Ciencia ficción Mante

Tema en 'Relatos' iniciado por Dark RS, 12 Diciembre 2018.

  1.  
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
    Miembro desde:
    20 Marzo 2012
    Mensajes:
    1,641
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Mante
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    753

    Mante



    Un grupo armado, ingresa en un gran edificio de trescientos pisos, en el que su objetivo final vive. Disparan a los androides de seguridad que los interceptan. Uno de los intrusos, lleva una especie de tableta como de plástico, en la que varios símbolos y letras aparecen, lo manipula, haciendo que el resto de androides, que cuidan el piso, cesen sus funciones. Luego abre la puerta de un ascensor que los llevará hasta el piso más alto.

    De los seis que entraron, uno fue asesinado por los androides, y otros dos se quedaron atrás para mantener alejados a los guardias humanos. Música tecno se escucha en el elevador. Cuando las puertas del elevador se abren, se ven varios androides desactivados por todo el suelo. Algunos humanos, usando una especie de armadura que les cubre todo el cuerpo, y un casco sobre la cabeza, les comienzan a disparar, matando a uno de los invasores. Los dos restantes, devuelven el fuego, usando sus propias armas que lanzan balas explosivas, las cuales estallan en cuanto chocan contra algo.

    Los dos restantes, entran a un gran salón, donde música de rock suena a todo volumen. Encuentran a su objetivo justo en medio de este salón, está sentada sobre una almohada roja grande. Viste un traje, muy al estilo de una sacerdotisa shinto, con los tradicionales colores blanco y rojo. Su cabello está completamente levantado y es color morado intenso, chispas salen de este. En este cuarto solo hay tres muebles; una mesa negra al fondo, un gran parlante color rojo, por el que sale la música, y un cubo blanco sobre el que hay un mantel, galletas de jengibre y una taza de té de menta.

    —Bienvenue, Libertadores de la Humanidad —se cubre el rostro con la manga derecha, para que no la vean reírse —. Es tan gracioso ese nombre; “Libertadores de la Humanidad”. ¿De qué liberan a la humanidad? ¿De sí mismos?

    —¡De su yugo, Sacerdotisa Mante! —grita uno de los invasores, a la vez que presiona un botón en el cuello de su máscara, produciendo que esta desaparezca — ¡No permitiremos que siga manejando a los ciudadanos a su antojo! ¡No somos marionetas!

    —Au contraire, monsieur, todos en esta ciudad actúan según mis deseos —se cubre de nuevo la boca con la manga —. Incluso ustedes, son mis marionettes.

    —¡Claro que no! —hace ver el otro invasor, que aún tiene la máscara puesta, es quien trae la tableta de plástico con la que han estado hackeando los sistemas del edificio.

    —Pathétique —se burla la de cabello morado —. No crean que por sacarse los chips de identidad no los podría rastrear, o por vivir en las alcantarillas no sería capaz de ver cada uno de sus movimientos. Incluso ahora están actuando acorde a mi volonté. Nunca han podido, o podrán, arruinar mon regne. El libre albedrío que creyeron tener jamás existió, fue una mera ilusión, a menti, siempre han estado bailando en la palma de mi mano.


    Lo que parecía ser una mesa en el fondo, cambia de forma hasta tomar la apariencia de una mantis de dos metros de altura, con navajas láser, y ojos color púrpura. Del parlante salen varios cañones delgados, pero la música continúa sonando al mismo volumen. El cubo, se vuelve una esfera, rueda hacia la única salida, y toma la forma de la puerta, para encerrarlos a todos dentro.


    La ropa de la sacerdotisa cambia de color; lo blanco se vuelve púrpura brillante y lo rojo se torna negro.

    —Monsieur Blanc, monsieur Mont, nostre jeu a éte trés plaisant —se ríe, de nuevo, cubriéndose la boca con la manga —. Au revoir. ¡Feu!


    El parlante, dispara tres veces, a la vez, hacia el que aún mantiene la máscara, impactándole en la frente, el corazón y el cuello. Al mismo tiempo, la mantis, se teletransporta, justo a la espalda del otro, y lo parte en cuatro, dando un corte vertical seguido de uno horizontal.


