secándose las lágrimas y agitando las manos intensamente. Se lanzó sobre mí, e hizo una ligera presión contra mi pecho, su largo cabello, esparciéndose por completo, cubriéndonos, casi como un bello y fino manto negro.

    El niño, mucho más joven, de unos seis o siete años, saltaba de emoción y gritaba en júbilo, dando vueltas alrededor de mí. La niña seguía llorando, sobre mi pecho, mientras me tomaba fuertemente de mi ropa, como si deseara con todas sus fuerzas que me quedara ahí, que no me fuera.

    — Creímos… que tu habías… — Me decía entre sollozos—. Dejaste de respirar mucho tiempo… no sabía que debía hacer. Pero… Pero estas bien.

    Ella me miro al rostro, llena de felicidad, abrazándome aún más fuerte, algo que resentí. Me costó unos minutos darme cuenta de lo que había pasado, después de todo, era la primera vez que hacia un salto de ese tipo, y fue exitoso. Y lo mejor, mis recuerdos seguían conmigo. ¿O era eso lo peor? El terror, la muerte, la guerra, el hambre, las enfermedades… Todo eso, todo el dolor, y para finalizar, el engaño de ellos.

    La niña dejo de llorar, me tomo de las manos, y con ayuda del pequeño, me levantaron, y me apoyaron a su costado. Lo entendí poco a poco. Ella, era mi hermana menor, y él pequeño, mi hermano menor, vivíamos cerca de ahí, o eso creo, ya que nos dirigíamos a una pequeña casa a lo lejos, cerca de un calmado río. Detrás del río, un espeso y enorme bosque, y mucho más allá, las montañas, era un lugar claro y limpio, muy verde. Nunca conocí un sitio así, donde fuera que iba, la urbanización era muy densa, apenas había hierba, árboles y mucho menos bosques, los cuales se perdían tras los enormes edificios de ciudades infinitas. ¿Dónde quedaron esas ciudades? No quiero creer en ellos, pero mis recuerdos, mi conocimiento, me dice que nada de eso existe ya. Esto es un nuevo mundo, o uno viejo, oculto, solapado por otro, o por parte del antiguo. Sea como fuere, nada de eso existe ya, al menos, ya muy pocos deben recordarlo.

    Llegamos a la casa, me sentaron en una silla en la cocina, mi hermana se puso a calentar agua de inmediato, y mi hermano se quedó cerca de mí. Había una bandeja de hierro en medio de la mesa, parecía una simple hoja, la levante. Estaba pesada, nada que no pudiera sostener con mi mano, pero pesaba demasiado, no debía de ser así. Fue cuando me di cuenta, mi cuerpo entero estaba pesado, era lento y mis reacciones torpes. Parecía como si el mundo fuera otro.

    No, no era otro mundo. Éramos distintos nosotros mismos. Poseía el cuerpo de un humano que fue reducido por ellos.

    — Esta debe ser… mi nueva vida— Mire alrededor, una casa sencilla, modesta. Camine dentro de ella por un rato, mientras la dulce chica que era mi hermana me preparaba un bocadillo y calentaba una sopa. La casa era de dos plantas, tenía un recibidor modesto y estaba casi todo hecho de madera. Mire dentro de las habitaciones, conté cuatro camas, una cama grande, y tres más chicas. Supongo que cada una era de cada uno de nosotros, y la grande de nuestros padres, pero ellos no estaban aquí, no se escuchaba a nadie que no fuéramos nosotros tres. Pero si se veía algo por la ventana, hacia el patio, un par de tumbas sobresalientes, construidas con un pedazo de madera, no sé qué decía en ellas, pero no era muy difícil imaginarlo.

    Volví a la cocina, mi hermana había calentado un poco de sopa y hecho unos bocadillos de crema y pan duro. Me senté, y no dije mucho. Ella tampoco hablaba, solo me miraba fijamente, quizá esperaba a que dijera algo. ¿Qué podría decirle? ¿La verdad? ¿Cómo podría decirle que yo no soy su hermano, si no alguien que vive en su cuerpo, cuerpo que dejo al morir y yo soy su ocupante ahora?

    — Eso no parece tener mucho sentido — Dije en voz alta, sin darme cuenta.

    — Que cosa… no tiene sentido, ¿Hermano? — Me pregunto ella, con una mirada curiosa y un bocadillo a medio comer en la mano.

    — No, nada… lo siento.

    —Je, hermano dice cosas extrañas — Me dijo eso con una sonrisa inocente, tan dulce, adornando su delicado rostro—. Ese golpe fue muy duro, deberías descansar, mañana buscaremos comida.