    Con todos los invasores muertos, incluyendo los que quedaron abajo, lo que cubre la puerta, se vuelve una masa viscosa que se abalanza sobre los cadáveres, y la sangre que derramaron, consumiéndolos por completo. Toma nuevamente forma de esfera, rueda hasta el lugar donde se encontraba antes y regresa a su forma cúbica original. Lo mismo ocurre con la mantis y el parlante. La Sacerdotisa Mante vuelve a sentarse sobre la almohada, su ropa recupera su color inicial.





    Para la actividad 30 días de escritura: Mentiras
    Personaje: Sacerdote/Sacerdotisa
    Palabra: Arruinar
    Género: Ciberpunk
     
  2.  
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
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    Escritor
    Título:
    Mante
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    1265

    Kamakiri



    Mante, es una joven que funge como sacerdotisa de un pequeño santuario olvidado, en la ciudad de Tokyo.. Su padre, de origen japonés, es el sacerdote principal, y su madre, francesa de nacimiento, murió cuando ella era muy pequeña.


    Como aprendiz de sacerdotisa, debe alternar su vida escolar con su vida “espiritual”, aunque realmente no cree en ningún dios, ni le interesa comenzar a hacerlo.


    Desde pequeña se le narró la historia del santuario; su padre le contó que dentro del santuario, que no ha sido abierto en más de mil años, existe una deidad durmiente; Kamakiri. Su progenitor siempre le advirtió que estar ante la presencia de una deidad es algo que jamás se debe hacer. Pero, también le decía que Kamakiri es capaz de brindarle un gran poder a todo aquel que entre en su presencia.


    Y esa contradicción hace que Mante entre en conflicto; por un lado, estar ante la presencia de la deidad brinda un gran poder, desconocido, pero, por otro lado, se le ha prohibido acercarse al dios, sin embargo, nunca se le ha explicado la razón para no hacerlo o qué consecuencias podría sufrir.


    Como buena adolescente que se revela contra su identidad, su padre, y su responsabilidad como la nueva sacerdotisa, decide que quiere conocer lo que se esconde dentro del santuario. Le toma mucho tiempo atreverse a abrir la puerta, puerta cuya llave es una antigüedad que ha estado en su familia desde la misma construcción del santuario.


    Realiza su hazaña durante una noche que su padre salió a realizar un exorcismo. Abre el enorme candado de acero, el cual cae al suelo por su propio peso, y ya ella no lo puede levantar. Entra, no espera encontrar nada realmente; nunca ha creído que Kamakiri exista, ni ningún otro dios tampoco.


    El interior del pequeño santuario está, asombrosamente, limpio, no parece que hubiera estado cerrado durante un milenio. El suelo es de roble, y las paredes de mármol muy grueso. En medio del suelo, hay una gran almohada roja, sobre la que descansa una gran esfera blanca, de dos metros de diámetro.

    —Debí suponerlo —suspira decepcionada —. El dios no es más que una gran pelota de playa blanca.


    Se acerca a la esfera, la toca, esta se ilumina, lo que la sorprende y la hace caer sentada. La esfera se derrite, como su estuviera hecha de cera, dejando al descubierto a una gran y futurista mantis robot, de color negro, con ojos púrpura brillantes. Mide dos metros de altura, y sus navajas brillan, muy semejantes a un sable láser.


    De los ojos de la mantis comienza a salir una luz, la cual, al momento de tocar el piso de madera, forma un holograma de una joven idéntica a ella, pero con el cabello, colo púrpura brillante, completamente levantado. Lleva puesto un traje parecido al de sacerdotisa que ella sueñe utilizar en los ritos sagrados, pero lo rojo es color negro y lo blanco es púrpura brillante.

    —Debes estar pensando “esta tipa tiene un peinado del asco” —menciona el holograma, antes de reírse levemente.

    —¿Cómo lo...?

    —¿Que cómo lo sé? —interrumpe la de cabello púrpura —. Soy tú, luego de recibir la bendición de Kamakiri.

    —¿Bendición? —cuestiona Mante, levantándose. No está asustada o sorprendida, lo que siente es entusiasmo.

    —Sí, ese día, o este día en tu caso, al entrar en contacto con Kamakiri, adquirí la bendición de los Dioses del Infinito —da media sonrisa —. En realidad, no son dioses, así los llamamos los que fuimos bendecidos. Kamakiri es uno de diez artefactos alienígenas que terminaron en la tierra.

    —¿Alienígena? ¿Es una broma? ¿Esta cosa —señalando la mantis — es un robot marciano?

    —No sé si es marciano, solo sé lo que yace en la memoria de Kamakiri; seis mil años en el futuro, una nave de guerra de otra galaxia fue destruida muy cerca de la tierra, esta estalló, y sus piezas acabaron esparcidas en distintas épocas y lugares de la tierra, y la luna.

    —¿Distintas épocas? ¿Cómo diablos...?

    —Estos artefactos pueden moverse libremente entre el espacio y el tiempo, y afectan a aquel que los activa —explica la versión futurista —. Originalmente, entré en contacto con él, lo activé, hice varios viajes en el tiempo, hasta que encontré uno que me gustó —se lleva el dedo a la boca — pero no te arruinaré la sorpresa —baja la mano —. Gobierno esta época a mi antojo, puedo estar en múltiples lugares a la vez, al igual que Kamakiri lo puede estar, incluso puedo encontrarme conmigo misma sin que ocurra un desastre espacio temporal.

    —No entiendo nada de eso.

    —Lo entenderás, por ahora no importa. Te explico todo esto, ya que tuve que enviar a Kamakiri al pasado, tal parece que cuando se viaja en el tiempo con él, desaparece del lugar donde estuvo inactivo, por lo que, la historia cambió, tú no ibas a encontrarlo inactivo, por que ya lo activé y me lo llevé al futuro.

    —Espera, si la tú pasada lo encontró y viajó al futuro, y por eso desapareció, y yo ya no lo encontraré, a pesar de que yo soy la tú pasada... ¡No lo entiendo! ¡No tiene el más mínimo sentido!

    —Lo entenderás en su momento.

    —Si desapareció, ¿cómo es que lo estoy viendo ahora? —pregunta Mante, aún más confusa.

    —Como te dije antes, tanto mi persona como Kamakiri podemos estar en múltiples lugares y épocas al mismo tiempo. Lo mandé al pasado, justo cuando fue encontrado originalmente, pero con la orden de permanecer en espera hasta que lo encontraras. Y al mismo tiempo se quedó aquí y nunca se fue. Cuando le agarres el truco a viajar en el tiempo no se te hará tan raro.

    —¡¿Entonces puedo viajar a dónde y cuándo quiera?!

    —Con ligeras excepciones espacio temporales —se ríe ligeramente —. Los otros nueve artefactos también viajan en el tiempo, y tienen un funcionamiento similar, por lo que hay restricciones en contra de alterar lo que otro Bendecido haya realizado. Puedes visitar sus épocas, y serás inmune a lo que sea que hayan hecho ahí, pero, no eres capaz de alterar lo que otro artefacto haya causado en esa época. Eso incluye evitar que un bendecido se encuentre con su artefacto, literalmente eras inmortal hasta el momento en que encontraste a Kamakiri. ¿Genial, cierto?

    —Hay mucho que no entiendo, pero quiero hacerlo, en verdad quiero hacerlo.


    Lo que cubría al robot mantis, se abalanza sobre Mante, cubriéndola por completo, se mantiene aprisionándola por un minuto entero, luego se disuelve nuevamente, dejándola libre. Ella cae al suelo, tosiendo con fuerza.

    —Olvidé lo desagradable que es recibir la bendición —sonríe la futura Mante.

    —Lo entiendo, entiendo todo lo que me explicaste, puedo sentir que controlo al robot mantis a mi voluntad y con solo pensarlo —ve la sustancia viscosa que la cubrió antes —. Y debiste decirme que Kamakiri es esta cosa líquida.

    —No hay que estropear las sorpresas.

    —Siempre he odiado que me arruinen las sorpresas —la Mante pasada sonríe levemente —. Este robot es el guardián del artefacto —recita, viendo esa información en su cabeza —, tiene muchas habilidades útiles para combatir y defenderme.