    Creo que ni ella ni su hermano necesitaban pensar en cavar la tumba de una tercera persona, aun ellos solos, parecían hacerlo muy bien. Creo que algo puedo hacer en este lugar, no volveré a ImaIcreI, así que podría intentar vivir una vida simple y mundana, con ellos, quizá algún día pueda contarles quien soy, de donde vengo, que es lo que realmente paso y muchas, muchas otras cosas. Quizá sea más fácil explicarlo ahora, especialmente cuando no poseo ningún recuerdo, ni siquiera de cómo se llama mi propia hermana.

    En ese momento, él entro corriendo. Pero no fue así. Si no un segundo después. Mi hermano entro a la cocina y se sirvió un bocadillo, no quería comer sopa, estaba caliente y no le gustaba así.

    ¿Qué había pasado? ¿Sentí la presencia de ese niño antes de poder verlo? ¿Poseía magia? No sería raro, aun siendo un humano, los humanos simples podían manejar cierto nivel de magia. Pero eso no era lo que me inquietaba. Le di un centenar de vueltas en mi cabeza en un instante, llegue a la conclusión rápidamente. De acuerdo a mis recuerdos, los humanos sobrevivientes a la limpieza, y que eran humanos simples, tenían una esperanza de vida demasiado pequeña.

    Yo poseía magia. Un inevitable sentimiento de amargura me hizo tragar saliva con dificultad. Sería una vida pacifica la que estaba a punto de vivir, pero muy lamentable, ver a mis hermanos envejecer y yo seguir en el cuerpo de un chico de apenas veinte años de edad.

    Creo que no importa tanto, estaré con ellos, hasta el último momento, y entonces continuare.

    — Hermano — Me llamo el pequeño, sentado junto a la ventana, señalando hacia fuera —. Hoy iremos a la torre del reloj, ¿Verdad?
     
  7.  
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    Ultimo sueño – Halloween 13

    Maquinaria de sueños


    No me explico cómo los cientos de libros sobre mi escritorio, en las mesas de trabajo, en las estanterías y en cualquier rincón que se apilen, se empolvan con tanta facilidad. Muchos de esos los leí hace apenas… ¿Treinta años? ¡No es para tanto! Pero bueno, quizá el clima ayuda, y estar en medio de un lugar que ha sido testigo de batallas por más de mil años, no es tan raro después de todo.

    — ¡Alann! ¡¡Alann!! — No sé cómo ese chico me convenció para que fuera mi aprendiz, desde que vine a este tiempo y la partida de Anna y Luis, he vivido solo en esta torre del reloj. Vaya, han pasado casi 800 años desde que los vi por última vez, como desearía haber tenido una cámara fotográfica entonces. Malditos ellos por quitarnos nuestra tecnología —. Ese chico… ¿Qué estará haciendo?

    Unos instantes después llego corriendo, subiendo las escaleras, llamándome. No sé si me escucho y por eso venía a prisa, aunque más bien creo que él me llamaba a mí para que yo le prestara atención.

    — ¡Maestro! ¡Maestro! ¡Ha llegado! — Me dijo con cierto entusiasmo, parecía que no podía respirar normalmente, por la emoción.

    — Cálmate Alann, ¿Quién ha llegado?

    — ¡Él, maestro! ¡Finalmente vino!

    — Te dije que te calmes. ¿Él? ¿Él, quien?

    Sentí la presencia de cuatro extraños dentro de la torre del reloj, eran magos, bastante fuertes debo decirlo. No lo había notado al instante, creí que eran viajeros cualquiera, que estaban curioseando por la biblioteca y querían hacerme alguna pregunta, era bastante normal, más en los últimos años.

    — ¡Ha llegado! ¡Usted dijo que vendría!— Yo seguía sin entender a quien se refería, ¿habré pedido algo por correo? ¿Se refería a eso? ¡Era mucha excitación por algo tan simple! Casi todo lo que necesitaba estaba en la biblioteca, pocas veces pedía algo de fuera distinto a provisiones básicas. A menos que…—. ¡Elliot Soleh, maestro! ¡Es Elliot Soleh!

    Muchas veces me pregunte, ¿A dónde me llevara mi curiosidad? ¿Tiene algún propósito que una persona busque en lugares donde nadie más busca? ¿Qué haga preguntas que a otros poco o nada les interesa? Desde la última vez que estuve ahí, jure no volver. Y no volveré. Pero, aun así, creo que ha llegado el día, en que cumpla con mi propósito en la vida, no sé si realmente sea lo correcto, pero sé que esto es lo que debo hacer. Debo conectar el pasado de uno de los magos más poderosos de todos los tiempos, y poner fin a la guerra de este tiempo. No pude hacer nada en la batalla que me tocó a mí, pero creo que jugare un papel importante en esta. Ese es mi destino, enseñarle a él el camino a ImaIcreI.

    Qué curioso, nacimos en épocas muy diferentes, separadas por más de mil años cada una, y aun así, nos encontramos dos veces. Bienvenido, señor Halloween, Elliot Soleh.
     

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