    —Esa mantis se duplica junto con Kamakiri —informa la del futuro.

    —Lo sé.


    La Mante pasada, junto con Kamakiri y el robot negro, desaparecen en un parpadeo. No pudo esperar a comenzar a viajar en el tiempo. Hay muchos acontecimientos históricos que siempre había deseado presenciar, y ahora tiene todo el tiempo del mundo en sus manos para hacerlo, literalmente.



    Para la actividad 30 días de escritura: Tabue
    Personaje: Sacerdote/Sacerdotisa
    Palabra: Infinito
    Género: Ciencia Ficción
     
  3.  
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
    Miembro desde:
    20 Marzo 2012
    Mensajes:
    1,641
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Mante
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    564

    En el Nido de la Mantis



    Lo había logrado, le había tomado casi diez años de planeación lograr entrar en la torre de la malévola sacerdotisa Mante. Pero había valido la pena cada sacrificio realizado en el camino. O eso es lo que ella pensó.

    La nueva líder de los Libertadores de la Humanidad había logrado estar en presencia de su más odiadas enemiga; la mismísima Sacerdotisa Mante. La responsable de la muerte de su hermano, ya hace veinte años. Aunque, al verla en persona, es difícil decir si es la misma persona que ha estado subyugando a los ciudadanos durante más de doscientos años.

    Siempre esperó encontrar una especia de monstruosidad, o a una anciana decrépita. Pero, la joven sacerdotisa frente a ella no es en absoluto la imagen que siempre tuvo de la asesina de su hermana. Parece alguien que no podría matar ni a una mosca, pero es ella, no hay duda. No importa la apariencia, es la misma desalmada que ha estado jugando con millones de vidas, como si fueran sus juguetes personales.

    Los habitantes de esta ciudad han estado obedeciendo a esa mujer. Sin derecho a cuestionar o pensar por si mismos. Incomunicados del resto del mundo, suponiendo que no esté todo bajo el control de la Sacerdotisa Mante, o en ruinas. Quizás, allá afuera, sea un lugar hermoso, de libertad, en el que se puede vivir tranquilo sin temer a dar a conocer sus propios pensamientos.

    La líder actual de los Libertadores de la Humanidad aún recuerda la forma en que Mante exhibió el cadáver de su hermano, al igual que el de muchos otros rebeldes. Pudriéndose a la intemperie, donde todos podían ver los cuerpos cada día, como una advertencia a jamás oponerse a la voluntad de la sacerdotisa.

    Sus padres, cuando era niña, le dijeron que tenía que tener resiliencia ante lo que le ocurrió a su hermano mayor. Que era mejor estar vivo, siguiendo las órdenes de la sacerdotisa Mante, viviendo en condiciones infrahumanas. Pero jamás le pareció justa esa forma de pensar. Mientras muchos apenas si pueden comer, otros viven en los grandes edificios, manejando naves voladoras y obteniendo comida que aparece de la nada. Tener que llevar un chip en el cerebro, que permite a Mante siempre saber dónde están todos.

    No es algo justo, a nadie le parece justo. Y ella acabará con todo de una buena vez. Levanta su arma láser. Es un modelo anticuado, pero lo bastante potente como para matar a la sacerdotisa, casi sin importar donde le dispare. Finalmente, años de planeación, de soñar con la venganza, sin mencionar las vidas que sacrificó para llegar a este momento, han dado frutos. Algunos la dejaron sola, diciendo que estaba obsesionada con la idea vengar la muerte de su hermano. Y está por cumplir con el que ha sido su objetivo desde que era niña.

    Pero no llega a presionar el gatillo. Algo la parte por la mitad, desde la espalda. Nunca supo qué o quién la atacó de una forma tan cobarde.

    La última visión, de la rebelde, fue de Mante riendo ante su muerte. Como si le divirtiera ver como es brutalmente asesinada. Al final, no fue más que otra pieza exhibida para aterrorizar a los, ya temerosos, ciudadanos.





    Para actividad 30 días de Escritura: Obsesión.
    Personaje: Sacerdote
    Palabra: Resiliencia
    Género: Ciberpunk
     
    Última edición: 24 Diciembre 2018

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